( Akira Kurosawa, 1952)
Un programa , en fin, que sea capaz de asumir que se puede – y acaso se debe- luchar también por un parque infantil…
Para comprender, casi en sentido weberiano, lo que está aconteciendo en los alfoces de la izquierda política de la pell de brau, quizá haya que volver a ver Sillas de montar calientes ( Mel Brooks, 1974), o recordar el cántico nada espiritual de aquel juego escolar que decía : «El que se fue a Sevilla , perdió su silla».
Pues la insólita y vergonzante lucha por las listas, en medio de vetos, reafirmaciones , condenas, y reververaciones de un caudillismo á la page, está desviando la atención de algo tan fundamental como EL PROGRAMA.
Sí, EL PROGRAMA, o sea, la «previa declaración de lo que se piensa hacer en alguna materia u ocasión» que dice la RAE, algo supuestamente necesario, todo modo, si en estas democracias que caminan silentemente hacia el iliberalismo, se quieren mantener al menos las formas – casi en el sentido de «¡No pongas los codos encima de la mesa!».
PROGRAMA, sí, y tanto más cuando la derecha extrema y la extrema derecha ya lo han proclamado de norte a sur y de este a oeste, haciendo algo tan fácil , simple , sintético y polisemántico como proponer deshacer todo lo hecho: «Diguen no!»- no sé que pensará de esto Raimon.
De hacerlo, y más vale que se haga cuanto antes, y a pesar de que ya será mucho si llega a los arribes de la socialdemocracia, esta nueva izquierda se mostraría más efectiva apuntando hacia algunas micro-utopías toda vez que las grandes utopías heredadas del siglo XIX se han manifestado en su práctica realmente existente como tercas distopías.
Y en este sentido, sería de gran utilidad que apuntaran a lo que la sociedad civil pueda proponer, de manera que la clase política , a menudo tan olvidadiza, se viera condicionada por los mecanismos administrativos democráticos, y los funcionarios y funcionarias funcionaran asumiendo sus responsabilidades.
Azken batean, haur-parke baten alde ere borroka egin daitekeela onar dezakeen PROGRAMA
A tal efecto, sería recomendable que se visonara – como se dice ahora y no solo por pijos o cayetanos, oh my God!- aquel magnífico film titulado Ikiru de Akira Kurosawa( 1952), en la que un funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada, decide por fin «cumplir» en su reducido ámbito de competencias. Y si no es posible ver esta ya vieja película, ahí está un remake genial de Oliver Hermaus ( 2022), titulado Living ,en la que un veterano funcionario de la Gran Bretaña de los años 50, enterrado bajo el papeleo de la oficina, pone al cabo todo su empeño, de un modo sorprendente, en apoyar a unos vecinos y vecinas que quieren construir… ¡Un parque infantil!
Así que PROGRAMA, sí. Un poco como repetía Julio Anguita- ¿Un comunista? ¡O my God!: «Programa, programa , programa». Pero un programa que contemple transformaciones en la vida cotidiana, en la atención a la salud, en la implementación de la educación o en la concienciación de la utilización del agua y de los recurso energéticos, pero que encuentre su lugar entre la ciudadanía con la complicidad efectiva de la administración, más allá y más acá de la política gestual que solo pretende posicionarse posicionando su aldea, para garantizar una oportuna reeleción.
Un programa , en fin, que sea capaz de asumir que se puede – y acaso se debe- luchar también por un parque infantil…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Egunon.
Cuando hablamos de izquierda, y derecha, me acuerdo de la Yenka y mentalmente añado «adelante detrás un dos tres».
Como muy bien apuntas, la derecha tiene un único y sólido punto en su programa. Eliminar todo lo que los anteriores han «hecho mal» y lo que «han podido hacer bien», por si acaso.
La Izquierda, por su parte, se encuentra mucho mas dividida entre los partidos tradicionales de izquierda, muy minoritarios, y una serie de movimientos que se han presentado como intentos de superar la dinámica de Partidos. Le funcionó inicialmente a Podemos hasta que el electorado entendió que se habían convertido en otro partido. ¿Qué ocurrirá con este nuevo intento? No lo sé, pero no estaría mal que reflexionaran y entendieran que la «Nueva Izquierda» no es nada nuevo.
A ninguno, ni a derecha ni a izquierda ni adelante ni atrás, le interesa lo del PROGRAMA, por cuanto que el programa es, como claramente dice la RAE un compromiso. Todos prefieren tener «PROPUESTA» (Proyecto o idea que se presenta a una persona para que lo acepte y dé su conformidad para realizarlo) para que el incumplimiento no implique responsabilidad propia, sino de quien no lo acepta, aunque con los programas tampoco pasa nada ¡¡cómo recuerdo aquel programa, ¿o sólo era propuesta?, uno de cuyos puntos decía «OTAN, de entrada NO»!!
Ni siquiera están para hacer «promesas» desde que desapareció aquel del «puedo prometer y prometo», porque la promesa también implica una cierta responsabilidad.
A lo mejor, lo que a los votantes de izquierda les llegaría sería, precisamente, un programa donde los puntos centrales fueran luchar por un parque infantil, y que se les preguntara de qué color quieren que sean los bancos de dicho parque.
Un saludo
«para garantizar una oportuna reelección» Desgraciadamente ese es el tema en la mayoría de los casos. Se practica la política con las «gafas de cerca» no con las de lejos que decía Sabina. Aqui, y me temo que en ningún otro sitio, hay políticos que estén dispuestos a quemarse las cejas con sus propuestas y si no se les acepta se van a su casa. Al final, en la mayoría de los casos, la política es puro teatro. Habría que hacer algo parecido al Estatuto del Buen Político. Pero……….¿quién lo hace¿
Agudo y sugerente tu comentario, como siempre- es un placer tener lectores como tú.
Lo de la yenka es una buena metáfora que , por otro lado, recuerda aquello de «dos pasos adelante, uno atrás» de Vladimir Ilich U.
Pero, aun así, supongo que la única forma de (co)responder a la dimensión micropolítica del poder (Foucault) es cualquier variante…»microutópica», sabiendo, no obstante, que será finalmente abducida…
Así es, en efecto, querido Antonio.Y por ahí se va abriendo el camino hacia la democracia iliberal…
Y sí, habría que hacer algo al respecto, un a modo de MIR,que en este caso podría denominarse PIR, o sea, Político Interno Residente…de ¿ unos cuatro años?
Saludos muy cordiales.