Las bibliotecas con su silencio ensordecedor, asustan al ciudadano medio acostumbrado al bullicio callejero y a nuestros universitarios que han aprendido a evitarlo colocándose auriculares en sus orejas de zo-pencos, pues el provecho que les van a hacer las horas que metan en semejante disposición, poco se diferencia del que le haría hincar codos en la discoteca.
Será por este ancestral temor al silencio, parejo al miedo a la oscuridad, quedarse a solas y desconfianza hacia lo desconocido, que los bares parecen hemerotecas, como los kioscos librerías, las librerías tiendas de música, las tiendas de música establecimientos de ropa, y las tiendas de ropa lugares de ocio juvenil a las que solo falta las litronas. Estando así de desacompasado el mundo, se hace necesario un renovado orden moral para armonizar la deteriorada convivencia.
Lo primero que se ha de tener presente, en el caso que nos ocupa, es que el bar, pone a disposición de todos sus clientes una limitada cantidad de periódicos, de lo que se colige que, uno no puede atraparlo para si solo durante mucho rato; el periódico de bar, no está para escudriñar la línea editorial, ni el estilo de tal o cual calumnista, sino para hojearlo u ojearlo. Con todo, si el establecimiento ofrece más de un ejemplar, ni tan mal. La situación, en cambio, puede generar nerviosismo en quienes han acudido a tomar café con la primordial intención de desayunar las noticias encontrándose con un monopolizador del servicio lector, viéndose obligado a merodear por las mesas a lo avestruz intentando divisar un diario suelto, o a vigilarlo como ave de rapiña desde la barra, para hacerse con él en cuanto lo suelte de la mano. Los sufridores habituales, hace tiempo que tenemos asumida la situación aprendiendo a entrar en bares sin consumir hasta tener la certeza de que podremos echarle un vistazo, sin darnos vergüenza alguna abandonar el local de detectar sospechosas cómodas posturas de nuestros competidores que se hayan adelantado en capturar los ejemplares buscados, entre ellas, la de tenerlo abierto de par en par sobre la mesa con el café terminado y los dos brazos sobre sus lados a modo de pisapapeles, eso cuando tiene interés… ¡Porque esa es otra! basta que desees una publicación determinada, para que su horko custodio, se deleite charlando mientras hace que lo lee…empieza entonces uno exasperado a empujar con la mirada el ritmo al que van pasando las hojas hacia el final, con la esperanza de que cuando esto suceda, lo deje libre, perspectiva que demuestra no ser científica del todo, de tratarse de un lector tiovivo que le gusta primero mirar los titulares para luego volver darle una vueltecita más detenida. Pero se empieza a emular al Capitán Hadock echando rayos y centellas cuando descubrimos a un sinvergüenza acurrucado discretamente en un rincón del establecimiento precisamente con el diario que andas buscando desde hace media hora y que lo tiene en secreto para hacer un puto crucigrama ¡Vete a hacer los pasatiempos a la playa! Lo primero, que el periódico no es tuyo y debes devolverlo tal cual te lo han dejado, de igual modo que no puedes arrancar una noticia, tampoco debes solucionar los crucigramas sobre el papel; lo segundo es que el diario es sobre todo información y si ya criticamos que un solo lector lo acapare más de media hora, que no diremos de estos especímenes del pasaratos, sobre todo cuando no conocen a Ra, Pi, Po, fa. Ea, y demás conocimientos necesarios para personas que seguramente también lean los horóscopos…cierto es que, los dueños no suelen poner pegas a esta práctica, pero deberían reconsiderar su permisividad que puede hacerles perder clientes adictos a las noticias; hace tiempo plantee un protocolo para que se prohibiera resolver pasatiempos en los periódicos del día, y que a tal efecto, se usaran los de la jornada anterior. Eso, o que los propietarios se tomaran la molestia de recortar la sección para evitar tan insana costumbre entre su selecta clientela. Y ya puestos, los hosteleros deberían desmembrar los diarios, como mínimo, en sus cuadernillos, que para algo se han tomado la molestia de hacerlo así las propias empresas editoras; las ventajas son enormes, porque con un solo ejemplar, contentarían a varios clientes, cuanto mayor rendimiento obtendrían entonces, de atreverse a separarlo por secciones, labor que reconozco harto compleja por la propia distribución en como viene diseñado el pliegue del periódico, pero que podría arreglarse de elevar una sugerencia en este sentido a los medios de comunicación.
