ALMODÓVAR (iana)

Ya no me atrevo a ir al cine solo porque casi todo lo que veo me resulta ajeno y lejano.

Por eso he ido a ver la última de Almodóvar con mi amigo Patxi, otro de los habituales de la Junta Extraterritorial del Desayuno de los Martes , realizador y crítico cinematográfico de bolsillo.

Como casi siempre, a la salida de la proyección, Patxi ha permanecido en silencio, hasta que una caña de cerveza tostada le ha abierto la boca: «No teníamos que haber venido. Porque como dice Juan Zapater en su Ghost in the blog, Almodóvar está yermo , y Madres paralelas es un avatar de «demagogia, obviedad y falta de escrúpulos».

Es muy posible. A mí la película me ha parecido inverosímil, insustancial y sobre todo muy oportunista, muy políticamente correcta vamos…Y totalmente prescindible, salvo algunas frases perdidas sobre la denominada «memoria histórica» que por otro lado son de tan sabidas , resabiadas.

Y es que recordando al Almodóvar de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón , este último evoca aquellas palabras de Pierre Bourdieu- sociólogo que es uno y no puede renunciar a ello- en las que constataba que en los alfoces del sistema – artístico- de antaño se asientan las renuncias de hogaño…O , que , como también profetizaba Umberto Eco , la tendencia a convertirse en un apocalíptico integrado es una cuestión de tiempo- como diz que le pasó a él mismamente.

Pues eso. Sin más, como dice ahora la juventud, siempre divino tesoro…

EL DECLIVE (¿del Imperio Americano?)

Mi amigo Mikel – «Tanke» por mor de la asaz pasada clandestinidad – uno de los habituales de la Junta Extraterritorial de los Desayunos de los Martes que se solía celebrar al mediodía de los jueves, está desolado.

El motivo no es otro que, como ha cambiado recientemente de tramo de edad, el seguro privado que tenía contratado le va a salir a partir de ahora más caro que un ojo de la cara.

Todo esto le ha ocurrido porque a pesar de sus 70 primaveras siempre o casi siempre se ha sentido joven – un beti-gazte que se dice por estos lares – y al borde ya de finalizar su periodo de Profesor Emérito ,no ha dejado de practicar diversas actividades físicas – fundamentalmente un bicicleteo algorítmico – y metafísicas- mayormente dedicadas a la especulación sociológica.

Pero claro , en siendo que mandan los años administrativos y no los psico-somáticos, el susto ha sido doble pues se ha sentido repentínamente tan viejo en el calendario como vulnerabilísimo en el cada día.

Por aliviarle la pena, le he recordado el largo recorrido que hemos hecho juntos durante varias decadas y cómo hemos figurado sucesivamente tal que católicos-comulgantes-de-fábrica, tardo-existencialistas, cristianos-por-el-socialismo, marxistas-leninistas, maoístas, estructuralistas, feministas-postulantes, internacionalistas-solidarios y al final neo-ecologistas, eso sí, siempre con un toque patrio ( o matrio que diría el recientemente fallecido Andrés Ortíz Oses, compañero de estrambóticas tenidas) heredado de nuestros ancestros.

Y pues que he quedado con él algún domingo tristón de este otoño para vernos de una tacada la magnífica trilogía del canadiense Denys Arcand –El declive del imperio americano (1986) , Las invasiones bárbaras (2003) y La caída del Imperio Americano (2018) – en la que tan precisamente se muestra el devenir de nuestra generación, a pesar de haber un océano de por medio, y con el fin de rescatar el espíritu de aquellos cine-clubs de la adolescencia que eran un excelente pretexto para hablar de lo divino y de lo humano sin que el secreta de turno se aclarara de nada…

¿Y TÚ ( de qué grupo eres?)

«A parte de los nacionalistas, aquí solo hay dos grupos: los positivistas y nosotros, los marxistas …Y tú, ¿ de qué grupo eres?» me preguntó L.C.A. (no pongo su nombre porque ha cambiado varias veces de «grupo») cuando estaba a punto de inscribir en 1983 mi tesis doctoral en una Facultad de Filosofía y Letras sobre el filósofo e historiador Michel Foucault.

Y ante la constatación de que yo no formaba parte en aquel momento de ninguna de aquellas  familias – a pesar de mi abuelo jelkide Ataúlfo Urmeneta y de mi juvenil militancia maoísta como abertzale interno ( del «positivismo», no quiero ni hablar) – me despedí educadamente, volví a casa y coloqué en lo alto de la biblioteca los floppies flexibles de 5 1\4″ en los que guardaba mis especulaciones de marras.

