Mi propuesta para los indignados

Sin perder de vista cuanto hay de cierto en la feliz ocurrencia de Loisy, a propósito del cristianismo primitivo, que impaciente aguardaba el Reino de Dios y lo que llegó fue la iglesia, hoy es el día, en que reconocemos que sin esta Institución Santa y pecadora, poco o nada se hubiera conservado del revolucionario mensaje de Jesús que pese a verse pervertido, tergiversado, suplantado y falseado como lo ha sido tras veintiún siglos de transmisión oral y escrita, ha cambiado el mundo y la historia para bien, porque se ha de tener presente que, nada de lo humano permanece si no se organiza. En consecuencia, no soy amigo de la espontaneidad ni del dadaísmo más allá de la expresión creativa artístico-estética, a la que muchos pretenden remitir los conatos voluntaristas que por doquier surgen en una población rebelde carente de los cauces adecuados para hacer llegar su sentimiento de impotencia, al objeto de subsumir toda su iniciativa grupal en un vaporoso nihilismo fugaz individualista, fruto de un momento mágico pasajero al que posteriormente pueda dirigirse nostálgica la mirada arquetípica de una particular conciencia defraudada consigo misma por ver traicionadas sus kantianas intenciones en la hobbesiana cotidianeidad, como le ocurriera al mayo del 68.

Los Indignados que irrumpieron en la historia el pasado 15-M, no han de recelar en demasía a cualquier tipo de a organización, jerarquía o principio institucional, por cuanto ello pueda suponer de riesgo a perder la frescura inicial de su enérgica protesta, que por mucha que sea su resistencia parmenídea a dejarse arrastrar por el Heráclito fluir de lo previsible, el tiempo que todo lo devora, no les ahorrará feas arrugas y como quiera que toda agrupación humana sea integrada por Hombres en vez de ángeles, de suyo es que, tarde o temprano, aparezcan entre nosotros la envidia, la codicia, las rencillas, los personalismos, las traiciones, venganzas y corrupciones de sobra recogidas por cualquier libro santo que se precie y si no, ahí están los evangelios para atestiguar como en unas pocas jornadas entre Judas, Pedro, Tomás y los demás, entregaron, negaron, abandonaron y no creyeron ni más ni menos que al hijo de Dios, por lo que no otra cosa podemos esperar de nosotros mismos, ni de nuestros semejantes. Mas, frente a tan trágico destino al que estamos abocados como especie, en nuestras manos y actos está mitigar su fuerza aplazando su desenlace por medio de nuestra libertad personal, cosa que hemos de hacer con la misma inteligencia y astucia que empleara Ulises para dar esquinazo a los divinos designios, meta que nos está permitido anhelar a través de la voluble voluntad sierva y esclava por lo general de las pasiones antes que de la razón, motivo por el que normalmente actuamos por estímulos e impulsos nacidos de la necesidad antes que por decisiones lógicas y amor a la verdad surgidas de la toma de Conciencia.

A este propósito de enmienda, responde la cultura, la educación, la tradición, el derecho, las artes, los oficios, la medicina…y la política que como cualquier realidad humana, animal, mineral, material o existente no están exentas de que les acontezca evoluciones e involuciones, desarrollos fortuitos, accidentes, desviaciones y toda suerte de desgracias y fatalidades. Pero el asunto no es ese, sino como indicara el humanista Maquiavelo, evitar en lo posible que suceda. A tal fin, es que me atrevo a proponer humildemente a las distintas asambleas que salpican de dignidad nuestros pueblos y ciudades, los siguientes parámetros en los que poder edificar con escuadra y compás la más sencilla arquitectura que pueda soportar el mayor peso de una carga tan grande, amplia y voluminosa como la que sin pretenderlo ahora representan, sin por ello verse forzados a sacrificar su agilidad con gruesos muros románicos ni confundir su originalidad con el juego de luces y colores de una aparente pluralidad propia de la democracia gótica del espectáculo que se pretende denunciar.

