Al menos una vez al día, la mente sana desconecta de cuanto le rodea entregándose confiada sin remedio al mundo de los sueños, donde para su bien y descanso fluyen codificadas las fobias y pasiones diurnas, sin otra censura que la simbología. Algo parecido hace toda época y sociedad para escapar de la realidad cuando crea y se recrea en las distintas facetas artísticas a las que confía la dura tarea de presentar y representar sus anhelos y frustraciones en un lenguaje cifrado, cometido que ejecutan de modo gozoso sin escatimar esfuerzos, recursos y artificios, en un derroche de fantasía e imaginación de las que ninguna otra faceta humana es capaz, ni se puede permitir. Y de entre todas ellas, ha sido la literatura la que mejor ha cubierto tan romántica necesidad colectiva de evasión, pero sin renunciar a su propósito pedagógico, comprometido, responsable, ejemplificador, corrector, crítico y moralizante por la que fueron conocidos como textos utópicos e idealistas.
Así, a parte de la proyección mitológica donde la humanidad reflejaba toda su potencialidad, y de los relatos religiosos de sobra conocidos, la ficción de la República literaria, ha sido pródiga en formular otras sociedades y otros mundos cuya realidad es situada en otro tiempo, sea pasado, futuro, o en paralelo coincidente con el presente, en cuyo caso acontece en lugares remotos, perdidos o desconocidos, e incluso rizando el rizo en otros planos y dimensiones. Cuando no todo junto y a la vez:
Hasta los siglos XIX y XX la literatura de todo género era proclive por lo general a situar en el pasado sus modelos idealizados y sus ejemplos de lo que debía ser. De este modo, bajo la impresión convincente de que todo tiempo pasado fue mejor y con el Paraíso Judeo-Cristiano como referente perenne, encontramos la famosa Atlántida de Platón, la Arcadia de los poetas, la mítica ciudad perdida de Thule de los Arios, el legendario Camelot… El contrapunto, dado por la ley del péndulo la tendríamos a partir precisamente de la revolución francesa, cuando se empieza a ver el futuro como un polo de atracción excitante y motivador, cuyo lema sería “Nuevo”, “Evolución”, “Progreso”… La figura cristiana del Cielo se traducirá ahora en el venidero Estado Socialista de Marx, en las Naciones Unidas que gozarán de la Paz perpetua Kantiana o el advenimiento de los extraterrestres venidos de Andrómeda, Orión o Ganímedes, que hay para elegir. Y en medio estarían aquellos autores que, o bien dejaron fuera del tiempo sus creaciones, o las hicieron contemporáneas, pero deslocalizadas, en ésta categorías estaría la Utopía de Tomás Moro, Las sociedades y culturas descritas por Swift en Los viajes de Gulliver, El país de las Maravillas que describe para Alicia L. Carroll, etc.
Pues bien, de igual modo que hay personas que no renuncian a ver cumplidos sus deseos, por imposibles e irrealizables que éstos parezcan al despertar, dejando de dormir hasta verlos realizados, como les ha pasado a artistas o científicos, también han habido colectivos que creyendo en una idea se han entregado de modo que, a parte de las multinacionales y los partidos políticos, los religiosos se han agrupado en comunidades y los anarquistas en comunas. Entre ellos, hay un sinfín de matices no fáciles siempre de distinguir porque tienen en común plantear al individuo y a su sociedad una alternativa a lo que hay, al sistema, a lo que impera, ambos modelos con poco éxito. Así tenemos que, desde el XVII han surgido movimientos como los Maromitas, los cuáqueros… y últimamente proliferan las aldeas libertarias, las casas okupa, e incluso un experimento en la india digno de mención. Mas su sola perseverancia, se nos antoja una muestra de su viabilidad.
