Dimputado

Menos mal que todavía quedan asuntos que se resisten al rodillo democrático como pueden ser, una operación a corazón abierto en el quirófano de un hospital que para nada queremos sea dirimida a mano alzada entre su personal de limpieza, administrativo, visitantes, familiares y pacientes incluidos, o sencillamente el caso contrario del condimento de la propia ensalada que hemos de comer nosotros, en la que no deseamos meta nadie más la mano por muchas estrellas Michelin que tenga el establecimiento, pues apañados estaríamos si los casos de corrupción política, dependieran de las urnas y no de los Tribunales que, aunque sospechosamente dependientes en sus nombramientos de quienes tienen la obligación de vigilar y juzgar, acaso su mera existencia persuade a las conciencias ingenuas de la diferencia entre el Bien y el Mal, porque de lo contrario, ya hemos visto el paradójico resultado obtenido por casi un centenar de cargos públicos entre concejales, alcaldes, senadores, congresistas y diputados que pese a estar salpicados por los delitos continuados de nepotismo, malversación, cohecho, falsificación de cuentas, desviación fiscal y demás voces empleadas para disfrazar lingüísticamente el robo a manos llenas en las Instituciones, han salido electos por decisión libre y democrática de la ciudadanía, pero no absueltos por los jueces. Claro que ello, supone todo un problema moral, dado que nos representan, pero no para el sistema político, pues no me hartaré de decir una y mil veces que, el concepto de Democracia, no excluye necesariamente el de corrupción.

Buscando el modo de distinguir al Diputado corrupto en potencia del Diputado corrupto en acto, la jurisprudencia española se topa con la inmunidad parlamentaria, algo así como un salvo conducto democrático para cometer fechorías continuas contra el bien general que dificulta en exceso el control de sus actos. Pero el castellano permite en ocasiones jugar con las palabras para introducir esos matices que ayudan a explicitar al entendimiento lo que la tramposa Ley imposibilita. Así pues, visto que hemos de convivir con esta nueva especie de Diputados electos imputados, propongo el híbrido idiomático de “Dimputado” para referirnos a cuantos cargos públicos ostenten acta de congresista, senador o diputado mientras los jueces les mantengan su condición de imputados en los casos abiertos de corrupción.

He de admitir que Ockham advertía sobre el peligro escolástico de un excesivo conceptualismo que multiplicaba los entes por el mero hecho de nombrarlos con distintas voces, siendo posible que la introducción de “Dimputado” incurra en dicho defecto al paso que va la burra camino de hacer acto de presencia toda la potencia de la Cámara, convirtiendo a todo Diputado en imputado en las próximas elecciones. Mas como quiera que igualmente en las clases de Retórica se nos previene contra los pleonasmos como “subir para arriba”, no creo yo sea mejor opción escuchar y leer entonces la temida fórmula de “Diputados imputados” por lo que, aún a riesgo de multiplicar los entes en nuestra esfera mental por poco que aumente su correlato en la realidad, sí le veo utilidad al nuevo concepto que propongo.

La constitución de las Cortes Valencianas, en las que han tomado posesión de sus actas diez parlamentarios del PP implicados e imputados en casos de corrupción, entre ellos, nada más y nada menos, que su Presidente en funciones, Francisco Camps, acusado de cohecho por recibir miles de euros en regalos de la trama Gürtel y el vicepresidente Vicente Rambla, inmerso en un proceso por financiación ilegal del PP, es hoy el mejor ejemplo, de la necesidad mediática de manejar este nuevo palabro que ofrezco gratuitamente a la politología y la profesión periodística, para distinguir el grano de la paja, tanta como los asistentes a la sesión tuvieron de que se les cogiera confesados, de ahí la muy oportuna presencia del Crucifijo a instancias del Presidente de la Cámara Juan Cotino, quien solicitó se lo trajeran de su despacho para ser colocado en la mesa que presidía la instancia.

