EpC: Cómo sobrevivir a la crisis en el Estado del Bienestar

La gente está muy preocupada, no ya tanto por la incertidumbre del futuro, cuanto por la certidumbre del presente, en un desquiciado Carpe Diem colectivo que, a más de uno, le está costando la vida, sin que ello compute en estadística alguna como violencia de ningún género y mucho menos terrorista. Pero nuestro controvertido Estado del Bienestar, siempre en entre dicho, puede ofrecer distintas alternativas a todos y cada uno de los miembros de una buena familia cristiana, de esas formada por un matrimonio como dios manda, con sus hijos mayores que no tienen a dónde ir y los abuelos con sus pensiones reunidos bajo el mismo techo embargado, sentados a la misma mesa aunque no tengan para comer y que pasan felices sus vidas junto al televisor por no tener ninguno de ellos trabajo, ni disponer de dinero para salir a tomar un café, ahora que ha subido la luz…

Los abuelos, ya tienen edad de vivir en un psiquiátrico de la Seguridad Social. Con dicha intención, evidentemente no basta aducir que chochean. Se debe presentar un cuadro convincente de demencia senil para que su solicitud de ingreso sea aceptada. A tal efecto, bueno sería que antes de tramitar nada, varios vecinos del barrio les vean pedir por las esquinas, recoger cosas de los contenedores y ¿por qué no? robando las meriendas a los niños en el parque al estilo del oso Yogy. Gracias a su testimonio, con que vayan mal arreglados, despeinados y sucios, será suficiente para que la demanda prospere; A cambio pueden comprometerse a votar cuando haya elecciones.

Los hijos pequeños, lo tienen muy fácil para que las autoridades que no condenan ni prohíben la apología de la pedofilia, retiren su patria potestad y se hagan cargo de sus tiernas infancias. Con los adolescentes, ya es un poco más problemático, sobre todo si son chicos, aunque también, puede encontrárseles cierto acomodo si dan con el juez adecuado que les pueda enchufar en algún hogar de acogida sobre todo por las noches; Quienes de verdad lo tienen muy chungo, son esos menores de edad mental que pese a contar con la mayoría biológica, han sido educados al margen de los problemas hasta que estos les sobrepasan. Sé que es difícil de aceptar, pero a lo mejor su mejor salida, sean las drogas, para así tener motivo de ser enviado a un centro de esos que trata la desintoxicación; Eso, o cometen un delito grave antes de los dieciocho, como para que le condenen a permanecer en un reformatorio varios años más y luego pueda acogerse a medidas de reinserción que deben ser supereficaces, pues la mayoría reinserta y vuelve a reinsertar en otros centros penitenciarios.

Las mujeres entre nosotros, a diferencia de los pueblos musulmanes, sí tiene dónde caerse muerta: cuenta con toda una red de asistentes sociales que velan por su seguridad a la mínima que el marido le levante la mano. Por eso, de mutuo acuerdo, el buen esposo, con todo el dolor de su corazón, podría propinarle una buena zurra y ella gritar más de la cuenta para que el escándalo sea denunciado por buenos samaritanos, antes de que desaparezcan los moratones. Que ser llevada a un piso refugio y librarte de la pobreza, bien vale una paliza, pero no ir de verdad al hospital.

Por último, los hombres, a consecuencia de lo anterior, si ellas cumplen su parte del trato y nos denuncian como deben, seguramente acabemos en la cárcel, que ahí donde la tienen dicen que ha entrado en crisis, pero es falso, porque cada vez hay más. Una vez en prisión, podemos apuntarnos a cualquier taller educacional que nos prepare para nuestra futura salida laboral, pues según un reciente estudio publicado por Instituciones Penitenciarias, más de la mitad de quienes hacen estos cursillos en chirona, encuentra trabajo fuera. ¡Un chollo!

Así, con los abuelos en el hospital municipal, los hijos repartidos por orfanatos provinciales, hogares tutelados por la Diputación o en centros de desintoxicación, la mujer escondida en algún piso de acogida de la Comunidad, y el marido metido en la cárcel del Estado, una familia puede pasar la crisis desayunados, comidos y cenados, disfrutando del auténtico Estado del Bienestar, que algunos se empeñan en preservar y otros destruir.

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