
Distingue Kant en su Crítica del Juicio entre lo bello y lo sublime a la hora de concebir el juicio estético ,y vincula lo bello a una tranquila contemplación mientras que lo sublime se relaciona con una intensa agitación inesperada.
Y agostando Agosto, me viene pareciendo una vez más , a la vista de lo visto, que esta distinción es extrapolable a las dos maneras fundamentales de afrontar el estío en su dimensión vacacional.
Pues buscan así algunas gentes tranquilidad y sosiego, y les basta un «un libro, una hamaca, una buena sombra, una brisa agradable, los amigos y el mar», como decía recientemente Manuel Vicent.
Otras , por el contrario, andan a la caza de experiencias extraordinarias, buscando siempre y en todo lugar playas caribeñas de soles impunes, retrepando montes angostos o bañándose en pozas heladas.
Por supuesto, hay dinámicas intermedias y variaciones de sexo ( o género, of course ), edad y grupo social, pero al cabo las tendencias mayores se manifiestan primariamente haciendo a veces difícil la convivencia familiar o amical.
Y en estas se me ocurre que quizá sea ya el momento de ir desarrollando con atención flotante y leve observación participante, una sistemática Fenomenología del Espíritu Veraniego, remedando junto a un Aperol Spritz al camarada Hegel tan ducho en estos menesteres…¡Ah lo bello y lo sublime!
(c) by Vicente Huici Urmeneta