Si al nerviosismo, la desesperanza, la exasperación ya explicadas, le sumamos la mala hostia que a uno se le pone cuando descubre como los hay capaces de tener dos ejemplares en su haber, uno debajo del otro, para que no se le note, ahí si que ya se pierde la compostura y no se duda en acercarse felinamente a lo Rodríguez de la Fuente para preguntar con mala cara ¿ No será del bar? Caso perdido en cambio es, cuando pillas en plena faena a la mafia que acapara los escasos ejemplares pasándoselos unos a otros tras retenerlos indebidamente para el trueque.
Todo ello hace que hasta nos agrade los malos modales de quienes sueltan el periódico sobre la mesa en la que están, sin dignarse a devolverlo al lugar de dónde lo cogieron, llevando con su ausencia a la confusión del resto de usuarios, y hasta disculpemos a los cochinotes que tras zampar a tariscos sus grasientos bocatas de tortilla sobre las hojas del periódico, los devuelven impregnados con sus huellas dactilares, humedades, goteras y vicios ocultos, en forma de miguitas o patatas pegadas, pues ambos comportamientos, mal que bien, suponen que los ponen de nuevo en circulación para que los disfrutemos todos. Hasta ese extremo hemos llegado.
Categoría: EpC
EpC: Claramente adoctrinador
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acaba de declarar al libro ‘Educación para la Ciudadanía’ de la editorial McGraw Hill de «carácter adoctrinador» en consecuencia, ha eximido de asistir a clases y de ser evaluado de dicha asignatura al hijo de una familia onubense que interpuso el año pasado un recurso contencioso-administrativo contra dos resoluciones dictadas por la Junta de Andalucía que desestimaban dicha solicitud y obligaban a cursar la asignatura al escolar en contra de la opinión paterna.
La sentencia, un auténtico varapalo para la controvertida EpC y por extensión a éste Gobierno jamacocos, argumenta que el texto elegido vulnera los artículos 16.1 y 27.3 de la Constitución donde se garantiza «la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público y el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» Tras realizar un estudio exhaustivo del contenido del libro, el Tribunal concluye sin paliativos «no es en su conjunto respetuoso con los derechos fundamentales(…) porque atiende preferentemente a una opción parcial y objetiva (…) ni se ha mantenido la más exquisita objetividad y el más prudente distanciamiento (…) el autor –Juan José Abad– opta por una visión parcial de los temas incompatible con los principios democráticos y cívicos que son precisamente aquellos que tratan preferentemente de inculcar el texto». ¡Eso es nada!
No sé cuantas resoluciones como esta serán necesarias para eliminar este adefesio del elenco de materias escolares, o en su defecto, se permita a las familias inteligentes ejercer su derecho a la objeción en algo tan delicado como lo es la educación de los hijos. Pero creo cercano el día, en que algo tan fundamental no precise de ser reclamado judicialmente, porque, leyendo el grueso de la sentencia, he pasado tanta vergüenza ajena por el autor, la editorial, la Junta Andaluza, el Misterio de Educación y el Gobierno de España, que dudo mucho se atrevan a llevar el asunto a la Haya recurso tras recurso, de no ser que tengan más cara que espalda importándoles un bledo la imagen externa del país, como ha sucedido con la bofetada legal recibida desde Europa por el indebido cobro del Cd o Canon Digital, haciendo así alarde de la Educación cívica social y democrática que desean transmitir a nuestros jóvenes estudiantes.
EpC: Dónde vivir
Cuando el pasado septiembre accedí a las declaraciones de la ex Primera Dama Ana Botella, actual Concejal de Miedo Ambiente en el consistorio madrileño por el PP, no podía dar crédito…¡Por fin! alguien se atrevía a decir lo que a mucha gente se le pasa por la cabeza – para pensar hace falta más de esfuerzo- a saber, que los mendigos que pernoctan en el centro de nuestras ciudades, son un problema añadido a las tareas de limpieza. Asunto éste que, en las calles de Chicago o Sáo Paulo tiene rápido remedio llamando a Mr.Proper, también conocido como brigada especial que se ocupan de mantener desinfectadas las calles de estos defectos estéticos aparecidos al cobijo del Estado del Bienestar, al tiempo que proporcionan un suministro constante de órganos para el libre mercado organizado al mejor postor, aunque no faltan quienes lo ven casi como una acción misericordiosa para aliviarles el sufrimiento, como declaró un policía brasileño ante un tribunal.
