Entre los pocos fallecimientos ajenos a la pandemia del COVID-19, recientemente se ha difundido la noticia de la muerte del saxofonista Lee Konitz a los 92 años de edad.
Konitz, conocido entre la afición y la crítica por haber sido uno de los fundadores del free jazz, con una larga trayectoria como solista y también como participante en numerosos sextetos y nonetos – el más famoso el que compartió con Miles Davis tras la Segunda Guerra Mundial -fue un saxo alto con gran capacidad de improvisación sobre una base muy elaborada que algunos calificaron de «cerebral».
Las piruetas asombrosas de Konitz me han acompañado durante muchos años a lo largo de densas horas de trabajo en las que, de vez en cuando, cerraba los ojos y me sumergía en la melodía fascinante que lograba enhebrar sin fin.
Se suele decir cuando fallece algún creador que siempre queda su obra. Y creo que es cierto: quedan los cuadros, los libros, las esculturas…los edificios singulares. Pero la música tiene de particular su viva reproductividad, su amplia versatilidad, su específica realización que la suele hacer única.
Y así, sin pensarmelo dos veces, he puesto en el reproductor , una vez más Subconscious-Lee. Y he cerrado los ojos, en esta ocasión desde el principio, para dejarme llevar mejor por su saxofón, tal y como en muchas ocasiones anteriores me los ha mantenido abiertos, muy abiertos, sobre todo mientras escribía, ahora lo sé, impulsadas mis palabras por su melodía…
¿Sextetos y «nonetos»? Me quedé en el otxote.
¡Más palabras, que es la guerra!