Hace ya algunos años, durante la Lección Magistral en el Acto de Inauguración de Curso del centro UNED-BERGARA, el entonces director de Arteleku Santi Eraso, llevó a cabo un repaso crítico de la política cultural de la Diputación de Gipuzkoa.
Previendo las sonrisas forzadas de los correspondientes representantes forales, Eraso insistió particularmente en que una de sus obligaciones como funcionario de la institución era generar reflexión estratégica entre los políticos ,generalmente abducidos por el tacticismo inmediato y en ocasiones electoralista.
Sus palabras no fueron bien comprendidas o , simplemente , mal recibidas ,como pude comprobar en el cóctel posterior.
Hoy en día estas palabras quizás hubieran sido ya motivo de inquina y hasta de supuesta infidelidad porque mayormente – siempre hay espléndidas excepciones- la nueva generación de políticos suele confundir la política con la gestión y en algunos casos su ideología se muestra irrelevante frente a la tecnocracia, no siendo capaces de reconocer el valor de la crítica que siempre toman como desautorización.
Recuerdo todo esto, porque la crítica de la política cultural en sentido amplio – desde la política museística hasta la implantación de las nuevas tecnologías- constituye mi habitual punto de vista y porque considero que la tal crítica- o juicio, en su sentido etimológico- construye más que destruye o en el menor de los casos elimina adiposidades en célebre e histórica expresión.
Pero, en fin, curiosamente Santi Eraso lleva ya otros tantos años trabajando en otros lares y un buen ex- alumno no hace más que recomendarme que me vaya haciendo con una casuca en la Sierra de la Demanda… por si acaso.
Ustedes mismos ( y mismas , of course)…Si molesto mucho, puedo quedarme mirando y oyendo a tirios y troyanos y no decir ni mú ,como Gary Cooper en aquella famosa película de Frank Capra titulada «El secreto de vivir»…
los críticos que no molestan, molestan por no ser críticos (juego de palabras tonto). El día que un crítico de lo que sea deja de suscitar una reflexión, que sea fértil incluso por sus errores, pierde todo interés y el tiempo es oro, no loro…
¡Buen juego de palabras, Aurelio! Gracias por tu comentario.