Hipoteca inversa

La Banca criminal, conchabada con los Partidos antidemocráticos, auxiliados por una injusta legalidad y el concurso necesario de las fuerzas represivas de la sociedad inerme, tiene previsto hacerse con los bienes e inmuebles, de al menos, un tercio holgado de la indefensa población en un proceso denominado “Economía de resaca” o reubicación natural prioritaria del Capital, consistente en depauperar por todos los medios posibles a cuantos incautos forjados en las virtudes burguesas del trabajo y el ahorro pretendian escapar – si no ellos, sus hijos o al menos sus nietos – al sometimiento debido, gracias a la libertad que su independencia económica se les antojaba pudiera soportar.

Durante años, esta gentuza que merece Pena de Muerte – por supuesto dialogada, pacífica y democrática – se ha conformado con detraernos el capital valiéndose de oscuros mecanismos financieros así como con artimañas políticas: cada vez que un banco o gran empresa deseaba repartir dividendos entre sus accionistas o sencillamente elevar las primas de sus ejecutivos, sólo tenía que subir medio punto los tipos de interés para, de la noche a la mañana, sacar de nuestros bolsillos miles de euros, sin que nadie supiera bién por qué y a la vez, sin la menor ingenua resistencia al carterismo galopante consentido por los Gobernantes que creíamos velaban por nuestra seguridad vigilando el sistema financiero, cuando a lo que estaban, era a supervisar nuestro paulatino sometimiento y a controlar los pequeños conatos contestatarios que pudiera generar tal atropello. Igualmente, cada vez que los cómplices mandatarios deseaban dotar a sus camarillas parasitarias de terroríficas subvenciones o cubrir los agujeros dejados por su crónica corrupción programada, les bastaba con anunciar tal o cual subida del tabaco, gasolina o electricidad, como si fuera lo más normal del mundo… y que igualmente no recibía la debida repulsa ciudadana por participar idiotamente de la misma confianza antedicha que presuponía que cuanto esta delincuancia organizada hacía, era debido en última instancia al bien general que todo bien nacido desea para si y los suyos, y cuya opacidad a nuestro particular entendimiento era debida al complejo e intrincado sistema que rige nuestro destino, porque como se dice, los caminos del Señor, son inescrutables…Pero ajenos por completo a la sabia enseñanza del cuento de “La gallina de los huevos de oro” y la no menos prudente aplicación eclesiástica de “Dios apreta pero no ahoga” resulta que, su apetito insacible ha puesto sus ojos en lo único que nos queda, la vivienda, toda vez hemos logrado el objetivo de competir no ya con Corea, que también con Vietnam, Filipinas y Camboya, nuestro tiempo de trabajo vale menos y no resulta rentable dedicarle más del necesario a chulearnos la fuerza de trabajo, cuanto a rescatar del catastro lo que no ha dejado nunca de ser la fugaz ilusión de los títulos de propiedad, que como bien saben los refugiados de toda guerra, sólo se respetan en tanto en cuanto se respetan y se hacen respetar.

Los Partidos antisociales mayoritarios que deberían ser fusilados por traición, han pactado con la Gran Banca terrorista financiera merecedora de ser ejecutada en plaza pública, trabajar a destajo mientras la gente permanezca conmocionada con el fantasma de la crisis, en la dirección adecuada para cambiar el marco legal laboral y sobre todo el de propiedad, al objeto de despojar a un 40% de la población de su tradicional modo de acceder a la riqueza que generamos y por ende, abocarles inexorablemente a la pérdida de sus viviendas y comercios, para que de este modo, el Capital recupere la unidad primigénia consustancial al espíritu que le viera nacer, pues sólo la noción de Capital permite aglutinar unitariamente la natural dispersión de la riqueza, como si con tener nuestras nóminas atrapadas en las cuentas corrientes a la espera de ser continuamente mordidas por las domiciliaciones, no fuera suficiente.