Desde que la humanidad alzó la cabeza para otear el horizonte en la sabana africana, tiene anhelo de transcendencia, sueña con un futuro mejor, fabula con modelos ideales por los que conducirse, por lo que, erradicar la utopía de entre nosotros, sería como retroceder a la animalidad en la que sólo cuenta lo que acontece, como acontece sin otra guía que el instinto y en consecuencia podría decirse que una sociedad tal, lejos de llegar al originario feliz estado salvaje aludido por Rousseau y compañía, apenas superaría el infeliz nivel de bestial donde no habría cabida para el bien o el mal y por supuesto no podría plantearse la cuestión de si vivimos en el mejor de los mundos posibles, tal y como llegó a afirmar Leibniz.
Categoría: Letras
La degeneración del género
Hasta hace bien poco, tres eran las acepciones que humildemente manejaba sin tapujos de la voz “Género”: el género de las palabras, el género que los comerciantes guardaban en la trastienda y el género al que podía responder una película u obra teatral. Pero henos aquí que, de un tiempo a ésta parte, tan noble y respetable término ha degenerado semánticamente. Ahora, por influencia y clonación del puñetero inglés, puede emplearse indebidamente por esa otra huidiza palabra a la que también se dijo “amor”. Y es que mientras en la lengua de Shakespeare, “gender” puede referirse tanto al género de las palabras, como al sexo de los animales o personas, sucede que en la lengua de Cervantes, distinguimos sin dificultad entre el género y el sexo, de igual manera que lo hacemos entre pata y pierna, macho y varón, crianza de la prole y educación de los hijos.
Cierto que, no es la primera vez, ni será la última que ocurra esto y que hasta bien mirado sean éstas pequeñas incorrecciones populares las que enriquezcan y hagan progresar el idioma. Pero en este particular, cabe decir aquello de el progreso ha ido demasiado lejos, y corremos el riesgo de no llegarnos a entender.
De continuar así, es posible que toda la comunidad de hablantes empecemos a tomar la palabra “género” como sinónima y menos agresiva que la atrevida voz “Sexo”, cuya sola pronuncia parece despertar en nuestros carnosos labios libidinosos, los deseos más pecaminosos que beata mente pudiera imaginar… verdadera razón ésta por la que triunfa sin desmayo entre nosotros tan infeliz hallazgo mediático. De acontecer tan magna confusión, habríamos en breve de traducir muchas otras añejas expresiones, como cuando nos referimos al “género de los ángeles”, o al “género, drogas y rock and roll”, que dudo mucho sonarían igual de bien, por no hablar de la denominada “generación espontánea” y el “género chico”. Por supuesto, habríamos de poner más cuidado en adquirir en el videoclub películas de “género infantil”, todo sea que nos detengan por pedofilia. Los “medicamentos genéricos” verían aumentar sus ventas hasta igualar al viagra, o a los afrodisíacos; “las nuevas generaciones del PP” serían mucho más atractivas para cuantos buscasen participar en orgías y bacanales… Pero ya puestos, seguramente unos conceptos nos llevarían a otros y en consecuencia, en vez de “hacer el amor, haríamos el género” y diríamos eso de “Haz el género y no la guerra”. Y hasta el mismísimo Benedicto XVI, en lugar de decir que “Dios es amor”, nos sorprendería con un esclarecedor “Dios es género”, que a más de un estudioso de los textos místicos ayudaría a comprenderlos en su justo marco hermenéutico, eso de que Dios es “generoso”. Y quien sabe, si por uno de aquellos beneficios inintencionados que describiera Mandeville y por arte de birlibirloque en un social acto psicolingüístico freudiano resultase que en “general”, perdiéramos el miedo de hablar de eso, y dejara de ser tabú conversar alegremente un poco más desenfadados sobre el “género” que todos llevamos entre las piernas, de tal suerte que se “generarían” menos fobias, traumas, frustraciones y neurosis.
Claro que… siempre habrá alguno que en ello apreciase el típico rasgo del “degenerado”.
