J.Sachs, profesor en Harvard y asesor de Ban Ki Moon – tiene gracia por lo que sigue – denunció en su día, algo que todos ya sabemos pero que precisa que personas de su prestigio lo digan alto y claro: que la política se ha aliado con la Banca en contra de los intereses de la población; en este pasado ejercicio los bancos han ganado la nada despreciable suma de 20.000 millones de dólares – dicho en euros parecen menos- y Wall Street ha amasado beneficios superiores a 35.000 millones, culminando con ello, en palabras de este insigne economista, el mejor año de su historia. Y sin embargo, al tiempo que accionistas e inversionistas se forraban con nuestros ahorros, sin sonrojo exigían a los Gobiernos títeres, ayudas y subvenciones a fondo perdido o sin intereses, mientras los ciudadanos sufren y padecen la carestía de la vida, mermas continuas en sus derechos laborales, subidas de impuestos, paro, penuria e incertidumbre. Por ello, propone decididamente y sin demora la aplicación de tasas a las transacciones financieras para que todos podamos beneficiarnos de su Globalización.
Conocí el pensamiento de este autor, casi por equivocación: merodeaba por una librería, cuando de reojo leí a lo Rompetechos un título que llamó poderosamente mi atención, “¡El fin de la pereza!”Uno que se declara seguidor de Lafarge, no pudo menos que girarse dispuesto al ataque, y casi al instante me percaté que donde había visto “pereza” estaba escrito “pobreza” De cualquier modo, el susto estaba hecho y seguía a la defensiva, porque es propio del pensamiento neoliberal proclamar que de la pobreza se sale trabajando, y este menda que sabe que a la riqueza solo se llega por la explotación y el expolio de los semejantes, como que no estaba por la labor…pero como quiera que me excitan más las voces contrarias que aquellas que me cantan nanas al oído, decidí echarle una ojeada en diagonal, y ¡vaya! No estaba nada mal…
Por supuesto, Sachs todavía orbita en el Buenismo Oenegeista propio de la pedagogía bancaria que luce su generosidad caritativa al tiempo que justifica el statu quo, muy lejos de la Pedagogía del Oprimido postulada por Paulo Freire a finales de los sesenta, mas para los tiempos que corren, podemos adscribirle en la vanguardia moral inteligente occidental. Su defensa de la denominada por los economistas “Tasa Tobin” en honor de James Tobin, Premio Nobel de la disciplina en 1981 quien fuera el primero en proponerla, y a la que el resto nos referimos como “Robin Hood Tax” le sitúa además muy cercano a las tesis apuntadas por nuestro Emperador Obama, y algo me dice que estamos rozando con los dedos la posibilidad práctica de redistribuir la riqueza de un modo menos injusto, que no me atrevo a decirlo del modo políticamente correcto, por vergüenza.
Para las concienzudas conciencias concienciadas de espíritu rebelde, revolucionario y contestatario, es más que probable que apoyar esta medida les parezca reformista, reaccionaria, y hasta opresora; pero para mentalidades como la mía, de centro derecha, más tranquilas y sosegadas, es probable que apreciemos en lo que vale esta perspectiva telescópica del problema como alternativa a ir pegando tiros a furgones blindados como hacen los GRAPO, que para algo escribe mejor que el Camarada Arenas. Ya lo dijo nuestro Señor Jesucristo “Si estos callan, hablarán las piedras”