EL COVID-19 ( y el neoliberalismo autoritario y digital, según Paul B. Preciado)

«La Covid-19 es el nuevo sida de los heterosexuales, los blancos y de los normales. La máscara preventiva es el preservativo de las masas. La Covid-19 es para el neoliberalismo autoritario y digital de la era Facebook-Trump lo que el sida fue para el neoliberalismo pre-cibernético de la era British Petrol – Thatcher.»

Un buen amigo bueno me ha pasado esta cita de Paul B. Preciado, ensayista tan agudo como galardonado.

El párrafo mentado responde sintéticamente a la clásica pregunta «cui prodest?», o sea, a quién beneficia la pandemia del COVID-19.

Y la respuesta puede adoptar también una extensión analítica muy amplia: beneficia, en primer lugar a los grandes laboratorios farmacéuticos y a las empresas suministradoras de material sanitario que garantizan la protección y la futura vacuna; en segundo lugar, a la industria electrónica y sus plataformas que, articulando la distancia física, ordena y organiza el teletrabajo, el telecomercio, la tele-educación y hasta el tele-ocio y la telecomida…Y finalmente a la clase política que quiere afianzarse ante sí misma o ante otra de su especie compitiendo en empoderamiento sobre sus correspondientes ciudadanos.

De todo lo anterior hay buena empiria cotidiana sin que, por otro lado, haya mucho más. Entre tanto la pandemia continúa su extensión cuantitativa – X positivos por cien mil habitantes, Y de tasa de reproductividad, Z de ocupación hospitalaria y Z´ de UCI – sin que en ningún momento haya posibilidad alguna de establecer un juicio cualitativo sobre la verdadera letalidad del COVID-19, y consecuentemente de su condición condicionante de la vida cotidiana habitual hasta hace unos meses.

En este sentido, la insistencia en los números, más allá de obedecer a una lógica tecnocrática por técnica, no parece calar entre algunos sectores de la población – y no sólo de la juventud, siempre tradicionalmente criminalizable – por lo que la asunción de «la responsabilidad individual» se muestra relativa cuando no reactiva por lo que tampoco se cumple el objetivo fundamental de la información que no es sino la contención de los contagios.

Y si esto es así, si está fallando la táctica comunicativa, puede ser que sea por incapacidad o falta de habilidad de quienes configuran y transmiten la información, pero también porque el fallo pueda formar parte positiva de una estrategia general de amedrentamiento de la población, como fue el caso del SIDA.

Con lo que, sin dejar en entredicho las medidas propuestas por las autoridades de la salud pública ni recurrir de nuevo a extremismos radicales y conspiranoicos, a lo peor Paul B. Preciado tiene más razón de lo que a primera vista pudiera parecer…

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

6 comentarios en «EL COVID-19 ( y el neoliberalismo autoritario y digital, según Paul B. Preciado)»

  1. «No hay mas ciego que quien no quiere ver»
    NO hay ‘pandemia’, ya que las cifras apenas sobrepasan el millón de fallecidos en todo el mundo. No olvidemos que Fauci preveía 70 millones de muertos y Merkel 60, ambos a nivel global. ¿Dónde están los “millones de fallecidos”? ¿Y las autopsias? Sin autopsia no se puede confirmar la causa real de la muerte.
    Los últimos datos del CDC sugieren que el 96% de los fallecidos han fallecido con patologías previas o comorbilidades.
    ¿Cómo se demuestra “sin autopsias” que es precisamente el SARS-COV2 la causa de la muerte, y no otras patologias?.
    NADA justifica las medidas totalitarias, economicidas y genocidas que ha tomado el Gobierno. Ya están muriendo muchísimas personas en el mundo (muchos más que por el virus) por hambre, miseria, desatención médica, suicidios, etc.
    NO es así como se confronta un virus: se hace cuarentena o aislamiento de los ENFERMOS, no de los SANOS. Se crea inmunidad colectiva, no se paraliza el país.
    No hay Ciencia que respalde esta aberración totalitaria.
    España es de los países con más muertos por millón, siendo uno de los que ha tomado medidas más restrictivas de los derechos y libertades. ¿No es evidente a estas alturas que dichas medidas son contraproducentes?.
    Los países con menor número de muertos por millón de habitantes tienen una cosa en común:
    NO han impuesto confinamiento indiscriminado, sino cuarentena o aislamiento de enfermos, desarrollando anticuerpos e inmunidad natural colectiva al ‘virus’ y a posibles recaídas futuras. Y además han protegido su economía, lo que salvará muchas vidas a largo plazo.
    Estamos ante la imposición del Nuevo Orden Mundial o “Nueva Normalidad”; una dictadura perfecta, basada en la esclavización global de la Humanidad bajo el control de las corporaciones de las élites.
    Si no hacemos nada para evitarlo se cumpliran todos los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU.
    Y todo esto «sin recurrir de nuevo a extremismos radicales y conspiranoicos» …señor Huici.
    La Vida NO es Vida sin Libertad.