Si con el epígrafe o titular de “Violencia de género” deseamos referirnos al maltrato que el hombre ejerce sobre la mujer en nuestra sociedad, lo propio sería decirle violencia machista que aparte de ser más correcta, es mucho más expresiva. Si fuera el caso de que lo que se quisiera trasmitir fuera otro significado o paralelo o concomitante, tenemos multitud de adjetivos más certeros y apropiados para cada circunstancia que se desease describir, como son Violencia familiar, violencia doméstica, violencia de pareja, violencia conyugal. Todas ellas, mucho más gráficas que la vaga y confusa violencia de género que etimológicamente os remite al daño que unas palabras se hacen a otras, como parece que ha sucedido en este caso, donde un término anglosajón, ha desplazado bruscamente a nuestra querida palabra sexo, sin ningún “género” de dudas.
Frenemos la spamsión del inglés
Se llama spam, a los mensajes no solicitados, menos deseados o de remitente desconocido, habitualmente de carácter publicitario, enviados en cantidades masivas que perjudican de alguna forma al destinatario. De esta definición me he valido para hacer un juego de palabras y reflexionar un poco sobre la nefasta expansión del puto inglés entre los latinoparlantes que padecemos un marcado e inducido complejo de inferioridad que es necesario corregir, porque no solo está en juego la pureza de la lengua, que poco o nada me interesa preservar, dado que la misma es una histórica evolución de mezcolanzas que han enriquecido su expresión.
Posiblemente sea ya demasiado tarde para reaccionar contra esta absurda tendencia de estudiar esta odiosa lengua que tanto daño hace a nuestros cerebros latinos y resulte imposible invertir la estupidez de escuchar su música sin entenderla y aún de producirla entre nosotros con el aplauso general como han puesto de manifiesto para más ignominia, los laureados casos de Dover y Marlango. Pero el otro día, de nuevo me solivianté con este recurrente asunto, porque en un discobar de Valladolid, coincidió que pincharon una melodía italiana muy conocida “Azurro” pero cantada en español ¡Estamos tontos o qué! ¡Es increíble! – pensé para mi…Resulta que esa mierda de idioma cuya presencia en la historia debería borrarse del catálogo de Babel, el cual, comprensiblemente somos incapaces de aprender por muchos años de escuela que se le dediquen, es el preferido para oírse por el populacho metiéndonoslo por todas partes en discotecas, trenes, radio, televisión e Internet, sin traducir, mientras canciones de un idioma hermano como el italiano que ennoblece y adelgaza a quienes lo practican, cuyo aprendizaje como dice la propaganda, es fácil y divertido, resulta que vamos y la traducimos. Fuck off!
El declive crónico de los planes de estudio en España, sospechosamente coincide con la instauración forzosa del inglés en las escuelas desde el 77 que sólo ha servido para dar empleo a sus muertos de hambre que por el mero hecho de ser nativos – como si el resto fuéramos moribundis – vienen aquí a darnos clase como si fueran eminentes filólogos, mientras nuestros universitarios acuden a su inhóspita tierra de salvajes con tecnología, a hacerles la cama en hoteles y servirles la comida a la mesa en restaurantes. ¡Hijos de la Gran Bretaña! Este solo dato, debería bastarnos para de una vez ponerle coto a esta idiotez colectiva. Pero no…
Mientras la SGAE y resto de Osos Mafi del cine e industria discográfica, se empeñan en sacarnos los cuartos, evitar las descargas, vivir de las subvenciones estatales y perseguir al top-manta, nada hacen por taponar este auténtico acuífero económico por el que se nos escapa la mayor parte de nuestra riqueza económica y cultural. Porque detrás del estudio académico del Inglés existe todo un negocio muy bien montado que trasciende a los viajecitos del verano y las clasecitas particulares…por ese coladero se nos va la cultura y la industria que de ella vive.