No voy a decir que eso me parezca bien, pese a quien pese. Creo que en nuestra sociedad, hay sitio para todos, incluidos vagabundos, mendigos y pordioseros. Pero, con esto de las crisis cíclicas capitalistas, detecto una creciente demanda entre la juventud ansiosa por saberse manejar sin titulación alguna en una vida miserable para la que nadie le ha sabido o querido preparar, ni su familia, ni la escuela, ni la Iglesia, ni el Estado, siquiera la videoconsola o la televisión.
Comparto con ustedes la tentación de inyectar veneno en varias botellas de Coca Trola como se ensayara en Bélgica y dárselas caritativamente a beber a esta pobre gente. Pero ¿No creen que antes se les debería dar la oportunidad de vivir entre nosotros de un modo digno? Les recuerdo que el final auténtico de la fábula de la cigarra y la hormiga no lo escribió ni La Fontaine ni Samaniego, sino muchísimo antes Esopo quien presentaba a la laboriosa hormiga apiadándoe de la zángana cigarra, no sin antes darla un consejo, que es a lo que me presto hacer yo ahora, con esta generación que espera a verlas venir, mientras ecucho el susurro de Crystal Waters “Gypsy woman”.
Pues bien, queridos alumnos de la vida. Si habéis atendido algo a las clases de manualidades de chavales, casi casi tenéis medio resuelta la cuestión de la vivienda unipersonal; Id de mañana a cualquier gran almacén como el Corte Inglés dónde los pijos van a hacer sus compras y expropiadles en nombre de los desamparados, una de esas cajas grandes de cartón cuyos triangulitos verdes y negros recuerdan a su nombre sin tilde. Así, desnuda, sin ubicar parece poca cosa, pero con un trapito aquí y otro allá, con el uso le iréis tomando cariño hasta lamentar el día en que su natural deterioro requiera de volver a requisar de nuevo otra vivienda de cartón. En cierto modo, esta, digámosle así, molestia de tenerse que mudar constantemente de envoltura, puede verse como una ventaja respecto a las cuatro paredes de los nichos urbanos en los que la gente ve pudrirse su cochina existencia dentro de su hipoteca bancaria, pues hoy tu casa es de Samsung, mañana de Grundig y mal que bien, vives a la moda con casas de marca. Si finalmente te hallas a gusto viviendo en tetrabrik, acostumbrad a vuestros hijos desde pequeños haciéndoles dormir en una cajita de María Fontaneda. En cierto sentido, residir en una caja de cartón viene a ser una versión moderna del modus vivendi del filósofo cínico Diógenes que tenía un tonel por morada.
Si por lo que sea, tuvieras alergia al papel o te viniera a la mente el cuento de los tres cerditos y prefirieras cobijarte en una estancia más espaciosa que a la vez te ofreciera mayor solidez, con techo abatible ruedas para su mejor transporte, capacidad de añadirle accesorios externos, pero no te llega para una caravana de lujo, tienes a mano en cualquier esquina unos fabulosos contenedores que están ahí esperando a sus futuros propietarios. Los hay de plástico o de metal en varios colores. Yo particularmente me decantaría por los que tienen una especie de claraboya, aunque los cerrados del todo ofrecen, que duda cabe, mayor seguridad. Como en el caso anterior, bueno sería que vuestros retoños aparte de buscar comida en el cubo de la basura, fueran acostumbrándose a pasar largas temporadas en su interior, como si fuera esa casita de juegos que los niños ricos en las pelis, tienen en su jardín.
