Mi anterior columnilla acerca del COVID-19, ha desatado una pequeña polémica.
Así, algunos han visto en mis metódicas dudas una apertura problemática hacia la legitimación de las teorías conspiratorias que ya evalué en escritos anteriores; y otros la han tomado por tal y se han despachado a gusto reproduciendo un argumentario conspiranoico ya muy conocido por repetitivo.
Ha quedado claro que en ambos casos, la duda, metódica o no, no ha gustado, y que se prefieren verdades como puños, oficiales u oficiosas. Estos posicionamientos me han recordado lo que Tomasi di Lampedusa denominaba en sus ensayos literarios aquel siempre «ir en contra» detectando enemigos, tan medieval y que llevó a más de uno a la hoguera, porque en aquel tiempo no solo no se admitían dudas, sino ni siquiera matizaciones.
Tal modo medieval de, digamos, debate que no admitía componendas, sin duda se ha actualizado y democratizado, al menos en el sentido de que ya cualquiera puede atreverse a perorar desde la horizontalidad de las redes sociales, sin ser doctor ni regentar cátedra alguna. Y consecuentemente, La Verdad se exhibe una y pulcra desde diversos alfoces, sin haberse dado cuenta de que es precisamente la duda la que alimenta su permanente justificación y de que ya , desprendida de su condición teológica, es fruto de la construcción social como muy bien ha mostrado la Sociología del Conocimiento ( de, por ejemplo, Berger y Luckmann)
Es posible que , como se afirmó hace algún tiempo, estemos ante un nuevo medioevo, y que el espíritu crítico que se inició en el Renacimiento, tomó cuerpo con Descartes y se desarrolló durante la Ilustración, pueda estar opacado sobre todo por el juego político: en su momento Platón avisaba sobre el control de las narraciones inadecuadas en su impertérrita La República, y mucho después Federico II de Prusia, afirmaba aquello de “Razonad sobre lo que queráis y tanto como queráis, pero obedeced” .
Lamentablemente todavía queda mucha clase política que , como ya lo teorizara tecnocráticamente avant-la -lettre Maquiavelo, solo persigue mantenerse en el poder, y el fracaso del enemigo es su triunfo, desde el municipio hasta la ONU, sin que le importe mucho el coste social, económico o ético. Y para ello necesita mostrarse como poseedora de una única Verdad que legitima su acción o su innación.
Bienvenida sea pues la duda, si contribuye a despejar otras dudas y a fortalecer verdades informadas, consensuadas,inmediatas y operativas, que son las que ciertamente articulan la obediencia democrática.
Yo, en principio, no acabo de creer en el origen «artificial» del bisho…. y sin embargo no creo que su columna anterior no sea como para echarle una pensada.
Quizás la solución haya que buscarla un poco antes del Descartes de la duda metódica y nos tengamos que ir al Agustin de Hipona con el «dudo luego existo».
D. Vicente… adelante con sus dudas.
¡¡qué miedo me dan los que no tienen dudas sobre nada!!
A mi modesto entender don Vicente ya sea en medios de comunicación, ya sea la «clase política», ya sean las redes sociales lo que acontece con harta frecuencia es que como decía nuestro común Pla, «opinar es más fácil que describir por eso todo el mundo opina».
¡Qué ganas tengo de que esté una semana entera lloviendo sin parar!
Gracias por el comentario. En efecto, dudar no debería debilitarnos sino fortalecernos, siempre que el espíritu cívico prevalezca. El caso más típico y acaso tópico fue el de Sócrates.
Sí, describir es lo que ha de intentarse aun asumiendo el punto de vista…Y por lo demás , me sumo a sus deseos meteorológicos…
.Esto puede ayudar a despejar dudas?
Un exasesor de Trump financió el informe de la científica china que defiende que el coronavirus se creó en un laboratorio:
https://www.elplural.com/sociedad/guru-campana-trump-financio-informe-cientifica-china-defiende-coronavirus-creo-laboratorio_248540102
Interesante aportación. Muchas gracias.