La cumbre de Edurne

edurne

EL FOCO

2 febrero 2017

  A veces, la coincidencia tiene algún significado. Mucha gente le da importancia a algunas coincidencias que ocurren para atribuirles un valor mágico. Yo también creo en esa magia de las coincidencias, no me importa reconocerlo. Y hablando de casualidades, vamos a tratar hoy sobre lo manifestado por dos mujeres, que, coincidentemente, se han referido a su maternidad, al valor y significado de la maternidad en sus vidas. Me refiero a nuestra alpinista Edurne Pasaban, primera mujer que en el mundo ha alcanzado la cumbre de catorce ochomiles, y que acaba de anunciar que va a lograr ahora su cumbre mayor, la número quince: la de ser madre. Y me refiero también a la periodista Samanta Villar, quien ha publicado un libro en el que dice, entre otras cosas, que “tener hijos te hace perder calidad de vida”. La coincidencia es que estas dos mujeres, Edurne y Samanta, han conocido la maternidad a edades algo avanzadas: Edurne va a ser madre a los 43 años, y Samanta lo fue a los 41. Dos historias distintas unidas por la maternidad y separadas por la importancia de la maternidad.

Edurne Pasaban es una mujer admirable. Con no poco esfuerzo, más allá de lo imaginable, decidió ser importante en un mundo exclusivo de hombres: el alpinismo. Decidió que su vida estaba en lo más alto y que para llegar arriba tendría que luchar contra algo más que la altura de los picos más altos del mundo. Edurne es una heroína. Es el ejemplo de lo que el deporte, uno de los más exigentes del mundo, implica, como motor de lucha, como imitación de que nada es imposible y que los sueños son alcanzables si se tiene fe en ello y se mantiene el esfuerzo día a día. La montaña tiene ese sentido.

Edurne ha llegado a la cumbre. Y es ejemplo para muchas mujeres, de forma que lo que podría ser inalcanzable, todas las metas de las mujeres, es posible. Y siendo una referente para todas las mujeres del mundo, siendo importante en la medida de su lucha y sus resultados, tiene ahora un enorme valor que, en una edad algo tardía, haya decidido ser madre. Edurne espera a su hijo para finales de abril. A los 43 años. Se trata de un hecho relevante. Viene a proyectar dos valores. Primero, que la profesión más exigente no tiene por qué impedir a una mujer alcanzar la maternidad si ese es su deseo. Que todo es posible, si se quiere de verdad. Y segundo, que los años no son un impedimento absoluto para ser madre.

Sé que es fácil hablar de estas cosas sin ser mujer. Es muy sencillo hacerlo desde la perspectiva de hombre. Pero creo que es conveniente poner el foco sobre el caso de Edurne Pasaban y su próxima maternidad. Su decisión es valiosa para quienes afirman la imposibilidad de la maternidad frente a la carrera profesional, sobre todo cuando hablamos de los trabajos de mayor nivel. No discuto que muchas mujeres renuncien a ser madres. Es su libertad. Lo que digo es que Edurne se pone como ejemplo de lo posible.

Por otra parte, la maternidad de Edurne es también ejemplo de la lucha heroica de no pocas mujeres que, por diferentes circunstancias, se dejan la vida por ser madres. Mujeres que buscan soluciones por ser madres en centros de reproducción o a través de diferentes técnicas. O incluso por el procedimiento de vientres de alquiler. O la adopción, que es un sistema lento y caro. Muchas mujeres que no pueden quieren ser madres: es el otro lado de la maternidad que se rechaza como libre opción. Ambas alternativas merecen todo el respeto, porque es fruto de la libertad personal, sagrada libertad. Edurne Pasaban quiere ser madre, y piensa que a los 43 años le ha llegado el momento y que se puede conseguir. Ella mismo ha señalado que en abril, con la llegada de su hijo, será su cumbre número quince. A mí, la noticia me ha emocionado por lo que decía, por el ejemplo de una luchadora y su deseo de completar su vida siendo madre.

Y en estas estábamos cuando, coincidentemente, escuchamos a una gran periodista de televisión, Samanta Villar, decir, en el contexto de un libro que acaba de publicar, y que cuenta la experiencia de su maternidad expuesta en un programa de televisión, que “tener hijos te hace perder calidad de vida”. Es una afirmación discutible, que habría que situar, en primer lugar, dentro de la promoción de su libro. Un poco de escandalera no viene mal al marketing editorial. Muchas madres podrían decir lo mismo: que ser madres les ha restado oportunidades en su vida, lo cual no implica que se arrepientan necesariamente de haber tenido hijos. Una madre nunca diría eso; pero podría pensar que ser madres es también la renuncia a mucho. Nada puede ser igual o mejor que ser madre; pero exige su sacrificio: el embarazo, la crianza, la educación, las renuncias a veces en soledad. Muchas cosas.

Aun así, lo dicho por Samanta Villar tiene su peligro en cuanto que puede condicionar la libre decisión de muchas mujeres. Puede sonar a un mensaje así: “Eh, chicas, la maternidad es una opción ruinosa”. No creo que esa sea su intención, pero podría generar muchas dudas. Samanta fue madre a los 41 años y su embarazo y parto fue expuesto, con enorme valentía, en una serie de programas de TV. Fue una gran cosa. Y creo que aquella historia de maternidad no se casa con lo escrito en el libro. 

Edurne y Samanta exponen dos perspectivas de ser mujer, madres y profesionales con trabajos exigentes. Las dos son válidas, porque son reales, auténticas. Me quedo con la heroica Edurne. Su cumbre número quince será la mejor de su vida. Ninguna otra le reportará más satisfacción y felicidad. Zorionak, Edurne!

 ¡Hasta el próximo jueves!

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Un comentario en «La cumbre de Edurne»

  1. He estado escuchando su intervención en Onda Vasca.
    Me ha gustado mucho y me ha parecido muy interesante.
    Referente a la próxima maternidad de la alpinista. Y al libro de la periodista.
    La maternidad nadie lo puede negar que es sacrificio y entrega hacia el hijo o hijos que llegan al mundo.
    La alpinista con 43 años ha decidido dar a luz, pero lógicamente todos sus trofeos y escaladas ya las ha realizado.
    Después de su gran actividad en la escalada alpinista ha decidido tener un hijo una gran labor sin duda alguna. Pero no ha sacrificado su deporte y actividad profesional en la escalada para tener un hijo. En la culminación en la cima desuelle pin ismo decide ser madre. Me parece muy bien.
    Asimismo creo que la periodista se ha equivocado en ese comentario.
    Los hijos dan mucho a los padres así como los padres la entrega es sin pedir nada a cambio a los hijos.
    Muchas felicidades por su intervención. Y muy bueno su comentario haciendo referencia que usted es hombre y que no puede hablar como madre. Obviamente puede hablar como hombre y como padre que ha comentado que tiene hijos. Me ha gustado mucho.

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