AMAZON ( y la «Literatura»)

No suelo frecuentar Amazon sino para comprar algún que otro e-book o bien libros en papel que no puedo conseguir a través de las librerías – y, por cierto, qué ediciones tan baratas y cucas se hacen allende nuestras fronteras.

Pues bien, hace poco me ha llegado una oferta de este macro-vendedor digital, proponiéndome la compra de varios e- books con un descuento del 85%. Y lo más curioso ha sido la clasificación de los mismos que comenzaba como sigue: Novela Romántica, Novela Negra, Literatura…No he leído más. Caramba, o sea que , a juicio de Amazon, la Novela Romántica o la Novela Negra no son Literatura y viceversa.

Y en ese momento me he acordado de la polémica que mantuvieron hace ya algún tiempo Vicente Verdú y Manuel Rico, en la que el primero defendía que literatura era aquello que no podía ser retranscrito a ningún otro medio, ni al teatro, ni al cine, ni…a una serie televisiva. Y que la razón de ello era la propia densidad y materialidad de la escritura, ajena a cualquier tipo de transferencia.No despreciaba Verdú otro tipo de expresiones ( ¿artísticas?), pues él mismo se desempeñó también como pintor en los últimos años de su vida, sino que simplemente, decía, quería «dejar claras las cosas».

Desconozco el valor que pueda tener hoy en día este deseo de claridad, sumergidos ( y sumergidas, of course) en el nuevo mundo que se ha abierto con la proliferación de plataformas digitales y redes sociales, y que tanto se ha implementado durante la pandemia del COVID-19. Y tampoco soy capaz de evaluar la radicalidad de la definición de literatura que proponía Verdú, frente a un más complaciente que no menos sabio Rico.

Tan solo se me ocurre pensar que cada vez será más difícil dar cuenta de la particular experiencia de leer, si se entiende por ello la lectura de una obra que, por sí misma ,merezca la pena ser leída más de una vez, como defendía C.S. Lewis en un viejo ensayo titulado precisamente La experiencia de leer

EL ARTE NFT( ¿o «El traje nuevo del Emperador «? )

Hace ya muchos años, una buena amiga que trabajaba supervisando las exposiciones de una sala institucional me comentó que, al finalizar una de ellas , se comprobó que había desaparecido una pieza. Hechas las correspondientes indagaciones, un obrero que participaba en el montaje confesó que se la había llevado a casa para utilizarla como perchero.

Esta anécdota puede ser muy similar a otras muchas, como ,por ejemplo, la de quienes se hacen sonrientes fotografías junto a la «araña» (Maman) de Louise Bourgeois , ubicada en el exterior del Museo Guggenheim Bilbao, sin percatarse de la profunda tragedia bajo la que se amparan.

Tal incomprensión entre la obra y el público, solo puede acaso entenderse teniendo en cuenta la crisis del realismo y la aparición de las vanguardias durante el siglo pasado. Una crisis multifactorial que , por un lado, recuperó la impronta del artista frente al artesano ,desenvolviéndose en el ámbito del juego, y que, por otra parte ,generó un nuevo espacio artístico capitalista y especulativo, equivalente al ámbito de la arbitrariedad de los antiguos mecenas.

La última vuelta de tuerca de estas tendencias está siendo probablemente la aparición de las obras digitales en NFT ( Non Fungible Tokens ),de particular reproducción codificada y rápida obsolescencia, objetos al cabo perfectos para el ámbito del arte en la edad de la virtualización generalizada, tan acelerada durante la pandemia. Una pequeña muestra de ello es la obra » Io sono» del artista italiano Salvatore Garau, que ha conseguido vender una escultura intangible e invisible por 15.000 euros. Pero en el «mercado» de los NFT se mueven ya millones de divisas.

