Desde que en Europa la política ocupó el lugar de la religión como criterio de dilucidación ideológica – o sea, más o menos desde el siglo XVIII- tanto la izquierda como la derecha han utilizado el mecanismo mesiánico para intentar tomar el poder y, al parecer, lo continúan haciendo, configurando muchas variantes, algunas de ellas claramente etno-nacionalistas y/o populistas.
Ha habido muchos comentarios sobre el artículo del profesor Martínez a que se refería la última columna – DE RODODENDROS ( elecciones y democracia)– pero solo se ha publicado uno que no contenía insultos ni descalificaciones – para eso ya tenemos a «los parientes mayores» y a «los padres ( y madres) de la patria».
La piedra de toque ha sido mayormente cierta indignación ante el reconocimiento de la política referencial de hogaño como una variante civil de la religión tradicional de antaño.
Al respecto, quiero recordar hoy una frase de Josep Pla, esta vez referida al fascismo mussoliniano : «La gente estaba bien, pero una vez leída la propaganda, le parecía que estaba mal».
Pues bien , he aquí otra magnífica muestra de mesianismo , en este caso fascista, en una vertiente civil que no puede apenas ocultar su profunda raigambre judeo-cristiana. Pues todos los mesianismos, implícitos o explícitos, parten de este principio de desvelamiento de una supuesta penosa situación para, a continuación, sumirse en el acaramelamiento en torno a un líder salvador – el supuesto mesías- que con su autoridad carismática -Max Weber dixit – dirige a las sensibilizados, a veces naciones enteras, supuestamente hacia la libertad.
Las pautas últimas de comportamiento de estos movimientos mesiánicos pueden encontrarse sistematizadas en el libro bíblico del Éxodo ( lectura muy recomendada) pero se hallan convenientemente socializadas en muchas partes del mundo por medio de la enseñanza de las religiones semitas en cualquiera de sus variantes.
Curiosamente, desde que, en Europa, la política ocupó el lugar de la religión como criterio de dilucidación ideológica – o sea, más o menos desde el siglo XVIII- tanto la izquierda como la derecha han utilizado el mecanismo mesiánico para intentar tomar el poder y, al parecer, lo continúan haciendo, configurando muchas variantes, algunas de ellas claramente etno-nacionalistas y/o populistas, sin que se puedan atisbar otras posibles alternativas salvo las precisamente apuntadas por Paco Martínez.
Bien es cierto que el sociólogo Karl Mannheim, en su obra Ideología y Utopía , otorgó el carácter de utópicas a aquellas formas de pensamiento que denunciando situaciones sociales opresivas, incitaban a la movilización social, pero cualquier movilización, por mucho que pretenda cambiar las cosas a mejor, no consigue necesariamente su objetivo: el mismo Mannheim hubo de exilarse a raíz del triunfo del nacional-socialismo alemán. Pues el mesianismo, en cualquiera de sus variantes, es, sin duda, desde su origen y en su práctica, un irracionalismo.
Pero, en fin , parece que si hay alguna mentira más allá de todas las mentiras sobre la condición humana no es sino aquella que decía » Historia, magistra vitae», pues la estupidez masificada, y más si es programada – y ahora convenientemente difundida por las redes sociales- neutraliza cualquier capacidad de reflexión, y más bien anima a salir a la calle cantando de nuevo un a modo de aquello de «Por Dios, por la Patria y el Rey…»
(c) by Vicente Huici Urmeneta