
Luego, dentro de unos años, cuando la industria autóctona haya desaparecido por completo y se sobreviva a albur de las multinacionales, vendrán los lamentos y se recordará aquello de que en el pecado está la penitencia.
La visita a Bilbao me ha resultado desasosegante y no tanto por el calor que en estos lares cantábricos en nada se parece a los rigores mediterráneos, sino por la densa avalancha turística que había tomado la ciudad.
Y, ya de vuelta, he recordado una breve estancia en la Università Ca´Foscari de Venezia a finales de octubre de 2016 y las conversaciones que mantuve con algunos colegas sobre la invasión turística que ya colonizaba la capital véneta.
En aquel momento, el Ayuntamiento estaba estudiando la prohibición de acceso a los grandes cruceros, pues la ciudad ya no daba para tanto gentío. Al final, según me comentaron, la prohibición se hizo efectiva después de evaluar lo que se ganaba y lo que se perdía apartándose de estos circuitos turísticos- y actualizando las palabras de Paul Morand avisando de que una Venecia con tren y carreteras de acceso acabaría devorándose a sí misma.
Por lo que parece, el fenómeno se ha replicado en otros lugares como Palma de Mallorca o Barcelona, y ahora se están sumando otras localidades como Bilbao.
No deja de ser soprendente esta apuesta que ofrece pan para hoy y hambre para mañana- el mismo Guggenheim podría migrar a nuevas tierras si así lo considerara en su momento la dirección neoyorkina- , pero , por otro lado, ya sabemos que en estos lares comprender ciertas cosas cuesta muchos años ( nuestra burguesía ha sido siempre un poco de «la cuenta de la vieja», como lo demostró a finales del siglo XIX).
Luego, dentro de unos años, cuando la industria autóctona haya desaparecido por completo y se sobreviva a albur de las multinacionales, vendrán los lamentos, y algún sujeto ( o sujeta , of course) de negra bilis aristotélica recordará aquello de que en el pecado está la penitencia, por haber intentado ser postmodernos sin pasar por la modernidad … Pero, probablemente, quienes tengan el mando en plaza simplemente sonreirán (¿amargamente? ¿estúpidamente?)…
(c) by Vicente Huici Urmeneta








