¡A ver si nos entendemos!

Basque-folkloric-student-dancers¿No les enseñan retórica a los políticos? A juzgar por el pobre contenido y baja calidad estética de los discursos, no parece. Ojalá aprendieran, porque nos evitaría la desgracia de soportar líderes incapacitados para la seducción, inseguros y vulnerables, muy por debajo del nivel de una sociedad culta y abierta donde la retórica juega un papel enriquecedor de las relaciones sociales y personales. Si pudiera, la declararía materia obligatoria en la universidad. La retórica se fundamenta en el conocimiento de los recursos y posibilidades del lenguaje, tanto verbal como icónico, y su combinación con las emociones para expresar eficazmente ideas y pasiones y cuyo fin es la persuasión. Padecemos una democracia escapista. Si tanto place a nuestros dirigentes la vaguedad deberían valerse del auxilio retórico para obtener algo de la honorabilidad que hoy la gente no les reconoce. Hasta los peores errores humanos tienen su expiación con palabras y actitudes bien construidas, siempre que no encubran la mentira. Según mi experiencia, de la rendición y la mentira nadie sale victorioso.

Lo imperdonable en el discurso público es la justificación del mal y la ausencia de grandeza, dos trágicas mermas morales que lastran el quehacer político y el modo en que la ciudadanía lo percibe. ¿Por qué es tan mezquina la política actual? ¿Y por qué tan mediocre? Porque no se entrega con absoluto atrevimiento a la tarea de gobernar y porque despedaza la sociedad en bloques que no representan la transversalidad y los equilibrios existentes en su seno. Ahonda las divisiones y convierte a la democracia en un reality pueril e innoble, más allá incluso de las contradicciones humanas. A mi juicio, la política de hoy es mucho peor que el grado de comportamiento que los ciudadanos mantienen entre sí en la vida corriente, cuya consecuencia es su nulo amor a este sistema devaluado.

Lo peor de la política vasca es la mutua negación entre partidos, algo para lo que hoy no tenemos remedio y que muestra su ruindad y mal entendido pluralismo. Oponerse al rival no es su más valiosa misión. Es el pacto; y el diálogo, su instrumento. ¿Dialogamos? No, solo hablamos y sin voluntad de acuerdo. Nada es más fácil que gestionar una porción de la masa social y remitir a los otros la culpa del desencuentro. ¿Cómo puede haber retórica e ingenio en patria tan bellaca? Con este ruidoso y necio silencio entre nosotros es imposible. Veamos en qué andan ahora entretenidos.

Inteligencia radical

El PSE asume el discurso de la reforma federal del Estado. Suena interesante, aunque no conocemos la definición de un proyecto que implicará un profundo cambio constitucional. Quizás tenga mucho de oportunismo y sea un desliz ingenuo de Pedro Sánchez, líder socialista aún sin cuajar; pero si su objetivo es redefinir una sociedad política asimétrica, que garantice las peculiaridades del autogobierno de Euskadi y Cataluña, el plan es bienvenido y no merece sucumbir. Leo en el blog de Ramón Jáuregui (elblogderamonjauregui.blogspot.com.es), experto en estas cosas, que “no hay un federalismo posible en España sin el reconocimiento de las singularidades de sus territorios”. Y también ha dejado escrito que “si cuestionamos lo que hay en el País Vasco y Navarra en materia de conciertos económicos, estaremos abriendo un nuevo problema”. Son consideraciones razonables por las que vale apostar fuerte, sobre todo ante quienes niegan la identidad de Euskadi. Es una adversidad que la regeneración ética venga asociada a la ignorancia.

Hablo de las marcas emergentes, Podemos y Ciudadanos y la menguante UPyD, que enredan sus propósitos de renovación con viejos sectarismos. Subir al púlpito exigiría como mínimo humildad y una retórica menos agresiva que la derivada del voluble sentimiento de indignación. ¿O es revancha? Una causa justa como el cambio de sistema, a la que me apunto con entusiasmo, necesita una estética, porque la mejor razón se malogra sin la belleza. Si en algo hay que ser radical, como en las emociones sublimes, es en el provecho de la inteligencia, pues somos buscadores de la verdad. Dos corazones tenemos: un corazón que se entrega y un corazón que conquista.