Primero, como ya he apuntado, no es malo que el torrente de ilusión ciudadana cristalice en algo tangible al que los indignados de todo tiempo y lugar puedan dirigir su desazón. Pero hay muchas formas de organizarse, siendo la autogestión la piedra angular sobre la que ha de asentarse cualquier estructura que deseamos preserve el necesario equilibrio entre la voluntad personal, el bien común y el sentir general, no siempre coincidentes.

Segundo, ciertamente no somos santos y habrá que velar por que nadie mangonee el asunto más de lo que por delegación asamblearia se haya estimado oportuno. Los representantes deben ser deponibles y nombrables en todo momento. No sería malo que el azar condujera de cuando en cuando las elecciones de los mismos bajo la premisa de que todos tenemos el derecho y la obligación de atender los asuntos comunes. Por supuesto, tampoco estaría de más que los ceses fueran alguna vez arbitrarios para que no se diera pie a la meritocracia derivándose pronto a unos especialistas imprescindibles en quienes confiar el destino de todos, como estaría muy bien que los cargos directivos fueran rotatorios para que todos supieran hacer de todo un poco y nadie se creyera indispensable.
Tercero, la organización, no está reñida con la ausencia de líderes. Por ello, debería recogerse en los estatutos o Carta Magna que nadie puede ejercer como tal y quien se atreviera a erguirse o presentarse como tal ante los medios o cualquier otra instancia, sería desmentido en el acto y expulsado por un periodo indefinido de todo órgano representativo. Así evitaremos las típicas manipulaciones y la focalización sobre una sola persona que facilita mucho la destrucción de la imagen de toda una organización. Todo el tinglado autogestionario ha de moverse en la esfera de la afinidad cosa que preservará al grupo de intrusos indeseables y el proceso dominó de la información.

Cuarto, un modo de poder salvaguardar buena parte del legado genuino del movimiento Indignado iniciado el pasado 15-M sería introducir en los estatutos o Carta Magna de la asociación en ciernes la condición esencial de que ¡nunca!, pase lo que pase, bajo ningún motivo, ninguna reunión, ninguna directiva, ningún representante, haga frío o calor, llueva o buen tiempo, se celebrará entre cuatro paredes sean las de un polideportivo, teatro, colegio u hotel, o recintos cerrados como plazas de toros o bajo carpas como les gusta hacer los mítines a las agrupaciones políticas criminales. Con ello, mantendremos incólume el espíritu libre y transparente de una iniciativa que ha llenado plazas y calles cuya única alfombra ha sido el asfalto y por techo ha tenido el cielo estrellado, visible realidad diferenciadora del resto de asociaciones clónicas del Poder que como las Oenegés aspiran a un localito donde tramar cómo conseguir más subvenciones.

Quinto, a colación de lo anterior, ningún representante estaría autorizado a reunirse en despacho alguno con ningún demócratafascista salido de las consumistas elecciones: Si ha de haber alguna interlocución con otros organismos, instituciones u entidades, sean estas criminales o de moral inmaculada, habrán siempre de acontecer en las mismas plazas y calles donde se reuna la asamblea de la que son representantes, para que la ciudadanía nunca pierda de vista ni de oído sus conversaciones, cosa que evitará las torceduras habituales a la que estamos inclinados cualquiera de nosotros cuando se nos da un poco de poder o simplemente se nos coloca una acreditación que sustituye a la antigua gorra.

Sexto, la autogestión aborrece la subvención y precisa de autofinanciación para conducirse con entera libertad frente a los democratafascista a la vez que garantiza una mayor cautela del gasto y su vigilancia interna. El cómo se lleve a cabo la autofinanciación, ya es otra cosa, pero yo no excluiría tareas redistributivas de la riqueza.

Séptimo, pero nada de lo anterior prestará el debido servicio a la causa, si el movimiento no se dota de una seguridad activa y pasiva lo suficientemente pequeña para no ser detectada y lo bastante eficaz como para actuar en casos de necesidad, por supuesto nunca reconocida ni reivindicada para que funcione bien, cosa que hoy puede lograrse a través de directrices informáticas discretas que llegan a quienes las cumplen sin que sepan quienes las ordenan.

