Robo de Estado por enfermedad

Si no perdemos de vista el axioma sociológico “El Gobernante es enemigo natural del Pueblo”, comprenderemos sin dificultad lo presto que se muestra para cometer toda suerte de ilegalidad contra la mayoría social en beneficio propio, importándole poco o nada, el respeto a la ley, que dicho sea de paso, está hecha por y para quienes gobiernan de verdad: las élites extractoras. De modo que, la población, navega sin saberlo entre Escila y Caribdis, pues si malo es que los gobernantes criminales se salten la ley a la torera, no nos va mejor cuando se esfuerzan públicamente en hacerla cumplir a rajatabla.

Que en pleno siglo XXI una persona trabaje para otra, ya me parece vergonzoso; pero al margen de esta particular apreciación radical, hoy el trabajador, empleado, asalariado, autónomo si se prefiere la expresión, además de a la explotación directa laboral se ve expuesto a otros procedimientos indirectos que actúan a través del mercado, donde los desgraciados no perciben cómo las élites extractoras cuentan con ellos fuera de las cadenas de montaje, de las fábricas, de los talleres, de las oficinas, de los almacenes, de las obras…gracias a la transformación del ciudadano en consumidor, para extraerles de nuevo el mayor beneficio al menor coste durante su tiempo de ocio, por medio de modas culturales estériles, en su propio hogar introduciéndoles mobiliario basura coherente con la birria de vivienda que se le vende, en su alimentación de supermercado donde la mierda compite con el veneno en averiguar cuál perjudica más, y ahora, por lo que se ve, queda evidenciado que lo mismo ocurre cuando el trabajador se pone enfermo.

Esta desalmada realidad, que hasta la fecha, sólo era bien conocida por las gentes de países empobrecidos que veían como sus familiares se morían sin remedio de enfermedades tratables en Occidente por falta de recursos económicos, gracias a la Gran Estafa Internacional, empezamos a experimentarlo aquí, como lo prueba la situación angustiosa en que se encuentran los 700.000 afectados por hepatitis C, que existiendo desde hace tiempo un remedio con una efectividad superior al 90%, no pueden acceder a él de forma individual dado su coste de 90.000 euros, más tampoco parece que su administración por parte de la Seguridad Social esté garantizada, al menos, mientras quienes gobiernen se empeñen en cumplir las leyes internacionales que castigan la producción genérica de un fármaco que cuesta casi 1000 euros la pastilla.

Estamos al corriente de la complejidad que implica cualquier reflexión sobre el reconocimiento del esfuerzo científico-empresarial que hay tras los precios de los medicamentos, perspectiva asumible desde una posición liberal moderada. Pero nunca, cuando la circunstancia es extrema como la de los afectados por hepatitis C, momento en que todo aspecto mercantil debe ponerse entre paréntesis, como le sucede a un terreno privado ante una expropiación o a los Derechos Humanos en periodo de Guerra. Y es llegados aquí, que la gente se indigna, porque dándose los indicadores suficientes para que el Gobierno declare al dichoso medicamento “Bien de Emergencia Nacional” en lugar de dar la orden de ponerlo a producir en los laboratorios militares que tenemos al efecto, se empeña en cumplir la ley internacional que protege la patente, o en el mejor de los casos, anuncia una negociación sin demasiada convicción con la farmacéutica. Pero hay otra forma de hacer las cosas y hasta de negociar con la industria criminal como han demostrado con el SIDA la India, Sudáfrica o Brasil, que no titubearon en despachar los retrovirales con la misma soberanía con que sus bancos centrales emitían moneda.

Tratándose de una enfermedad mortal que afecta a varios miles de ciudadanos, de un medicamento imprescindible para su supervivencia inmediata, de un precio desorbitado para el paciente y demasiado elevado para las arcas del Estado, estaría más que justificado que Rajoy tomara una medida semejante y si no lo hace, es porque tanto él como sus ministros obtendrán mayor beneficio económico cumpliendo la ley internacional de las patentes que protegen a la Industria Farmacéutica, que pasársela por el forro de los cojones, como hace con todo lo demás para defender la vida de sus ciudadanos.

Muy comprensiblemente, la primera reacción del Gobernante Criminal, ha sido procurar impedir con todos los medios a su alcance que una eventualidad como la hepatitis C, detraiga los recursos presupuestados para la corrupción política-institucional; sobrepasada esta primera resistencia, su estrategia ha consistido en dilatar lo más posible dicho contratiempo; únicamente, cuando los afectados se han mostrado dispuestos a luchar por sus vidas, ha anunciado que, algunos de ellos, van a recibir en breve el tratamiento, sufragado por el Ministerio de Salud central y no por las CCAA que tienen trasferida la competencia. ¡Curioso!

¡¡Curiosísimo!! Los mismos que andan mirando el céntimo en el gasto con la excusa de la deuda, se muestran repentinamente generosos en el pago de esta gravosa factura, lo cual, me hace sospechar que se trata una vez más de una intrincada triangulación del beneficio.