Y si, como tantas veces se ha comentado, el arte adelanta en sus nuevas formalizaciones estéticas las futuras configuraciones interpersonales y sociales, este nuevo paso debería dar mucho que pensar, sin recurrir necesariamente a la antigua fábula de El traje nuevo del emperador , de H. C. Andersen…

ENRIQUE BADOSA ( In memoriam)

En Barcelona y a los 94 años ha muerto Enrique Badosa. Muchos serán los obituarios que recuerden su larga vida y su prolífica obra como poeta, ensayista, traductor y editor que le hicieron merecedor de numerosos premios y reconocimientos, entre ellos la Creu de Sant Jordi en 2006.

Yo conocí a Enrique en la capital catalana en diciembre de 1970 de la mano de mi tío el escritor Julio Manegat, a cuya casa había acudido a pasar las navidades. Fue un fin de año muy tenso, pendientes como estábamos del indulto a los condenados en el proceso de Burgos, pero el ambiente no impidió que continuaran los actos literarios . Tras uno de ellos, celebrado en la entonces famosa Formiga d’ Or del Portal de l’Àngel , Enrique y Julio organizaron una escapada a Sitges a la que me sumé gustosamente.

Paseando por la villa marinera, Enrique , en un aparte, me recomendó que siguiera escribiendo – había sido presentado como un «joven poeta» – y …que hiciera algún deporte ,dada la endeblez física que por entonces presentaba y que yo relacionaba estrechamente con la figura del poseído por alguna musa.Cuando nos despedimos, me regaló un ejemplar de sus Baladas para la paz con una cariñosa dedicatoria, que aún conservo.

Fueron pasando los años y mientras él mantenía su gran actividad ,daba cuenta siempre con acuse de recibo, de mi breve obra poética, desde Teoría del extraño movimiento ( 1985) hasta Breve ensayo de cartografía ( 2015).Y yo, extraños e inconscientes vínculos, lucía en mi garganta un foulard verdoso de paramecios que él, tan aficionado a esta prenda, no se hubiera puesto al cuello jamás.

Desde aquel encuentro y siguiendo su primer consejo, he continuado escribiendo, si bien mayormente ensayo, y en cuanto al deporte, una vez desvelada la añagaza romántica por mor de la edad, he de decir que continúo teniéndole una aversión tan física como metafísica.

Aún así, y más allá de esta larga amistad literaria, le debo a Enrique y también , cómo no, a Julio Manegat el haberme abierto el mundo de la literatura catalana – ¡ Ah luminosas mañanas leyendo a Espriu y a Foix y aquellas largas tardes dedicadas a Pla! – que ha sido clave en muchas de mis derivas posteriores.

Descanse en paz, pues, Enrique Badosa, que seguramente ha muerto pensando encontrarse con muchos viejos amigos en «la seva última navegació cap al misteri» – como le gustaba decir a Julio Manegat…

INTEMPESTIVAS PANDÉMICAS (13.- Sobre la Universidad del futuro)

El último boletín del Observatorio del Sistema Universitario contiene tres informes que deberían dar mucho que pensar a quienes han asumido la responsabilidad de la planificación educativa.

Así, y en primer lugar , se da cuenta del Proyecto del «Real Decreto de organización de las enseñanzas universitarias», en el que la clave es la hibridación docente – alternancia entre la presencialidad y la virtualidad on line -más allá de una reforma generalizada de la estructura de las areas de conocimiento y de las titulaciones.

En segundo lugar se presenta un exhaustivo informe sobre el volumen de la «deuda universitaria» – el conjunto del crédito emitido para realizar estudios universitarios, fundamentalmente en instituciones privadas- en USA, que asciende a 1,5 trillones de dólares, y cuya devolución está prevista para los próximos veinte años.

Y, por fin, un análisis de la evolución del acceso a la universidad pública en Cataluña (2002-2017), muestra que la tasa de acceso de la juventud con progenitores con estudios universitarios casi triplica la de jóvenes con progenitores con estudios obligatorios, y duplica la de jóvenes con progenitores con estudios secundarios postobligatorios.