Una bella experiencia

La vida me ha enseñado a desconfiar de cualquier agrupación humana, incluidas bandas de música y parques de bomberos, por lo que no negaré el pesimismo con el que recibí las primeras noticias acerca de las espontáneas protestas callejeras sobre las que proyecté la resabida sospecha de que ni serían tan protestas ni tan espontáneas como se nos decía, que antes responderian a algún oculto interés de los manipuladores habituales como el ya alcanzado por Mussolini cuál fue, la de movilizar a las masas antes de que ellas mismas se pusieran a caminar por la incierta senda de la autogestión…En cualquier caso, resolví robar tiempo al tiempo, tomándome la molestia de pasar un día entero por una de esas plazas para observar cuanto sucedía, como quien se acerca a un accidente para ver qué pasa, por si la morbosa imaginación no fuera suficiente.

Era medio día y dos centenares de personas en forma de corro ocupaban un lugar que por lo general sólo sirve de paso al consumidor o para que los políticos den sus mítines. No se veían siglas ni logotipos de las organizaciones criminales acostumbradas, tampoco de los sucedáneos sociales en forma de Oenegés. Por no haber, no había ni policía, que para mi fue toda una decepción y ¡Hasta me indignó! El caso es que, allí estaba un jubilado megáfono en mano, quejándose de la banca, del FMI, despotricando contra el Poder establecido cuyo discurso era continuamente aplaudido por un auditorio que no habría nacido ni para las Olimpiadas del 92. ¡Aquel debía ser entonces uno de los cabecillas! Pensé para mis adentros. Pero no…de inmediato, una joven tomaba la palabra para exponer su situación de desamparo tras quedarse en paro, con un marido postrado en la cama y tres niños pequeños entre otras desgracias que para mi asombro eran aplaudidas al término de su alocución, reacción que debe adquirirse viendo esos programas vespertinos en los que una presentadora anuncia a Jose Miguel quien a sus veintidos años ha echado de su casa a los padres, ha dejado embarazadas a dos hermanas vecinas del barrio, ha falsificado el título de la ESO y se ufana de no dar golpe las veinticuatro horas del día gracias a que percibe una subvención municipal y para quien solicita un fuerte aplauso como representante de la Generación Ni-Ni…Tras ella, otra persona ocupaba su lugar y hacía lo propio; De cuando ern cuando, algunos que le habían cogido el tranquillo repetian y todo ello sin otro moderador que la propia educación y el respeto mutuo. Y aunque al principio todo aquello me pareció una gran terapia de grupo al aire libre, en verdad no era otra cosa que la encarnación pura y dura del ideal que siempre había soñado ver en ejercicio y que ahora, que acontecía ante mis mismísimas narices, casi estaba a punto de despreciar, como los judíos hicieron con el Mesías que esperaban desde hacía siglos. Se trataba de una asamblea de esas en las que la gente dice lo que quiere, vota lo que le da la gana y a nadie se le pide otro carnet de identidad que su mera presencia física usándose como método de recuento el ojo de buen cubero…Al final del proceso que duró unas dos horas al Sol, se dio lectura a un listado de propuestas que se parecía a la carta de los Reyes Magos y que dejó paso a algo tan prosaico como el comer y beber, que no sólo de ideas vive una protesta.

También en esto había notables diferencias con otras aglomeraciones. En vez de que cada cual llevara lo suyo para si mismo, un inaudito espíritu altruista comunitario, hacía que la gente lo compartiera todo e incluso que vecinos del lugar trajeran tortillas y barras de pan como quien da de comer a las palomas del parque sin otra pretensión que disfrutar de su compañía. Estos momentos de asueto eran aderezados por talleres en los que se podía desde aprender a hacer punto, hasta comprender el timo del reciclaje. De pronto, la colorista manada de yogis urbanitas iba conformando un nuevo corro de la patata, en esta ocasión más grande, pues a eso de las cinco de la tarde, había mucha más gente, aproximadamente entre quinientas y mil personas.

