Uno de los recuerdos más curiosos que tengo de mi primera estancia en Chicago es la peregrinación ordenadísima de gentes de toda condición de las ciudades próximas de la republicana Indiana a las del démocrata Illinois, durante las tardes de los domingos, para beber en este último Estado lo que no se podía beber en el primero.
La estructura federal de USA permitía y permite estas variantes y otras más conocidas – como la pertinencia de la pena de muerte o sus variantes técnicas – pero las que tienen que ver con las restriciones en la venta e ingesta de alcohol son un clásico de la historia norteamericana más allá de los episodios de la ley seca y de sus corchetes de casinos clandestinos y mafiosos despiadados.
Sin duda , esta obsesión por el control de la bebida obedece al puritanismo de los Padres Fundadores que huyeron de una Europa demasiado húmeda en pos de una tierra tan desértica como prometida y que se actualiza una y otra vez en la mirada vigilante del «clérigo del valle del Mississippi» que mentaba la gran escritora Edith Wharton.
Por todo lo anterior, he de confesar que me ha sorprendido y mucho esa coletilla que se ha añadido al conjunto de restricciones decretadas para combatir la pandemia del COVID-19 y que estipula que no se pueden expender bebidas alcohólicas a partir de las ocho de la tarde.
Y me ha sorprendido no tanto porque, como ha comentado un atildado señor en una cadena de televisión, puede ser «una chorrada, ya que hasta esa hora se puede comprar lo que se quiera», cuanto porque se ha añadio de tapadillo y sin mayores explicaciones , aunque es vox populi que pretende ser una vacuna anti-botellón y, por subliminal extensión, anti-juventud ( ya no tan divino tesoro.
Comentaba en una columna anterior que algo está fallando en la comunicación vinculada a la pandemia, con un exceso de cifras no representativas, dando por vigente lo que todavía no lo está o acumulando tantas excepciones a lo decretado que en ocasiones parece necesitarse un cónclave de sabios egipcios para desentrañar lo que se puede o no hacer.
Pero esto de la limitación de la venta de alcohol hay que explicarlo y bien, dada la vocación espirituosa de la población en general…¿O es que ha advenido algún «clérigo del valle del Mississippi» hasta nosotros ( y nosotras, of course) y nadie sabe cómo ha sido?
Buen apunte, Vicente
Eskerrik asko
Aznar va a conseguir muchos seguidores ya que entre otras hazañas suyas dijo a propósito de los limites de alcoholemia para conducir aquello tan español de «a mí nadie me dice cuánto puedo beber «.
Frase que ha pasado a la posteridad con aquella otra de Rajoy de ¡Viva el vino!
¡Hala pues! Por la ebriedad hacia la libertad.
A Irún no ha llegado todavía ese clérigo pero los que si han llegado son los del otro lado de la muga que se están llevando todas las existencias de alcohol y tabaco. Digo yo que igual son sus seguidores.. pero….me da que no, éstos son más de Baco y de Dionisio.
Los hosteleros ya están pidiendo explicaciones al respecto, desde luego. Según algunas asociaciones de hosteleros, no se ha demostrado que la gente se contagie de forma significativa en sus establecimientos, sino que más bien se contagia en las reuniones de amigos o familiares que se hacen en las casas.
Así que propongo prohibir que nos juntemos con nuestros padres o hijos en nuestras casas, y que quien quiera juntarse con sus padres o hijos esté obligado a hacerlo en los bares. Y bebiendo alcohol, nada de refrescos o café. Tras la ingesta, será recomendable cantar alto y discutir a voz en grito, que es lo que pide el cuerpo.
Espero haber aportado al blog un poco más del sentido común que le está caracterizando de forma intermitente desde que empezaron las prohibiciones por la pandemia.
Y propongo al mismo tiempo no preguntarnos porqué en muchos países están cerrando los bares. Y sobre todo no preguntar la opinión de los epidemiólogos al respecto.
Estimado corresponsal: no termino de ver claro el conjunto de su comentario, pero deseo dejar muy claro: 1º.- que acepto las medidas preventivas establecidas en relación a la pandemia del COVID-19 por las autoridades democráticamente elegidas; 2º.- que, no obstante lo anterior, me reservo y pongo en práctica el derecho a hacerme eco de lo que veo y escucho en la calle y en los medios de comunicación, intentando generar la consiguiente reflexión, mayormente desde mi punto de vista sociológico; 3º.- que si esa reflexión conlleva una componente crítica – y frecuentemente suavizada con un toque de ironía – mi pretensión es despejar dudas de una manera metodológica y argumentativa;4.- y, por fin, que asumo las consecuencias de esta práctica proactiva , pero también de mis silencios – que los hay y muchos- , pues como decía Séneca «Magna res est vocis et silentii tempora nosse».Un cordial saludo.
Gracias por su respuesta, Sr. Huici.
Releyendo lo que he escrito, no me extraña que no vea claro el conjunto de mi comentario, y le pido perdón por la falta de claridad y el exceso de ironía.
