Confesión del pequeño Dumbo a su buen amigo Timothy

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Tras los alarmantes hechos conocidos hoy Sábado 14 de Abril de 2012, desde una guarida secreta en Botswana en lo alto de un árbol – suponemos un baobab – el  pequeño elefante Dumbo envía una misiva urgente a su confidente Timothy cuya intimísima privacidad nos vemos obligados a traicionar debido a su enorme público e internacional interés, pidiendo por ello disculpas a los afectados en nombre de la Agencia BlaBlaBla.

 

Mi muy querido y apreciado Timothy:

Gracias a ti, mi historia aunque triste en sus inicios tuvo un final feliz, a diferencia de mis insignes ancestros como los sufridos anónimos elefantes que Aníbal hizo cruzar el estrecho, los Pirineos y hasta los Alpes ¡total para nada!, o el pobre Abul Abbas sacado de la jungla india para ser ofrecido como exótico regalo a Carlo Magno que murió de frio tras usarle el Emperador en sus batallas del norte, o el infeliz Hanno que fue a parar al Vaticano como obsequio del Rey de Portugal al Papa León X, o el muy desgraciado Topsy que cayera en manos del genio sin escrúpulos Thomas Edison quien no dudó en calzarle zapatos de metal para electrocutarlo en una feria cual espectáculo previo para demostrar la viabilidad de su tipo de corriente, experimento que luego culminaría en la fabricación de la Silla Eléctrica, irónicamente construida por la prestigiosa casa rival de Edison, la Westinghouse, o sin ir más lejos, mi malogrado tocayo Jumbo arrollado por un tren, en cuya memoria mi dulce Mamá me puso su nombre, aunque todos me digan despectivamente Dumbo por ser pequeño y con orejas grandes. Pero ahora…¡Ahora tengo miedo!

Mi querido Timothy, tu que eres un ratón al que se te puede hacer de todo en nombre de la ciencia o vender de mascota para que los niños den rienda suelta a su tierno sadismo infantil que no sé que es peor…estás acostumbrado a estos sustos. Pero yo, hace tiempo que pertenezco a una especie protegida, pero no parece que se precisamente por la Convención de Ginebra y menos todavía la de Burbon, porque me han llegado noticias de Pachi, el nieto del elefante que llevaba a lomos a Tarzán, sobre que el Rey de España, anda suelto de Safari por Botswana – mi tierra de acogida – escopeta en mano poniendo precio a mi cabeza en algo más de 20.000 euros. Y qué quieres que te diga, las orejas se me han puesto de punta.

Da igual lo que me digas sobre que el peligro para mi y los mios ha pasado, porque el auténtico “Rey de la Selva” el salvaje de verdad, dicen los medios de comunicación que se ha vuelto para casa con la cadera rota. ¡No pienso bajarme del árbol! Y tampoco me creo eso que se comenta de que todo este asunto publicado precisamente hoy 14 de Abril cumpleaños de la República española, es todo una invención y un fotomontaje orquestado por la Casa Real como cortina de humo para despistar a los investigadores sobre recientes acontecimientos cuyas pistas podrían arrojar una salva de mentiras tan gordas que nadie en su sano juicio se las podría creer de ser ciertas sobre lo ocurrido con Froilán…¡Y menos yo! Que no me chupo la trompa.

Sin embargo, yo, a diferencia del Oso Yogui, no pienso utilizar ningún epíteto como el famoso “mequetrefe” susceptible de ser malinterpretado de caer esta carta en malas manos, entre otros motivos, porque te confieso que me está bien empleado. A mi me ha sucedido lo que acertadamente advirtiera en tono de ¡Mea culpa! el Pastor Protestante alemán Martin Niemöller cuando confesara aquello de que “Primero vi que se llevaban a los comunistas y no hice nada” frase que equivocadamente se atribuye a Bertolt Brecht, pues mientras supe que este espécimen incontrolado de la fauna ibérica se dedicaba a cazar a los cervatillos hermanos de Bambi, yo permanecí como cantan los Celtas Cortos “tranquilo en mi sillón” escuchando a Mancini; Luego cuando supe de sus andanzas y correrías safarísticas tras los parientes del Rey León, continué como si nada balanceándome sobre la tela de una araña; Más tarde, cuando me comentaron que la había tomado con los congéneres del oso Balú, tampoco me di por aludido, haciendo poco honor a la memoria histórica antes referida. Y ahora, mira por dónde, se ha fijado en mi. Yo, que le tenía por uno de los mios al ser identificado como ejemplar Sagrado, siendo como es un Elefante Blanco institucional. Espero que esto sirva de escarmiento para mi amigo el Hipopótamo que creo que es el siguiente en la sanguinaria lista de invitados a tan siniestra agenda diplomática real.