La opción anterior, con todo, no es recomendable para personas proclives a padecer claustrofobia. En ese caso, lo mejor es hallar un coche en condiciones abandonado antes de que lo lleven al desguace; No hagáis caso a los Inhumanos que dicen que es difícil hacer el amor en un Sinca 1.000. Lo que es difícil, es no hacerlo, si tienes con quien; Los asientos de los coches ponen mucho, por ello hasta el más humilde SEAT Panda –tampoco hay que pensar en un Mercedes para hallar la felicidad- puede ofrecerte un confortable nidito de amor con ventanas al exterior, bien ventilado, iluminado y unas cortinillas del todo a cien puede procuraros la intimidad que tanto deseáis por las noches a la luz de la luna. Verás como la vida te va sobre ruedas. Un posible inconveniente de esta alternativa podría provenir de su ubicación. Habéis de poner cuidado de no generar una deuda por aparcamiento indebido, no vaya a ser que os hubiera salido más barato suscribir una hipoteca con el BBVA.
Las personas con problemas de fotofobia o que gusten de vivir todo el rato rodeadas de cemento, tienen reservado todo el subsuelo, bien bajo las alcantarillas, bien pasos subterráneos, o en los túneles del metro. Es un poco Gore, pero tiene su aquel. No suele haber disputas por estos espacios y hoy por hoy para personas conformistas que no precisen de demasiadas florituras, puede estar bien.
Por último, dentro de la oferta más parecida a lo que ha sido hasta la fecha una casa de trabajadores, tendríamos los cajeros automáticos. El problema es que hay muy pocos y están muy solicitados, por no hablar de las mafias que los tienen controlados y a las que hay que pagar sea para su alquiler mensual, bien para hacerse con uno en propiedad. Su funcionamiento es como el de los albergues municipales, pero con el horario más restringido, de 23:00h a 6:00h. Tiene a favor que son de uso doble o individual, iluminación constante, cámara de vigilancia y puerta de seguridad. El problema es que puedes coger complejo de escaparate y corres el riesgo de que la entidad, te tome con el tiempo como de su propiedad, acabando en un anuncio de Aquarius, sin ver un duro por tu participación. ¡Que ya han ocurrido cosas de estas…
Ahora bien, si por lo que sea, buscáis alejaros de la vida rutinaria de vuestros padres y no deseáis reproducir los arquetipos modernos que se han impuesto al urbanita obligándole a pernoctar en corrales, sean estos de hormigón, plástico, hojalata, o acero, y anheláis volver a vivir como nuestros ancestros, teniendo por suelo la Tierra y por techo el cielo, entonces se os abre un sinfín de nuevas posibilidades donde escoger:
Para quienes todavía no lo tengan del todo claro y quieran probar sin arriesgarse demasiado, lo ideal es encontrar algún puente sobre un río o una autopista. No os podéis hacer ni idea, lo bien equipados que pueden llegar a estar estos sitios cuando se le pone un poco de ingenio, habilidad e ilusión. ¡No les falta de nada! Colchones, cocina, radio, nevera, televisión…las he visto hasta con Internet. No hay gastos de comunidad aunque si vecinos. Pero lo mejor es que tanto el agua como la electricidad, te salen gratis. Es otra forma de hacer puenting.
Para aquellos que hayan pasado una temporada viviendo bajo tierra y deseen experimentar algo más atrevido, lo suyo son los vertederos para que no echen de menos del todo su antigua morada. Estos lugares situados a las afueras de las grandes ciudades, tienen la ventaja de ofrecer al lugareño un paisaje colorista repleto de gangas con las que poder vivir de regaliz. Suelen tener buen transporte tanto diurno como nocturno, mas debe ponerse especial cuidado en no quedarse dormido en el trayecto para evitar ser triturado que luego, no todos vais al Malc Omas.
Sin embargo a cuantos hayan disfrutado de vivir, en pongamos por caso, un dos caballos, entonces les recomendaría hacer de Pocholo yendo de playa en playa por el largo litoral de nuestra querida Península Ibérica. También aquí, se ha de evitar el sueño profundo, sobre todo por el Mediterráneo, pues las escavadoras no distinguen y os pueden hacer una avería.
Los bancos en verano, aunque últimamente los diseñan cada vez más raros para evitar que durmáis en ellos, son un excelente lugar para cuantos escogisteis las cajas de cartón en invierno. Claro que dos peligros os acechan: el aburrimiento juvenil y las palomas.
