En 1935, el genial Schrödinger, ideó un célebre experimento imaginario consistente en un sistema conformado por una caja opaca cerrada que contiene un gato, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse con un dispositivo tal que, si ello sucede, se rompe la botella y el gato muere. El caso es que, dicha partícula está sujeta a las controvertidas y extrañas Leyes de la Mecánica Cuántica y por ende, la vida del lindo gatito también. En principio, de acuerdo con la Interpretación de Copenhague de N. Bohr, hasta que no abramos la caja, la descripción matemática de las ecuaciones que describen la función de onda, trazan aspectos correspondientes a un gato vivo y a un gato muerto, pero una vez hemos abierto la caja, la mera observación del fenómeno, modifica el sistema, por lo que solo nos es posible identificar o un gato vivo, o un gato muerto. Esta paradoja ha traído desde entonces de cabeza a la comunidad científica.
Pero …¿y si probásemos a modificar algo el experimento, empezando por dejar de lado su naturaleza imaginaria y asumir su realidad, tomando por caja el Mundo, por botella de veneno las fuerzas paramilitares, por partícula radiactiva las relaciones socioeconómicas establecidas y en lugar de un gato, colocásemos a un sindicalista? ¿Variaría la situación? Aunque parezca increíble, no solo no se resolvería el problema, sino que se nos multiplicaría…
Por un lado tenemos que, en aquellos lugares como España, donde los sindicatos están muertos con a penas fuerzas para garantizar a sus liberados ociosas horas sindicales y llegar a firmar con el recto correcto los convenios antes de sentarse a comer con la patronal en los comités de empresa, los sindicalistas gozan de buenísima salud y se les ve muy vivos, mientras por otro lado, allá donde el sindicalismo goza de fuerza, robustez, vigor, efervescencia, y enorme vitalidad mostradas y demostradas día si, día también, en la lucha obrera… ocurre que, sus sindicalistas aparecen muertos en las cunetas como pasa en Colombia, y en toda América, a manos de escuadrones de la muerte sufragados por las multinacionales a las que alimentamos con nuestro consumo. Concretamente 101 compañeros abatidos a tiros durante el pasado año 2009. Según la interpretación de la Escuela de Chicago de Friedman, no podemos estar del todo seguros que nuestro consumo desencadene dicho comportamiento en las multinacionales hasta que les hagamos la autopsia y abiertos en canal podamos leer en su sangre y entrañas ¡Beba Coca Trola! Interpretación esta, que guarda gato encerrado.