Los pueblos latinos, deberíamos empezar a cruzar nuestros éxitos comerciales para que en todos los medios de comunicación desde Lisboa a Bucarest pasando por Santiago, Madrid, Vitoria, Barcelona, Paris, y Roma, se promocionen y pongan sus sintonías, ensanchando así el mercado potencial de nuestros productos y creaciones a más de 200 millones de personas, sólo en el continente europeo. Porque me extraña sobre manera, que cualquier botarate con dos cuerdas y un tambor suene en todas nuestras discotecas por cantar en Inglés, mientras nada sabemos de los Nº1 que están triunfando en todos esos países, donde por cierto, aquel pringado también goza de popularidad.
Y si por lo que sea, les entrara unas repentinas ganas de tomarse la revancha escuchando solo música autóctona, sin necesidad de irse muy lejos, entonces, les animo a consumir canciones en Gallego, Catalán, Euskera y hasta en Bable si lo desean, con tal de dejar de hacer el tonto, que las hay muy bellas y buenas esperando a convertirse en nuestro éxito artístico político y comercial.
Fuerza, Violencia y Terrorismo
Gracias a Ares, Dios de la Guerra que tuvo como hijos a Fobos (miedo) y Deimos (terror) y no a Marte al que G.Holst dedicó una enérgica composición, mucho se ha escrito del correcto empleo de la Fuerza, el fenómeno de la Violencia y la detestable aparición del Terrorismo, como para que yo me ponga ahora a redefinir sus términos más de lo que ya se ha hecho por autores mucho más autorizados en la materia y organismos con conocimiento de causa sobre los mismos de la que carezco. Y sin embargo, me veo obligado a ello para situar al lector en las coordenadas precisas que posibiliten interpretar adecuadamente mi particular pensamiento, pues ni durante los estudios de ética, ni en cotidianas lecturas de hemeroteca, siquiera investigando con profusión las distintas fuentes que históricamente han versado sobre el asunto, he tropezado con una descripción limpia y sencilla que se acomode a mi perspectiva. A falta de un consenso internacional de las Naciones Unidas para determinar el sentido denotativo de la voz Terrorismo y ante la clamorosa insuficiencia mostrada en nuestra propia casa idiomática por la RAE, al decir en su primera acepción de la expresión que Terrorismo “es dominar por el terror” y en su segunda acepción “sucesión de actos de violencia para infundir terror” parcas en contenido, torpes en su aplicación y nada elegantes al introducir la raíz del propio término a definir en su definición, como digo, no me queda otra que, dar a conocer mi propia formulación de qué entiendo por Fuerza, Violencia y Terrorismo.
Recomendable es en ocasiones, para conocer una cosa indeterminada, comenzar a mostrar su significado en contraste con lo que no es, difícilmente la blancura podría predicarse de lo blanco si no conociéramos más color que este. Comenzaré entonces esclareciendo que Fuerza y Violencia se relacionan entre si como el boxeo con una pelea callejera, el empleo de la Fuerza requiere inteligencia, adiestramiento, control, reflexión, estar supeditada a fines ajenos a su propio desarrollo, de modo que su ejecución nunca es espontánea, ni acto reflejo, pese a poderse disponer de ella en todo momento por estar en permanente estado de alerta para salvaguardar un estado ordenado, sea este de la conciencia individual o de la estructura social, pudiéndose guiar por la justicia o la injusticia no siendo la moral requisito necesario de su distinción. En cambio, la Violencia no demanda el concurso de inteligencia, adiestramiento, control, reflexión, ni estar supeditada a fines ajenos para su propio desarrollo, aunque pueda valerse de todo lo anterior como base de su proyección, dado que, si bien puede haber Fuerza sin Violencia en sentido técnico, no puede haber Violencia sin Fuerza en sentido físico. Y aunque a la mirada superficial de los hechos pudiera confundirse el plano superpuesto de ambas realidades, lo cierto es que, la Violencia cuando genuinamente es tal separada de su concomitancia dependiente de la Fuerza, aparece de forma abrupta, súbita, incontrolada sin seguir otro trazo que el previamente dispuesto por la circunstancia que le obliga a discurrir como buenamente puede toda vez se ha visto emergida