La situación de Guerra civil implícita, todavía no alcanzan el rango de desobediencia civil explícita, más que nada, porque según los datos de la pirámide poblacuional, quien más quien menos, aguarda como agua de Mayo, una repentina redistribución inmobilioaria vía herencia de las casas que dejen libres los abuelos a sus nietos, cosa que en principio debería bastar para que las generaciones venideras pudieran llevar una vida plena, llena de eso que los expertos denominan ocio que nada tiene que ver con los descansos de la clase trabajadora, pues con una vivienda en propiedad y la suficiente cultura, haber quien les obliga a trabajar más de dos o tres horas al día, pasando el mileurismo de una condena en nuestra época a toda una bendición, situación social psicosomática espiritual que aquellos temen, cuanto estos la desean, mas mientras la alianza anticiudadana de la Partitobanquia está sigilósamente segando tan embriagadora perspectiva bajo nuestros pies, cimentando un nuevo modelo opresor durarero para varias generaciones, los bienaventurados de dicha esperanza, se mantienen mansos, a la espectativa de lo que sus anteriores, presentes y futuros verdugos les preparen, confiados como están en que tienen blindado el por venir. Por venir, que ya se han ocupado otros de que nunca acabe de llegar.

Cuantos como yo hayan evolucionado hasta la idea mística de contemplar el suicidio como una opción vital – tengo la intención de suicidarme no sin antes asegurarme de hacer el viaje bien acompañado de enemigos y previamente anunciarlo en una opípara cena de amigos – nada han de temer ante la sibilina estratagema politico-bancaria de las “Hipotecas inversas” consistentes en, una vez a los abuelos se les ha sangrado lo suficiente durante su dilatada vida laboral para pagar su vivienda, ahora que ya la tienen en propiedad, valiéndose de la situación de miseria en que les ha dejado la pensión de viudedad o de jubilación, los mismos criminales que les firmaron los abusivos créditos hipotecarios para fianciarles eso que constitucionalmente debería ser primera obligación del Estado, ahora, les ponen por delante concederles deslumbrantes mensualidades durante el resto de su ancianidad, a cargo de ir recuperando para el banco la propiedad, para de este modo, asegurarse de que sus hijos no puedan heredarla y mucho menos sus nietos, por si quedaba alguno al que durante la crisis ficticia no se le hubiera conseguido desahuciar. El resto, quienes todavía tienen miedo a morir, ya pueden prepararse para vivir esclavizados bajo el yugo del temor y la angustia.

Materia, producto y consumo propio

Acabo de leer, “Caida libre” lo último de Stiglitz, uno de mis economistas favoritos, donde entre otras cosas de interés destaca que, dificilmente la economía global podrá ser fuerte mientras una parte del planeta consuma menos de lo que produce cuando la otra, en cambio, siga consumiendo más de lo que produce, en clara alusión al desequilibrio Norte-Sur o si se prefiere Occidente-resto del mundo…Pero, rumiando su reflexión en la relación consumo-producción, creo que es más acertado presentar el problema de la economía global en la paradoja de que mientras unos los países anoréxicos consumen menos de lo que producen en cuanto a alimentos, materias primas, manufacturas…, otros los paises bulímicos, producen más de lo que consumen como ordenadores, televisores, automóviles…El economista, subraya el hecho de que Occidente vive por encima de sus posibilidades, cosa que es cierta, mientras otras partes del mundo no disfrutan de su propio trabajo a consecuencia de lo anterior, cosa que también suscribo. ¿Entonces? El matiz complementario que introduzco es que Occidente tiene un exceso de producción que no tiene salida comercial en su mercado natural, mientras otras partes del mundo que producen para Occidente no cuentan con el capital para poder adquirir ni el exceso de producción Occidental ni la producción propia por no poder hacer frente a los precios de un mercado que se rige por la demanda y el poder adquisitivo de los países desarrollados. Así sucede que, mientras los paises desarrollados que apostaron por la alta tecnología no hallan salida para sus productos dentro de las saturadas sociedades que los elaboran no saliéndoles rentable bajar los precios para hacerlo accesible en otros mercados porque a la postre arrastrarán los precios en el terreno propio, pujan desde fuera de sus economías de origen como el que más, por las materias primas, alimentos y manufacturas, relegadas en sus economías domésticas, elevando sus precios en el mercado internacional haciéndolos inaccesibles para quienes se ven forzados a cultivarlos y manufacturarlos para nosotros, diluyéndose la antigua diferencia entre materias primas, manufacturas y productos de alta tecnología, llegándose al extremo de que hoy, el trigo, el maíz, el arroz, y la cebada, como el petróleo están sujetos a fuerte especulación, como ha quedado demostrado tras la necesidad de fijar su precio por el msimísimo grupo de las veinte economías más fuertes del planeta.

