Diario de cuarentena. Día 96. La rebelión de los vecinos

Euskadi tiene una cosa buena que no tienen otros países: una gran capacidad de movilización por las causas justas. Quizás es que llevamos movilizados (en el sentido civil) muchas décadas y sabemos de su eficacia. Aquí llevan movilizados los jubilados desde hace más de un año por unas pensiones justas. Y como no solo de pandemia ni confinamiento vive el hombre, también hay que hablar de estas otras realidades.

Vayamos a la movilización de la gente cuando se produce la ocupación de una vivienda. Son ya paradigmáticos los sucesos de Repelega, en Portugalete, donde el vecindario ha sacado a los ocupas ante la inoperancia del sistema judicial. Portu ha generado una interesante dinámica social que se ha extendido como la pólvora. ¡Esto sí que es un contagio, y de los buenos! “Si hago algo bueno, que sea contagioso”, escribí una vez en un grafiti. 

Pensábamos que esto solo podría suceder en pueblos específicos. Pero no. Ha ocurrido en Bilbao. En pleno centro de Bilbao. Fue el pasado sábado, cuando unos ocupas allanaron una vivienda situada en la Alameda de Rekalde, junto a la Plaza de Arrikibar y al lado del Azkuna Zentroa. Esa zona no es precisamente marginal, sino de clase media acomodada. Los propietarios estaban pasando unos días en su segunda residencia, en la señorial Plentzia. Al volver encontraron que su casa había sido invadida por una pareja y dos niños pequeños. Pues bien, cientos de vecinos de la zona salieron a la calle y se plantaron delante del edificio ocupado dispuestos a remediar el atropello. Y allí permanecieron, en medio de una gran tensión y rabia contenida por el atropello contra la vivienda y los derechos de Gontzal y su mujer, los vecinos perjudicados. 

Y de nuevo, la Ertzaintza tuvo que proteger a los delincuentes de la ira vecinal, cuando su misión -si hubiera habido una ley justa y no la ley surrealista que protege a los quinquis- debería haber sido sacar a los invasores. Ante la presión vecinal, la familia allanadora huyó a la carrera el piso, eso sí, dejando luces y grifos abiertos con el indudable propósito de causar daño a los propietarios. Hijos de su madre. 

Una jueza declaró a posteriori que si los vecinos perjudicados hubieran recurrido a la vía civil y no a la penal podrían haber resuelto la situación en cinco días. Esto es kafkiano. ¿Pero por qué van a tener que esperar cinco días, ni uno solo, en recuperar lo que es suyo tras ser vilmente asaltados? ¿Qué clase de ley es esa que da margen de días o meses a los delincuentes ante un delito flagrante?

¡Vivan los vecinos de Bilbao que se rebelan contra lo injusto! Ante el fracaso de la justicia es lo más justo que puede hacerse. Y aun con más contundencia. El hartazgo es absoluto. Queda la duda del traidor. ¿Quién avisó a los delincuentes de que esa vivienda estaba temporalmente desocupada? ¿Un vecino cómplice? Ay, Dios. Quizás también hay entre nosotros hay un Judas, el del tercero o el cuarto izquierda. Estos son los peores. 

3 comentarios en «Diario de cuarentena. Día 96. La rebelión de los vecinos»

  1. José Ramón, ayer en Güeñes lo mismo. Okupa y gente que se concentra. Creo que la gente está expresando que la ley actual con lo de los okupas tiene que cambiar.

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