cual efecto tan veloz en su recorrido como breve en el tiempo en el que discurre. Por decirlo de algún modo, la Fuerza es acción Violenta sistemática ejercida con poderío duradera en el tiempo y en el espacio, mientras la Violencia es efecto de una Fuerza espontánea sin otra finalidad que su propio desahogo en un espacio y tiempo concreto. Como consecuencia de todo ello, preferimos ser fuertes a violentos, idéntico motivo por el cual, nuestros ejércitos son Fuerzas Armadas, la Policía Fuerza de Seguridad, la OTAN en el peor de los casos Fuerza de ocupación o Fuerzas Especiales, mientras a los enemigos se prefiere identificarlos como violentos para negarles todos los matices relativamente positivos comentados a la vez que se les endosa las cualidades relativamente peyorativas de su adjudicada condición. Mas, hemos aquí que, entre la confusión de Fuerza con Violencia y la inflación semántica de las palabras, se ha requerido mediáticamente del empleo de un término más grandilocuente para que todos tengamos claro quiénes son violentos de modo sistemático, premeditado, racional, con conocidas finalidades y el largo etc de características enunciadas para la Fuerza pero esta vez bajo un retorcimiento perverso de su instrumentalización; esta nueva voz híbrida que habita el nicho léxico entre Fuerza y Violencia fruto de la ingeniería política y de la manipulación mediática, es lo que se conoce como Terrorismo.
Así entendido, el Terrorismo goza de todas y cada una de las propiedades que conforman de una parte a la Fuerza y de otra a la Violencia, lo que permite al Terrorismo y a los terroristas ser juzgados con un plus de maleficencia distinta de la benevolencia con la que la inocente frescura natural de los sujetos y pueblos que actúan con Violencia y Energía, encandiló a las distintas sensibilidades fascistas del primer tercio del siglo XX. Quizá, aún con todo, de esta amalgama ambivalente habríamos de introducir una plomada que desequilibre la balanza semántica, más en un sentido que en otro, para garantizar que las conciencias no dejen de reconocer el fenómeno donde se quiere que se reconozca, empero, sin posibilitar a su vez su deslizamiento lógico en aquellos casos que no conviene que lo haga. Este elemento regulador no ha de estar relacionado ni con aspectos ético-morales, ni con la perspectiva desde la que se contemple, sino con el tamaño aparente de los mismos, pues generalmente se habla de Terrorismo ciñéndose a grupos pequeños, reducidos en número, fáciles de circunscribir a una minoría étnica, a un grupo político, a un sector religioso, a una región, etc. El mejor ejemplo, lo encontramos en que nunca oímos hablar de una Alemania, Italia, Rusia…terrorista, siempre se prefiere acompañarles de títulos varios como Nazi, Fascista, Estalinista, pese a que en dichos casos confluyeron sin paliativos todos los componentes básicos, los cuales pese a ser contradictorios en su expresión intelectual, no fueron obstáculo para su puesta en práctica con absoluta precisión y coherencia interna. Es entonces, la etiqueta Terrorismo, un nombre con el que una entidad superior bautiza a una entidad inferior cuando esta le disputa, generalmente parte de su poder. Mas como quiera que estas disposiciones por acción de la propaganda pasen del todo inadvertidas, habré de convenir en definir coloquialmente el Terrorismo como aquella acción o conjunto de acciones encaminadas a obtener un fin distinto a la emoción a la que remite, la cual es medio de su consecución. Con tan sucinta referencia, puedo prescindir del componente del tamaño para discernir de entre los distintos elementos del Universo del Discurso social, cuáles de ellos son susceptibles de albergar características constitutivas suficientes para denominarlos Terrorismos, mal que les pese a políticos, periodistas, empresarios y resto de aludidos pues, si el miedo es libre, más libre es quién no tiene miedo a llamar a las cosas por su nombre, en una época en la que quienes tienen el Poder se aplican como nunca para validar la enseñanza maquiavélica de preferir ser temidos a ser amados, salvo el pobre de Benedicto XVI a quien ha tocado predicar lo contrario desde la desaparición del Infierno y la Santa Inquisición y…¡así le va!