Bueno, ya no sé que más os puedo decir. Quizá disculparme por no ofreceros el mejor refugio que se me ocurre nuestra sociedad puede aseguraros a todos vosotros: ¡La cárcel! Sí. El trullo, la chirona, el talego…allí dispondréis de alojamiento en PC, celadores a vuestra disposición para daros seguridad en no ser molestados, disfrutareis de ocio recreativo, oportunidad de aprender artes y oficios de vuestros compañeros de celda y no os preocupéis de la droga que de eso no os va a faltar por si os queréis también evadir de allí.
EpC: Dónde tomar buen café
Mis papilas no aprecian lo que mis pupilas: ni los tomates saben al tono rojo por el que pago a precio de oro su kilo, ni el café demuestra en el paladar lo que luce en la clásica taza blanca estilo costumbrista de la típica estampa galdosiana, de la que -es todo un aviso- tampoco se desprende aroma alguno que despierte en mi, como lo hiciera la magdalena de Proust, entrañables recuerdos de infancia junto a mi abuela esperando a que la cafetera italiana filtrara toda su sustancia, pues aunque no me permitieran tomar ni un sorbo de aquel negruzco mejunje, su embriagadora fragancia permitía disfrutar su intenso sabor sin necesidad de probarlo.
Este asunto es más misterioso que la desaparición de los huevos blancos de los supermercados, pues creo no ser el único en darme cuenta que el olor a café ha desaparecido por entero de nuestros bares, restaurantes y hasta de las cafeterías, tanto, cuanto el insomnio que provocaba cuando era de calidad. ¿ Qué está sucediendo? Tengo la impresión de que nos escamotean el buen café para mantenernos dóciles y sumisos, que por algo lo prohibieron clérigos islámicos y Gobernantes cristianos, al comprobar como el populacho se envalentonaba tras ingerir unas pocas dosis, pues a diferencia del alcohol y el tabaco, éste no solo no perturbaba los sentidos y las capacidades mentales, que por lo visto, las agudizaba excitándolas todavía más, asunto que no interesaba antes, ni ahora, menos con la que está cayendo.
El buen café se ha de tomar solo, la leche lo único que hace es estropearlo; claro que si el café es de mala calidad, cuanta más leche se le eche, menos se notara. A caso sea por eso que, pese a toda lógica comercial, últimamente los cortados podrían pasar por auténticos cafés con leche pequeños…El asunto se complica cuando, en nuestra sociedad capitalista donde todos buscamos el máximo beneficio al menor coste propio y mayor mal ajeno, la leche que se añade, sea de peor calidad que aquella del café que se desea disfrazar con su presencia. Así empezó hace dos décadas la moda de añadirle crema a la mala leche, que se sirve al mal café, para darle más cuerpo, dicen los entendidos, y algo de razón llevan, porque si ustedes supieran cómo se confecciona la cremita…igual la vomitarían ahorita mismo. Para entendernos: la crema que le echan a mala leche, siendo esta una especie de mortaja del difunto café, vendría a ser el maquillaje de un cadáver pasadito de días.
Gracias a mi condición de Magoo, fui muy afortunado en darme cuenta inmediatamente de este proceso desde comienzos de la década de los noventa. Hacía tiempo que venia detectando cómo el café, tanto dentro como fuera de casa, perdía paulatinamente tanto sabor como aroma, sin pasarme inadvertida la curiosa coincidencia de que las casas comerciales comenzaron a anunciar productos con “Denominación de Origen”, más caros que los que hasta aquel entonces adquiríamos. No obstante, una cosa era tener la mosca sobre la nariz, y otra muy distinta la certeza de que algo raro estaba sucediendo; mientras la maldad no estaba muy extendida, necesité ponerme padecer del estómago varias veces hasta que relacioné aquellos vómitos repentinos con la “Conspiración del café”, descubrimiento que hice tras darle un primer trago a un café con leche en el bar que había al lado de mi casa; con la confianza da ser cliente fijo, me atreví a comentarle a Víctor, el dueño, que el café estaba malo, cuando en otros lados o lo dejaba, o me lo tomaba por haberlo ya pagado; el buen hombre me retiró la taza y de inmediato me sirvió otro, no sin antes, hacer curiosas maniobras propias de un alquimista que jamás antes le observé; tras probar con precaución este segunda pócima, me debió ver la cara, entonces el hombre tuvo los reflejos de relacionar en su defensa que había empezado a usar crema de leche, porque las mismas señoras que le pedían leche desnatada, ahora querían la cremita…Así descubrí el origen de mi malestar general repentino, y empecé a investigar el asunto.