Si España paga el medicamento milagro al precio que exige el laboratorio o si a caso tras negociar fuera la mitad, en vez de sacarlo por el precio sensiblemente inferior obtenido por las autoridades sanitarias de Egipto, estaríamos de nuevo ante un caso de Traición a la Patria, pues seguramente quienes dieran el visto bueno a pago tan canalla, de nuestra pérdida colectiva saldrían ganando una alta remuneración tras su salida del Gobierno en forma de acciones, nombramientos en consejos o mediante conferencias sobre salud pública sufragadas por la farmacéutica en cuestión. ¡Matémosles!

PoPó

A propósito de lo expresado por el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, durante un acto de su Partido en Sevilla en alusión a la formación Podemos que «se presentan como ‘Don Limpio’ pero en cuanto le pasas el algodón están cubiertos de suciedad, por no decir de caca», bien traída está la popular observación “Le llamó el burro al caballo orejón”, pues, si es de inmundicia política de lo que hablamos, el PP representa la mayor de las letrinas del Reino cuya pestilencia parece despacharse a gusto al indecente grito de ¡Agua va! arrojado impúdicamente desde las ventanas de Génova a la vía pública sin el menor cuidado ¡de todo! menos agua pura y cristalina, bautizando a la despistada ciudadanía con sus más indecentes desahogos, como el referido.

A caso por ello mismo, con su atronadora intervención, desde su particular trono mediático, Rafael Hernando, no pretendía tanto señalar el chorongo en taza ajena, cuanto reclamar para si, la competencia en la materia y en consecuencia, en mi calidad de autor de “Memorias de un retrete y otros escritos cochinos” ensayo acerca de la relevancia metafísica de la mierda y la importancia filosófica del pedo, no puedo más que juzgar del todo oportuno y ajustado a derecho en fechas tan señaladas, otorgar a su figura y cuanto representa, el distintivo título de “Cagador” del belén Nacional.

No obstante, me veo en la imperiosa obligación de reprobar obrando de oficio sin beneficio, el equivocado uso de la palabra “caca” como eufemismo del término genérico “Mierda” por parte del Gran Cagador, Rafael Hernando, y aún más si cabe, del reproche igualmente errado con el que ha sido contestado por Pablo Iglesias con “ A algunos dicen caca porque les da vergüenza decir mierda …” pues vaya para ambos la advertencia de que ahí donde la tienen, la voz “Caca” es un cultismo que viene del Griego “Kakos” que significa (Mal, malo) de donde procede que le digamos “caco” al ladrón, que lo que suene mal sea “Cacofónico” que al malo de los malos infantil sea el coco y así también se explica por traslación fonética de la “C” a la “G” que en castellano “caguemos” y no “mierdemos”, si bien, todo hay que decirlo, la propia “mierda”, no es menos culta que digamos, pues procede el Latín.

Esta falta de consideración para la palabra “Caca” tanto por parte del portavoz del Partido del Gobierno como por Pablo Iglesias quien ostentando el cargo de el Secretario General de Podemos habría de tener presente que “Secretario” está estrechamente relacionado con el “Excremento”, seguramente se deba al parvulario eslogan de rebeldía “¡Pedo, culo, caca, pis!” con el que los niños tratan de flanquear la barrera idiomática tabuada de los mayores en un primer paso hacia la Libertad de Expresión recogida en la Constitución, donde las dos primeras voces “pedo” y “culo” han alcanzado claramente un estatus separado de su impronta infantilista de “felipe” o “Pompis”, mientras las dos últimas “caca” y “pis” parece que todavía no obtuvieron la seriedad necesaria como para pasar al acervo adulto, aun cuando se elevaron respecto a sus precedentes de “pipí” y “popó”. El asunto debería hacernos reflexionar sobre cuál ha sido el motivo decisorio para que una palabra tan culta como “caca” se haya quedado entre los hablantes como un término infantil y no haya triunfado en el vocabulario de los mayores. A este respecto, yo no detecto otra variable que dé razón de ello que ser bisílaba replicante como le sucede a “Mamá”, “Papá” o Tata” que procuramos no utilizar en público pasada cierta edad.

Tomando en cuenta lo comentado, no me explico cómo ni por qué, Rafael Hernando, portavoz del Partido Popular, siendo miembro de una formación que fonéticamente es pronunciada con un bisilábico replicante que suena (pepé) y en siglas se refleja como PP, se haya decantado por emplear la voz “caca” en lugar de “popó”. El susodicho podría refugiarse in extremis en el excusado de que “caca” es una palabra más culta que “popó” a decir de los diccionarios que atribuyen a esta última un origen onomatopéyico, mas a mi entender, de ser así, mejor le correspondería en sonoridad la expresión “plof-plof” o “chof-chof” siendo para mi su raíz etimológica, la misma de la que participa el término latino “puppis” que todavía permanece desconocida para los lingüistas y del que deriva la palabra “Popa” cuyo significado, casualmente es, “parte trasera de una embarcación”.

Por consiguiente, me da a la nariz, que si, Rafael Hernando, ha dicho inapropiadamente “caca” en lugar del más adecuado “popó”, a falta de mejor explicación, debe tratarse del famoso fenómeno del lapsus línguae freudiano que ha dejado escapar lo pensado por el hombre sobre lo que le espera a la Comunidad Canaria (CC) con la prospección petrolífera de Repsol impuesta desde Moncloa por el gobierno de Rajoy.