Sobre la hibridación como modelo de aprendizaje, poco hay que decir: ya se veía venir, dada la evolución social y la hibridación generalizada- aparecería aquí de nuevo la figura del zoon elektronikón– , tan acelerada por la pandemia del COVID-19.

En cuanto a la «burbuja universitaria», será cuestión de mantener la atención, pues más allá de que los modelos autóctonos suelen inspirarse, por defecto y apariencia de modernidad, en los vigentes en el Imperio, y a pesar de las reticencias del sistema universitario europeo, la privatización, un tanto descontrolada, de la enseñanza superior, presenta un avance tan sostenido como mercantilizado.

Por fin, respecto de la reproducción social que suponen los datos expuestos en relación al acceso a las aulas universitarias- y que sería necesario cotejar con los de otros lugares de la piel de toro– , todo parece señalar que, a fuer de leves subidas , la situación no ha cambiado mucho desde que Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron analizaran globalmente este aspecto tan trascendental, cultural …y políticamente.

KRUTWIG

Decía el hoy tan olvidado Michel Foucault que, independientemente de su capacidad analítica social, el marxismo fue una buena «caja de herramientas» para luchar contra la opresión.

Federico Krutwig Sagredo, de quien hoy se cumple el centenario de su nacimiento, fue también una «caja de herramientas» que sirvió de utillaje en las variadas polémicas que se suscitaron en la sociedad vasca desde el último tercio del siglo pasado.

Pues como recordaba Baleren Bakaikoa en un reciente artículo, Krutwig agitó el debate socio-lingüístico desde su pronta entrada en Euskaltzaindia (1943), se erigió en teórico de un nuevo independentismo post-aranista armado ( Vasconia, 1963) y , tras avatares e iniciativas varias ( como «Jakintza Baitha» )profetizó el advenimiento de una nueva era de predominio digital ( Computer Shock. Vasconia. 2001 ,1984) avanzando la aparición de un ciber-proletariado, concepto hoy más matizado por las investigaciones de, por ejemplo,Ursula Huws.

Se ha hablado mucho sobre el proceso de reconstrucción de la memoria colectiva ( que es «multiple» ,como ya apuntó Maurice Halbwachs y que nada tiene que ver con la denominada «memoria histórica») tras los durísimas décadas vividas bajo las acciones armadas de ETA y las correspondientes de los aparatos de Estado.Y sin duda esa reconstrucción será larga y dificultosa sobre todo en la medida en que se quiera imponer un relato único que además de no explicar nada , nada pretenderá comprender, en sentido weberiano.

Y para ello, para alcanzar a comprender las dimensiones de lo ocurrido, siempre estará pendiente la investigación de la intra-historia intelectual de aquellos años- algo que comenzó a esbozarse con la publicación de los Documentos Y ( Ed. Hordago, 1979) – en los cuales Federico Krutwig tuvo un papel sin duda relevante y acaso más trascendente de lo que se pudiera suponer.

LA CIUDAD VACÍA(DA)

ALICANTE (Rafael Arjones)

Uno de los aspectos más relevantes que se han manifestado como la otra cara de la moneda del confinamiento estricto de la ciudadanía, ha sido el vaciamiento de calles y plazas.

Y ,como era de esperar, han surgido diversas reflexiones al respecto, unas desde el punto de vista psico-social, ya que en tales lugares suele desarrollarse mayormente el encuentro colectivo y el intercambio comunicativo, y también otras de carácter más bien estético, en las que , mediante diversos recursos , se ha intentado mostrar imágenes difíciles de contemplar en otros momentos y circunstancias.

Unas y otras han llevado , en algunos casos, a una reconsideracion sobre la importancia de los espacios abiertos en relación al futuro de las ciudades, mostrando el beneficio de la interrelación con la naturaleza y entre sus habitantes, frente a las pretensiones especulativas que pretenden colmatar cualquier espacio libre bajo la legitimidad de una modernidad anclada en el siglo XIX.