¿Hay que cambiar la LTH? Claro que sí, pero hagámoslo entre todos y sin ansiedad. Advertencia: aquellos que como Podemos quieren cambiarlo todo nunca tuvieron nada bueno. Sufrimos una plaga de innovadores regresivos. Euskadi posee una estructura confederal como resultado de un devenir histórico y no ha dado malos resultados, como es obvio. Nuestra evolución democrática reclama un mayor grado de eficiencia y un ajuste fino del entramado institucional hasta donde queramos llegar, pero sin perder su esencia. Suprimir las haciendas forales o dejar en anécdota a las diputaciones sería autodestructivo.

Tenemos una necesidad previa: cambiar de LTM, Ley de Territorios Mentales, que gobierna la cabeza de no pocos ciudadanos, por la que, por un lado reclamamos mayor unidad interna y, por otro, desatamos envidias provincianas entre Álava, Gipuzkoa y Bizkaia (y Navarra) para seguir desgarrándonos y saltar con mala baba de las tabernas a la plaza, de la cuadrilla a la familia y de la ciudad al fútbol. Se necesita una ecología de deseos nobles y una retórica limpia. Envidia es querer lo que tienen otros, deseo es querer lo que no tiene nadie. Antes que eso el Parlamento vasco tendría que promulgar la LAM o Ley Anti Mezquindad para neutralizar el veneno del egoísmo antisocial y la carcoma de la tristeza colectiva. Ejemplo de mezquindad extrema: la negación del Gobierno central a la Ertzaintza de información sobre el yihadismo.

¿Independencia o qué?

Entenderse es una obligación vital. Llegar a acuerdos duraderos tiene dos condiciones: riesgo y verdad. Es preciso que Euskadi se enfrente a la ponderación de sus utopías y valore los efectos sociales, económicos y estratégicos de sus proyectos políticos. Soy el primero en el deseo de la independencia vasca, pero igualmente soy consciente de que hemos aplazado apocadamente los cálculos de nuestra emancipación, aparte de lo mucho que nos falta para convencer a más ciudadanos sobre su pertinencia. Es hora de que transitemos de los deseos a la realidad aceptando los riesgos que implica pasar del quiero al puedo y de sentir a vivir. Tenemos que decirnos toda la verdad como pueblo y dejar de disfrazarla con pompa y circunstancias.

Solo hay entre nosotros dos o tres niveles de aspiraciones: los que pretenden una independencia rápida (EH Bildu), quienes como máximo aceptarían aumentar el autogobierno pero con lealtad al Estado (PSE y no sé si Podemos y PP) y cuantos pensamos que la complejidad de las relaciones económicas, políticas e interfamiliares, así como el contexto europeo -rotundas certezas- aconsejan un proceso gradual de independencia pasando por estadios previos como la confederalidad y el reconocimiento tácito del derecho vasco a decidir (PNV). Sería un error interpretar en clave independentista que en las próximas elecciones el 60% del voto sea abertzale, como se prevé; de la misma forma que me parece una equivocación continuar como si nada sucediese con un Estatuto obsoleto y una Constitución podrida, herencias de una democracia -y lo digo como lo siento- mal nacida. Diagnóstico del fracaso: orgulloso de lo que eres, decepcionado con lo que haces.

Veo el proyecto del PNV sobre el nuevo status y la ponencia que se discute en el Parlamento de Gasteiz como sinceros propósitos de sintetizar en un acuerdo amplio la diversidad de posiciones ideológicas desde el liderazgo nacionalista sin imposiciones. En este debate nos vamos a retratar como comunidad racional y nacional. ¿Seremos capaces de entendernos? ¿O continuaremos siendo una nación de banderizos? Pido ser osados, incluso aventurarnos. Y vivir con grandeza. Todas las catástrofes humanas tuvieron algo que ver con el orgullo, la más estúpida de las emociones.

Un comentario en «¡A ver si nos entendemos!»

  1. facl. Eso si con un poco de voluntad. A mi el mejor pacto , me parece que el PNV y bildu puedan realizar un acuerdo. Y asi el frente nacionalista no seria vencido.
    Dejando en el pasado todo los recuerdos y queriendo contruir un futuro juntos, seria el gran pacto para que Euskadi vea mas pronto que t arde la independencia , como una realidad.
    Muchas felicidades por su brillante opinión manifestada con valentía como todos sus artículos y muy fácil su comprensión

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