Expectante por cómo se conduciría el asunto, ahora que el tamaño de la concentración auguraba los problemas de orden público de los que nos hablan las autoridades cada vez que hay una concurrencia por ellos convocada, resultó que los allí congregados se portaban igual de bien que como lo habían hecho anteriormente, tanto es así que el lugar todavía estaba más limpio de como lo hubiera encontrado a esas horas en el centro de la ciudad una jornada cualquiera; La dinámica, así como la infraestructura, continuaban siendo las mismas: ni mesas, ni sillas, ni tarimas ni pancartas, a penas cuatro cartones con lemas a rotulador que decian ¡Falta pan para tanto chorizo! aparte de algunas fotocopias apresuradas que circulaban de mano en mano para que el mensaje llegara a ¡cuantos más mejor! Sin embargo, el entusiasmo y respeto del colectivo, no sólo parecía inalterable, sino que aprovechando la sinergia generada estos iban en aumento, pues cuanto menos se oia por el minúsculo megáfono lo que se decía, con mayor atención y silencio la gente escuchaba y más rabiosamente aplaudian. Y todavía seguí sin poder dar con los cabecillas de aquel tinglado popular que me resistía a concebir como improvisado.

Em medio de aquel maremagnum empecé a detectar pequeños grupúsculos muy activos que en distintos lugares aledaños al espacio asambleario parecian llevar el peso de la tramoya sobre la que se sustentaba todo lo demás. Buscando en ellos la vanguardia escogida, el Politburó que conducía a las masas, los ocultos pastores del rebaño, o cualquier clave explicativa que diera razón de un éxito mediático, convocatorio y cívico, como al que estaba asistiendo, resistiéndome a que el mismo fuera fruto simple y llanamente de la solidaria coordinación de la que es capaz el Pueblo cuando se pone a ello, aunque sólo sea por necesidad y hartazgo, me acerqué lo suficiente como para que me invitaran a trabajar en lo que estaban haciendo, fuera confeccionando letreros con lo que se me ocurriese, ir a pedir firmas por las aceras colindantes, repartir fotocopias…labores que por supuesto rechacé, alérgico como soy a todo trabajo manual, por lo que decidí sentarme en una de las pocas sillas de Pepsicola que algún despistado con toda su buena intención habría birlado de alguna terraza. Para mi estupefacción, por el mero hecho de estar allí tras una mesa de playa, bajo una sobrilla, la gente empezó a pedirme permiso para coger esto y aquello y a preguntarme dónde estaba tal y si sabía quién era fulanito…La vida de Brian pasó fugazmente por mi cabeza dándome los reflejos suficientes para negarme en redondo a ser entrevistado por una pareja de periodistas que se habian fijado en mi persona, ayudándome a vencer mi narcisista ansia de protagonismo, que gracias a Dios, se circunscribe cuando mia es la iniciativa.

El episodio anterior, empezó a convencerme de que aquello, si bien pudo haberse iniciado con cierta maquinación indispensable para prender la mecha de un movimiento semejante, todo indicaba que la realidad de una sociedad líquida que fuye en la adultez empieza a ensamblarse con la vaporosa virtualidad juvenil, porque las generaciones crecidas en internet, familiarizadas con la red han empezado a trasladar su aprendido modus operandi cibernético de foros, messenger, twitter, facebook, blogs y demás a una textura más comprometida con el aquí y ahora donde se materializa el Matrix de todos los Matrix, dando origen a un cuarto estadio, auténtico plasma al que no acertamos definir todavía en sus características, pero en el que vislumbramos la quintaesencia indispensable para convertirse en el magama primigéneo del que puede llegar a brotar una nueva vida social, más consistente de la que hemos tenido hasta ahora, pero sin regresar a los agarrotamientos materiales doctrinarios de las ideologias y la Tradición.

