Hace ya más de dos años comenzó un debate público acerca del proyecto del Obispado de Bilbao para construir un gigantesco edificio de ocho plantas y cuatro sótanos en una parcela del barrio bilbaino de Abando, hasta hace poco ocupada por la Escuela de Magisterio diocesana-BAM.
En una publicación que llevaba por título Pelotazo en Abando , se describió minuciosamente el periplo que había llevado al Obispado de Bilbao desde su primer intento de crear un gran edificio de viviendas en la parcela mencionada en el año 2017, hasta la última propuesta de edificar un edificio mixto compartiendo dependencias diocesanas, casi mitad por mitad, con la clínica privada Mutualia, en 2019, pasando por algunos hitos intermedios significativos como una recalificación del terreno de dudosa legalidad aduciendo la inexistencia de actividad docente a pesar de la presencia de la Escuela de Magisterio -BAM – que todavía está pendiente de confirmación judicial- , o la fase transitoria en la que se suponía que lo que se iba a construir era un edificio diocesano que se acogería al nombre de Bizkeliza Etxea (2018).
El proyecto, más allá de haber sido una y otra vez puesto en entredicho por urbanistas, historiadores del arte y otros profesionales, y por una gran parte de la ciudadanía del entorno, ha continuado adelante en plena pandemia , abriéndose el debate incluso a ámbitos internacionales al aparecer como una muestra de lo que ya no se puede ni se debe hacer en una ciudad, y menos en barrios de gran actividad educativa.
Precisamente, la Dirección y la Asociación de Padres y Madres de la Escuela Cervantes, ubicada frente a la parcela indicada, ha solicitado al Ayuntamiento de Bilbao que no autorice la demolición del edificio frente a su colegio durante la emergencia sanitaria, pues las afectaciones que generarían las obras de derribo resultarían incompatibles con la adopción de las medidas fundamentales para la prevención y control de la COVID-19 decretadas en los centros escolares en lo relativo a la ventilación de las aulas, especialmente por la imposibilidad de tener las ventanas abiertas a causa del polvo y ruido.
Es de esperar que las autoridades políticas municipales, o aquellas que pudieran estar implicadas en un rango superior, administrativas o judiciales, pongan un poco de cordura ante el avance insensible y arbitrario de unos intereses inmobiliarios particulares- y para algunos y algunas, tan escasamente cristianos.
Y es de esperar también que las instituciones defiendan la salud de sus ciudadanos y ciudadanas, sobre todo de los más débiles, y aún más en la actual situación de emergencia sanitaria. Y asimismo, es de desear que este , desde el principio, tan descabellado proyecto no termine por ser estudiado internacionalmente como un ejemplo ya no del mal, sino del peor hacer urbanístico…posicionando a Bilbao en un lugar no muy recomendable…
Con la Iglesia hemos topado, amigo.
Espero que el Ayuntamiento en particular el PNV en general se replanteen ese tipo de relaciones. Parecen poco recomendables.
Así es. Y es esperar que el Ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza, comprenda de una vez por todas, que la imagen de Bilbao que desean posicionar se puede ver muy afectada por proyectos como este, más propios de los momentos más especulativos del siglo pasado…
Además de todo lo apuntado, que no es poco, si continúan siendo, al menos en parte, dependencias diocesanas… ¿seguirán sin pagar el IBI? ¿o este edificio sí paga?
Estoy de acuerdo en que puede ser lamentable en cuanto a posicionamiento turístico y de prestigio internacional.
Pero es que además pienso que terminará dañando nuestra propia autoestima como pueblo en cuanto a política anticorrupción. Y en ese tema no está hoy precisamente el horno para bollos, ¿no?