Pero, como siempre me ha ocurrido por mor del kairós agradecido o de cierto sentido de la ocasión al que no es ajeno mi escepticismo teñido de un toque zen, pasados unos años, y a raíz de un accidente de autom´óvil que me proporcionó una baja de larga duración braudeliana, la Sociología llamó a mi puerta de la mano del sabio y polivalente catedrático Jesús Arpal.Se me abrió así la posibilidad de encarar algunas cuestiones que me traían de calle desde la adolescencia- como la identidad , la memoria colectiva o los sustratos sociales de las ideologías – desde un nuevo punto de vista.

Me percaté entonces de que en todo lo relativo a lo colectivo se precisa más una visión comprensiva, weberiana en sentido amplio, que dé cuenta de la objetividad de lo subjetivo en la acción social de los individuos y los grupos, que de explicaciones monocausales, sean estas econ´ómicas o políticas, o que se atengan a una documentación generada mayormente por letrados tan pagados ( también de sí mismos) como interesados.

Y otro sí, que ese deseo, ese intento de comprensión , en el que se pueden y deben articular aspectos varios, la interdisciplinareidad y el intercambio experiencial y reflexivo son fundamentales, y que cuando estas condiciones no se dan, o bien existe de manera manifiesta o sorda un oculto interés manipulador o una inocencia general básica.

Pues bien, a la vista de lo que veo y oigo, se hable del precio de la electricidad, del décimo aniversario de la deposición de las armas por parte de ETA o de la nueva ola en ciernes del COVID- 19, percibo poca inocencia, y no ya ocultos intereses, sino más bien expl´ícitos y hasta descarados … Y sobre todo que desde cualquier esquina, alguien, acaso un nuevamente travestido L.C.A. , me puede volver a preguntar aquello de «Y tú, ¿ de qué grupo eres? «

ANTIGUO ( igual es que soy un)

No acabo de hacerme a la idea de ver a Fito ( el de & los Fitipaldis) dándole la mano encantado a un Diputado General , ni tampoco los muchos arrumacos de El Drogas a la promoción institucional.

No me chocan estas imágenes ideológicamente, pues ya soy consciente de que aunque no se ha producido aquel famoso «fin de las ideologías» que proclamaba el ilustre conservador Gonzalo Fernández de la Mora para legitimar los primeros signos de la tecnocracia que ha convertido la pol´ítica en gestión, y a los estudiantes y pacientes en clientes, reina ahora aquel viejo dicho de «aquí paz y despues gloria».

Tampoco políticamente, pues casi habría que agradecer que los mandamases hayan reconocido de una vez por todas algunas expresiones culturales no estrictamente correctas con un ligero y cada vez más fino, por no decir finísimo, toque anti-sistema.

Ni en modo alguno me choca desde un punto de vista económico, pues desde el movimiento hippie y , luego, desde el despliegue del rock y hasta el punk o el reagge – y no digamos ya con el reggaeton – tirios y troyanos se han forrado a costa del personal que, curiosamente siempre se sentía sucesivamente alternativo, como ya anunció el famoso sociólogo R. K. Merton al reconvertir mágicamente la peyorativa teoría durkheimiana de la anomia en una oportunidad de futuro.

No, no, esas imágenes me chocan estéticamente, pues no acabo de ver armonía alguna entre un señor hecho un brazo de mar, con chaqueta oscura y camisa clara, perfectamente afeitado, y un barbilargo, lleno de tatuajes, pendientes, anillos y pulseras, aunque ambos (se ) estén sonriendo.

Y es que quizá yo soy de aquellos que todavía piensan que toda estética es una ética, un antiguo, vaya…Pero por mí, y a mi edad, que no quede y «aquí paz y después gloria»…Y además, «la vida eterna solo dura un rato»…

RETÓRICA (¿tonta?)

Lo que se suele denominar «acontecimientos» nos llega en formulaciones mayormente verbales, más o menos inconscientemente codificadas por una disciplina en otros tiempos de obligado estudio y hoy en día siempre eludida bajo la añagaza de su impostura: la Retórica.

El rechazo a la Retórica y a lo retórico como algo suplementario ha gozado en nuestros lares de un apoyo expl´ícito desde el realismo casi naturalista de un Pío Baroja y sus seguidores ( y seguidoras, of course) , hasta el «alegre realismo» del que se jactaba el siempre magnífico Josep Pla, si bien en este último caso una obra como Josep Pla: Ficció autobiogr`afica i veritat litèraria, de Xavier Pla, ha puesto al descubierto los habilísimos trucos retóricos del escritor catalán.