Sin piedad con Telefónica

Este Gobierno sociópata que todavía falta el día en que haya intercedido a favor de la indefensa población, merecedor de ser ajusticiado en público con el mismo desprecio con el que ha consentido la ejecución de las sentencias a muerte civil que ha supuesto para miles de honrados ciudadanos la pérdida de sus empleos, de sus ahorros y de sus casas, para preservar los dividendos de sus naturales socios criminales, cuáles son, la Banca y la Patronal, resulta que también tiene su corazoncito para con una empresa que desde siempre se ha caracterizado por su falta de escrúpulos a la hora de aumentar su beneficio a costa de sus desprevenidos clientes mientras con total descaro repartía jugosos beneficios entre su accionariado.
Resulta que el Gobierno de España, que nada ha hecho por evitar los desahucios de las familias españolas, que no ha movido un dedo para congelar el pago de hipotecas de las personas que se hayan quedado sin trabajo, que no ha obligado a las distintas administraciones a afrontar los pagos adeudados a los autónomos y las PYMES mientras Hacienda les reclamaba mensualmente sus cuentas…ha solicitado de oficio ante el Tribunal General de la Unión Europea, la anulación de la muy correcta multa de 151,8 millones de euros impuesta por la Comisión Europea a Telefónica en 2007 por abuso de su posición de dominio en el mercado. En su argumentación, las autoridades españolas han defendido la actuación de nuestra Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones que no encontró motivo para sancionar a dicha empresa, cosa que no es del todo cierta, porque ese mismo organismo venia detectando y denunciando en sucesivos informes oficiales desde el 2001, como la mencionada compañía reducía en exceso los márgenes de precios imposibilitando, de facto, la competencia.
Pero dada la impermeabilidad mostrada y demostrada por el gabinete con el sufrimiento ajeno, es posible que esta intercesión gubernamental guarde más directa relación con el ERE recientemente presentado por Telefónica que amenaza con una drástica reducción de plantilla cercana al 25% que con un repentino cambio de talante. Claro que también es posible que una compañía con tan abyecta trayectoria, haya maquinado todo el asunto del ERE para presionar a un Gobierno cortoplacista como el que tenemos títere de las circunstancias, con el propósito de que su influencia, aunque menguante, le evite la multa en Bruselas, que del desprestigio ya se ocupara ella solita por medio de campañas publicitarias que dejarán pequeñas las más burdas mentiras con las que los partidos cómplices en la alternancia, embaucan a sus respectivos votantes cada cuatro años, en la confianza de que la mayoría de su clientela que comparte la condición electora, acostumbrada como está al embuste, olvide lo ocurrido y hasta se alegre patrióticamente tanto de la intervención del gobierno en defensa de los intereses de una empresa española como de un improbable resultado positivo.
Pero todavía quedamos algunos con memoria de elefante que no deseamos otra cosa que ver morder el polvo sin piedad a una empresa que durante lustros nos ha cobrado de más, nos ha facturado mal a sabiendas, ha mantenido los precios artificialmente altos, ha bajado continuamente las tarifas internacionales para beneficio de las grandes multinacionales pasándole el coste derivado al usuario medio al que le subió sin consideración la tarifa de las llamadas urbanas e interurbanas que son las que diariamente realizamos, cobraba no pocas veces de más a personas mayores incapaces de saber cómo reclamar, dándonos de alta para posteriormente pasarnos por banco servicios no solicitados, metiendo su publicidad aprovechando la llamada del cliente…por no hablar del sospechoso negocio dando cobertura a las estafas de los concursos mediáticos criminales y no tan criminales, de los números 800 y 902, los SmS, las descargas, y sobre todo callarse que llamando desde una cabina al 11818 toda la información te sale gratis.

