Diario de cuarentena. Día 68. Salvar vidas

Odio las frases reiterativas que van de boca en boca hasta convertirse en lemas oficiales, políticos o culturales sin que se tenga una idea exacta de su significado. El mantra de ahora es “salvar vidas”. Y me saca de quicio, porque es mentira, es el falso parapeto en el que se atrincheran lo mismo los que gobiernan que los que combaten a las autoridades. ¿Salvar vidas? Salvar hostias.

El origen de la idea de “salvar vidas” es militar. Es el argumento falaz que los generales usan para justificar una matanza ajena y evitar bajas propias. Bombardear, con respaldo legal o sin él, una supuesta base guerrillera que puede causar decenas de muertes civiles significa, en esa perversa mentalidad, “salvar vidas”. Lanzar la bomba atómica, bombardear ciudades, las tácticas antiterroristas, los asesinatos selectivos y otras hazañas bélicas son “salvar vidas”. Es la épica de matar a precio favorable.

Ahora, los políticos hablan de “salvar vidas” para dar un marchamo de épica a las medidas sanitarias extremas. Y así, para ellos en su discurso falaz, el confinamiento y todas las desgracias que conlleva es “salvar vidas”, cuando en realidad es una decisión que atenta contra las libertades y es inútil, pues el uso de los medios de autoprotección (distancia, mascarillas e higiene) son suficientes. Pero tienen que darle una épica comunitaria, como un aire de sacrificio colectivo por el bien común y usan el estribillo de “salvar vidas” para justificarse. 

Ayer, en el pleno del Congreso de los Diputados, todos recurrieron a esta cantinela de “salvar vidas” tanto los partidos del Gobierno y quienes les apoyan, como los de la oposición, incluida las rabiosas derecha y ultraderecha. Todos están por “salvar vidas”. Van de salvavidas como discurso preventivo, unos para avalar la gestión de la crisis y los otros para acreditar su posición contraria. Ayuso, la de Madrid, usa su lengua viperina con este mantra vacío y a la defensiva. “¿Salvar vidas?”. No, salvar su culo, señora. Ustedes no salvan nada. Eso lo hace la gente y los que trabajan en la sanidad con los medios y el saber que disponen.

La cultura salvífica se ha instalado en la clase dirigente española, un mesianismo oportunista con el que tratan de tutelar a la gente y privarle de pensamiento libre y criterio propio. O de lanzarla por el camino del odio al enfrentamiento civil blandiendo sus banderas.

No es un defecto de comunicación. Es engañar y protegerse. Hablar mal es decir sin parar “el conjunto de…” para referirse a todos los partidos, todas las Comunidades Autónomas, todos los ciudadanos… ¡Ya vale con lo “el conjunto de”!, maldita sea. Pero mucho peor es invocar el truco de “salvar vidas”. Dudo que abandonen ese mantra. Les ha gustado y sienten levitar cada vez que lo dicen. Por favor, absténgase de salvar mi vida. Ya me apaño yo.

7 comentarios en «Diario de cuarentena. Día 68. Salvar vidas»

  1. Creo que la última frase debería imprimirse y mandarse a todos los registros de entrada y recepciones de hospitales y centros de asistencia. Que la tengan ahí y si viene el autor de la frase con algún problema grave…para su casa, que no necesita que le salven y él se apaña solo.
    El y su alter ego, la supuesta profesora del barrio de Salamanca que decía que no se creía nada, que ella no había visto los féretros.

    Lo malo es que tanto «el apañao» como la escéptica son seguro de los que si les haces esperar dos minutos o no les das la mejor habitación del hospital sacan a pasear su arrogancia y sus malos modos, empiezan a insultar a médicos y personal, etc.

    En el momento de la explosión inicial de la pandemia, que fue real, que no es un cuento, hubo un colapso del sistema sanitario. Repito. C O L A P S O.

    No había sitio en las UCIS y llegaba gente con un ictus, o un infarto y no sabían cómo atenderle. se tuvieron que habilitar habitaciones de hoteles para camas hospitalarias y en algunos sitios incluso pabellones de ferias.
    Y todo eso ha ocurrido aunque no se hayan enterado los pijos del barrio de Salamanca o Getxo.
    La situación fue dramática sobre todo para los que estuvieron en primera fila; eligiendo a quién salvaban la vida (mira, habría estado bien entonces que hubiera habido gente con el cartelito de «a mí que no me la salven, que yo me apaño» pero cuando vienen duras…los sobraos…se vuelven muy mansitos y piden sopitas).

    Esa primera explosión se tenía que parar como fuera y los técnicos y científicos dijeron que la única opción era la que se tomó (que maldita la gracia que les tuvo que hacer a los gobiernos). Y se ha conseguido. Frenar como se ha frenado la expansión masiva del virus…ha salvado ya vidas pese al discurso mezquino, ruin, egoísta y miserable de los pijos.

  2. Repito; yo salgo al paso de un discurso: que, por cierto, sí que va empeorando.

    Hay mucha gente saliendo al paso del mismo, con lógica indignación, cuando se vomita desde la extrema derecha.

    Yo seré de los pocos que lo lee aquí y salgo al paso del mismo aquí. Si además…por relaciones personales…uno conoce más o menos por lo que ha pasado y está pasando la gente que se ha estado jugando la vida para literalmente salvar vidas pues la indignación sube un par de grados.

    Cada vez que vea este discurso que creo que es miserable en estos momentos…lo denunciaré. Tú puedes seguir lanzándolo y respondiendo con desdén y evasivas y sin argumentos..eso es lo de menos; cada uno es como es.
    Pero el mensaje que se lanza sí es grave y hay que salir al paso.

  3. Cierto Blázquez. En los medios se impone el lugar común, la obviedad, el tópicazo. Como tú escribías «salvar vidas», pero hemos pasado de ser «consumidores», a ser parte de la «ciudadanía», ¡ojo! nadie nos llama ciudadanos, no. Sólo hablan de «ciudadanía». Empezaron los políticos, pero ahora ya se animan con ello tertulianos de todo pelaje (sea escrito con todo respeto), plumillas y gacetilleros varios (ídem de ídem) Y lo «emergente», como ahora se dice, es la publicidad emocional, que en tiempo de COVID-19, se convierte en merengue merengón, en fin…
    Me quedo con tu expresión, «¿Salvar vidas?…» Habrá que empezar a «visualizarlo»… es tan «potente»…

  4. Tal vez no hubiese habido que salvar tantas vidas si no se hubiesen puesto en peligro desde un principio y se hubiese tenido un mínimo de prudencia.
    ¡Por favor, no haría falta que me proporcionase muletas si Vd no me hubiese roto antes las piernas!

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