Trucos todavía invisibles para quienes creen – creen, sí- que el lenguaje no es sino una emanación directa de la realidad en el que esta se refleja como en un espejo, en la vieja convicción de Stendhal, que, por otro lado, en cualquier caso necesitaría de un a modo de guardaespaldas metafísico – un dios- para garantizar la coherencia entre ambos.

Pero acaso en estos tiempos tensos y tensionados, ante la abundancia de informaciones y contrainformaciones, desplegadas en vertical desde los medios tradicionales y en horizontal desde las redes sociales, puede ser que sea de mucho interés, cuando no de perentoria necesidad ,retormar el filtro de los principios retóricos para aquilatar la «sensibilidad formal» ante lo que se va recibiendo, como en su momento defendió Paul Valery, y poder comprender qué es lo que se está diciendo más allá de lo que se dice.

Qué se está diciendo cuando se dice, por ejemplo, que «hay que aumentar las restricciones al mínimo», que «la COVID-19 durará más de lo necesario» o que «el Parlamento no fue capaz de…», recogidas entre otras de un simple telediario autóctono, y que , aun no sabiendo si son el fruto de la incultura léxica, sintáctica o semántica o de una deliberada y oculta habilidad retórica, resultan en extremo expresivas y …¿efectivas?…

A LAS TRES SERÁN LAS DOS ( ¡ Y punto!)

Desde esta noche a las tres serán las dos en una decisión tan arbitraria como arbitraria es la medida del tiempo humano, en un brindis pretencioso al sol omnipotente de quienes la filosofía griega consideraba «seres de un día».

Y es que todo lo humano es arbitrario por artificioso en la medida en que intenta supuestamente abarcar lo inmundo convirtiéndolo en un ordenado mundo.

Y para esa ordenación se ha sumado a la lógica clásica , la empiria moderna y , después, la certidumbre crítica post-moderna.

Aún así, como ya adelantó Nietzsche y demostró Michel Foucault, cualquier arqueología genealógica muestra que la raíz de toda esta expansión lógica ( ¡ tantas variantes del logos! ) se hunde en la confianza extrema en el poder organizador de las palabras y su sintaxis elemental, o sea , en su capacidad narrativa ( ¡ ah, el viejo mithos!)

Pero, como ya avisó el lístisimo Platón al final de su República, esas palabras y esa sintaxis deben necesariamente ser las adecuadas al poder político vigente ,tan arbitrario por más que siempre interesado, pero que precisamente en la pura arbitrariedad ejecutiva, revestida de dudosas o ya caducas razones,muestra su verdadera fuerza.

Así la prohibición de llevar pelo largo, barba, mostachos o patillas que acaba de decidir el Estado de Texas (USA) para sus adolescentes, o la de aquellos munícipes que se esfuerzan en argumentar que quieren crear ciudades más amables y se dedican sotto voce a colmatar todos los espacios urbanos libres – probablemente porque , como decía Manuel Vázquez Montalbán en su célebre novela La Rosa de Alejandría, «estos chicos del ayuntamiento democrático deben ser de casa bien y han debido veranear desde pequeñitos en chalets con jard´ín…»

Así que, sin más, hoy «a las tres serán las dos», y punto (pelota/zo) . Pues eso…

«GOLFO DE VIZCAYA»

El décimo aniversario del abandono de la actividad armada de ETA puede ser una buena ocasión para volver a ver Golfo de Vizcaya , un film de Javier Rebollo estrenado en 1985- y que yo he tenido la oportunidad de ver en el excelente ciclo Cine y Ciudad, organizado por el COAVN en su sede de Bilbao.

Y si la película tiene un interés específico – que se mantiene totalmente vigente – por ser un buen thriller al modo de Claude Chabrol, no resulta menos sugerente la larga lista de connotaciones urbanas, sociales y políticas que se refieren a aquellos convulsos años 80 del ya siglo pasado que muchos no conocieron por mor de la edad y que otros quieren olvidar interesadamente.

A todo ello contribuye, sin duda el hábil guión del mismo Rebollo junto con Juan Ortuoste,Santiago González y Joaquim Jordá – antiguo colega de El Viejo Topo y El Cárabo – la fotografía de Javier Aguirresarobe, y por supuesto ,las actuaciones precisas y estelares de Omero Antonutti y Silvia Munt , sin olvidar a Patxi Bisquert, Amaia Lasa o Mario Pardo.

