Periodismo pactado

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La mañana del miércoles la tele era una opera de Verdi, un baile de máscaras en el que el ganador de la batalla electoral mudaba su armadura de acero de candidato a traje de seda de tibio presidente. ¡Qué espectáculo de transformismo de las bolsas y líderes de todo el mundo, del pánico al sosiego, para escenificar que lo malo actual, con sus injusticias, es preferible a lo peor que venía con el victorioso Trump! La tele es esto a veces, un gabinete de crisis, un chute universal de Trankimazin, la medicina para resistir el miedo. Tiene también su lado entretenido y es un paraíso para las mentes analíticas que buscan los trucos de las cosas. En Cuatro estrenaron el lunes uno de esos productos-disfraz, cuyos signos de falsificación son la arrogancia, una impostada osadía y cierto sobrevalor estético. Lo han llamado Fuera de cobertura, expresión de moda que lo mismo vale para lo que no alcanza la señal de telefonía móvil como para definir la desesperación del sujeto desplazado. Mal empezamos si la opción son los aspavientos y la hipérbole.

La idea es de Alejandra Andrade, que hizo maravillas con Callejeros. ¿Quiere ahora hacernos creer que fue con su cámara a husmear entre los barrotes de la cárcel de Guantánamo sin permiso y contarnos algo distinto de lo que previamente había convenido con los militares? Lo que nos mostró fue, ni más ni menos, lo que los custodios de esa aberrante prisión querían que viésemos. Fue una visita guiada, como en una excursión del Imserso. El estilo pretendidamente intrépido de Los últimos de Guantánamo resulta cómico. Ocurre que la vergüenza de Guantánamo está amortizada gracias a este tipo periodismo pactado y a la coartada de las villanías del yihadismo.

Cuando viaje a Rusia a enseñarnos la realidad furtiva de los homosexuales haría bien en despojarse de su solemnidad redentora si no quiere confundir la realidad con la ficción y ser más una serie de héroes de cartón que un espacio honroso de actualidad. Las noticias que no molestan a los poderes o les halaga tienen bastante de mentira.

 

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