Bueno, dale recuerdos a Pixi y Dixi y perdona si hasta ahora no me preocupé por tu sufrimiento en los laboratorios clínicos.

Riesgo de lluvia radiactiva

Nos enteramos furtivamente entre líneas, que no en titulares como correspondería a un medio de comunicación, de que la nube tóxica proveniente de la central nuclear de Fukushima, está llegando a Europa y como a los galos de la aldea de Asterix, amenaza con desplomarse sobre nuestras cabezas haciéndonos menos gracia que aquella agüita amarilla de la que hablaban “Los toreros muertos”.

Resulta que el pasado Lunes, el Instituto Francés de Radio-protección y de Seguridad Nuclear que no es sospechoso de alarmista, anunciaba la llegada con los vientos de residuos radiactivos, cosa ya advertida por los EEUU, Canadá e Islandia cuando durante el fin de semana detectaron las primeras partículas de yodo contaminantes en su espacio atmosférico, ahora también confirmadas por Finlandia. Por supuesto, para la Comisión Europea, ello no supone ningún riesgo para nuestra salud, descartando restricciones a la entrada de productos agroalimentarios japoneses, como si se le pudiera poner fronteras al aire. Por no comentar que en España, para salvaguardar los intereses turísticos, estamos como en el frenopático de Kortatu declarando ¡Sol y buen tiempo!

Pero si no atendemos a las veletas políticas y nos fijamos únicamente en los datos técnicos que filtran a cuentagotas algunos pocos verdaderos profesionales de la información, pronto apreciaremos que el asunto pasa de castaño a oscuro, cuando conocemos que en épocas normales, los estados miembros de la UE deben medir los niveles de radiactividad al menos una vez al día, cuando en estos momentos se están tomando muestras angustiosamente cada hora.

Así las cosas, he concedido la máxima credibilidad a un correo enviado por un ocioso amiguete que conociendo mi animadversión a ir pertrechado contra las inclemencias, me ha avisado de que desde hoy y hasta pasados algunos meses, todos hemos de procurar evitar entrar en contacto directo con la lluvia, usando siempre impermeable y paraguas aunque se trate del típico sirimiri; Y es que, los
especialistas en contaminación nuclear, han señalado que las partículas
radiactivas pueden causar
quemaduras, alopecia e incluso cáncer a medio plazo.

Empezamos entonces a entender lo sucedido con las declaraciones del Comisario Europeo de Energía Ottinger que de modo inaudito para la transparencia en alguien de su rango, se atrevió a calificar de Apocalíptico las consecuencias de lo sucedido en la Central de Fukushima y también la bochornosa actitud de la maraña de presentadores, locutores y FPs (Falsos Periodistas) que como Herrera –que ciertamente debe estar en la onda radiactiva- parecen vendidos a las Eléctricas que pagan su manipulación mediática en forma de anuncios publicitarios, tachándole de histérico y fuera de lugar, como las petroleras tienen a sueldo a expresidentes que como Aznar claman contra el Cambio Climático con tal de aumentar sus beneficios, aun a costa de ponernos a todos en peligro.