Además, el film es una apología del periodismo de investigación tan profesional en aquellos tiempos y que debía lidiar no sólo con fuentes diversas, sino también con la policía, los violentos grupos de la ultraderecha, la izquierda y la derecha recientemente legalizadas y aquel mundo proteico que se movía entre la clandestinidad y el exilio escindiéndose continuamente desde sí mismo, y que era el mundo de ETA.

Así, Golfo de Vizcaya, puede ser, más allá de un hito no suficientemente reconocido del cine vasco, un material imprescindible para la reflexión y el debate en ese pendiente proceso de autorreconocimiento y aceptación que nos espera.

ETA ( Ten Years After)

Decía Stendhal que no era suficiente con apuntar , que había que disparar ,y de la misma opinión era Franz Kafka aunque pudiera parecer inverosímil. Por supuesto ambos se referían al oficio de escribir y hoy en día estas afirmaciones parecen tener si cabe un mayor calado.

Viene lo anterior a que no me gusta abordar determinados temas , en su sentido etimológico de «insistencia», cuando el tono general recuerda a la luchas religiosas del Antiguo Régimen. Pero , como historiador y sociólogo, no puedo evitar reflexionar en alto – y desde cierta indignación.

El «tema» es el décimo aniversario de la declaración de ETA renunciando a la lucha armada , que ha generado una amplia panoplia de comentarios ,comunicados y reacciones diversas.

La mayoría de ellos ha tomado como eje las palabras de Arnaldo Otegi dirigidas explícitamente a las v´íctimas :»Queremos trasladarles nuestro pesar y dolor por el sufrimiento padecido. Sentimos su dolor y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo el sufrimiento…», palabras que tirios han considerado insuficientes y troyanos un gran paso hacia adelante.

Sin embargo , más allá de estas legítimas opciones ideológicas y políticas, la dinámica de la polémica ha tomado en ocasiones un rumbo inaceptable para cualquiera que tenga unas referencias históricas de nivel de la ESO.

Así, la cadena de televisión oficial autóctona ha tildado el aniversario como «la celebración del fin de la mayor tragedia de la historia vasca » , afirmación ciertamente excesiva con tan solo tener en cuenta la última Guerra Civil- por no mentar las anteriores.

Otro sí, unas declaraciones afirmando que «ETA fue un error desde el principio», en un brindis al sol histórico, al constatar que cuando se produjeron las primeras acciones armadas todavía coleaba el rastro del maquis republicano que se había enfrentado al franquismo a punta de fusil. Y sin mencionar que en aquellos primeros años sesenta del siglo pasado lo que luego se llamó terrorismo era una referencia en las luchas de liberación y descolonización – como bien se puede ver en Vasconia (1963), una obra clave de Federico Krutwig, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento.

Por no hablar de quienes continúan pensando que los militantes de ETA eran simplemente unos asesinos patológicos. Y sí, asesinos habría, pero como en cualquier organización y en cualquier sociedad ( ¿ Nadie se acuerda ya de Queipo de Llano o del general Mola responsables de 100.000 ejecuciones, o de Gonzalo de Aguilera, tan amigo de los escarmientos del tiro en la nuca, como recuerda Paul Preston en su libro Arquitectos del terror?)

En fin , para comenzar, hay que admitir que ETA existió, que surgió en unas circunstancias históricas concretas, que se nutrió de las referencias ideológicas y organizativas contemporáneas, que prolongó su actividad en la convicción de que la situación politica en la que había nacido no había cambiado sustancialmente. Y que probablemente ,por intereses entreverados y que algún día saldrán a la luz, no fue capaz de admitir a tiempo su derrota militar como otras organizaciones similares y reconvertirse políticamente.

Y , finalmente ,que no debería haber ninguna «batalla por el relato» de todo aquello, sino un gran, grandísimo, esfuerzo de reconciliación, como, por otra parte se llevó a cabo en los estertores del tardo-franquismo. Y para ello será necesario llevar a cabo un plan ambicioso de información y formación, de poner en comunicación los diferentes registros de la memoria, de las víctimas y de los victimarios, individual y colectivamente…Y dejar de intentar sacar tajada política táctica de cada movimiento del contrario, asumiendo una estrategia global y desarrollando todos los gestos posibles de acercamiento y comprensión en el sentido más weberiano del término, pues todas las «explicaciones» son y serán siempre legítimas pero interesadas…Ten Years After!

THE CROWN ( o de la inquietud de la «testa coronada»)

Como ya comenté en otra ocasión, un colega del gremio, experto en materia audiovisual, clasifica las series en malas y muy malas. Aun así, y siendo consciente de que desde un punto pragmático, las series no vienen a ser sino las viejas radionovelas actualizadas que a su vez fueron la actualización de las novelas por entregas, hay algunas que pueden merecer la pena – recuerdo ahora por ejemplo la danesa Borgen– y otras particularmente curiosas y acaso hipersignificativas.

