Hasta hace bien poco, tres eran las acepciones que humildemente manejaba sin tapujos de la voz “Género”: el género de las palabras, el género que los comerciantes guardaban en la trastienda y el género al que podía responder una película u obra teatral. Pero henos aquí que, de un tiempo a ésta parte, tan noble y respetable término ha degenerado semánticamente. Ahora, por influencia y clonación del puñetero inglés, puede emplearse indebidamente por esa otra huidiza palabra a la que también se dijo “amor”. Y es que mientras en la lengua de Shakespeare, “gender” puede referirse tanto al género de las palabras, como al sexo de los animales o personas, sucede que en la lengua de Cervantes, distinguimos sin dificultad entre el género y el sexo, de igual manera que lo hacemos entre pata y pierna, macho y varón, crianza de la prole y educación de los hijos.
Cierto que, no es la primera vez, ni será la última que ocurra esto y que hasta bien mirado sean éstas pequeñas incorrecciones populares las que enriquezcan y hagan progresar el idioma. Pero en este particular, cabe decir aquello de el progreso ha ido demasiado lejos, y corremos el riesgo de no llegarnos a entender.
De continuar así, es posible que toda la comunidad de hablantes empecemos a tomar la palabra “género” como sinónima y menos agresiva que la atrevida voz “Sexo”, cuya sola pronuncia parece despertar en nuestros carnosos labios libidinosos, los deseos más pecaminosos que beata mente pudiera imaginar… verdadera razón ésta por la que triunfa sin desmayo entre nosotros tan infeliz hallazgo mediático. De acontecer tan magna confusión, habríamos en breve de traducir muchas otras añejas expresiones, como cuando nos referimos al “género de los ángeles”, o al “género, drogas y rock and roll”, que dudo mucho sonarían igual de bien, por no hablar de la denominada “generación espontánea” y el “género chico”. Por supuesto, habríamos de poner más cuidado en adquirir en el videoclub películas de “género infantil”, todo sea que nos detengan por pedofilia. Los “medicamentos genéricos” verían aumentar sus ventas hasta igualar al viagra, o a los afrodisíacos; “las nuevas generaciones del PP” serían mucho más atractivas para cuantos buscasen participar en orgías y bacanales… Pero ya puestos, seguramente unos conceptos nos llevarían a otros y en consecuencia, en vez de “hacer el amor, haríamos el género” y diríamos eso de “Haz el género y no la guerra”. Y hasta el mismísimo Benedicto XVI, en lugar de decir que “Dios es amor”, nos sorprendería con un esclarecedor “Dios es género”, que a más de un estudioso de los textos místicos ayudaría a comprenderlos en su justo marco hermenéutico, eso de que Dios es “generoso”. Y quien sabe, si por uno de aquellos beneficios inintencionados que describiera Mandeville y por arte de birlibirloque en un social acto psicolingüístico freudiano resultase que en “general”, perdiéramos el miedo de hablar de eso, y dejara de ser tabú conversar alegremente un poco más desenfadados sobre el “género” que todos llevamos entre las piernas, de tal suerte que se “generarían” menos fobias, traumas, frustraciones y neurosis.
Claro que… siempre habrá alguno que en ello apreciase el típico rasgo del “degenerado”.
Si con el epígrafe o titular de “Violencia de género” deseamos referirnos al maltrato que el hombre ejerce sobre la mujer en nuestra sociedad, lo propio sería decirle violencia machista que aparte de ser más correcta, es mucho más expresiva. Si fuera el caso de que lo que se quisiera trasmitir fuera otro significado o paralelo o concomitante, tenemos multitud de adjetivos más certeros y apropiados para cada circunstancia que se desease describir, como son Violencia familiar, violencia doméstica, violencia de pareja, violencia conyugal. Todas ellas, mucho más gráficas que la vaga y confusa violencia de género que etimológicamente os remite al daño que unas palabras se hacen a otras, como parece que ha sucedido en este caso, donde un término anglosajón, ha desplazado bruscamente a nuestra querida palabra sexo, sin ningún “género” de dudas.
La degeneración del género
http://www.youtube.com/watch?v=IBMCyD_jTR8
Ten en cuenta que lo que se busca con la propaganda es confundir.A la discriminación primero la llamaron «discriminación positiva», luego «acción positiva», luego «acción afirmativa» , etc. Posteriormente, le he perdido la pista.
Que me dice usted estimado Nicola acerca del concepto »liberacion femenina » ,adoptado a finales de la decada de los 80 .