Contaminación acústica

Una de las medidas más eficaces para doblegar la moral del Resistente, esté a nuestra merced como en el caso de la tortura, o escape a ella, como cuando se refugia tras los muros de una embajada, es poner música a todo volumen las veinticuatro horas del día, pues está demostrado que el ruido altera nuestra psique, entorpece el pensamiento, impide la reflexión y concentración, llegando incluso a distorsionar por entero la propia conciencia. Cierto es, que la incomunicación total y sensorial de los sujetos, como se lleva a cabo en Guantánamo con los combatientes, y en nuestros Democráticos Hoteles DDHH también llamados cárceles como en el caso de los FIES, puede provocar los mismos efectos y aún mayores. Mas como quiera que nuestra industria y modelos de producción, requieran un mínimo alto de decibelios constante, del todo contra natura, el único modo de evitar el malestar de la población hacia su ineludible presencia, acaso sea acostumbrarla a su realidad desde la infancia, evitando secuencias espacio-temporales en las que las personas puedan percibirse sin su ingrata estridencia, todo sea que les agrade y empiecen a quejarse de la contaminación acústica.
Hace unos años, asistí infiltrado a un seminario sobre seguridad laboral donde se hablaba sin tapujos del rebaño humano, yacimientos de mano de obra barata, externalización de gastos, etc. Cuando un experto explicó la necesidad de cuidar los oídos de los operarios que trabajan con máquinas pesadas por el bien de la empresa para evitar futuros gastos a la SS, un alto ejecutivo de los presentes, comentó entre el asentimiento y risa general que, los repuestos ya vienen entrenados de la discoteca…¡Y no le faltaba razón!
De igual manera que las clases pudientes nutren a su descendencia con productos de calidad, educándoles el paladar con zumos de frutas, carnes y pescados sin conservantes ni colorantes, mientras la masa de esclavos asalariados no tiene otra cosa que ofrecer a su prole que Coca Trolas y hamburguesas de Malc Omas rebosantes de aditivos cancerígenos…así las primeras velan por que sus hijos conozcan la buena música, y aprendan a escuchar a Chopin, Gershwin, Morricone, Jarre, o Wim Mertens, llevándoles a conciertos, óperas, y teatros, donde su gusto musical se forma de modo natural en un entorno adecuado para la sublimación del espíritu, mientras el resto compra auriculares a sus retoños que deseando escapar del ruido de nuestras calles, del tráfico, de las constantes obras cerca de las que viven, estudian, trabajan, y consumen desemfrenadamente sin pararse a pensar ¡cómo hacerlo! caen en la trampa de atrapar sus oídos con cadenas musicales cuyo único propósito es aturdirles la mente lo suficiente como para que vayan mal en sus estudios justificando así la falsa meritocrácia de nuestra falsa democracia. Pero como quiera que los Resistentes agudicen el ingenio para abstraerse del mundo por medio de la lectura en consultas de dentistas y abogados, viajes de tren y autobús, bares y cafeterías… las grandes corporaciones ya han dado instrucciones a los profesionales liberales, medios de transportes, y al ramo de hostelería, para que pongan música ramplona sin cesar y a poder ser, que suban un poco más sus decibelios. Yo, como pertenezco a la clase superior, me percato inmediatamente de donde estoy por el nivel de ruido existente, y allí donde tienen puesta por sistema la radio, la tele, o el hilo musical, evito entrar para que no me confundan.

Parábola del leñador

Un leñador, creyó llegado el momento de introducir a sus hijos en el oficio. A tal fin, les congregó en la entrada de su caserío y señalándoles el monte más cercano, les dijo: “Va siendo hora que aprendáis a ganaros el sustento con vuestras manos.” Al más pequeño de los siete hermanos, se le ocurrió preguntar, si no dañarían al bosque al cortar uno de sus árboles, que a él le daba mucha penita usar aquellas terribles hachas, contra un indefenso árbol que nada podía hacer por defenderse. Sorprendido el padre por ésta tierna intervención, y percibiendo que ésta reflexión podía turbar el buen temple del resto de su prole, decidió atajar el asunto espetando: “¡Que el árbol no te impida ver el bosque!”.
Sin mayores contemplaciones, hacha al hombro, se encaminaron de madrugada al pie de la montaña. Una vez allí, no muy convencidos, se acercaron al árbol que tenían más a mano y tras mirarlo bien, el mayor tomó la iniciativa: “¡Vamos, vamos! Padre ha dicho que el árbol no nos impida ver el bosque. Creo que éste es el que nos impide ver el bosque.” Y así, entre hachazo va y hachazo viene, lograron tumbar su primer árbol.
Pero, detrás de ese árbol, había otro más grande y frondoso que como el anterior, les impedía ver el bosque. Con la experiencia adquirida, no dudaron en emprenderla también con aquel, pues no era cuestión que árbol alguno les impidiera ver el bosque. En un santiamén, aquel segundo árbol besó el suelo. Para sorpresa de todos, tras éste segundo derribo, se levantaba orgulloso un nuevo árbol, también más robusto que los anteriores. Un tanto enfadados, que no abatidos, los siete aprendices de leñador, acometieron éste tercer reto con mayor entusiasmo si cabe. Tras éste, vino un cuarto, quinto, sexto, séptimo, con el que abrieron un inmenso corredor según ascendían la montaña.
Pasadas algunas horas, todos se percataron de que ya no era un árbol el que les impedía ver el bosque, sino dos, cuatro, ocho… Muy seguros de si mismos, optaron por dividirse y acometer el trabajo por separado durante siete días. El resultado fue que los troncos caían de siete en siete, abriendo siete brechas más en aquella ladera del monte. Y así fue, hasta que todos coincidieron en la cumbre la séptima noche, donde con toda la leña que habían recogido, decidieron hacer una gran hoguera, a modo de pira triunfal de su gesta, y pasar la noche allí mismo.
Con los primeros rayos del sol, se desperezaron y comprobaron que sólo les quedaba un árbol por talar. Pero no había necesidad, pues éste árbol ya no les impedía ver bosque alguno. Pensando qué hacer con el: a uno se le ocurrió que era un buen lugar para que los perros fueran a hacer sus necesidades; otro pensó que lo más apropiado era colgar un columpio; otro creyó apropiado aprovechar la sombra que proyectaba, para instalar un merendero…. Al final, decidieron que el lugar reunía las condiciones apropiadas para convertirse en un magnífico parque para el esparcimiento de todos ellos y los vecinos del pueblo.