15.491

Lo tiene todo para tratarse del número agraciado con el Gordo de Navidad o cuando menos con el sueldo soñado por cualquier mileurista que aspire a catorce pagas con finiquito y vacaciones, doradas condiciones del proletariado anterior. Pero va a ser que no. La cifra corresponde a la cantidad de familias que fueron desahuciadas judicialmente – que no justamente – durante el pasado primer trimestre por no haber podido hacer frente a la hipoteca o el alquiler de su vivienda, dato ofrecido sin rubor alguno, por el mismo Consejo General del Poder Judicial, resultado que triplica con creces los desahucios habidos en el mismo periodo del 2008 cuando todavía hablábamos de desaceleración de la décima potencia económica mundial. Y no quisiera transmitir mi más profunda indignación sobre este particular con el Gobierno, el Parlamento, los Tribunales, los Partidos políticos, la Policía y demás entidades sociales, por consentir la subversión del Estado civilizado dando preferencia al derecho sobre la Propiedad por encima del derecho a la Vivienda, sin antes condenar la violencia de los GRAPO, que tanto daño han causado a la clase trabajadora, porque estoy plenamente convencido, de que este problema no se soluciona eliminando a los banqueros y sus familias como si fueran cucarachas, sino con mucho diálogo pacífico y democrático encaminado a promulgar la Pena de Muerte Constitucional para delitos económicos como llevo exigiendo desde hace años, que es lo que necesitan ahora esos padres que se ven de patitas en la calle con sus hijos pequeños durmiendo bajo los puentes de la M-30 madrileña o en improvisados campamentos a las afueras de las grandes urbes y lo que están reclamando desesperadamente los ancianos que tras una vida de penurias, trabajo y sacrificio se ven arrojados al arroyo en medio del Estado del Bienestar.
No obstante, no me resisto recomendarles “La estrategia del caracol” excelente película colombiana de 1993 dirigida por Sergio Cabrera, donde se aborda metafóricamente el fenómeno del acoso inmobiliario, en el que yo enmarco cuanto está sucediendo en nuestros días con la excusa de la ficticia crisis, presentando personajes de distintas clases sociales e ideologías que se enfrentan al problema desde muy diversas perspectivas a situaciones fácilmente extrapolables a nuestra coyuntura socio-política, prestando especial atención al muy aleccionador final de la trama, que no desvelo por respeto a la propiedad intelectual. La obra maestra galardonada en infinidad de Festivales Internacionales como el de Berlín, se inspiró inicialmente en una noticia aparecida en un diario local sobre un curioso desahucio en el que la lentitud de la justicia colombiana fue tal, que para cuando se dispuso el desalojo, el inmueble hacía tiempo que había desaparecido.
El argumento, narrado en el denominado Realismo Mágico latinoamericano, permite que las mentes ágiles y despiertas puedan tomar buena nota para conducirse activamente en los casos concretos que les corresponda, gira en torno a unos inquilinos que se resisten a ser desalojados de un edificio en el que ha puesto sus ojos la especulación. Mientras unos vecinos ganan tiempo legal por medio de toda suerte de argucias y triquiñuelas que siempre existen en el Código Legal, el resto implicados en las labores de Resistencia, armados de paciencia e inteligencia, desmontan literalmente todo el inmueble trasladándolo a escondidas a otro lugar; De ahí el título de la tragicomedia. Pero el final…¡Ay! ¡Que final! se quedará grabado en sus retinas.
Pues bien, creo que la ciudadanía ha de pensarse la posibilidad de un final parecido para todos y cada uno de los grandes Palacios que albergan nuestras traidoras Instituciones, al objeto de frenar en seco su descarada trashumancia camaleónica, del Parlamento a las Juntas de Accionistas, obligando a la Casta Parasitaria, a quedarse a ras de calle, en contacto directo con la indignación ciudadana, recuperando para la auténtica Democracia la soberanía sobre los asuntos vitales que nos afectan y no como sucede ahora, que la misma caracolea entre el BBVA y el Banco de Santander. Pero como digo con ¡Paz y Amor!