La economía de una metrópoli imperialista aspira a consumir como propias las materias primas de otros, a poder ser producidas por otros y en otro sitio para que ni ensucien. En consecuencia, si deseamos dotarnos de una economía no imperialista – no me atrevo a decir justa – habría de consistir en procurar vivir de las materias propias, trabajadas por nosotros mismos, aquí, para consumo propio. Claro que esto se parecería mucho a la autosuficiencia que debe ser enemiga acérrima de la economía, cuando no tiene por qué, pues si como se dice, el comercio nació del excedente de producción, sólo habría que esperar a que las distintas economías intercambien lo que a cada una de ellas les sobre según sea su necesidad. Por esa razón, ya se han ocupado en la escuela en quitarnos tan enojosa idea de la cabeza, etiquetando a esta forma de organizarse como, Economía de subsistencia, para que pensemos en ella como aquella de los pueblos primitivos e insuficiente para sobrevivir.

Sé que suena muy pueril y hasta egoísta eso de consumir nosotros, las materias primas propias, producidas por nosotros mismos, aquí. Pero es que, otra cosa es o absurda o mala, pues veamos que hay de lógico o bueno – en el buen sentido de la palabra – querer vivir de lo que no nos corresponde y a expensa del trabajo de otros. Hay dos formas de crecer económicamente: La más sencilla cuando uno es más fuerte que sus vecinos, es vivir de sus materias primas disfrutando nosotros de su trabajo; La segunda opción es sacar el mayor partido a tus recursos naturales, trabajándolos tu mismo y consumiemdo tu producción preferentemente antes que importar lo de terceros por lujo, ostentación o simplemente porque sea algo mejor, pues además de salir más caro, puede a la larga empobrecerte en exceso y resultar carísimo, sin capacidad de reacción cuando quieras darte cuenta, como le empieza a suceder actualmente a Europa.

Por si no queda claro cuanto deseo transmitir, confesaré que esta reflexión en bruto se me impuso a la mente cuando con dieciseís años aterricé en Estella (Navarra) por motivo de estudios, dónde rápidamente me percaté de dos cosas: Primero, que es el pueblo más noble y bueno de cuantos conozco y segundo, que tienen un alto nivel de vida material, social, particular, colectivo y espiritual, cosa que se recoge objetivamente año tras año en su renta per cápita. Mi racionalismo materialista pronto engarzó ambas observaciones deribando la primera de la segunda, o sea, que son buena gente porque se lo pueden permitir…Pero ¿Y por qué le va tan bien a un pueblo como el navarro cuando no llegan al medio millón de personas, carecen de industria pesada, de turismo, infraestructuras, etc, etc, etc? Tampoco tardé mucho en hallar la respuesta: los navarros consumen preferentemente productos de la tierra, producidos por ellos, allí, aunque la calidad, el sabor y el color de los mismos sean aparentemente peores de cómo se lo pintan en la publicidad televisiva y sólo cuando su producción autóctona no llega a satisfacer su demanda, entonces y sólo entonces, acuden a importar de otras partes cuanto les es necesario. Es así como hemos de conducirnos económicamente para que al margen de cómo nos vaya, moralmente no tengamos nada que reprocharnos cuando por motivos ajenos a la voluntad humana, vengan años de vacas flacas y no como ahora que casi casi, las hemos llamado.

IU o el dilema del traidor

La Teoría de Juegos de aquellas mentes maravillosas que buscaron soluciones lógicas a los distintos procesos mentales paradójicos o de enrevesado planteamiento, como el famoso “Dilema del prisionero”, “el altruista”, “el gallina”, o “el mal menor” y tantos otros que disfrazados de circunstancia se nos presentan cada vez que hemos de sopesar elegir entre el beneficio privado seguro inmediato y un incierto beneficio colectivo mayor, prestarse a ceder el asiento primero en un autobús atestado a una ancianita, ceder el paso al peatón que viene de frente en la acera o volverse atrás en un negocio pese ha haber invertido una suma importante de capital por atisbar malas perspectivas…se está viendo enriquecida nuevamente con lo que he dado en denominar “Dilema del traidor” en el que parece inmersa la reflexión de Izquierda Unida que no deja de sorprendernos en su capacidad disociativa que raya lo paranormal desde que iniciara su andadura partitocrática por los ochenta, pues en deshonor a su pretencioso nombre, no ha hecho otra cosa que ir de división en división y cuando parecía que su singularísima representación parlamentaria personificada en la triste figura de Llamazares haría la competencia a la Iglesia Católica en cuanto a Unidad se refiere…resulta que la comunión democrática de sus bases no se transustancializa que diría Tomás de Aquino, en la cúpula dirigente, de no ser que lleguen a las manos y veamos la sangre en el cuerpo de alguna de sus cabezas estatales o regionales, como única salida sacrificial viable para expiar las culpas de un sistema partitocrático que se mire como se mire, aboca a unos y otros a tan enojosa situación.