Sostenibilidad sostenible

Los expertos en sostenibilidad sostienen que, su disciplina sustentó sus primeros pasos, bien con el arte musical dónde el uso de sostenidos remite a aumentar un semitono la nota natural, bien al arte femenino de aumentar de tono su natural atractivo por medio del sostén. En cualquier caso, no son pocos quienes hoy se ganan el sustento proclamando sostenible cuanto pillan a mano.
Cuando se empezó a hablar de desarrollo sostenible, pronto se percibió el enorme atractivo de este adjetivo que puede adjuntarse casi a cualquier otro término cuya presencia políticamente correcta haya entrado en crisis en cualquier esfera humana en la que nos hallemos. Así fue como en un brete, se empleó el feliz comodín para dar un balón de oxígeno a toda suerte de conceptos maltrechos mediáticamente ante una opinión pública que sin embargo no dada con el remplazo adecuado, de modo que asistimos a una explosión cámbrica de la sostenibilidad, poniéndose de moda especular sobre la economía sostenible, mercado sostenible, consumo sostenible, capitalismo sostenible…sobre los que ahora se sustentaba el Estado del bienestar ¿Adivinan? sostenible, dónde se comenzaría a cuestionar la sanidad sostenible, la educación sostenible, el sistema de pensiones sostenible…De este sencillo modo la misma sostenibilidad sirvió para de una parte alargar la vida de eufemismos caducos odiados en el alma por la ciudadanía que estaban a punto de espirar en su utilidad manipuladora y de otra, para ensombrecer la nobleza de aquellos otros conceptos que la población amaba con todo su corazón, sembrándoles el virus de la duda sobre su viabilidad.
Ya nada sería lo mismo. La realidad se desdibujaba por momentos, propiciando el abono para un triunfante idealismo que jamás sospechó hallarse en una igual. Al tiempo que todo se transformaba en virtual, la residual realidad conceptual persistente, daba signos de resquebrajarse bajo los pies: Agricultura, innovación, gastronomía, turismo, movilidad, servicios públicos, arte, cultura, vida…¡Todo se apuntó a la moda de la sostenibilidad! Bueno. Todo no.
Un pequeño número de vocablos irreductibles, se resisten ferozmente a verse acompañadas por el aludido nefasto modismo. Pocos articulistas se atreven a escribir sobre impuestos sostenibles, ni ejércitos sostenibles, o paro sostenible; Por eso nadie lee sobre urbanismo sostenible, dinero sostenible o trabajo sostenible; Tampoco los tertulianos hablan de armamento sostenible, seguridad sostenible, cárceles sostenibles, o subvenciones sostenibles; Por lo que rara vez oímos hablar de industria automovilística sostenible, política de patentes sostenible, políticos sostenibles, monarquía sostenible, ayuntamientos, diputaciones, gobiernos, bancos, democracia y toda la propaganda que nos hacen tragar al punto de no cuestionarse su sostenibilidad. Porque añadirles la voz sostenible a dichas palabrejas, recordaría al respetable que, el adjetivo que mejor les acompaña es el de “Soportable”.
Es posible entonces que, la sostenibilidad sea insostenible, cuando la misma se sustenta en quienes se ocupan de mantenerla artificialmente haciéndola insoportable.