Piensa en todos esos niños que no tienen qué llevarse a la boca, que no tienen acceso al agua potable, ni a medicinas. Ahora, separa de tu gasto diario un euro que no da ni para tomar un café e introdúcelo en un tarro de cristal. Si haces esta operación durante una semana, tendrás siete euros, tras un mes ya serán 30 y si continuas así al cabo de un año ya habrás llegado a la bonita cantidad de 365 euros.
Llegados a este punto debes reflexionar a quién de los dos, a ti o a ese pobre niño, dicha cantidad va a aprovechar más; Al niño que se muere de hambre está claro que no le va a sacr de pobre. En cambio a ti te puede pagar una escapada el próximo puente…Por tanto, lo mejor que puedes hacer es no dejarte llevar por el sentimentalismo. Vacía el tarro, quédate el contenido que a fin de cuentas es tuyo y dale el tarro a alguna Oenegé para que se lo haga llegar a ese niño que le será de gran ayuda para poder comer, no un día ni dos, como hubiera sucedido de darle el dinero, sino con suerte si lo cuida y no se le rompe, toda su cortita vida.
Los países que más ayuda reciben por parte de las ONGs y organismos internacionales, son los que cada vez se vuelven más pobres. Por lo tanto estoy totalmente de acuerdo con tu propuesta.
Los padres de los niños hambrientos en los países subdesarrollados saben en general como ganarse la vida. el problema es que sus gobiernos y las políticas proteccionistas como la PAC que rigen por estos pagos no se lo permiten.
Una vez dado el tarro a la ONG,
dicha ONG se queda con la tapa, que de algo tienen que sacar
y una vez enviado el tarro al pais de destino este acaba requisado por el gobierno para colocarlo de florero.