Perdido en mis especulaciones, me pasó por alto que la asamblea de las cinco, había finalizado y que en la que ahora me encontraba mucho más grande y abarrotada que la anterior, era la correspondiente a la programada para las ocho de la tarde. Aquello era como una sesión continua del cine matinal, solo que en lugar de echar una de romanos o de vaqueros, los protagonistas eran la OTAN, el Gran Capital o los políticos, en plan documental, lo que no evitó momentos tragicómicos como el escenificado sin pretenderlo por un anciano que se quejaba de percibir una pensioncilla de apenas 642 euros al mes, despues de haber trabajado ininterrumpidamente durante más de cuarenta años y haber cotizado todo ese tiempo a la Seguridad social, porque tal y como están las cosas, para la mayoría de los que estábamos allí, no nos pasó inadvertida la paradoja de que en vez de contemplarle como un pobre desgraciado, a caso se le miraba con envidia no exenta de rencor por ser un privilegiado…Pero a diferencia de las dos asambleas anteriores, en esta ocasión se le iba a dar gusto al cuerpo para votar a mano alzada un elenco de propuestas que habian sido realizadas a lo largo de la jornada. Y fue este para mi el momento más tenebroso de cuantos pude observar, cuando de repente, tuve ante mi extendido un homogéneo mar de brazos alzados y manos extendidas por cuanto me recordaba estampas más siniestras, a caso diestras, de las que sólo se diferenciaba por la inclinación de las palmas, que es el riesgo implícito que comportan todas estas formas asilvestradas a las que la ciudadanía se ve empujada cuando no funcionan como debieran funcionar, los racionales mecanismos democráticos institucionales en los que tácitamente, en prinicipio confiamos.

Aunque para confianza, la allí mostrada por todos los presentes: una especie de despensa que hacía las veces de banco de alimentos de la que cada cual se servía ingresando lo que podía, llevabandose cuanto deseara sin que nadie pidiera explicaciones a nadie, hacía gaseosa mi utopía de una sociedad en la que cada uno contribuya según sus posibilidades y reciba en función de su necesidad; mochilas, radios, gafas de sol, bolígrafos, chaquetas…se hallaban a merced de cualquiera que pasara al lado y sin embargo, a nadie parecía preocuparle la tan cacareada inseguridad ciudadana ni la tan temida naturaleza humana descrita por Hobbes ampliamente difundida por el neoliberalismo, embriagdos como estaban de la efervescencia rousseauniana del buen salvaje tras haber ejercido hasta la saciedad su modelo de democracia real pronunciándose contra las arrugas y la celulitis del vetusto sistema representativo nacido de la traición burguesa a la revolución francesa; Y lo que me admiró de verdad dando la puntilla a cualquier sombra de duda sobre los históricos momentos que allí acampaban a sus anchas, fue verles dormir en sus sacos, tumbados sobre cartones, compartiendo cielo y tierra con los despojados del sistema que no tienen otra sin que en ello se les vea protestar por adscribírseles a la indigencia no faltando los tetrabrik de Don Simón y alguna que otra colilla reservada para el amanecer, sabedores como somos todos que es durante la noche cuando los humanos somos más vulnerables a los potenciales enemigos que con nocturnidad y alevosía merodean hacechando nuestras vidas durante el sueño y nuestros sueños en vida, del todo despreocupados a lo que el resto del mundo hablaba de ellos por radio televisión e internet.