  2. No crea usted don Vicente que los grandes beneficiados sean los laboratorios farmacéuticos. Los laboratorios están teniendo presiones de sus gobiernos respectivos para que aligeren la cosa y eso puede llevar a que obtengan un «producto» en malas condiciones y sufran una caída en su imagen deteriorada. Por otra parte son empresas privadas que se deben a sus accionistas, inversores y trabajadores. Las inversiones son cuantiosas y no todos tendrán éxito ¿Qué vacuna saldrá la ganadora? ¿Qué pasará con los perdedores después de haber invertido tanto dinero? ¿Qué pasa si el éxito es tal que no es necesario repetir la vacuna otros años como pasa con la de la gripe?. No todo el monte es orégano

  3. Toda la razón. El antropoceno ha acabado y hemos entrado en el ciberceno. El Ojo en el cielo de Alan Parson nos envía pandemias a medida que nos dirigen al sometimiento, admitido como inevitable.

  4. No hay ninguna duda entre el paralelismo social sida/covid-19, así como entre el/la Covid/gripe española (no me puedo imaginar el número de infectados y muertos por Covid-19 en un mundo en guerra y con los adelantos médicos y científicos de 1918).
    Sin embargo, quedándonos en finales del s. XX y principios del XXI, creo que hay una diferencia clara que no permite equiparar al preservativo del SIDA con la mascarilla de la COVID-19. El preservativo era un elemento de seguridad “pasivo”, es decir, el uso del preservativo nos protegía a nosotros “yo soy protegido mediante el preservativo”. La mascarilla es “activa”, es decir “yo protejo a los demás mediante la mascarilla”.
    Quizás por eso, el uso de la mascarilla es, proporcionalmente, muy inferior al uso del preservativo… incluso salen algunos en TV reivindicando sus derechos a fiestas y diversiones por su juventud, sí, esos que “tienen como mérito el no haber vivido”. No me puedo imaginar a esos dentro de unos años con las riendas de las decisiones comunes en sus manos, aunque tampoco es infrecuente la estampa de personas mayores criticando, precisamente, los botellones de los jóvenes mientras pasean o toman su cafelito en una terracita sin mascarilla ni distancias…
    No hablemos de los negacionistas, o de aquellos que piensan que como todo es un montaje de los políticos, farmacéuticos y demás… no tenemos que hacer caso, en mor de nuestras libertades, de ninguna de las normas; bueno, no en mor de NUESTRAS libertades, sino de MI libertad; no en mor de NUESTROS derechos, sino de MIS derechos .
    Tengo la sensación de que conceptos como Solidaridad, Empatía, Colaboración y similares son los grandes perdedores de esta situación.
    Decía Manuel de Lope (“octubre en el menú”) hablando de “las mellizas” que cumplían las normas como sólo los anarquistas saben cumplirlas…
    Hoy no. Nos miramos unos a otros como apestados, o como posibles agresores víricos, y a algunos y algunas parece gustarles, porque siguen sin pensar en la forma en que ellos podrían ayudar… o, por lo menos, no perjudicar a los demás.

    Por terminar, el/la COVID tiene un plus añadido, y es que desde hace algún tiempo (bastante, diría yo, demasiado para mi gusto) la mayoría de los y las políticos y políticas son, por emplear un símil futbolístico, de regional, con lo que si meten la pata, cosa harto frecuente, en algo, da pie a mucha gente a pensar que la meten siempre, y que, por lo tanto, lo mejor es no tener en cuenta sus recomendaciones. Sin olvidar, por último, a aquellos partidos que quieren conseguir mediante la evolución de la pandemia/sindemia/endemia o epidemia lo que no les dan las urnas.
    Un saludo

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