Sabotaje instintivo

La vida me ha concedido la suerte de no trabajar para nadie, dicha que he correspondido con la elección personal de no tener a nadie trabajando para mi, extremos mantenidos no sin esfuerzo, pero sobradamente compensado por la enorme felicidad que la sola libertad puede dar. Con todo, me aflige el mero hecho de pensar en cómo lo debe pasar esa pobre gente que ha de construir diariamente casas en las que ni ellos ni sus hijos podrán nunca vivir, cocinar en restaurantes de continuo platos exquisitos que nadie de su familia jamás podrá llevarse a la boca, o coser de Sol a Sol ropa de marca que en la vida podrá permitirse ver cómo le queda a sus pequeños. En ocasiones, a modo de experimento mental de esos que aparecen en física o filosofía, me pongo en su lugar y sólo acierto a distinguir sentimientos de odio, rabia y venganza pasando por mi imaginación toda clase de acciones destinadas a exteriorizarlas…

Hace tiempo que estamos sobre aviso de cómo se las gastan los empleados descontentos de las cadenas de hamburgueserías, así como del resto de las franquicias hosteleras que no tratan a su personal con el debido respeto, que pese a no compartir la pedagogía bíblica de que paguen justos por pecadores, es del todo comprensible dirijan toda su furia contra el eslabón más débil del sistema de explotación Productor-Consumidor, cosa que por el contrario aplaudimos cuando la misma técnica es empleada en una reinterpretación moderna de la no menos bíblica “Ley del Talión” con los malos clientes que tratan al trabajador como si fuera un esclavo. La cuestión es ¿Ocurre algo parecido en otras ramas de la Producción donde la relación explotador-explotado permita desplazar hacia el consumidor la tensión generada durante la producción?

¡Claro que sí! La pobre gente que trabaja ocho horas diarias no tiene tiempo para pensar, mas su espíritu animal, aunque embrutecido, todavía le indica instintivamente la abierta contradicción entre la supervivencia y la autodefensa, de modo que tira por el único camino que a la bestia humana cargada de responsabilidad para con su prole le queda, cual es, la del silencioso anónimo sabotaje durante su jornada laboral, que los antropólogos, sociólogos y psicólogos, únicamente se atreven a explicar en función de factores subyacentes enormemente obtusos, empero sin mencionar lo que estoy poniendo de relieve, para no destapar la liebre de cuanto está sucediendo, fenómeno social que algún día se etiquetará propio de la decadencia de Occidente.

A la obsolescencia premeditada y la caducidad programada del Capital, hemos de sumarle ahora, este otro factor nacido de la indignación de una clase trabajadora explotada que no atreviéndose a protestar como sería lo suyo contra la Patronal, sabotea de continuo la producción, no como antiguamente solía hacerse poniéndole trabas al proceso, sino introduciendo defectos premeditados en los bienes de consumo que una vez vendidos exclusivamente afectarán al cliente.

Es posible que los fallos de los automóviles salidos de la cadena de montaje los viernes o sobre todo, los fabricados a últimos de mes, respondan a una infantil inquietud escolar no curada ante la inminencia del fin de semana y al agotamiento natural al finalizar un ciclo, y hasta es comprensible que por idénticas razones, ocurra otro tanto en la factura de pisos y edificios, producción de bienes y manufactura de alimentos. Pero de ahí a justificarlo todo por la inercia del calendario…Casas recién compradas con humedades, zapatos que se rompen al de dos días, paraguas con goteras, electrodomésticos que no funcionan la primera vez que se enchufan, uñas en embutidos, sustancias tóxicas en refrescos, etc, ciertamente pueden deberse a descuidos de los operarios, sucesos azarosos, abaratamiento de los costes, materiales de mala calidad, personal no cualificado, a la economía sumergida subcontratada y pagada en negro…pero cada vez somos más quienes empezamos a detectar que el aumento estadístico de las incidencias supera con creces la confluencia de estos otros factores que desde siempre han estado ahí por lo que su explicación ha de hallarse en las motivaciones apuntadas, mucho más comprensibles.

