Si existe algo que rememore más y quizá mejor el pasado que los documentos (Documenta) son los monumentos (Monumenta), y por ello su mantenimiento es una tarea prioritaria en cualquier sociedad que no quiera renunciar a la memoria plural de lo que fue.
En el ciclo dedicado al restaurador Manu Izaguirre, organizado por el Museo Arqueológico de Bizkaia ,el profesor e historiador Alberto Santana aportó su punto de vista sobre esta cuestión en una conferencia titulada «La restauración integral de la arquitectura tradicional».
Santana, Técnico Superior de Patrimonio Etnográfico de la Diputación Foral de Bizkaia , y muy conocido – y también polémico – por su ya larga serie televisiva Una historia de Vasconia , desglosó tres ideas fundamentales respecto de la cuestión de la monumentalidad.
Así,y en primer lugar, reivindicó como «monumento» todo tipo de construcción que pudiera considerarse una marca significativa del pasado en un entorno específico, y no sólo los ya consagrados por las tipologías convencionales: un simple hórreo entraría , por ejemplo, en esta definición.
Además, defendió la opción de una reconstrucción articulada en el desmontaje preciso ,y el posterior y cuidadoso montaje, sin acudir a proyecciones previas de carácter esencialista que modelan los trabajos según criterios ideológicos discutibles.
Finalmente, mostró su interés por que cada una de las labores específicas antes mencionadas, se transmitieran analógicamente ,en una verdadera «transferencia de conocimiento», tanto del cómo metodológico , como que del qué concreto.
Si se tomaran en cuenta todas estas consideraciones, probablemente se evitarían las reconstrucciones monumentales identitarias que se generan al proyectar sobre otros tiempos los intereses del tiempo presente que, que siendo acaso legítimos desde una óptica política , no favorecen la comprensión del pasado.
Y de paso, que no sería poco, se tendría la oportunidad consecuente de enfrentarse directamente a la pluralidad de los registros históricos y a la recreación de esas configuraciones espaciales de los entornos ya que , como decía el sociólogo Jesús Arpal, «lo que la comunidad tiene de historia, de experiencia anterior o tradición como referente específico y diferenciador estructurado en parentesco o en espíritu colectivo, se aprehende y se resuelve, en gran parte, en sus dimensiones físico-espaciales”.
Unas dimensiones físico-espaciales que son a su vez matriz y formalización de estructuras y dinámicas sociales, y que , en ocasiones se articulan desde lo que solemos llamar «monumentos», esos rostros particulares y singulares de la memoria…
Me gusta eso de «… sin acudir a proyecciones previas de carácter esencialista que modelan los trabajos según criterios ideológicos discutibles.»
Gracias por el comentario. En cuanto a la afirmación en cuestión, creo que, a estas alturas , es lo que puede permitir una aproximación lo más científico-social posible, y por lo tanto, más útil.