Contaminación visual

La escoria social ha de vivir rodeada de un entorno acorde a su condición que le recuerde a cada momento los motivos de su felicidad.

Tuve la fortuna de nacer en el pueblo más bonito del mundo, justo antes de que unos malnacidos estropearan por siempre la eternidad, su ancestral belleza natural heredada, importándoles un comino las generaciones venideras. Tal vez sea por eso que soy de los que sabe apreciar la inconmensurable beneficiosa presencia de un paraje natural, con la brizna de la hierva cosquilleándote los pies, el susurro de las olas yendo y viniendo en el muelle, la sombra de los eucaliptos y su refrescante fragancia abriéndote los pulmones para llenarlos de aire puro, experimentar en un día claro la maravilla de tener por suelo la Madre Tierra y por techo al Celestial Padre estrellado, pues mirase a donde mirase había azul y verde en el horizonte, y los días de lluvia, terminaban con un espléndido Arco Iris que contemplar.
Aunque, a veces lo pienso… no hubiera sido mejor haber nacido un poco después y haberme evitado tener que vivir con la melancólica añoranza de un espacio perdido para siempre, saudadi que solo encuentra refugio en las postales de la época que alguien se tomó la molestia en recopilar para mayor sufrimiento de la memoria si cabe. ¡Malditos! ¡Malditos! Clamaba Charlton Heston frente a las ruinas de la estatua de la libertad…y yo con él, me pregunto: dónde están los responsables del deterioro de nuestro hábitat.
Ahora mire a donde mire encuentro asfalto, cemento y feos edificios, que ni siquiera les ha remordido la conciencia para si bien nos robaban el paisaje, cuando menos habernos dejado una urbe digna de admirar, que ya los jardines dieciochescos demostraron que el ingenio humano nada tiene que envidiar a la naturaleza cuando se propone reemplazarla tomando de ella lo mejor en beneficio nuestro. Pero no…no podía ser. Al gris del cemento vertical, y al negruzco alquitrán que todo lo serpentea, había de añadírsele las vallas publicitarias y los letreros comerciales con colores chillones que salpican nuestro transitar de basura cognitiva, afeando todavía más, nuestra ya deplorable vida urbana, que por si fuera poco siempre anda en obras con las espantosas barreras plateadas arquitectónicas que anuncian su presencia ya denunciadas por el escultor Ibarrola que a modo de protesta las incorporó a su propia obra para evidenciar el daño visual que provocaban.
Es posible que para forzar la fabril producción, y fomentar el consumo compulsivo, sea preciso degradar el entorno lo suficiente como para que no podamos hacer otra cosa mejor. Pero estamos llegando a unas cotas de contaminación visual, al margen de las lumínica, acústica, y mental, que dentro de poco tendremos que contentarnos con ver documentales y recreaciones históricas, porque si bien hace tiempo que los niños no conocen vacas, gallinas, y ovejas, ni saben donde están los mejillones, cangrejos o quisquillas de verdad, al menos que puedan llegar a visitar algún día los montes y las playas; Incluso, sin necesidad de salir de la propia ciudad… va siendo hora de reemplazar tanta farola por más árboles frutales por los que puedan correr liebres y ardillas, tanto gran almacén por más parques con estanques repletos de peces de colores nadando entre nenúfares, tanto coche en las aceras por más columpios y toboganes, tanta valla publicitaria, por más representaciones artísticas. Claro que, puedo estar equivocado y a la mayoría le guste el espacio visual en el que vive a diario, entre semáforos, escaparates, nichos de edificios, farolas, señales de tráfico, más anuncios de Coca Cola que crucifijos en los colegios, logos de bancos haciéndose falsamente la competencia, entre insultantes Arcos amarillentos del Mac Donalds que ilustra en una gigantesca hamburguesa sus vergüenzas ante mendigos que duermen acurrucados bajo el bordillo de su condimentado saliente, mientras les ilumina un gigantesco triángulo verde, que hace las veces de calendario estacional anunciando las rebajas de verano, las de invierno, las ofertas de Otoño, o el no por esperado manos sorpresivo de ¡Ya es primavera en el Corte Inglés! Que si no…ni nos enteramos.

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