Porque, cierto es que, en un partido político, las bases votan democráticamente – cuando se les deja hacerlo – las decisiones fundamentales que conciernen a su organización y desde el mismo momento que cometen semejante acto, asumen tácitamente el resultado de la mayoría. Ahora bien, los partidos se organizan de modo representativo, por lo que los representantes elegidos por las distintas circunscripciones, son quienes acuden a otros foros donde las bases deciden de modo diferido a través suyo por delegación. Estos representantes, votan a su vez a otros representantes que entran en la ejecutiva quienes en principio habrán de reflejar el sentir general y quienes no se sientan representados por las resoluciones por ellos tomadas, como buenos militantes se verán obligados a acatarlas moralmente, por cuanto desde su inicio participaron en las votaciones soberanas que transmiten la legitimación democrática de dicha resolución de la Junta Directiva que ahora siente como adversa pese a ser plenamente democrática. Esto es lo que sucede cuando sólo se escupe hacia arriba…que te cae encima. Por ello, con razón se exige desde la cúpula de Izquierda Unida a los compañeros extremeños, que acaten la decisión tomada por la dirección general, con el agravante de que la misma fuera anunciada públicamente que los votos de IU, nunca ni por activa ni por pasiva servirían para facilitar gobiernos del PP – Anuncio borreguil de Cayo Lara que le da un revolcón al ¡Programa! ¡Programa! ¡Programa! De Julio Anguita – sin que sepamos, que cuando aquello fuera denunciado, y en consecuencia, podría decirse que de continuar en sus trece los diputados extremeños de la formación, bien podrían sentirse traidores al sentir general de Izquierda Unida.

Ahora bien…sucede que este partido, contempla en sus estatutos consultar a sus bases las decisiones de calado como en este caso se refrendó la cuestión pasadas las elecciones saliendo como resultado la opción conocida de abstenerse y dejar gobernar a la lista más votada, aunque ello suponga la salida del PSOE del Gobierno autonómico y dejar vía libre al PP. Si ahora bien los dirigentes extremeños, como los nacionales de IU hacen caso omiso de esta resolución democrática de aquellos que la conforman en el escenario principal con sus cuotas y trabajo personal, entonces asistiríamos igualmente a una traición en toda regla a la decisión democrática de las bases.

Pues bien, en esta disyuntiva de potenciales traiciones, sólo se me ocurren dos posibles soluciones: una de corte matemática al gusto de aquellos pioneros y compañía que conjugue la baza a favor de la dirección, cuál es, el supuesto del sentir mayoritario de la militancia a favor de sus tesis fuera de Extremadura y la baza de los militantes Extremeños consistente en que se trata de su realidad, cosa que podría hacerse estableciendo algún tipo de variable que saque algún factor entre el número de votos y los kilómetros desde dónde son emitidos respecto al Parlamento en cuestión, cuyo valor se vería directamente incrementado en función de la cercanía y a la inversa…y otra que tendría que ver más con la desvergüenza que imploraría a los dos partidos mayoritarios a jugársela a cara o cruz y a respetar el resultado del azar, comprometiéndose a prestarse los votos, como parece que ha dado a entender el honrado Bono.

La tiranía de los genes

http://www.youtube.com/watch?v=yamvQ4SU1Kk

A la mayoría, ha pillado por sorpresa la hipótesis planteada por la CEOE de que la herencia genética determina en mayor grado el rendimiento escolar del alumnado que su entorno socioeconómico, por cuanto dicho supuesto contradice abiertamente la unánime opinión de los expertos redactores del informe PISA…¡A mi no!