En estas dos décadas, las cosas han ido de mal en peor; hoy podemos ver como al café se le echa de todo, menos café: leche condensada, nata, cacao, vainilla…lo peor, es que a la gente le encanta la tontería, y a este paso, no me extrañaría nada que me pongan sin previo aviso mayonesa. Si ustedes como yo, desean tomar buen café, pero no tienen la suerte de poder ver con la lengua y el olfato como es mi caso, entonces empiecen a fijarse en lo que les comento: si el café es de baja calidad, los cortados los ponen como cafés con leche pequeños; si además la leche es de dudosa consistencia, le suelen añadir crema; si además la crema es mala, ahí aparecen las chocolatinas junto a la cucharilla y la taza, como el aspecto visual del brebaje ya empieza a delatar los flojos ingredientes, un truco muy común es presentar cualquier opción como un capuchino, para que al cliente le sea imposible divisar el sospechoso color de la impostura; y ni les cuento que se están llevando a la boca, si en lugar de un bombón, le ponen un caramelito de café.
EpC: Ayúdate a ti mismo
Contradictorias en si mismas, las Oenegés subvencionadas por el Gobierno, solo contribuyen a mejorar el acomodaticio modus vivendi de los cooperantes profesionales que han hecho todo un negocio de la solidaridad, como dice Su Santidad Benedicto XVI, y yo me atrevería a apostillar que en su conjunto representan la gran impostura Occidental capaz de resarcirse moralmente en el propio mal que causa sin ningún tipo de escrúpulo. De haber alguna ONG merecedora de dichas siglas, esta sería sin lugar a dudas, la indefensa currante ciudadanía que por verse necesitada de trabajar a diario en condiciones cada vez más inhumanas, a penas tiene tiempo suficiente de informarse a través del Boletín Oficial del Expolio BOE, para tomar nota de qué subvención tiene oportunidad de atrapar, si es que le dejan las empresas asociadas a la Partitocracia.
No obstante, estas Oenegés si tienen algo que enseñar a la ciudadanía, deberían empezar a revelar su más profundo secreto, para afrontar el desmantelamiento del “Estado del Bienestar”, la desaparición de los salarios dignos, la casi total precariedad laboral, la constante amenaza del desempleo, las continuas revisiones a la baja de los derechos civiles…mientras observamos como la banca reparte dividendos, las multinacionales aumentan cada año los márgenes de beneficios de sus altos ejecutivos, las grandes superficies elevan sus ventas alcanzando techos históricos, la industria del lujo va viento en popa, etc, cuál es que, la verdadera solidaridad, el auténtico amor a los demás, empieza por uno mismo, de modo que si no se desea pecar contra el prójimo más prójimo que hay, debe inmediatamente ponerse manos a la obra para construir una red civil de subsistencia por medio de miradas cómplices cuyas manos amigas faciliten la denominada Alianza Popular que posibilite la presencia invisible de una permanente cadena de favores vecinales entre consumidores afines o familiares, muy difícil de detectar si se sabe hacer por turnos.
Hartos de trabajar en empleos de mierda, mal pagados, sin perspectiva de mejora, a disposición de un jefe que te despide a la mínima, como explica Eric Schlosser en su “Fast Food Nation”, dependientes, camareros, chóferes, cajeras y otros trabajadores, suelen pagarla con el cliente escupiendo en hamburguesas, pizzas, sándwiches, cafés, creando pequeños desperfectos en los productos que se venden, cobrando de más, etc. cuando lo que se debería hacer tal y como están las cosas, sería poner hamburguesa doble en lugar de sencilla, colocar dos o tres rodajitas más de chorizo después de pesar y antes de envolver en celofán, meter en la bolsa junto al pantalón unos guantes, cobrar dos en lugar de tres cafés, hacer la vista gorda con quien desea viajar gratis en el autobús, echar un litro más de gasolina al llenarnos el depósito, olvidarte de pasar algún producto que otro por el escáner en el supermercado… ayudándonos todos un poco, haciendo bueno aquello de “hoy por ti, mañana por mi” porque a día de hoy, solo es por y para ellos.