Chacón y el sacrificio de dama

Desde muy antiguo, al ajedrerz se le distingue con el honorable título de “Noble juego” cosa que en su día pudo deberse a que originalmente sólo fuera practicado en principescas cortes palaciegas. Mas con el tiempo, la nobleza de la procedencia de sus practicantes fue cediendo terreno a la nobleza moral del comportamiento de los mismos en el transcurso agonal de la lid figurada que supone una partida del rebautizado recientemente como “Deporte-Ciencia” pues es norma entre los oponentes, estrechar las manos antes de iniciar y finalizar el encuantro en señal de juego limpio, procurar no molestarse mientras deciden sus jugadas, avisarse mutuamente del peligro que corre la posición del oponente mediante la conocida fórmula ¡Jaque al Rey! quedarse a analizar posteriormente la partida: el perdedor para aprender de su derrota y el vencedor en acto de generosidad hacia su adversario para explicarle dónde y cuándo ha cometido los fallos que han entregado el tanto…Empero, aparte de todo lo mencionado e infinidad de detalles en la secuencia que dejo en el tintero para no aburrir al lego lector, acaso por su relevancia pedagógica merecen ser mencionados tres atenciones más, cuales són: la de abandonar la lucha sin necesidad de hacerle perder tiempo al contrincante obligándole a darte un mate anunciado con catorce movimientos de antelación; La de no cebarse sádicamente con un rival de categoría inferior cuyo nivel todavía no le alcanza para saberse perdido y al que se le ha de vencer en el menor de jugadas posibles para evitarle una humillante y agónica derrota; Y en tercer lugar tendríamos la noción de “Sacrificio” en el que una pieza se deja capturar en beneficio de un previsible resultado positivo para su color, apreciación esta última en la que nos detendremos por venirnos ni que pintada la ocasión para adjudicársela a la Ministra de Defensa.

Si bien, para el jugador de ajedrez, el Rey es la pieza más importante, a la que más aprecio tiene por su fuerza y valor – sorteando los corolarios freudianos – es la figura de la Dama. Tanto es así, que los prinicipiantes gustan de jugar sólo con ella hasta el punto de exponerla al inicio de partida, y únicamente a base de disgustos aprende a reservarla para cuando sobre el tablero el resto de piezas desplegadas pueden ofrecerle la suficiente cobertura como para no caer en las temidas celadas de las que es objeto todo General, que lejos de quedarse enrocadito en su castillo, acepta el reto de batirse como uno más en el campo de batalla. Y es que, la Señora, como ninguna otra pieza, toma parte de las bellas combinaciones de Mate, como el “del Loco” “ el Pastor” o mismamente “el beso de la muerte” que lo dice todo. Por ello, cuando un jugador decide sacrificar la Dama, podemos dar por segura la derrota de quien la sacrifica por no haber calculado bien la variante que habría de llevarle a la victoria, o bien, de quién se la acepta, pues en la recepción del regalo aqueo, como sucediera a los troyanos, se introduce el veneno suficiente que le conducirá inexorablemente en pocos movimientos a la rendición de la partida.

La renuncia de Carme Chacón, ha sido un sacrificio de Dama en toda regla; De estar en la india podríamos asimilarlo como la tradicional higiénica costumbre funerária de la inmolación de la viuda de un cadaver político como es Zapatero, quien por ser polígamo a este respecto, habría de ser acompañado igualmente por Aido, Sinde, Trinidad Jimenez y la favorita Leire Pajín, o sea, todas las mujeres del Presidente. ¡Pero no! Sólo Chacón ha tenido los ovarios suficientes para arrojarse al Fuego purificador que a lo mejor la redime de la actual condición de apestadas que mal llevan las demás, así como el resto de eunucos zapateriles que han reido y cantado las gracias y que ahora sólo aciertan a ufanarse por lo bajinis ¡Que nos quiten lo bailao!

La jugada es larga, las variantes muchas y toda la combinación incierta, pero dentro del cálculo de probabilidades, a nadie escapa que abandonar una partida perdida contra Rubalcaba, presentándose como mujer pasada por el aparato de los barones del Partido, puede proporcionarle una inestimable ventaja de imagen – a todas luces inecesaria porque está de muy buen ver – a la postre, si bien, el riesgo es haber desaparecido del tablero en una partida que ya no es la suya. Y vayan ustedes a saber si al recolocarse las piezas para disputar un nuevo encuentro, le dejan ocupar tan excepcional casilla de salida como lo es la de su color.

