El dulce sabor de la amargura

Sorpresa del año. Los Oscar de la televisión, los premios Emmy, han catapultado a la fama a Fleabag como mejor comedia, además de proclamar como mejor actriz a Phoebe Waller-Bridge, a su vez creadora de la serie. Con sus cuatro galardones ha ensombrecido a Juego de Tronos. Es uno de los primeros triunfos de Amazon Prime frente a -bendita competencia- HBO y Netflix. ¿Y qué tiene de particular este serial del que todos hablan y solo conocían en Gran Bretaña? Unos dicen que es una versión macarra de Bridget Jones, aquella pobre chica que encarnaba Renée Zellweger, romántica, gordita, con poco éxito entre los hombres y al borde de los cuarenta; pero a Fleabag le sobran amantes y no tiene problemas de obesidad, acaso necesita una rinoplastia. Le veo más cerca de Ignatius J. Reilly.

            Hace siglos que no reía a carcajadas y disfrutaba de una ficción tan condenadamente surrealista, con diálogos geniales y situaciones disparatadas. Fleabag, un nombre que nunca se cita, es intraducible. Puede significar bolsa de pulgas, saco de mierda, de mala muerte, piojosa…; pero es una deformación de Phoebe. Su personaje y su autora, fusionados en uno, aman la provocación como método artístico. Fleabag, que se dirige al espectador y le reporta lo que va a ocurrir, es una calamidad absoluta, superviviente, posfeminista, ladrona, grosera, adicta al apareamiento, se masturba contemplando a Obama, gestiona una cafetería diminuta, su socia se suicida por su culpa, su padre la envía al psicólogo y su hermana y cuñado le temen por su tendencia a ocasionar desastres. Hasta que se enamora de un cura católico malhablado. El acabose.

            En esta historia, de 30 minutos el capítulo, todos están locos de remate y la mayoría son alcohólicos. Y por eso, como en la vida misma, adosada a la risa se siente la tristeza: el dulce sabor de la amargura. 

2 comentarios en «El dulce sabor de la amargura»

  1. Suscribo y añado: además de lo bien armada que está la trama argumental, no falta el sentido dramático de todas las situaciónes en las q se mete la prota con una especie de pulsión autodestructiva q le deja a una un poso de amargura.
    Vamos, que te ríes, y mucho, pero con un rictus de tension en la cara q permanece ahi cuamdo acaban los créditos.

    Hay luz al final del túnel,.
    Todavía hay mucho talento por ahí abriéndose paso en.el despiadado mundo del entretenimiento de masas.
    .

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