Las reacciones ante las restricciones productivas añadidas al Estado de Alarma han sido tan previsibles como previsoras.
Las ha habido propiamente políticas, en la medida en que no han respetado el orden administrativo y acaso constitucional deseable , presentándose como imposiciones sin que fuera estrictamente necesario y, por ello, añadiendo una plusvalía de poder difícil de aceptar.
En el orden estrictamente económico, los sindicatos y la patronal también han reaccionado según pautas protocolarias, defendiendo cada parte bien la salud laboral, bien la productividad. En este punto, además, han coincidido la clase empresarial – «un suicidio que tendrá un coste trágico»- y el poder autonómico vasco.
En cualquier caso, parece como si desde la perspectiva empresarial se estuviera reaccionando como si no estuviera ocurriendo nada – «nuestras empresas paran, pero la competencia continúa produciendo»- y como si todo fuera a ser igual una vez pasada la pandemia.
Pero más allá de la evidencia de lo primero, todo apunta a que lo segundo no va a ser así y que a la crisis económica que ya se está generando, tendrá que sumarse un replanteamiento general del capitalismo – que , por cierto, sobrevive, no lo olvidemos, a base de crisis cíclicas por los más diversos motivos.
Y prepararse para ese replanteamiente general, sin que por ahora al menos haya otro sistema económico en perspectiva, significará adaptarse a unas nuevas condiciones en las que previsiblemente no se podrá mantener la globalización ni la deslocalización tal como la hemos conocido y en las que el kilómetro cero sustituirá probablemente al «made in China».
En este sentido, pretender que no esta ocurriendo nada y que todo va a continuar como antes, manifiesta una ceguera que en algunos lugares es tan tradicional como histórica: Manuel Tuñón de Lara (1) ya destacó que la oligarquía vasca tardó casi veinticinco años en aceptar que el mineral de hierro que se exportaba podía transformase in situ, y no conviene olvidar que las reconversiones industriales que, por ejemplo, en el País Vasco Norte se llevaron a cabo en los años treinta del siglo pasado ,tomaron cuerpo en el sur en los años ochenta, tras enormes inyecciones de recapitalización del INI franquista.
Prevenir el cambio, esbozar sus contornos, atisbar sus derivas es una labor imprescindible, pues, de nuevo, muchas empresas deberán reconvertirse -algunas ya lo están haciendo en la práctica contribuyendo a la producción de bienes sanitarios como la Volkswagen de Navarra- ,se necesitarán nuevos convenios laborales, y todo lo anterior deberá quizá ser encuadrado en una Nueva Política Económica( 2)…On verrá!
(1) Tuñón de Lara, M. 1971. Estudios sobre el siglo XIX español. Madrid: Ed. Siglo XXI.
(2) Castells, M. «Después de la guerra « .La Vanguardia, 28/3/2020
¿País Vasco Norte? ¿Bayona y alrededores?. En todo caso la vida es así, se hace la revolución a base de reformas paulatinas. Es la «revolución» en la que siempre he creído y…………….sigo en ello.
En efecto, Bayona y alrededores…
Felicidades por el artículo y las reflexiones a las que da lugar. Gracias por compartirlo.
¡Caramba! No recuerdo que en mis viejas lecturas de Fernández Albadalejo se hablara de eso. Pero, claro, es más que probable que mi memoria me falle.
Gracias por el comentario.