Móvil y cáncer

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A menos de dos meses desde que la OMS desatara la alarma mundial calificando el uso de móviles como «posiblemente cancerígeno» tras contrastar internacionalmente los datos de su investigación “Interphone” que sugirió un mayor riesgo de tumores cerebrales malignos en personas jóvenes con un uso continuado del móvil de más de media hora diaria…prisa se han dado los canallas para promocionar a bombo y platillo en grandes titulares con amplia cobertura mediática por parte de quienes cobran jugosas entradas por publicidad precisamente de las compañías de telefonía que seguramente estén detrás de un modo u otro de la financiación directa o indirecta, de este nuevo estudio que dice que los niños y los adolescentes usuarios de estos dispositivos no se exponen a un mayor riesgo de sufrir un tumor cerebral que los no usuarios.
El trabajo, de Martin Röösli de la Universidad suiza de Basilea, analizó entre 2004 y 2008 a más de 350 pacientes con tumores cerebrales, comparándolos con casi 650 jóvenes sanos. Los científicos no encontraron ninguna pista estadísticamente significativa de que los jóvenes con cáncer hubiesen empleado más el teléfono móvil que los demás: El 55% de los enfermos afirmó hablar regularmente por el móvil, frente al 51% de los sanos. Sin embargo, sí se halló una correlación entre el riesgo de padecer un tumor cerebral y el tiempo transcurrido desde que se dieron de alta en los servicios de telefonía, pero sin ningún vínculo observable con el tiempo de uso – menudo alivio. Como anteriormente la OMS, cuando todavía se el organismo internacional se resistía a velar por la salud mundial y cedía a las presiones empresariales, esta gente, para cuidarse en salud, no duda en recomendar vigilar con atención una posible asociación, ya que el uso de teléfonos móviles entre niños y adolescentes ha aumentado exponencialmente en los últimos años, aunque no así los tumores.
Yo no sé ustedes, pero lo tengo más claro que el agua: antes que nada, fíjense en que Francia, fuerza económico-militar, miembro del G-8, potencia nuclear, que no puede ser tachada de alarmista por cuanto asume riesgos controlados en pos del bienestar de sus ciudadanos que no de los habitantes del Pacífico sur donde realiza sus controladas pruebas atómicas, hace meses que ha prohibido, si mal no recuerdo, el uso de Wi-Fi y de teléfonos móviles en colegios, bibliotecas y cuantos sitios puedan frecuentar sus jóvenes; luego hagan un poco de memoria y recuerden con que alarde de profusión los comerciales usaban en todo momento los móviles, como no dudaban en encenderlos junto a sus orejas y en cambio hoy, a penas les vemos usarlos el mínimo imprescindible y de hacerlo con sofisticados artilugios para diluir sus nocivos potenciales efectos y atiendan cómo en la trastienda o bajo el mostrador esconden pudorosamente un aparato fijo de los de antes; Y finalmente, observen cómo han desaparecido de la publicidad niños incitando a su consumo como aquel de “¿Hola! Soy Edu. ¡Feliz Navidad!” para evitar posibles futuros pleitos como los que han empezado a afrontar las tabacaleras tras decenios envenenando a la población con el consentimiento de médicos y gobernantes que merecen ser fusilados por sus crímenes contra la humanidad, que aquí parece que sólo los nazis fueron merecedores de tal distinción.

El cáncer, no es algo que sólo dependa de la realidad externa a nuestro organismo; Nuestro propio cuerpo, según su herencia genética, está más o menos propenso a desarrollar tal o cual cáncer de estar sometido a tal o cual sustancia o de moverse en este o aquel medio ambiente. El hecho de que cada uno de nosotros disponga de una particular herencia genética familiar, hace posible que mientras los hay que fumando toda la vida mueren en sus camas a los noventa por ancianidad sino de aburrimiento y abandono, los hay que, siendo acompañantes pasivos de sus malos humos, la espichan sin llegar a los cuarenta por cáncer de pulmón. Y esto que sucede con el tabaco, sirve para explicar las diferentes incidencias que entre la población puede arrojar estar expuesta constantemente a campos electromagnéticos, ondas y sustancias tóxicas, pues los seres humanos sólo somos iguales, en el mejor de los casos, ante la Ley y ya ven ustedes en que grado.

Por todo ello, hace tiempo que practico y predico la “desmovilización general” no sólo por motivos sanitarios, que también por el modelo de sociedad que se está construyendo en el que todo el mundo ha de estar disponible para todo el mundo, sin dejarte desconectar un instante, imposibilitando la intimidad con uno mismo y la necesaria reflexión que únicamente la contemplación del instante quieto, mudo, silencioso, proporciona a la mente sana que lo busca, si la dejan. Yo por si acaso, prefiero pecar de prudente, que servir de rata de laboratorio para que al cabo de los años entre en el club de afectados por el móvil. Ustedes verán si les apetece hablar todos los días con la angustia de ofrecer tarde o temprano una prueba irrefutable de la relación causa-efecto entre el uso del móvil y la aparición de un tumor cerebral.

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