Entre estas últimas podría situarse The Crown, un drama histórico centrado en la figura de Isabel II ideado por Peter Morgan, y producida para Netflix, tomando como referencia una obra de teatro sobre la misma temática así como el film The Queen (2006) dirigido por Stephen Frears . Elogiada por su buena dirección , por el alto nivel de los actores y actrices y por la excelente ambientación , ha sido también muy duramente criticada por algunas licencias argumentales no sancionadas históricamente.

Y es que The Crown es un desfile continuo de conservadurismo casposo, infelicidad programada, oportunismo desafiante y, en muchos momentos , imbecilidad generalizada. Pues toda la ralea de los Battenberg transformados en Mountbatten y Winsord- el divertido Felipe de Edimburgo, la altisonante Margarita, el envidioso e inseguro Príncipe Carlos y su seductora a fuer de inculta Lady Di, o los sinsorgos Eduardo y Andrés- no aparecen mejor tratados que, por ejemplo, la Primera Ministra Margaret Thatcher , bruja piruja de afilada nariz a la que solo le falta la escoba , quedando siempre a salvo, en una prudente distancia, la todavía soberana Reina Isabel.

Any way, y visto lo visto ( en The Crown, of course) lo primero que se puede constatar es la imposibilidad ontológica actual de hacer algo similar en estos lares en los que la monarquía siempre ha sido más o menos constitucional y se ha impuesto frecuentemente a sangre y fuego tras breves, brevísimos, episodios republicanos. Y que a falta de un apoyo popular explícito- salvo aquel famoso «¡Vivan las caenas!»- ha sido balizada desde los Reyes Católicos por la Iglesia ad hoc y el generalato.

Sin embargo, materia para hacer una serie análoga no habría de faltar comenzando por el demérito Rey Emérito así como del entorno familiar inmediato y mediato y,análogamente, ascendiendo en la escala borbónica en un más bien descenso ad inferos.

Y si en algún otro momento histórico se diera la posibilidad de hacer un The Cronw hispano contemporáneo, y no esas apologías medievalistas tan típicas y tópicas – y tan estúpidas- propias de la mentalidad conservadora connespacial ( en palabras del sociólogo Karl Mannheim ) quizá fuera porque la monarquía se habría asentado tan definitivamente que ya no tendría necesidad de defenderse ni siquiera en la ficción, o porque hubiera desaparecido, también definitivamente…

Pero entre tanto… “Inquieto es el reposo de la testa coronada” como dijo William Shakespeare en su Enrique IV.

¿MOLA «CARMEN MOLA»? ( o sobre el último Premio Planeta)

Carmen Mola ha resultado vencedora del último Premio Planeta por su novela La Bestia.La sorpresa se ha producido al comprobarse que Carmen Mola es el pseudónimo colectivo de  Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez, conocidos por sus trabajos como guionistas y por ser los autores ocultos de una trilogía del género negro.

El desvelamiento de la autoría ha desatado toda clase de críticas , mayormente negativas, bien por considerar la operación una estafa literaria, una muestra flagrante de oportunismo ante el Me too o incluso un despropósito de una frivolidad hiperbólica ( “Y alguien dijo ‘Carmen’, así, sencillo, españolito, y nos gustó. Carmen mola, ¿no? Pues Carmen Mola. Y se acabó”, cuenta Antonio Mercero»)

Aun así, la polémica podría inscribirse también en el contexto de las actuales discusiones y matizaciones sobre las diferencias entre el género y el sexo que, por otro lado, tanto juego ideológico y social están dando en el ámbito del feminismo o en el mundo que se acoge a las siglas LGTBIQ+.

No obstante, también sería conveniente recordar que en el ámbito literario ha habido autorías disfrazadas famosas como las George Sand ( Amantine Aurore Dupin), Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber) o Victor Catalá ( Caterina Albert ) si bien es cierto que estos pseudónimos correspondían a momentos históricos de una fuerte impronta patriarcal

Por otro lado, tampoco se pueden olvidar viejas referencias, como la de Flaubert – «Escribir :una forma de ser mujer» o «Madame Bovary soy yo» que hace algún tiempo rescató Pierre Bourdieu en su Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario (1995) – o de aquel lúcido ensayo de Amparo Moreno Sardá titulado El Arquetipo Viril (1986) que todavía aportarían muchas pistas…

Pero aún así, ¿ mola lo de Carmen Mola?…