Los alrededores del Guggenheim bilbaíno están muy animados. Entre los grupos que se fotografían y auto-fotografían arremolinándose en torno al Puppy floreado, pasa una larga cola que se pierde en las profundidades por las que se accede a la entrada, bajando por unas siempre incómodas escaleras.
Y no es para menos, pues se exhibe una muestra titulada Motion. Autos, Art, Architecture que , comisariada por Norman Foster, expone un conjunto de 38 automóviles singulares en sus contextos históricos y artísticos, entre las propicias fechas del 8 de abril y el 18 de septiembre.
Habrá quien se pregunte qué pinta una exposición así en un sitio como este. Y hay una respuesta superficial y otra más, digamos, profunda.
La superficial, básica, elemental, f´ácil, es que un motivo así atrae a mucha gente que no ha pisado jamás un museo y no se le espera en el futuro, y la prueba empírica más directa son los casi 9.000 ( nueve mil) visitantes que ha atraído tan sólo en los dos días siguientes a su inauguración.
La respuesta más crítica, evaluativa y proyectiva, es que algunos museos, como el que se ha mencionado, se han aplicado a cumplir estrictamente, en la mayor parte de las ocasiones, las nuevas funciones que se les han atribuido en la post-modernidad, como templos de cultura análogos a los templos religiosos, haciendo del arte una vivencia tan sagrada para consagrados y consagradas, como incomprensible para paganos y paganas, si bien , de vez en cuando, aceptan expresiones que , partiendo de la «cultura popular»,asumen la condición de artísticas por el ámbito en el que se exponen- aquí habría que citar de nuevo al Pierre Bourdieu de La distinción. Crítica social del gusto …¿O recordar el urinario de Marcel Duchamp?
Y en principio, nada habría que objetar pues, como diría el Príncipe Salina, se trata de un signo más de estos tiempos en los que nos ha tocado vivir. Más bien habría que felicitar a quienes son capaces de mantener este equilibrio de funambulista experto que sabe estar siempre en la pomada.
Por todo cual, y como recordaba recientemente un periódico local, Motion. Autos, Art, Architecture «puede convertirse en la muestra más vista de los 25 años de la historia del Guggenheim, lugar que ocupa en estos momentos...El arte de la motocicleta«, una expo de 2001.
Pues es como Vd. lo dice. ¿ Qué opinarán las musas de ese museo ?. Me parece que es como comer langosta termidor con cerveza. O tempora o mores , senatus haec intellegit.
A esa exposición hay que ir con zapatillas deportivas, después de unas birras y usando el celular premium.
Y ya , de paso, hacerse una foto con palo-selfie…
Bai, orixe.