En este sentido, se puede decir que también ha habido expresiones mixtas que han recogido hábilmente los registros visuales y sonoros alternándolos con la reflexión psico-social, si bien es cierto que en algunos casos han resultado más exitosas ,como la realizada en Alicante mano a mano entre el sociólogo Juan Antonio Roche y el fotógrafo Rafael Arjones ,y otras un tanto confusas , como la que se puede contemplar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao , que bajo la autoría incontestable de Antoni Muntadas, presenta una muestra antológica de su obra bajo el título de «La ciudad vacía» que no expresa precisamente lo más sugerente de la exposición.

En cualquier caso estos registros , y otros similares, deberían ser de mucho interés para quienes hayan de repensar las ciudades en el futuro post-pandémico, como de hecho ya se está haciendo, por ejemplo, en París , donde hay una apuesta decidida por las manzanas comunitarias, soleadas y abiertas, la eliminación de cruces de calles en ángulo recto para facilitar la apertura de pequeños jardines en los nuevos márgenes, el mantenimiento y ampliación de los parques urbanos ,o, por fin , la consigna de movilidad de 15 minutos respecto de los servicios más relevantes…

NOMADLAND ( o la americana[da] impasible)

Nomadland es el film más «pandémico» que se puede ver en la actualidad pues todo transcurre en la distancia ( social) ,sobre el fondo de un paisaje en el que no se sabe si se está ante el comienzo de un nuevo mundo o ante su final definitivo.

Por lo demás, se trata de una película de extricta militancia norteamericana pues en ella se manifiestan todos los tópicos más recurrentes, acumulados desde el momento fundacional de los Estados Unidos de América. Así no falta ni la apología de los pioneros – convertidas sus caravanas en auto-caravanas- , ni el buenismo de las comunidades hippies de los 60 con sus gurus barbudos, ni el tímido toque beatnik del Jack Kerouac de En el camino, ni, por supuesto, la presencia de la lata de sopa Campbell.

Todo ello ordenado según el esquema narrativo de la road movie – otro típico tópico -y bajo el protagonismo severo de una Frances McDormand, siempre despeinada y mirando hacia horizontes lejanos, que no sucumbe ni por un momento a las decorosísimas aproximaciones de David Strathairn y que va de aquí para allá en compañía de lumpen-mujeres que trabajan temporalmente en Amazon porque «pagan bastante bien» (sic).

Y es este último detalle el que permite darle la vuelta a la tortilla, pues en el texto original en que se basa la película – Surviving America in the Twenty-First Century, de Jessica Bruder-  Amazon salía muy mal parada.

Así que, una vez dada la vuelta a la tortilla por este aspecto aparentemente tan insignificante , Nomadland puede ya contemplarse como un modélico producto hollywoodiense , y , como tal , candidata avant- la- lettre de todos los premios posibles admitiendo explícitamente los valores de lo políticamente correcto, a expensas de no denotar la menor tensión política ni la menor tensión emocional : todo está tramado desde la lejanía operativa, tanto respecto a lo que pueda ser USA ad intra y ad extra, como de los mismos personajes cuyos encuentros aparecen enmarcados algorítmicamente como si dependieran de bien programadas plataformas digitales.

En fin, que por mucho que se le quiera sacar la punta a todo esto, Nomadland no deja de ser una americanada nostálgica con un salpimentado postmoderno articulado en pequeñas dosis de aburrimiento e incitaciones al sueño que no a la ensoñación ( que hubiera dicho Jaime Gil de Biedma). Un producto por lo tanto perfecto para esta etapa pandémica, distribuido ( y no se sabe hasta qué punto producido) por The Walt Disney Company que, como ya es conocido, fue, ha sido y es la gran generadora de todas las fantasías fantasiosas de yanquilandia…

INTEMPESTIVAS PANDÉMICAS ( 12.-Entre la información y la propaganda )

“La denotación no es el primer significado, pero pretende serlo; bajo esta ilusión, al final no es más que  la última de las connotaciones” afirma Jonathan Potter en una ya clásica y célebre obra (La representación de la realidad: discurso, retórica y construcción social). Y la afirmación viene al pelo al observar la transformación que está experimentando el mundo informativo durante la pandemia del COVID-19.

