El suave viento atlántico corrige dulcemente el calor del sol de agosto. Acabo de salir de Os Manueis, donde he comido unas sardinas asadas exquisitas y ahora estoy sentado con Joao en la Praça do Giraldo de Évora.
Joao lleva jubilado un par de años, tras una larga carrera académica en la Universidad de Coimbra donde ocupó la cátedra de Historia Económica. Es, siempre lo ha sido, un comunista de los de antes, de los de la época de Álvaro Cunhal.
Mientras bebe a sorbitos su garoto ( uno de los equivalentes portugueses del «cortado «) recuerda que él tenía veintiún años el 25 de abril de 1974 y que vivió aquellas jornadas con la ilusión del hijo de un campesino del Alentejo que había podido llegar a la Universidad. » Todo se terminó muy pronto» -comenta – » pero fue muy bello mientras duró «. » Por lo demás » – continúa- » tras tantos años de alternancia entre los socialistas y la derecha, casi nadie se acuerda ya de aquello y si lo mentas , pasas por un tierno abuelete…Yo creo que ni se habla de ello en la Escuela…»
Apuro mi abatanado ( o café americano) y no digo nada quizá porque lo que dice Joao me suena demasiado.
Nos levantamos con el propósito de subir caminando hasta el Templo de Diana. Al fin y al cabo no todas las ciudades tienen unas espléndidas ruinas tan a mano. Y no me refiero ni a mí ni a Joao…por supuesto.
Y sí, el suave viento atlántico corrige dulcemente este calor de agosto…
Ese…me suena demasiado yo creo que nos suena a muchos también por estos lares. Y soy un abuelete de sólo 47, no sé si me explico…
Of course, Aurelio….