Durante la infancia, adolescencia y juventud, me formé en esa feliz idea de que el entorno moldea al individuo, revistiéndole de una segunda naturaleza, cual es la cultura, que con ayuda de la tradición, la costumbre y sobre todo la educación, modifica a mejor la anterior, haciéndonos plenamente humanos y no meros salvajes, por muy buenos que nos los presentase Rousseau. Eran tiempos en los que era muy fácil rehuir toda responsabilidad descargándola primero en el inconsciente freudiano que regía mi voluntad al extremo de extinguir mi libertad, sucumbir cual marioneta en la dialéctica materialista hegeliano-marxista de la historia y ¡cómo no! echarle toda la culpa a la sociedad, que eso de confesarme resultaba demasiado personal e insuficiente para poder vivir tranquilo con mi comportamiento bipolar de pensar una cosa, opinar otra, decir algo distinto, hacer lo contrario y desear no haberlo hecho, pues a fin de cuentas, yo – no sé Ortega – no era otra cosa que mis circunstancias…Desde la República de Platón, hasta el Proyecto Summerhill, pasando por la aristotélica máxima “El hombre es social por naturaleza” y los empeños de toda religión por mejorarle, tal fue el esfuerzo encaminado a fundamentar en mi mente tan conveniente planteamiento antropológico que permitía hacer lo que me diera la gana sin ser partícipe de las consecuencias, que hasta me lo llegué a creer de modo totalmente acrítico, llegando a defender la tarea pedagógica, como base para iniciar la única revolución social con posibilidades de éxito, habida cuenta del errado camino de intentar cambiar las mentes de las personas ya formadas en patrones anteriores que reproducen una y otra vez los modelos que en su malograda voluntad precisamente anhelan desterrar de la faz de la Tierra.

Mas, como quiera que la segunda piel de los pobres, cuál es, el pantalón vaquero, no sangra al rasgarse ni suda al hacer calor, así sucede que aquella primera naturaleza humana asoma y prevalece sobre ese barniz de humanidad con el que el mono desnudo de Desmond Morris gusta vestirse de seda, cosa que me quedó clarísima, no precisamente estudiando Bioética, a caso los fundamentos biológicos de la personalidad y sobre todo, profundizando en conocimientos de genética de la mano de Matt Ridley cuya lectura me despertó de mi particular sopor dogmático en el que plácidamente me había entregado a la sombra de un fauno.

Hasta ese momento, militaba en el buenismo partidario de la igualdad social como mejor forma de alcanzar la plena felicidad de la entera humanidad en la que sólo padecerían aquellos que se lo merecieran y en la que cada cual recibiría según su necesidad y mérito. Pero hete aquí, que este autor me hizo caer en la cuenta de que semejante propósito, lejos de conseguir los objetivos que ingenuamente decía perseguir, provocaría lo que se ha dado en denominar la Tiranía de los genes, por si no fuera poco ya la doctrina de Dawkins que preconiza su egoísmo. Y es que, efectivamente, si por un casual, las fuerzas reaccionarias cedieran en su ánimo de oponerse al progreso humano, a lo mejor sucedería que partiendo todos desde el nacimiento de la misma condición y circunstancia, siendo la genética nuestra única diferencia, los mejor dotados genéticamente a penas deberían preocuparse por hacerse con el poder y lo que es peor, perpetuarse en el sin que pudieran intervenir azarosas e incomprensibles variables que dieran al traste con lo que les es dado por añadidura, y no como actualmente sucede, por mucho que algunos nos quejemos de la galopante injusticia del mundo.

Ante esta perspectiva que parecía conducirme a un callejón sin salida y hacerme plenamente conformista con lo que hay abrazando el mejor de los mundos posibles de Leibniz, sólo me quedó apostar por la eugenesia como salida factible que tiene la humanidad para lograr una situación justa y armoniosa en la que todos los espíritus puedan actuar libres de la circunstancia y el entorno en plena igualdad, aunque el proceso llevaría tarde o temprano a la clonación y de ahí a la Común Unión de conciencia, luego a la conciencia única y finalmente a la extinción en la Nada spinoziana que todo lo identifica.

Por eso, aun compartiendo la anterior premisa científica corroborada en laboratorio, aireada a los cuatro vientos sin la debida cautela por la CEOEE, no así acepto por inmadura e impaciente, la consecuencia de que el gasto actual en educación no sea lo más importante en la obtención de resultados. Antes de suprimir la educación pública obligatoria – nada desearíamos más – esta debería ser del todo innecesaria, cosa que ciertamente estará a la vuelta de la esquina gracias a los implantes cerebrales, la terapia génica y sobre todo la aceptación voluntaria por parte de la población de una medida tan sana e inteligente como es la eugenesia a nivel mundial para toda la especie humana. Pero hasta entonces, la inversión en educación se ha revelado una excelente herramienta para eliminar desigualdades de todo tipo, incluidas las genéticas, pues facilita las relaciones sociales entre desiguales y ello enriquece el número en acto que no en potencia de las combinaciones genéticas sanas, que pese a llevarnos del determinismo social al genético, todavía somos libres de eligir a cuál de los determinismos deseamos sacrificar nuestra humana libertad.

