Ayer , buena cena y mejor charla con viejos y nuevos amigos. Se agradecen y mucho estos ratos distendidos en los que la conversación fluye sin obstáculos ni pretensiones. Luego, ya casi a la hora de la despedida ,salió colateralmente el tema de la jubilación, jubilados ( y jubiladas, of course) que éramos mayormente…
Desde que me he jubilado no hay día que no reciba felicitaciones.
Unas, las del círculo más lejano, van acompañadas de comentarios sobre que ya me levantaré de la cama cuando me de la gana y/o sobre los estupendos viajes que podré hacer a partir de ahora.
Las del círculo más profesional y académico , son más ambiguas, tienen un tono de insana envidia combinada con la alegría contenida por la desaparición definitiva de un competidor en la larga marcha por los sexenios y hacia las cátedras.
Los viejos camaradas me abrazan efusivamente y me dicen al oído que , por fin, podré tomar parte en las concentraciones y manifestaciones del movimiento de pensionistas.
Las más próximas, amicales y sobre todo familiares, dan cuenta de su felicitación en un tono moderado, alternando su alegría con suaves requisitorias indirectas sobre lo que voy a hacer en adelante, dado que no les cuadra verme contemplando la evolución de las obras públicas amarrado a una valla o a un puente.
Los amigos y amigas verdaderos , me miran, callan y sonríen. Saben que siempre he tenido el trabajo que he querido y que he disfrutado mucho procurando que me pagaran por lo que me gustaba hacer- al menos hasta la aparición de los malditos una y mil veces «Planes de Bolonia».
Y también que ahora me sumiré, como decía Ciceron , en un otium cum dignitate, procurando evitar «el doble escollo de la pereza y el tedio » ,recuperando viejas amistades, haciendo nuevas como las de ayer ,releyendo más que leyendo, paseando más que viajando…y entretetiendo a propios y ajenos con columnillas como esta.
Pero, mientras tanto, y como uno no puede renunciar a lo que fue ( ¡ y a mucha honra!) me sale una consigna última a fuer de íntima: ¡ Jubilados ( y jubiladas , of course) del mundo, uníos!
«Las del círculo más profesional y académico , son más ambiguas, tienen un tono de insana envidia combinada con la alegría contenida por la desaparición definitiva de un competidor en la larga marcha por los sexenios y hacia las cátedras». Pero hombre, don Vicente, ¡Cómo está la profesión!
Ya…