Felices e infelices

No son pocas las situaciones en las que nuestro juguetón idioma dice precisamento lo contrario de lo que deseamos expresar, como cuando utilizamos la doble negación, motivo por el que la conocida máxima socrática “Yo sólo sé que no se nada” se reemplazó por la más adecuada “Yo sólo sé que nada sé”que también se las trae porque si sabe que no sabe, ¡Algo sabe! y si reconoce saber algo, vete a saber que dice no saber…especulación toda ella que se ha querido evitar la moderna sociología con la socorrida fórmula ¡No sabe! ¡No contesta! aparecida en toda encuesta, que de ser examinada más a fondo haría trizas la Docta Ignorantia de Nicolas de Cusa, pues la experiencia me dice, que hasta preguntando por una heladería hay gente que contesta sin tener repajolera idea de dónde está y basta ponerle a uno un micrófono delante para que te de una opinión que momentos antes brillaba por su ausencia entre sus neuronas. Lo que no es óbice para que, en ocasiones, diga uno como lo diga, suene igual de mal a la inversa que del revés, como le sucedió a un atropellado que al serle presentada la novia de un amigo y preguntarle aquel después por la impresión que le había causado, fue todo sinceridad amparado por una amistad de infancia y le respondió sin previo aviso ¡Las he visto mejores! Para acto seguido, sobre la marcha, procurar corregirse exclamando “Quería decir que ¡No las he visto peores!”

Algo de todo ello me viene a la cabeza al enterarme del informe publicado por la OCDE que pese a situar a España a la cola de los países desarrollados por su alta tasa de desempleo, su elevada corrupción política y deficiente sistema educativo, en cambio resalta que, al menos la mitad de la población reconoce ser feliz y hasta un 65% espera serlo dentro de un lustro, al modo en que proyectaría un moralista estajanovista su existencial plan quinquenal, de lo que es colegible que la otra mitad de la ciudadanía, si bien no llega a declararlo abiertamente, damos por sentado que cuando menos, serán infelices, que no es lo mismo que tristes, pues lo contrario a la tristeza es la alegría, cosa que no se debe confundir con la felicidad, matiz que a su vez permite que, uno sea muy feliz aunque pueda estar sufriendo como un condenado un auténtico calvario. Aunque no parece que este sea el caso de la España fustigada.

Y es que en nuestro querido castellano palabras que pudieran ser antónimas como “Feliz” e “Infeliz” a caso hacen el servicio de sinónimas, pues pocos de nosotros desearíamos ser señalados en público como lo uno o lo otro dado que remiten a la ingenuidad como sucede en “Eres un feliz si crees que los políticos trabajan para el bien común” pues al sustituir “Feliz” por “Infeliz” ocurre que en nada se altera el mensaje “ Eres un infeliz si crees que los políticos trabajan para el bien común” Con todo, entrando ya en disquisiciones que se adentran en lo más recóndito de la psicolingüística, podría decirse que, quien es “Un feliz” participa del principio activo del mal que le acaece, mientras quien es “Un infeliz” como que le viene dado en actitud pasiva. Por ejemplo, diríamos que Zapatero fue un feliz al darle subvenciones millonarias a la banca creyendo que con ello se animaría la economía, mientras los infelices de los españoles veian como aquellos les denegaban créditos, no les aplazaban los pagos de la hipoteca y les ejecutaban los embargos y deshaucios.

Es en este sentido que me explico tan paradójica revelación de la OCDE – especie de OTAN financiera – de cuya lectura sólo puede entenderse que media España es ¡Feliz! y la otra media ¡Infeliz! Eso sí: sin que falte el jolgorio, la alegría, el sol y el buen tiempo.

Contra la paz y contra la democracia

CONTRA LA PAZ Y CONTRA LA DEMOCRACIA

Ahora que la necesidad más que la razón empuja a la gente a exigir en plazas Democracia real como último recurso infantil a todos sus males, no viene mal recomendarles la elocuente obra de Agustín García Calvo que bautiza estas líneas, para que se dieran cuenta de que corren el peligro de conseguir lo que desean obteniendo más de lo mismo, pues, la Democracia real, es la que tenemos, y las que ha habido con anterioridad están cortadas por el mismo patrón que hacen del “Gobierno del Pueblo” no un Pueblo que gobierna, sino un pueblo gobernado, que parece lo mismo, pero no lo es.