Selectividad: ¡Más necesaria que nunca!

Tras haber escrito durante dos décadas contra la Prueba de Acceso a la Universidad vulgarmente conocida como “Selectividad” sin obtener el resultado apetecido de verla desaparecer por juzgarla enteramente inútil, superflua y antediluviana, he optado por posicionarme a su favor, para experimentar por una vez, su lado positivo, ahora que remoto queda en la memoria su mal recuerdo estresante, noches sin dormir, vómitos y es que no era para menos.

Mi crítica rotunda, se fundamentaba en que consideraba una auténtica contradicción examinar de nuevo a quienes hubieran aprobado el curso que precisamente capacita al alumnado para dicho menester, tarea para la cual, los profesionales de la docencia, dedican todo un curso lectivo que de pronto, por las buenas, en menos de tres días es puesto entre paréntesis, sospechoso de haber colado polizones intelectuales no merecedores de ingresar en la Universidad. Y ciertamente, a posteriori, los datos obtenidos pudieran hacer creer en su utilidad pues, edición tras edición, hay estudiantes que la suspenden, si bien hemos de observar que seguramente de convocarse una segunda prueba a cuantos hubieran aprobado la primera, también esta última arrojaría suspensos nuevos a los que apartar del camino e igualmente sucedería con una tercera y cuarta prueba que de continuo menguaría el contingente apto…y no conseguía explicarme cuál era el factor determinante para hacer una evaluación a los examinados de todo un curso académico ya aprobados y en cambio no realizársela, con mayor motivo, a quienes hubieran superado sólo las pruebas realizadas a todo corre-corre en tres días.

Pero con la objetividad que procura el no verme afectado ni como víctima ni como verdugo, ahora aprecio que seguramente el sistema docente que pagamos entre todos con nuestros impuestos es tan sumamente pésimo, que las propias autoridades no se fían de la labor del cuerpo docente contratado. Y así como, cuanto peor es el profesorado, mayor es el número de deberes que manda para casa, la Selectividad es más necesaria cuanta más baja es la calidad de nuestra enseñanza, la profesionalidad del profesorado y la capacidad intelectual de nuestra juventud. Porque ustedes me dirán, cómo lo hecho en tres días puede evaluar mejor todo un año de trabajo, si lo que digo fuera incorrecto. No obstante, aun aceptando que hoy la Selectividad es en este sentido más necesaria que nunca, no estaría de más que entre sus pruebas de aptitud figurasen explícitamente conocimientos impartidos por la institución docente en el denominado “Curriculum oculto” como pudiera ser la propia aceptación de la condición inferior o sometimiento al jefe, e igualmente incorporase habilidades de gran ayuda para el futuro, como aprender a vivir con becas y subvenciones o hacer las maletas.

En cualquier caso, deseo arrojar un poco de esperanza a todos aquellos desdichados que van a tropezarse en esta trampa académica del camino que han de afrontar como si de un “Rito de paso” se tratara, ante la cual, únicamente queda superarla o no superarla y que sentirán como un rotundo fracaso quedarse a las puertas de la Tierra Prometida; A todos ellos les digo que da igual a la primera que a la segunda, que el resultado, visto con perspectiva viene a ser el mismo – que se lo cuenten al brillante profesor en paro concursante de “Saber ganar Víctor Castro – y hasta su temprana derrota puede vacunarles ante el excesivo optimismo de aquellos otros que exultantes de su éxito momentáneo, seguramente se darán de bruces, tarde o temprano contra el muro de la realidad, de modo que, interiorizada la lección de saber perder, podrán digerir mejor en el futuro, las continuas frustraciones de la escuela de la vida para las que nadie prepara y que no tiene reválida alguna.