Pues, si la denotación se ha vuelto radicalmente aseverativa a partir de datos cuantitativos que se muestran en diagramas y curvas, adhiriéndose a esa forma de verdad que se denomina científica porque se puede resumir en la supuesta objetividad de lo matemático, la connotación se ha multiplicado y dividido según resultaba conveniente, señalando culpas algorítmicamente entre la emigración contaminante, la juventud inconsciente, la hostelería inconsecuente, la judicatura autista o, en fin, entre la ciudadanía toda irresponsable.

De manera que , interpretando lo anterior a la luz de lo primero, los datos en verdad comunicativa, no están resultando ser sino la connotación de la denotación de una Gran Culpa, que como todas las culpas, es tranferida, y en este caso, claramente desde el poder político y sus instituciones que por no aparecer ni en la denotación connotativa ni en la connotación denotativa, se salva de la quema general y, de paso, se reserva la opción de un empoderamiento mayor y progresivo bajo la mirada fría y perturbadora de la tecnocracia.

O, dicho de otra manera, para quien las palabras anteriores le parezcan ambiguas y no prudentemente indirectas , que la información se está transformando y más que nunca en propaganda, siendo buena muestra de lo cual la disposición de los denominados informativos de las televisiones públicas, controladas, obviamente, por los poderes políticos antes mencionados ( y escalados).

Por supuesto, siempre quedará el ámbito de la opinión, en estos momento quizás el más responsable por suscribirse cualitativamente con nombre y apellidos, y también, cómo no, la figura del profesional que investiga allá donde no resulta fácil hacerlo ( aún así corre el peligro de que se le rindan extraños honores militares), pero mantener la independencia intentado evitar que la información predomine sobre la propaganda será sin duda otra tarea post-pandémica…

INTEMPESTIVAS PANDÉMICAS ( 11.- Entre las series y el cine)

La pandemia del COVID-19 ha acelerado notablemente el consumo de todo lo audiovisual, pues su uso resulta profiláctico en la medida en que se pueda acceder on line, o sea, a distancia (de seguridad).

Las grandes plataformas ( como HBO o NETFLIX) se han afanado en la producción y distribución de nuevos contenidos, ampliando un nicho de negocio que ya venía siendo relevante.

Y entre la oferta que luego ha sido más demandada, sobresalen las series que, en algunos casos se prolongan en varias temporadas.

Desde luego, lo serial no es algo nuevo: hace cincuenta años, cuando apenas si había dos cadenas de televisión pública, los seriales eran uno de los nutrientes fundamentales de la radio, aunque solían ser bastante convencionales y pacatos. En realidad eran , a su vez, la trasposición de la «novela por entregas», de la prensa escrita.Tras la eclosión de las tele-novelas, de motivación fundamentalmente romántica, vinieron ya las series como tales, bien de tono más dramático y lacrimoso, bien resueltamente jocosas ( y con risas de fondo incluidas). Y lo serial ha llegado hasta nuestros días abarcando una temática de difícil clasificación.

Curiosamente, lo serial implica una continuidad en su diseño y realización que es claramente percibida y anhelada en su recepción: ha pautado y pauta la abdución momentánea periódica de los espectadores en otro mundo cumpliendo rigurosamente las condiciones de las «zonas limitadas de significado», como denominaron Peter Berger y Thomas Luckmann ( en La construcción social de la realidad )a estos dispositivos que logran «desviar la atención de la vida cotidiana».

Y ciertamente ese «desvío», más allá del consiguiente y sano «entre-tenimiento» no tendría nada de objetable, aunque en muchas ocasiones se aproveche una trama para difundir colateralmente la necesidad de la violencia o incluso de la tortura- es un ejemplo – o para denunciar algo que se presenta como , por otro lado, ineludible ( por ejemplo, la corrupción), pero, sobre todo marca un ritmo de dependencia temporal ( todos los días un capítulo de una temporada) que, en las circunstacias en que ahora vivimos se multiplica desde sí mismo: no otra cosa son los denominados «maratones de series».