Ahorro digno

http://www.youtube.com/watch?v=TGrbBv1Xxpc

Ya, a comienzos del pasado siglo, B. Russell advertía contra los peligros de una elevada tasa impositiva, aún del ahorro excesivo, por cuanto con dicho capital, Gobiernos y Banca no hacían otra cosa que emprender continuas guerras que a la postre arruinaba a los ahorradores y requería de nuevas medidas impositivas para sufragar su mantenimiento que únicamente cesaba, cuando la población exhausta, imposibilitada para soportar más cargas, dejaba de dotarles de los recursos que la guerra necesita, momento mismo en el que la población iniciaba de nuevo un ciclo de prosperidad.
A final de siglo, poco o nada había avanzado si no fue a peor, pues a las inversiones destinadas a potenciar la industria militar o el tráfico de armas, ahora también se sumaba toda actividad capaz de arrojar beneficio como, la especulación inmobiliaria, la acaparación de cosechas y alimentos, el tráfico de drogas, de órganos, la trata de blancas o la prostitución infantil, como bien se encargó de recordarnos Banca Vaticana cuyo escándalo internacional que costara la vida al mismísimo Papa Juan Pablo I sirvió para que muchos de nosotros empezamos a preguntarnos que diantres unos y otros hacían con nuestros ahorros e impuestos.
Pero, mientras la población tomó pronta conciencia de que tenía derecho a exigir transparencia en el manejo de los caudales públicos empezando a plantear lo que se conoció como objeción fiscal encaminada a evitar que los criminales gobernantes manchasen de sangre e ignominia a los contribuyentes con sus componendas y tejemanejes financieros, iniciativa de la que finalmente naciera la posibilidad de destinar cierto remanente presupuestario en la declaración de la renta para gastos sociales, para que la gente pudiera ver el Tontodiario con la tranquilidad suficiente que le permitiera comer frente al televisor exclamando internamente aquello de ¡ No con mis impuestos! ni por asomo aconteció algo similar en el más sórdido ámbito bancario, a caso por haber separado más de lo debido al individuo de la sociedad, la esfera privada de la pública, el interés particular del social, o como aquellos hicieran, a Dios del Mundo que les permitiera diferenciar entre la ética y los negocios.
Y es que, nuestra capacidad mental para distinguir lo que se debe hacer de lo que conviene hacer, y todavía más de lo que deben hacer los demás, no tiene límites. De este modo, hemos explorado gran cantidad de fórmulas para privar al Estado de nuestro capital, en cambio, nuestra contumaz resistencia a vernos impedidos de un beneficio privado inmediato ha frenado iniciativas similares encaminadas a que la banca haga lo mismo con nuestros ahorros, que si bien la condición de clientela, en principio, rebaja la responsabilidad moral de nuestra implicación en los crímenes para los que se emplea nuestros ahorros por ser la banca una entidad antidemocrática, el asunto parece cambiar desde que manda el mercado y parece ser que ya no se vota con papeletas, sino con dinero, depósitos y acciones.
Con el cambio de Milenio, a pesar de la contradicción que ello pudiera suponer, empezó a hablarse de Banca solidaria como medio para denunciar con la elipsis la condición moral de esa otra Banca que oprime y reprime a pueblos y naciones enteras a las que con nuestros ahorros condena a la miseria. Y algo de mella hizo, cuando rizando el rizo, la Academia del Nobel “Ilegal” de economía le fue otorgado al indio Yunus por los micro-créditos que fue presentado bajo esa etiqueta de moda, pero no tanto como para que la gente, a la hora de acudir a un banco a abrir una cuenta, exija como cliente un compromiso firmado, por parte de la entidad en el contrato donde figuran las comisiones y demás chanchullos de la letra pequeña, comprometiéndose a no emplear los ahorros en inversiones susceptibles de ofender la Ley de Dios o si uno es ateo, la conciencia del mismísimo padre del liberalismo Adam Smith.