Hace ya muchos años, cuando dedicaba mis investigaciones al estudio de la Asociación Euskara de Navarra, un técnico del Ayuntamiento de Pamplona se puso en contacto conmigo para » ofrecerme» una conferencia sobre el erudito fuerista y vascófilo Arturo Campión.
Lo de ofrecerme lo he puesto entre comillas ya que no sólo no se pagaba nada por lo que luego se llamó «un bolo», sino que yo mismo debía sufragar los gastos de desplazamiento pues por entonces ya residía en Bilbao. La compensación , argumentaba el mentado técnico, consistía en que vería mi «nombre publicado en los periódicos » ( sic) en un intuitivo a fuer de torpe ofrecimiento de lo que Pierre Bourdieu denominaba » capital simbólico «.
Por supuesto, le contesté que no y aproveché la oportunidad para recriminarle su estulticia y sobre todo la de sus jefes ( o «jefas») que, al calor entusiástico de la Transición, ya comenzaban a pensar que todo lo cultural les tenía que salir gratis.
Posteriormente, en 1984, pude pronunciar dicha conferencia, comme-il-faut, en el Teatro Gayarre con motivo de la inauguración del X Congreso de Euskaltzaindia.
Pues bien, la semana pasada me dí de baja en el jurado de un concurso literario patrocinado por otro Ayuntamiento que más allá de remunerarme por hora menos que lo que , con todos los respetos, se paga por una hora de limpieza de hogar , ni siquiera tuvo a bien algún tipo de reconocimiento , aunque , eso sí, en la correspondiente entrega de premios se ofreció una extensa glosa de las directrices ad hoc de la política municipal.
Así que las cosas han ido de mal en peor, porque , por un lado ya se insulta directamente con la devaluación del valor económico del trabajo realizado, en fiel cumplimiento de una precarización general ya no sólo consentida sino plenamente asumida, y por el otro ni siquiera ciertas instituciones juegan bien sus cartas en el mundo cultural, abocados como están algunos ( y algunas, of course) a abducir en rápida plusvalía política todo lo que tienen a mano…
Y, claro , como lo cultural va identificándose cada vez más con el ocio y el ocio es incompatible con el negocio ( nec-otium), algunos listos (y listas, of course ) que aleatoriamente ocupan los butacones de la política cultural, piensan que, consecuentemente, la cultura no se debe pagar o que se debe pagar si no queda otro remedio ( para posicionarse, por ejemplo ) porque eso sería incurrir en el negocio…
Recuerdo a ese amigo pintor que renunció a participar en una exposición, porque él es profesional y se gana la vida con sus cuadros y ahí, en esa exposición, cobrarían todas las personas participantes en lo que supone una exposición, menos los y las artistas: montadores, transportistas, electricistas, comisarios, aseguradores etc.
Es decir todo el mundo, menos los y las artistas.
En ese entorno cultural, todavía se suele considerar que con exhibir una obra o las que sean, ya se obtiene suficiente remuneración.
Creo que mi amigo se ofreció a montar, para ganar algo, pero no aceptaron su oferta.
Dio las gracias y se abstuvo de participar.
Mejor explicado …imposible.
Totalmente de acuerdo. Si pretendes, de alguna manera, preservar e incluso defender, nuestra cultura, parece que llevas tatuado en la frente un «Por Dios, por la Patria y el Rey…» y por lo tanto, lo haces «free», porque te gusta y porque prefieres largar unas cuantas dispositivas (que además, no te ha costado nada preparar) en lugar de estar paseando con tu familia y/o amigos.
En fin, ¡en qué manos está la cultura!