Por otro lado, las series, por su condición productiva, pueden acabar siendo tan similares que en ocasiones son vistas varias veces sin tener intención ni conciencia de ello, resaltandose así su función como tensionadoras de una continuidad temporal.

Frente a este aspecto, tan relevante como oculto, los films, lo que antes se denominaban películas en perfecta metonimia, y más si son de autor(a), ya sean vistos en salas de cine ( cada vez menos), o bien en soportes digitales domésticos ( cada vez más), todavía conservan su capacidad de escansión temporal, la posibilidad de generar un antes y un después, y por lo tanto, de romper con lo serial y marcar un punto de inflexión reflexiva, a pesar de ser también, cómo no, «zonas limitadas de significado». Aun así muchos de ellos van presentando rasgos seriales que luego se concretan en «sagas» con secuelas o precuelas.

Por supuesto, a estas distinciones entre la connotación significativa diferente ente las series y los films, se podrían añadir consideraciones varias de tipo ideológico o social, pero rescatar al cine del caldo de cultivo estético de las series, será probablemente una tarea para el futuro, si se desea mantener su perspectiva verdaderamente innovadora, aunque en estos momentos esta propuesta pueda parecer, una vez más, intempestiva…

INTEMPESTIVAS PANDÉMICAS ( 10.- La Gran Hibridación)

Es muy posible que el mundo post-pandémico se presente como la globalización de una Gran Hibridación.

Y no solo de la hibridación energética que ya se presenta con su marca propia en el perímetro de la energía y que se manifiesta en la combinación entre los productos petrolíferos y la electridad ( con sus variantes ), ni tampoco en la evidente hibridación social generada por la cada vez más relevante utilización de las prótesis electrónicas ( smartphones, tablets…) y que viene configurando lo que se ha denominado zoon elektronikón.

Pues la Hibridación , como paradigma, está poco a poco reestructurando otros ámbitos. Así ocurre por ejemplo en el espacio liminar de las contiendas bélicas, en el que las armas aparecen progresivamente dotadas de mayor autonomía en función de algoritmos inducidos preventivamente. O en los flujos financieros que combinan deseos e instintos ancestrales con datos estadísticos inmediatos. O en la dialéctica entre las ciudades y el medio rural despoblado que pretende superarse bajo la propuesta de una nueva colonización. O en las mismas ciudades, que , con excepciones lamentables, se abren desde sí mismas hacia los espacios verdes y a peatones y ciclistas. O en el tercio laboral, en el que el tele-trabajo se presenta ya como una alternativa tan mixta como razonable. O en las actividades culturales ( como exposiciones, conferencias…) en las que el streaming simultáneo se va aceptando con normalidad. O en las aulas, en las que, salvo excepciones, las pantallas resucitarán al profesorado y al alumnado cuando sea necesario. O en la medicina, que cada vez reemplaza más la exploración por las analíticas.O en las relaciones con la Administración, en las que, todavía con torpeza, se acepta en un sí o sí, la sustitución paralela del pertinente funcionario o funcionaria, por un nombre de usuario y una clave. O en las aproximaciones íntimas, en las que la presencialidad y la virtualidad parecen combinarse y descombinarse con un menor coste emocional. O , por, fin, en la hibridación claramente expuesta en la reconsideración de sexos y géneros bajo el amparo de siglas aglutinantes y de prefijos trans

Sería penoso , e impropio desde una perspectiva científico social , valorar moralmente estos procesos de hibridación, aunque sí se pueda atisbar que se necesitará una reflexión ética para dar cuenta de los valores que esta Gran Hibridación está poniendo en cuestión respecto del pasado y está proponiendo , acaso subrepticiamente ,para el futuro…