Una lección de narcisismo

En su oprobiosa novela Historia de Helio, por la que el viejo Lara le concedió el Premio Planeta en 1976, ya apuntaba el profesor Ramón Tamames -persona y personaje- sus delirios paranoicos. Era su autorretrato. Junto con Sánchez Dragó, Pérez-Reverte, Savater y acaso Arcadi Espada, que hace pinitos de predicador en las tardes de Cuatro, forma la cofradía del narcisismo hispano, un club crepuscular. Cualquiera de ellos podría haber encabezado la moción de censura de la ultraderecha contra el Gobierno. Nadie más explosivo y dispuesto a declamar una letanía de reproches y mandamientos que un intelectual cabreado con la realidad y con su edad. No es política, es psiquiatría.

Así lo vimos, entre la estupefacción y la risa, los que seguimos en directo (apenas 1,2 millones de telespectadores) las dos jornadas del esperpento de Vox. Si al menos Tamames hubiese tenido alguna idea brillante, una cierta épica o un poco de ingenio… Pero no. Quien habló, sentado y adherido a Abascal, era un anciano de noventa años que por respeto a sus teñidas canas evitó el vilipendio merecido para un abanderado fascista de pensamiento veleta. Como producto de televisión la moción fue un reality de desencuentros y peleas o también una de esas decadentes tertulias políticas que aburren y permiten el desahogo y la pedantería de unos pocos. Fue una distopía de España, con el protagonismo patológico de un chaquetero cínico que puso un crespón de vergüenza al último capítulo de su vida. La moción ha sido un viaje de regreso a la tele en blanco y negro.

Con su descaro, Vox ha ridiculizado el parlamento en la convicción de que desprestigiando la democracia y con su odio emergerá “la malherida España, de Carnaval vestida”, que se manifestó por boca de un provecto excomunista, quien nunca, ni antes ni ahora, creyó en la libertad, solo en su ombligo.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

9 comentarios en «Una lección de narcisismo»

  1. Efectivamente, la perfecta representación de la cofradía del narcisismo hispano…y su club crepuscular…cuya decadencia quedó a la vista de todos.
    Sin lugar a dudas, la clave en la vida debe estar basada en ver a cada uno de los muros que te encuentras en el camino como escalones que se dirigen hacia tu objetivo…pero para que puedas lograrlo, lo fundamental, es saber qué es lo que quieres en realidad.
    Ahora bien, para conservar el equilibrio, hay que mantener unido lo interior y lo exterior, lo antiguo y lo nuevo…pero hay personas que cambian de parecer continuamente sin importarles nada aquellos seguidores que habían sido sus incondicionales apoyos, porque consideraron que ya no les son útiles y no les necesitan más…lo que significa que han sido, son y serán falsos toda su vida…solo que no les conocían lo suficiente.
    También es cierto que en la vida todo cambia…solo que hay quienes en su metamorfosis pasan de larvas a moscas…y no de larvas a mariposas…y como ejemplo, nadie mejor, que este susodicho político de pacotilla.
    Nunca mejor dicho pues aquello de que «con el tiempo se aprende a querer más…pero a menos gente».

  2. Por mi edad pude votar en 1977; eran las primeras elecciones desde «las últimas democráticas»; recuerdo que seguí expectante los primeros espacios televisivos de publicidad política en mi vida (en el estado), en especial los del PCE dado el revuelo que se produjo con su legalización. Y llegó el primero; se preludió con la internacional y apareció el busto parlante de turno (entonces eran así todos esos espacios); y salió Ramón Tamames a soltar lo que se me antojó como una especie de homilía en un excesivo tono de engreimiento autocomplaciente, con una cuasi sonrisa de ser superior empavonado… me dejó como un regusto de menosprecio hacia los oyentes; mucho ego en pantalla. Así que su evolución (más bien involución) posterior hasta terminar en este esperpento voxero no me ha sorprendido para nada.

  3. Tengo que confesar que, después de la estupefacción, y gracias a la intervención de nuestro Aitor, me lo pasé muy bien. Hacía tiempo que no me reía tanto.

  4. Un comentarista ha motejado a esta gente (intelectuales octogenarios lanzando barbaridades que consideran dogmas de fe, insultando a quienes no les rien las gracias y quejandose de paso de la insolencia de quien no les hace caso, gente como los citados Savater o Sánchez Dragó, Vargas Llosa o el propio Tamames) de «generación viagra», gente que gracias a la pastillita que les ha regalado una vitalidad impostada creen que tienen la vigencia que tenían cuando no la necesitaban para «ponerse firmes»… y sólo hacen el ridículo.

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