UNA ESQUELA ( y unos celtas cortos)

MRS in memoriam

Fumaba sin parar celtas cortos que encendía uno tras otro con una caja de cerillas enceradas.

Hojeando el periódico, he encontrado su esquela. Ha muerto joven, con tan solo sesenta y ocho años…

…Era 1972 y estudiábamos el primer curso de Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto bajo la égida de algunos profesores singulares como el excéntrico historiador del arte Luis Lázaro Uriarte o el excelente latinista Santiago Segura.

La había visto por primera vez en la cafetería de la Facultad , al fondo ,en una mesa esquinada mirando hacia el ventanal, nostálgica de algo indefinido. Al día siguiente me la presentó una compañera que se sentaba a mi lado en el aula y que era amiga suya desde la infancia.

Fumaba sin parar celtas cortos que encendía uno tras otro con una caja de cerillas enceradas. No sabía muy bien qué hacía allí, pero sobrevivía – decía- a base de un entusiasmo mínimo, aunque estaba un tanto preocupada porque se la caía el cabello inopinadamente.

Más adelante coincidimos más veces entre algún que otro café y casi siempre compartiendo un pincho de tortilla de patatas , famoso a pesar de estar hecho con huevina. Y también en el cesped verde y ciudado del campus, ella mirando hacia el cielo con desgana y yo hacia ella con mucho detenimiento.

Tenía un punto de femme fatale y una coma de existencialismo primitivo que desembocaban en dos puntos muy atractivos para mí, jovencísimo recién llegado de la negra provincia de Flaubert y lector novato de Mundo Obrero.

Pero mis poemas , tan primitivos como vanguardistas, una extraña mezcla de Gerardo Diego y Samuel Beckett, no captaban su atención, abducida y acaso con razón por el alpine amarillo con el que su novio solía ir a buscarle.

Un buen día, mala tarde para mí, desapareció sin dejar rastro y luego desaparecí yo y ya solo quedó el recuerdo de una sucesión de encuentros fugaces, cada vez más desdibujados a fuer de brillantes. Y un olor, el del humo de aquellos celtas cortos.

Y después nada. Durante cincuenta y dos años no he sabido nada más de ella, hasta que, como he dicho, hoy he visto su esquela, una esquela que se suma a otras tantas, según una ley quizás justa pero no necesaria…

(c) by Vicente Huici Urmeneta

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

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