Que se deben a que me he estado informando de las fechorías que ayer llevaron a cabo las huestes del negacionismo (o del gamberrismo puro y duro) en Bilbao y he escrito el comentario en pleno enfado consiguiente.
Solamente pretendía dejar claro que, según se aprecia por las medidas que los epidemiólogos están recomendando a distintos gobiernos europeos, los negocios de hostelería sí son un punto de riesgo importante.
Lo siento sinceramente por los hosteleros, y desde luego abogo por ayudarles económicamente cuanto sea necesario (empezando por librarles del pago de alquileres, por supuesto, y por incluirles de inmediato en la renta básica o como queramos llamarla). Pero si por consejo de los epidemiólogos hay que plantear el cierre total o parcial de la hostelería, creo que habrá que aceptarlo.
Después de todo, me niego a creer que nuestra economía dependa de que los bares y discotecas estén abiertos.
Gracias de nuevo por su respuesta
Le agradezco,asimismo, su respuesta. Respecto de los hechos de ayer, me ha sorprendido el cruce de informaciones que se han publicitado destacando , por un lado, que entre los seis detenidos hay un menor y cinco con antecedentes por robo y violencia de género, y, por otro, que hayan sido de tildados de «terroristas» en el Parlamento Vasco, y también que se haya mentado «que no son de Bilbao», y a la vez que «eran negacionistas», con lo cual la fórmula final es : Negacionistas = Jóvenes + Ladrones + Violentos ( de género) + Terroristas + De fuera de Bilbao …O sea, lo peor de lo peor…¡Ni que alguien los hubiera reclutado!
No deja de ser curioso que los supermercados (bebida más barata) tengan como límite horario las 20 horas, mientras que bares, restaurantes y otros establecimientos las puedan dispensar, incluso sin receta médica, hasta bastante más tarde.
Como no soy un experto en materia sanitaria (en realidad no soy experto en nada más que en pasear a mi perro y aún eso no sé si lo hago bien), creo que esa norma, totalmente democrática puesto que la imponen quienes ganaron las elecciones, podría considerarse si uno fuera de los de «piensa mal y te quedarás corto», como una norma clasista…. si no tienes dinero más que para pagar 0,40 €. en un super por una cerveza, límite a las 20 h. si tienes dinero para pagar 2,70/3 euros por una cerveza en un bar tienes más tiempo.
Es lo que marca la ley… democrática, off course.
Interesante y sugerente reflexión …colateral. Muchas gracias por el comentario.
Hablando de mala comunicación, el otro día pararon en la caja del Carrefour de mi barrio a dos jóvenes que salían con sendas botellas de cerveza de litro sobre las ocho y diez. Pusieron cara de no saber nada de la dichosa ordenanza pero devolvieron las botellas a su sitio sin decir ni pío. Entiendo que con tanta orden y contraorden no se enteren de las sutilezas de la nueva legalidad, pero ¡caramba! Es que no hacía ni diez minutos que por los potentes altavoces de un vacío super acababan de decir que no se servía alcohol después de las ocho. Por eso creo que también habría que empezar a investigar los efectos adversos de la pandemia sobre la capacidad de atención de la población en general, no solo la de los millenials, que también.
Tambien habria que estudiar los efectos abversos de la «pandemia» sobre los cerebros y el sentido critico de las ovejas. Creo que no hay solución posible con una humanidad que es un rebaño de ovejas tontas y anestesiadas, la mitad con un CI inferior a 100. Que de forma suelta y muchas veces prepotente juzgan a quien no opina lo que ellos.
Apagar la televisión es genial e investigar por tu propia cuenta.
El cuerpo humano es una bateria de energía y con un campo magnético propio, sobre el que actuan las radiaciones electromagnéticas externas. Nuestra barrera energética no soporta radiaciones superiores a 1,8 GHz. La tecnologia 5G empieza a 3,5/3,7 GHz, pero cuando coloquen las antenas cada 100 metros estaran irradiando a 30 y 60 GHz.
Durante la cuarentena la colocación de estas antenas se ha multiplicado exponencialmente.
En varios estudios se ha demostrado que donde se han implantado el 5G, sea en Wuhan, Lombardia…etc, estos han sido los focos con mas incidencia del sindrome Covid19.
Cuando estamos bajo esta alta radiación electromagnética nuestro cuerpo aumenta entre 1 y 2 grados, además nuestras células entienden que hay algún peligro y se comunican entre ellas para organizarse y defenderse contra la agresión externa. Para comunicarse se envían exosomas (ARN). Casualmente iguales a los detectados por las PCR´s. Por lo tanto según aumenten la modulación de las antenas del 5G irán en aumento la detección positiva de las PCR´s.
Científicamente hablando hay suficiente documentación que ratifica esta información. En Austria se ha aprobado una moratoria para la activación del 5G, hasta que no se demuestre que es inocua para la salud.
Algo que ratifica también lo expuesto es que cualquier video crítico al respecto en youtube es censurado a las pocas horas.
Si de verdad quieres saber solo tienes que investigar, a veces no es fácil, pero insistiendo una y otra vez conseguiremos llegar a la verdad.