
Duermo mal desde hace años, no más de cuatro horas seguidas, mientras el resto de la noche lo paso leyendo o escribiendo con la mente, a riesgo de olvidar lo pensado. Media hora larga de siesta me compensa para la segunda mitad del día. Dicen que la gente está durmiendo mal desde que nos condenaron -sin causa- al execrable confinamiento. Es normal. Con ejercicio físico inexistente y la incertidumbre de hoy y las amenazas que se ciernen sobre el mundo, es lógico perder el sueño. El sueño humano es frágil.
El problema es que hay que vivir para poder dormir; y esto de ahora no es vivir. El dormir tiene una función reparadora física y mental, de manera que si no nos cansamos lo suficiente es difícil alcanzar un descanso y dormir bien. Mi problema es justo el contrario, que acabo el día agotado mentalmente, con demasiados asuntos pendientes e inquietantes y me cuesta desconectar. Y me llevo los conflictos a la cama. Quien sepa desenchufar tiene mucha suerte.
Además de saber dar al interruptor, para dormir necesitamos tener una buena cama y un estado emocional estable. ¿Por qué la gente busca los colchones más baratos? Es una penosa equivocación. Hay tres cosas en las que jamás debes escatimar dinero: en las gafas, el colchón y los zapatos. Los tres son vitales. ¿Os habéis fijado en lo feas que son las gafas de algunas personas? Unas gafas te cambian la cara. ¡Tened autoestima! Los zapatos malos te machacan los pies y matan tu calidad de vida. Y, por supuesto, un colchón de los buenos (los hay de diferentes clases) te garantiza la posibilidad de dormir bien. No seáis tacaños.
Conozco a gente que toma somníferos por sistema. Jamás se me ha ocurrido a mí el recurso de la farmacia, por su riesgo de adicción. Prefiero el insomnio a los somníferos. Es mejor vivir con sueño que malvivir drogado. Me han aconsejado la melatonina, que es una hormona natural, pero no deja de ser un recurso farmacéutico agresivo y dependiente.
Para resistir me basta con evitar el café a la tarde y dar los paseos de la noche junto al mar, ese aporte de cansancio saludable que me ayudará a dormir. También procuro tener una serie de rutinas, como cenar poco y mantener horarios fijos para acostarme y levantarme.
Mi madre solía decir que son los remordimientos los que no te dejan dormir. ¿Y qué desasosiegos puede tener un niño en su alma inocente? Y por lo que conozco, muchos adultos carecen de conciencia. Y no duermen mal.
¿Tiene pesadillas la gente estos días de confinamiento? Temo que sí y esto hace aún más grave la dificultad de dormir. Porque no solo no reposan, sino que, además, se levantan cansados. ¿No son ya bastante difíciles las cosas como para que el coronavirus y el arresto domiciliario irracional decretado también nos roben el sueño? No hay vida sin sueños.