Para los verborricos tertulianos que a diario rebuznan dónde se les llama, parece no haber más Terrorismo en el mundo que el de Al Qaeda y en España que el de ETA, con permiso del IRA, Corsos, Tamiles, las FARC, palestinos malos, Sendero luminoso y entre muchísimos otros olvidados, los GRAPO… cuando no es así. Nuestra historia y nuestra sociedad están rebosantes de prácticas Terroristas. Hay Terrorismo para dar y tomar. Por supuesto, hay Terrorismo de derechas y de izquierdas, si se me apura, hasta de centro; No falta Terrorismo de los muchos y de los pocos, de los de arriba y de los de abajo, del este y del oeste, del norte y del sur… La gente está aterrada por los cuatro costados. Estamos envueltos en el Terrorismo de Estado que se desarrolla a diario desde las cárceles hasta más allá de nuestras fronteras, por tierra, mar y aíre, como bien saben los FIES o los inmigrantes; Abunda el Terrorismo económico, con pánico en los mercados y familias muertas de miedo ante un inminente desahucio bancario criminal, por no poder pagar la hipoteca; El Terrorismo patronal campa a sus anchas disfrazado de accidente laboral, empleo precario, contrato basura, jornadas draconianas, sueldos ínfimos, flexibilidad, locales de trabajo insalubres que padecen miles de personas en nuestro territorio y millones en la dichosa globalización; El Terrorismo mediático que amedrenta a diario a la ciudadanía con los males que afectan a la humanidad con el único propósito de que el ciudadano atemorizado acepte de buena gana el entorno hostil en el que vive oprimido, reprimido, frustrado y castrado, cuenta con todo a su favor para dejarse oír pagado por la publicidad empresarial; El Terrorismo ecológico de las empresas contaminantes que sufren pueblos enteros como el Ogoni a causa de las petroleras, los habitantes de comarcas enteras afectados de cáncer por la presencia de centrales nucleares, localidades y vecindarios afectados por los vertidos residuales de las empresas químicas, etc no son moco de pavo que digamos; Como tampoco se queda corto el Terrorismo comercial que sufren las pequeñas tiendas y la hostelería ante la enormidad monopolista y oligarca de las multinacionales y grandes superficies en todos los sectores, desde el textil hasta el alimentario pasando por el editorial, farmacéutico, ocio… Como se ve, el terror rige nuestra legislación, nuestra educación, nuestra salud, nuestra cotidianidad, nuestra conducta como ha demostrado recientemente la “Doctrina del Shock” de Naomi Klein,,, en definitiva toda nuestra vida. Y ello me hace sospechar que, todavía falta algo en la voz Terrorismo, para que haya obtenido el éxito cosechado en su uso y profusión, pues como he dicho antes, difícilmente podríamos hablar de la blancura si el único color que conocemos es el blanco, o sea, que si en un mundo en el que rige el terror designamos algo como Terrorismo, es que debe haber algo más.
