En una reciente columna, el escritor catalán Sergi Pàmies, recomendaba comparar estos días la realidad de la calle con la realidad de los medios de comunicación.
Y puede ser una buena recomendación pues nuestros ojos suelen ver poca gente caminando y colas ordenadas manteniendo la distancia de seguridad , y los medios, buscando un sensacionalismo singular por competitivo, sólo destacan imágenes de acaparadores en supermercados , vídeos de descontrolados turistas irredentos y sancionables, o comunicados de la UME tras descubir cadáveres en residencias de ancianos.
La prevención de mirar más a la calle y menos a los medios de comunicación debería extenderse, casi con carácter tan obligatorio como el confinamiento, a una multitud de mensajes que más allá de los que pretender provocar un risa o una carcajada, dan cuenta de links de las más variadas procedencias en las que supuestos expertos explican lo que se tenía que haber hecho o lo que habría que hacer, constituyendo una cascada apocalíptica de fango que no aporta nada práctico y que disuade por la mayor, la eficacia de lo menor: quedarse en casa y mantener las indicaciones higiénicas.
Esta tendencia al masoquismo intelectual, a la que es tan proclive cierto personal que ha somatizado la consigna de «cuanto peor, mejor», habría que cortarla de raíz, seleccionando la información según la fuente contrastada, y por supuesto, no dándole ese pábulo electrónico que se consigue con un simple e irresponsable «clik».
Quizás así conseguiríamos detener ese flujo constante de bulos inquietantes, el mejor caldo de cultivo para políticos oportunistas, milenaristas de diferente tipología…y hackers varios.
Y la fórmula no puede ser mas sencilla: mirar más a la calle y menos a los medios. Solo así conseguiremos «desinfoxicarnos», en expresión de la periodista también catalana Susana Quadrado – y ya recogida por nuestro particular caza-palabros Iñaki Murua. O sea, y en la intimidad: DIGUEM NO!
#yomequedoencasa #EtxeanGeratzenNaiz
Es asfixiante el volumen de sobreinformación de los medios.
¿No hay más cosas de qué hablar que sirvan para formar, entretener y divertir en días tan claustrofóbicos?
Los niños absorben las palabras como esponjas y se vana vr afectados por tanto tremendismo por mucho que sus aitas intenten filtrar.
Los ancianos viven aterrorizados. ¿Les cuidarán si caen?
Mirando a la calle que se ve en la tele, en LA LINEA DE LA CONCEPCION un grupo de ciudadanos con vocación terroristas han atacado con cócteles molotov y piedras a una caravana de ambulancias con ancianos que eran llevados a un centro de aislamiento, que después ha sido rodeado por una turba que quería echarles de dicho centro.
Puro nazismo. ¿Solución final para viejos?
«On veut informer vite au lieu d’informer bien. La vérité n’y gagne pas». «Se quiere informar rápido en vez de informar bien.La verdad no gana nada con ello»
(Albert Camus, 1944)
Gracias por acordarte, Vicente.
Haciendo un poco de «submarinismo digital» (iba a poner «arqueología digital», pero incluso este término está recogido por Wikipedia, jeje) he visto que hasta en 2014 se hablaba de «desinfoxicación» https://twitter.com/TICFuned/status/449203074503311360
¡ Vale! Pero no te olvides de tu » diccionario de palabros», faborez…
Lo que pasa es que, hoy en día es difícil mirara a la calle, pues no se puede salir casi
Pero sí se pueden abrir las ventanas o asomarse a un balcón…O ir a comprar el pan…Gracias por la atención y el comentario.
¿Te apuntas de coautor? 🙂
¡Vale! Tú, que eres el experto, díme cómo lo tele-hacemos…