Preparo la intervención en un «Taller de escritura» y repaso unos apuntes tomados hace veinte años sobre La ciudad de la niebla, de Pío Baroja .
Compruebo, una vez más, que en novela, casi todo ya estaba hecho en 1909: cambios – brutales y hábiles – en el punto de vista, reflexiones del autor sobre lo que está escribiendo, consideraciones generales sobre temas varios en medio del texto.Y todo esto, insisto, ¡ en 1909!
Y me quedo pensando en la incultura de la que hemos participado cuando algunos fueron deslumbrados por el nouveau roman, o, sin ir tan lejos, por el mismísimo y novísimo Paul Auster. Algo así como ocurrió con las tesis supuestamente innovadoras sobre lo histórico de Michel Foucault o Paul Veyne , que estaban ya ordenada y perfectamente expuestas en muchos escritos de José Ortega y Gasset cincuenta años antes.
Se podría , en este punto, hablar, desde luego, de desarrollo desigual referido en este caso a lo cultural. Pero más bien habría que recordar que uno de los grandes efectos colaterales de la dictadura franquista fue que consiguió cercenar, en muchos casos con exterminio físico explícito, el despliegue intelectual magnífico que venía abriendose desde principios del siglo XX en la pell del brau.
Y, claro , una de las consecuencias más sangrantes y , por otro lado, más patéticas,de todo este trauma socio-cultural, es la pretenciosidad irritante de post-modernos que no han conocido la modernidad – ni les suena siquiera lo pre-moderno- , premiados por instituciones tan incultas y bárbaras ( con apariencia de «alternativas») como ellos ( y ellas, of course…
N.B. No sé si comentaré algo de todo esto en el «Taller». A lo peor, se me asustan…