Oído lo que precede, de suyo, la Fuerza de la propaganda y su constante bombardeo mediático tiene mucho que ver; Pero ni con todo el arte de Goebbels, esto hubiera bastado para que la expresión hiciera fortuna durante casi dos siglos en todos los ámbitos como lo ha hecho. En consecuencia, creo que el Terrorismo a diferencia de la Fuerza, le falta el ingrediente pedagógico que facilite la parte comprensible de su bipolaridad y que camufle su fenomenología azarosa, indiscriminada e irracional. Se me dirá, que esto es debido precisamente a la carencia de medios para realizar esta labor. Ya digo que efectivamente, la propaganda es un elemento sustentador de la diferencia entre Terrorismo y No Terrorismo, pero es indispensable que la información disponible para el individuo no necesite de su esfuerzo comprensivo para asimilar las verdades de los sistemas en los que se desea se desenvuelva, lo que evidencia una mayor capacidad intelectual y por supuesto teórica, para echar abajo lo que hay, que para dejarlo tal como está. Y este es el quid de la cuestión que permite contemplar mayoritariamente el Sistema como bueno o No Terrorista y lo que va contra el Sistema como malo, violento y Terrorismo, incluso para quienes luchan denodadamente por presentarse a si mismos como revolucionarios, resistencia o libertadores.
Kontra la Ortografia (Korrejido)
Una Komision Panamerikana de la lengua Española, ultima en San Miyan de la Kogoya, los detayes de la enesima edizion de nuestra aborrezida Ortografia, cuya propuesta mas yamatiba es la de rebajar en rango a la ll i la ch ke pasaran de ser nobles letras a simples digrafos reduziendo en dos el numero de estas en nuestro alfabeto de 29 a 27 reforma ke se akomete, en palabras del aktual Direktor de la RAE, Garzía de la Konha, para la konfluenzia de la lengua española kon las pautas ke rijen el alfabeto internazional.
Pero, aprobehando ke los akademicos andan fatigados en estas komponendas en la kuna del kasteyano, no kisiera desperdiziar la okasion de refreskarles la memoria de ke la intenzion kon la ke iniziaron su andadura en el asunto ke nos okupa, kual es, el de la Ortografia, fue la de ke la ekspresion eskrita koinzidiera lo mas posible kon la ekspresion hablada i ke el idioma tendiera en lo posible al ideal de, a kada grafema un fonema i a kada fonema un grafema, o para entendernos todos, ke a todo sonido le korresponda una letra i a toda letra un sonido. Tanto es así ke en su primera edizion de Ortographía de 1.741 el título se escribia kon ph pero ya en su segunda edizion publikada solo once años despues, ya benía kon f. I es ke kuando akeyo, pese a su rango Real, la korona no se le abia subido a la kabeza, komo okurriria a partir de Isabel II.
Si asta entonzes, la Akademia daba consejos i emitia rekomendaziones ke el pueblo abrazaba de inmediato por konprender kon luz natural el beneficio ke para la ekspresion de sus pensamientos, emoziones, deseos, i kuanto tubieran a bien dezir, a partir de entonzes, se konbirtieron en mandatos, ordenes i leyes, kuyo karakter koerzitibo e inperatibo a parte de su oscuridad, espantaron a la mayoria, no sin antes azerles sufrir en la eskuela la estupidez de su aprendizaje, pues kiero ke todo el mundo sepa, ke si algunos de nosotros kometemos faltas de Ortografía, la kulpa en modo alguna es nuestra, el pueblo ablante i eskribiente al ke pertenezco, sino de la propia Ortografia i de los ortografilos ke kon saña se regodean en la difikultad, justifikando la misma komo rikeza del lenguaje. Algo parezido a lo ke le okurriera a las enseñanzas de Nuestro kerido Jesus de Nazaret kuyo mensaje multiple i variado segun fuera la Tradizion ke rekojiera su sabiduria, pronto se bio trunkada en Nizea por la Ortodoksia ke fue la mayor fuente de erejes. Asi, faltas de ortografia y erejias relijiosas, tienen su orijen en la soberbia de kienes desean tener en sus riendas, de un lado las ideas i de otro la ekspresion de las mismas, pues no son pokos los ke por no yebar la kontraria se kayan i muhos mas kienes no abren la boca por berguenza de no saberse ekspresar bien, aktitudes sufizientemente interiorizadas en la eskuela desde pekeños. Maldita la Ortografia! i Malditos kienes la sustentan! Parafraseando a Julio Angita cuando se pronuncio asi kontra la gerra tras la muerte en Irak de su ijo, pues no por inkruenta, la bataya mental ke se libra en este kanpo, es menos despreziable.
En este orden de kosas, bale la pena menzionar ke ya en 1823 el Benezolano Andres Beyo, en sus “ Indikaziones sobre la sinplifikazion de la Ortografia en Amerika”, rekonocia el buen trabajo de la Akademia en sinplifikar i ordenar la grafia de la lengua, pero konsideraba ke las limitaziones etimolojicas ke eya misma se inponia probokaban efectos desastrosos en la enseñanza en anbas oriyas del Atlantico del idioma kasteyano. Por konsigiente, tomando en konsiderazion todos estos elementos, me beo anpliamente respaldado teknica i moralmente para proponer la inmediata eliminazion de la Ortografia de la enseñanza, o kuando menos, una remodelazion radikal de la misma – entendiendo por radikal la ke se remite a su raiz- ke la konfine a su mínima ekspresion para ebitar de una parte el sufrimiento estupido de su aprendizaje al grueso de ablantes y de otra, liberar al propio idioma de su mayor lastre frente al ingles, pues es una autentika pena ke, sabiendo pronunziar mejor los sonidos naturales ke los anglosajones, lo estropeemos todo complikandonos la eksistenzia, ke no otra kosa azemos al mantener distintos grafemas para un mismo fonema komo okurre kon la b i la v, la g i la j, la i i la y… distintos fonemas para un solo grafema komo le pasa a la g de gato o coger…la union de barias letras para un solo sonido komo sucede kon la ll, ch, gu…letras ke no remiten a sonido alguno komo la pobre h…por no ablar de la x ke segun komo le baya, es la konfluenzia de gs, ks, o se konfunde kon la s…¿Donde kedo el injenio ke pario el inbento de la ñ?
Yo lo tengo klaro: ademas de eliminar los sijnos de puntuazion al inizio de la frase, las odiosas tildes ke no prezisan en otros idiomas i un sinfín de normas idiotas komo la de antes de p i b se pone m kuando ante la v no se aze… mi alfabeto ideal kedaría komo sige: Las zinco bocales aktuales ni se tokan; la v desapareze en fabor de la b; la q i la c desaparezen en fabor de la k i la z; L g keda reserbada para el sonido de gato, mientras la j se mantiene kon el sonido de jota komo le gustaba a Juan Ramon; la w es eliminada pasando a eskribirse komo korresponda Guiski o Bamba; la x se elimina, kien lo desee puede eskribir eksponer o egsamen; la ch i la ll dejan su lugar a la h i la y; esta ultima medida rekiere mayor detaye: dado ke la h comporta el sonido che al pronunziarse, es un desprezio no usarla a tal fin i mantenerla muda, klaro ke, de estar muda, seria eliminada, por consigiente, propongo ke se diga horizo en lugar de chorizo; Lo mismo okurre kon la doble ll kuyo sonido a estas alturas kasi nadie distinge de la y, por lo ke, ba siendo ora de konzederle el sonido plenamente a esta ultima, la kual a su bez, zede a la bokal toda su representazion, de este modo se diria yabe i yober en lugar de llave y llover…En otras palabras, el alfabeto se beria reduzido a 22 letras en lugar de las 29 aktuales, a saber, a,b,z,d,e,f,g,h,i,j,k,l,m,n,ñ,o,p,r,s,t,u,y. Lo de la z en terzer lugar, en bez de la última posición tradizional obedeze a ke aora, el abecedario antiguo, pasa a eskibirse Abezedario, el mismo del ke me e balido para redaktar este atrebido artíkulo, mui parezido por zierto al usado por el basko, kon el ke el castellano konparte la menzionada kuna tripartita kon el latin de las famosas Glosas Emilianenses.