Con tan curioso título, el autor pretendía denunciar la tiranía terminológica que se apropia de las mentes acostumbradas como están a poner nombre a las cosas que existen, por lo que fácilmente caen en la trampa de otorgar existencia a cuanto se menciona, máxime si se hace con la profusión de medios con los que cuentan estas mariposas de la fabulación intelectual que nos hablan de Libertad, Verdad, Solidaridad…como si fueran entidades despojadas de la materialidad que les dio pie a ser mencionadas, de modo que, como propusiera Hume, antes de enfrentarnos con todo el mundo platónico de las ideas, haríamos bien en reducir su complejidad a las impresiones sensibles que las sustentan, que en el caso de la Democracia se remontarían a la antigua Grecia o si se prefiere a los Modernos Estados Unidos, sociedades ambas esclavistas, xenófobas, misóginas y abiertamente imperialistas.

La gente cree que los derechos son fruto de la Democracia ¡Terrible error! Son consecuencia de la Revolución. Ni uno de los derechos que hoy consideramos irrenunciables como puede ser la libertad de expresión, asociación, pensamiento, religión, huelga, vacaciones pagadas…fue regalado. Y cierto es que una vez conseguidos los derechos, por aquí hemos disfrutado de cierta paz, mientras el resto del mundo andaba en guerra contemplando nuestros derechos como auténticos privilegios a universalizar, pero nuestra paz social ha tenido más de Paz Romana que otra cosa.

Tras la caída del Muro de Berlín, no pocos rojos se pusieron amarillos y de todos los colores con la cantinela de que la “Lucha de clases” era cosa del pasado porque las Clases habían desaparecido, cuando lo cierto es que, lo que de verdad ha desaparecido es la Lucha y la posibilidad de emprenderla por una población estúpida que no atendió nunca al consejo de Maquiavelo de no dejar su seguridad en manos de mercenarios, ni al logro napoleónico que supuso el derecho y obligación de recibir instrucción militar, porque la historia ha demostrado, que el pueblo unido, pacifico y desarmado…¡siempre será vencido! Si es así como se le desea hacer frente al poder despótico que nos oprime desde la banca y la patronal ¡apañados estamos! Para eso mejor ir cada cual por su cuenta y que se tomen la molestia de buscarnos uno a uno, que para la resistencia de poner la otra mejilla, no hace falta organizarse y quedar en un lugar, de no ser que lo que se pretenda sea precisamente facilitar la opresión para tumbarnos de una sola vez.

Acabo de visitar en el Arriaga de Bilbao la concentración local correspondiente, que en estos titubeantes inicios, se parece más a una terapia de grupo al aire libre que a un conato de desobediencia civil. Con todo, por algo se empieza: la gente expone sus problemas, aplaude cualquier intervención diga lo que se diga, en una mezcolanza de rabia contenida e idealismo popular que bien encauzado, pronto podrá ser aprovechado por quienes no creen en nada de ello, razón por la que siempre han fracasado todas las revoluciones, dado que en la batalla por las ideas sólo entregan la vida quienes de verdad tienen Fe en ellas y en consecuencia, tras el fragor de la lucha solo quedan para defenderlas quienes desde un inicio estaban dispuestos a traicionarlas, por medio de pactos y posibilismos a la baja. Mas como quiera que nada de lo humano permanece sin organizarse mínimamente, aun a riesgo de verme manipulado de nuevo, considero que tenemos la obligación moral de intentarlo, ahora que nos toca, aunque sólo sea para poder seguir viendo las películas desde el lado de los buenos. Por ese motivo, mañana Viernes me acercaré por la Porticada de Santander y no os lo perdáis…dudo en ir de visita a la plaza del Sol el Domingo, porque no puedo no ir a votar a mi antiguo profe que me enseñó a jugar al ajedrez y que se presenta a Alcalde en mi pueblo.