Bombas en los Templos

Intento comprender qué lógica puede haber en poner artefactos explosivos dentro de los templos donde la gente va a rezar en una sociedad como la nuestra donde todavía no asoma la guerra de religión a diferencia de otras regiones del mundo en las que como el Líbano, las muchas facciones civiles se identifican con los distintos Cultos y aún con las diversas confesiones de una misma religión. En principio barajo dos hipótesis: la primera apunta a los intrincados intereses ocultos de los Servicios Secretos del Estado que en tiempos convulsos como el actual, siempre han fabricado un clima favorable para colgar el San Benito a un socorrido Anarquismo que justo es reconocerlo, tampoco se ha preocupado demasiado en desmarcarse los puntos que le anotan indebidamente; La segunda, acepta sin reservas que los recientes atentados con bomba contra la Almudena y El Pilar, son obra de grupos anarquistas. Huelga comentar que los motivos que inducirían una vez más la primera de las hipótesis, apenas suponen un problema explicativo de hemeroteca, en consecuencia es el segundo caso el que hoy merece toda la atención.

Dado que las prisas del ciudadano común sólo le permiten leer en diagonal en vez de entrelíneas, para no despistarles, paso a declararme Católico en lo religioso, cuanto Ácrata en lo concerniente a la Política y de propina, fetichista en lo sexual. El caso es que, ideológicamente, no veo nada en el Catolicismo que lo haga merecedor de ser objeto de atentado, ni en el Anarquismo principio alguno para actuar en dicho sentido. Antes al contrario: no sería difícil presentar a Nuestro Señor Jesucristo como un Anarquista de su tiempo, aunque casi me debería haber callado el dato porque ahora a huevo se lo he puesto a quienes deseen rebatirme la mayor con mis propias armas recordándome el episodio de la entrada de Jesús en el templo cuando en un acto de violencia recogido por los cuatro Evangelios expulsó a los mercaderes y cambistas que en su recinto hacían negocio. Mas, si por aquí me vienen los tuercebotas justificadores de tan absurdo acto, básteme confrontar lo acontecido en El Pilar con la actitud del Papa Francisco, a todas luces más eficaz y acorde con la elevada moral que se propugna con la denominada Acción Directa.

En cualquier caso, no vamos a negar que el Anarquismo se ha valido de atentados con armas y explosivos para hacer llegar su idealista mensaje. Pero a estas alturas de la historia ¿Quién no lo ha hecho? En verdad, de cuantas ideologías, sectas, movimientos sociales con espíritu universal y trasformador existen todavía sobre la faz de la Tierra, el Anarquismo, es el que se ha quedado más corto en el empleo de la violencia – seguramente por falta de oportunidad – para conseguir sus fines en comparación con el Comunismo, Socialismo, Nacionalismos, Nazismo, Fascismo, Liberalismo, por no citar a la religión Judía, el Islam o el Catolicismo de cuyo seno partieron las Cruzadas y surgieron huestes de sicarios bajo el hábito de la Compañía de Jesús como bien explica Eric Frattini en “La santa Alianza”.

Por otra parte, hay tantos sitios donde la población vería con buenos ojos que se hubiera colocado una bomba, como por ejemplo en una fábrica de armamento, en una empresa dedicada a diseñar y distribuir instrumentos de tortura para cárceles de medio mundo que son la joya de la corona española en exportación, o no sé, en la sala principal donde se reúnen los grandes ejecutivos de la Banca criminal, o el edificio de la Bolsa, que ir a poner un explosivo en un templo religioso resulta a efectos publicitarios todo un desatino por cuanto desprestigia la causa anarquista dado que se ha hecho contra un recinto del todo desprotegido y gente indefensa ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Atracar un convento de Clarisas para arrebatarles las yemas y mazapanes del Domingo en vez de reventar la sede del FMI?

El buen Anarquista, de emplear alguna vez la violencia, lo hace exclusivamente contra la cabeza visible del sistema opresor, nunca contra la población civil que es lo que les diferencia del resto de ideologías antes citadas. Por desgracia, no se puede negar que al idealismo, los anarquistas suman habitualmente la torpeza de quien no se entrena para otro enfrentamiento que el dialéctico, asunto en el que el Fascismo siempre muestra una gran ventaja, de modo que, hasta sus más insignes paradigmas de buen hacer, no escapan a la culpa de haber infringido gran dolor a personas inocentes como sucediera lamentablemente, cuando Mateo Morral – a quien estos descerebrados pretenden emular – arrojara una bomba desde un balcón al paso de la Carroza Real donde iba Alfonso XIII, con tan mala fortuna, que la misma se viera desviada por el tendido eléctrico del tranvía yendo a parar entre el público asistente matando a 24 personas y gran cantidad de heridos entre civiles; En este sentido, si desean honrar su figura, mejor harían estos anarquistas de pacotilla en imitar su intención antes que su resultado, del que han estado a un tris de igualar en desaprobación, de no haber intervenido la Providencia.

Gobernantes ´tóxicos

Desde que la psicóloga Lillian Glass identificara como “Gente Tóxica” a aquellos individuos que sin ejercer una tortura reconocible como tal por los cánones del telediario, ni ser susceptible de ser denunciada en comisaría, empero son capaces de arruinarnos la vida poco a poco socavándonos la autoestima en el seno familiar, sometiéndonos a chantaje emocional continuo en la pareja, alterando nuestra vida social, provocándonos estrés en el trabajo con sus comentarios, oculta realidad de la que ya diera cuenta el cine en “La influencia de los rayos gamma sobre las margaritas” han aparecido por doquier profesores tóxicos que desprecian continuamente a sus alumnos, padres tóxicos que impiden la independencia de sus hijos, jefes tóxicos que anulan en la oficina a sus empleados…pero curiosamente, nada se oye sobre gobernantes tóxicos, cuando tanto en su comportamiento como en sus efectos, describen perfectamente el cuadro característico aportado por la citada autora.

La tipología de la toxicidad personal es muy variada yendo desde el “sabelotodo” que se cree imprescindible no dejando hacer nada a los demás, hasta quien no colabora en ninguna tarea interviniendo únicamente para mostrar su disconformidad con cualquier iniciativa que se emprenda, de ahí la dificultad para ponernos en guardia ante su existencia, dado que al principio parecen gente muy normal, cosa que en el loco mundo compartido, debería ser motivo suficiente para la alarma general. En consecuencia, el Gobernante Tóxico, podría ser descrito como, aquel que primero busca ganarse a toda costa nuestra confianza por medio de apelaciones del estilo ¡Os necesito para sacar adelante el país! ¡Todos juntos podemos! y demás formulaciones plurales en las que se enfatiza los lazos emocionales con su liderazgo imprimiéndose cierta sensación de acompañamiento y unión. Una vez obtenida la confianza, se trasfigura en la distancia dicha relación y la cercanía de su agradable persona pasa a ser sólo para unos pocos colaboradores, debiéndose conformar el resto con verle a través de una pantalla de plasma o saber de sus intenciones por terceros que exclusivamente están para trasmitirnos sus órdenes, nunca para elevarle nuestras quejas. De esta guisa, el Gobernante Tóxico pronto pasa a estar por encima del bien y del mal, sin que se le afecte en sus decisiones que pasan a ser sagradas, infalibles e irrefutables; da igual que mienta, falte a la verdad, ofenda a la inteligencia de los ciudadanos…él es el Elegido y en consecuencia tiene razón incluso cuando se equivoca durante cuatro años.

Un Gobernante así, tan pronto llega al poder restringe drásticamente sus apariciones en público, deja de dar explicaciones y cuando lo hace, aparece de forma arrogante, como con desprecio, generando enorme angustia en sus interlocutores que en su mayor parte interiorizan un sentimiento de culpa muy similar a quienes han cometido una falta de infidelidad, traición o desobediencia. Con todo, a esta clase de Gobernantes Tóxicos, les encanta ser metódicos en el anuncio de sus estipulaciones a cuyo diseño dedican más tiempo que el Marqués de Sade en describirnos con todo lujo de detalle las leyes que debían regir “Las 120 jornadas de Sodoma” provocando en la ciudadanía enorme estrés antes de su proclamación y una gran angustia tras su comunicado, lo cual en su conjunto explica, como se acaba de comprobar en Grecia, que haya aumentado exponencialmente los muertos por ataque al corazón, porque como es bien sabido por la psiquiatría, las personas que conviven con gente tóxica, son propensas a mostrar los citados síntomas de estrés, depresión, angustia, miedo y aceleración repentino del ritmo cardiaco.

Rajoy, quien con el Prestige adquiriera reputada experiencia en el negacionismo de catástrofes ambientales, ha ido al Japón a desmentir los infundíos sobre Fukushima, quien sabe si para firmar acuerdos de intercambio de productos lácteos de la cornisa cantábrica, hortalizas de Tudela y frutas del mediterráneo con los de aquella lejana región. Pero su mensaje no ha sido todo lo convincente que se esperaba de él: hemos echado de menos un chapuzón como el de Fraga en Palomares. Pero Rajoy parece estar al tanto de la diferencia entre ser un Presidente Tóxico y serlo Radiactivo.

La participada participación de los participantes

Mi mente, se toma libertades nunca por mi otorgadas, de modo que, cuando reflexiono sobre un asunto en particular, se cruzan pensamientos ajenos al mismo que obligan a la voluntad de la conciencia a dedicarles energía extra, mientras ultimo la anterior. Este es el origen del presente texto nacido a rebufo del titulado “Lo importante es participar” redactado a propósito de la reciente cuarta derrota sufrida por la candidatura de Madrid para convertirse en sede olímpica, pues según iba hilando las ideas que habían de confluir en aquel, con fuerza irrumpió entre todas ellas, a modo de singularidad gravitacional, un sentido muy distinto al que todos pos rutina damos a la expresión, cuya interpretación semántica va ciertamente mucho más allá de la estrictamente lúdico-deportiva y que tiene que ver con los intereses crematísticos privativos de la Casta Parasitaria adscrita a la Democracia criminal, pues qué otra cosa puede significar en boca de los políticos ¡Lo importante es participar! sino sencillamente tomar parte de los beneficios generados por la inercia de cualquier acción emprendida con el dinero despojado a los contribuyentes vía impositiva.

El Demócrata criminal, se pirra por participar en todo cuanto pueda de modo compulsivo y hasta hiperactivo, sin importarle lo más mínimo si se trata de la Salud pública, la Educación universal, Infraestructuras geoestratégicas, Cultura general, la Defensa nacional, adquirir vacunas inútiles para la gripe, introducir portátiles en colegios que se caen, construir aeropuertos sin aviones, fomentar las lenguas autóctonas en Madagascar, meternos en una guerra para garantizar la paz mundial…¡Lo importante es participar! Da igual que no esté en condiciones intelectuales de manejar los temas, ni posea preparación técnica o formación académica para ello, su innata condición delincuente le habilita para manejarse con soltura en los distintos asuntos en cuya gestión presupuestaria puede repartir las partidas entre los partidarios del partido y aún de la parte contraria casi sin despeinarse, motivo por el cual, siempre les vemos sonrientes a esa gentuza que nos gobierna y dado que de entrada lo que buscan es su máximo beneficio durante el mayor tiempo posible, no sienten escrúpulo alguno mientras participan en toda suerte de fechorías cual banda de malhechores como aceptación de sobornos, cobro de comisiones, desfalcos, malversación de fondos, estafas financieras, vaciado de cuentas de las Cajas de Tontos, menos todavía muestran algún tipo de vergüenza o arrepentimiento más allá de picaruelas dramatizaciones como “Lo siento mucho; Me he equivocado; No volverá a ocurrir!” cuando el pueril ¡Yo no he sido! o ¡Y tú más! Parecen no ser suficientes para encubrir el eterno engaño de que nos representan, motivo por el cual no dimiten y se aferran a sus cargos gracias a las complicidades de sus compañeros de partido en un solidario ¡Hoy por mi! ¡Mañana por ti! que les honra como Casta cuanto de admirable hay en el código de honor de la Mafia.

La participada participación de los participantes busca denodadamente en una primera fase del juego democrático, implicar al ciudadano pardillo a quien animan a participar en las Elecciones, inocente estadio que en Politología designamos con la obra de Fernando de Rojas “Entre bobos anda el juego”. En un segundo momento, la participación se restringe a los participantes de los Partidos criminales, donde se dividen entre distintas partidas de partidarios partidistas para departir en mítines, asambleas, ejecutivas y comisiones de partido, cómo se reparten la parte que les toca de nuestra partición social llevada a cabo por los gobernantes. Finalmente, después de haber partido a la sociedad, parten a las distintas Instituciones para ocupar sus sillones en nuestra representación desde donde reparten a partes desiguales favores, privilegios y beneficios entre los suyos y a los demás impuestos, recortes y sacrificios, si no es que no nos parten la cara en cuanto asomamos un poco la cabeza para protestar.

Hablemos de Gibraltar

Habiéndose dejado el “Caso Bárcenas” sin la debida explicación política dentro y fuera del Parlamento, está justificado en adelante que la ciudadanía tilde de “cortina de humo” y no de “Serpiente de verano” cuantas acciones emprenda el gobierno de Rajoy, no encaminadas a esclarecer lo sucedido o a asumir responsabilidades, apreciación agudizada en el tema de la colonia del Peñón, por guardar la presente circunstancia de un Partido Popular con mayoría absoluta gobernando por decreto, vetando comparecencias y pese a todo de capa caída hasta en los Telediarios bajo su dominio, estrechas similitudes con lo acontecido en Argentina, cuando el gobierno de la Dictadura militar durante sus horas bajas, pretendió galvanizar los sentimientos patrios con la reclamación de las Malvinas, igualmente en las garras de la Pérfida Albión. Mas, como quiera que hasta los más complejos algoritmos informáticos de la NASA identifiquen la realidad política española como una Democracia, no debemos rehuir departir sobre lo que tercie por miedo a que las palabras sobre el colonialismo oculten los hechos de la corrupción y es con esta disposición de servicio que cierro filas como es deseo del ministro García Margallo y me dispongo a hablar de Gibraltar.

Es en Gibraltar donde se comete gran parte del fraude fiscal que el Gobierno del PP no sólo no persigue entre las grandes fortunas de empresarios y banqueros con el mismo celo que investiga la indebida percepción del subsidio del paro o la simulación de las bajas laborales por parte de los trabajadores, que hasta lo perdona. Y es que allí, hay el clima social que genera la confianza que siempre nos demanda el Presidente del Gobierno para atraer inversiones y financiación:

En Gibraltar, los políticos forjados en la doble moral protestante, sin renunciar a la corrupción que le es propia al género humano, dimiten en cuanto son pillados in fraganti y se cuidan muy mucho de echar la culpa a la prensa. En Gibraltar, su Primer Ministro no aparece ante sus ciudadanos en los momentos críticos en una pantalla de plasma; En Gibraltar, el Partido Gobernante no tiene a su ex tesorero en la cárcel ni este más de cien millones de euros repartidos por todo el mundo en distintos Paraísos Fiscales; En Gibraltar, el gobierno no precisa esquilmar las arcas públicas en una cuarta parte de su riqueza nacional para entregárselo a fondo perdido a los bancos; En Gibraltar no se permite a la entidades financiera comercializar auténticas estafas entre sus compatriotas como las Preferentes; En Gibraltar la cuarta parte de la población activa no sufre el desempleo; En Gibraltar la pobre gente no es desahuciada de sus casas por no poder afrontar cuatro meses las cuotas de la hipoteca; En Gibraltar, el 28% de los niños no padece malnutrición necesitándose abrir por caridad los comedores escolares en pleno Agosto para garantizar la dieta saludable en proteínas que sus familias ya no les pueden proporcionar; En Gibraltar, sus jóvenes talentos salen a formarse y no a trabajar en el extranjero por falta de oportunidades; En Gibraltar, el gobierno no ha recortado en ciencia, ni en salud o educación; En Gibraltar, el Gobierno no ha subido desproporcionadamente todos los impuestos; En Gibraltar no se ha congelado el sueldo a funcionarios y pensionistas; En Gibraltar, no se ha elevado en dos años la edad de jubilación…

Me encantaría seguir hablando de Gibraltar, aun a riesgo de corregir el texto de Platón sobre la ubicación de la Atlántida. Pero, conforme voy avanzando en su relato, se acrecienta en mi espíritu reclamacionista la abierta contrariedad que me hace comprender por primera vez la sinceridad con que los Llanitos de la Roca se desgañitan en declarar a los cuatro vientos con acento andaluz, su sentimiento de pertenencia a la Corona británica, porque efectivamente, la realidad descrita no pertenece a ningún rincón de España, a lo sumo, nos puede tocar algo por Andorra.

Por la Separación de Funciones

Para evitar los excesos del Absolutismo, la Ilustración juzgó conveniente introducir en la Teoría política la denominada “División de Poderes” en el Estado moderno, separando el Ejecutivo, el Legislativo y Judicial como primer paso para poner coto al omnímodo poder del Gobernante, fuera este Rey, Príncipe o Regente a quien en un principio se le reservaron las tareas de gobierno de los asuntos comunes en interés general, desde entonces sometidas a la Ley de la Constitución. Sin embargo, quién sabe si por descuido, dejadez o sencillamente por considerarlo en su momento irrelevante, junto a las tareas ejecutivas que con posterioridad se distinguirían entre reinar y gobernar, en cualquiera de los casos parecían mantener igualmente la de encarnar al Estado y representar al Pueblo, de modo que, a sus ya muchas responsabilidades gubernamentales e institucionales se le sobrentendieron las aparentemente simbólicas de presidir las ceremonias, los festejos y cualquier acto multitudinario de alcance nacional, entre los que se cuentan acudir a las zonas afectadas por catástrofes, acompañar a las víctimas en su dolor y asistir a funerales.

Esta función de presencia y representación en actos públicos de alegría y dolor, acaece a todos los niveles institucionales desde Alcalde al Rey y por paradójico que parezca, ninguno de los eslabones en la cadena ha propuesto o renunciado en trescientos años que se le exima de esta función que, desde un punto de vista racional podría parecer que distrajera la atención del gobernante de los problemas que requieren toda su concentración, talento, sabiduría y tiempo para el óptimo desempeño de su menester, pues no se ustedes, pero de ser yo gobernante, no podría trabajar a tropicones en asuntos de Estado como la Defensa, la Economía, la Salud o la Educación, si a cada momento me viera entre recepciones de futbolistas, asistiendo a entierros o abrazando a afectados por cualquier desgracia, por no comentar las idas y venidas a reuniones y mítines del Partido para salir en el Telediario de las tres todos los fines de semana.

Hace tiempo que se viene comentando que la nueva clase política debe estar bien enchufada para mantenerse al día de los acontecimientos y poder responder con agilidad a cuantos retos aparezcan en el horizonte en el mundo de la información donde la realidad se sucede a velocidades relativistas. A lo mejor, sería más útil y necesario, separar en los representantes institucionales las funciones técnicas de su cargo como puede ser presidir las reuniones del Gabinete de Ministros, las sesiones del Congreso o los plenos del Ayuntamiento, de las emotivas y folklóricas como las de presidir finales de Copa o acudir a zonas siniestradas en labores plañideras de acompañamiento.

Esta “Separación de Funciones” que propongo como he adelantado, permitiría al Gobernante y representante institucional dedicarse en cuerpo y alma a las tareas primordiales que interesan a la Sociedad, cuáles son, las directamente relacionadas con la producción de bienes y gestión eficaz de los recursos, lo que de por sí, ya supondría todo un beneficio directo para la ciudadanía. Pero además, de ello se seguiría un segundo provecho, a saber: los ciudadanos ganarían en libertad mental a la hora de evaluar a sus gobernantes al no confundir en ellos al personaje que trabaja en su cargo, con quien le acompaña sentimentalmente como un amigo o familiar más en las alegrías y las penas colectivas, como si no bastara desayunar, comer y cenar con ellos todos los días gracias los medios de comunicación.

La función de gestión técnica, evidentemente quedaría en manos de los Presidentes, Jefes de Estado, Ministros, etc; la función de Asistencia, Presencia y acompañamiento en momentos de conmemoración, exaltación o dolor colectivos, sería delegada en personajes de la vida pública asociados a valores por la mayoría reconocidos de mérito, ejemplaridad, honradez, inteligencia o sacrificio, de científicos, artistas, maestros, médicos, socorristas, con especial preponderancia por profesionales dedicados al mundo del teatro y la dramatización, quienes libres de ambigüedad dentro de su humanidad, no comuniquen con su imagen todas esas otras turbias cualidades relacionadas con el mundo de la política que ha acaparado las instituciones relacionadas con la rivalidad, la corrupción, la mentira y la manipulación.