Chicas raras: el casting de Dios

1453391620_667811_1453391768_noticia_normal

La condición inexcusable del reality es la desnudez, que puede ser física, como el despelote de Adán y Eva; o emocional, como en Gran Hermano, que también incluye la exposición morbosa de la intimidad sexual. Todo queda al servicio del espectáculo bajo la presión del encierro y la rudeza de unas pruebas teatralizadas. Para participar es necesaria la renuncia al sentido del ridículo y ser, con todas las consecuencias, un auténtico friki, categoría de bípedo que desciende un peldaño en la teoría de la evolución y que, bajo otras formas, ya existía antes de que la televisión colonizara los hogares.

No lo hemos visto todo en telerrealidad. Lo de ayer en Cuatro es un pequeño paso para la telebasura, pero un gran paso para la absoluta idiotización. La novedad de Quiero ser monja es que se adentra en la religiosidad, espacio hasta ahora inexplorado por las cámaras. ¿Será este el revolucionario estilo del Papa Francisco, llevar a las novicias a contar sus cuitas en la tele? Podíamos haber imaginado que el nuevo formato estaría cerca de los episodios pícaros del Decamerón, de tentación y sexo alegre en los conventos, pero no que se tomara en serio hacer un casting con cinco veinteañeras, resueltas a jurar sus votos de pobreza, obediencia ¡y castidad! y soportar varias semanas de convivencia mística en tres congregaciones de sores para acreditar ante nuestros ojos la llamada de Dios. No son tan creativos. Han encontrado unas chicas raras para un experimento que, por no inspirar el suficiente patetismo, mueve a la mofa. Los ateos, que son legión, se van a partir de la risa presenciando la degeneración de lo sagrado que, por lo menos, merecería cierta estética de respeto para la minoría de los aún creyentes.

El título del programa encierra su propia carcajada, pues el deseo de ser monja no es más que una querencia extravagante. Aun así el diablo no tendrá motivo de disgusto, pues ninguna de estas chicas, que les va la marcha, tomará los hábitos. Su pecado es haber jugado, entre cruces y rosarios, a torpes actrices con toca.

Un comentario en «Chicas raras: el casting de Dios»

  1. Me ha parecido muy interesate su articulo.
    Yo no comparto, producir un reality con ete tipo de temas. Me parece que la vocación religiosa debe estar por encima de hacer este tipo de programas. La religión, debe ser discrta y no mercadeo e las televisiones. No entiendo que la iglesia acepte estos programas. Como unas personas, unas chicas que optan por eta vocación de servir a Dios y a los demás, acepten vender su integridad humana. Y ponerse de escaparate.
    Una campaña de marketing , muy negativa para la Iglesia. ¿ O que sucede, que están en horas bajas y quieren captar vocaciones a cualquier precio?. Yodo no vale, desde luego que no. El fin no justifica los medios.
    Reitero mis felicitaciones por su opinión, en ete tema, que nos permite acercarnos a ese mafioso mundo de la televisión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *