Carne, piedra y fuego; mi nueva obra de ensayo

Tras varios años de agónica espera por la pandemia, finalmente ve la luz una obra en la que vengo trabajando décadas: Carne, piedra y fuego. Los fundamentos antropológicos del sistema de creencias, un ensayo muy especulativo sobre el primigenio origen de la religión.


Sinopsis
Carne, piedra y fuego entra en el debate sobre el origen de la religión de la mano de autores consagrados en la disciplina, como F. M. Müller, E. B. Tylor, G. Frazer, E. Durkheim, M. Mauss, R. Otto, M. Eliade…, con los que el autor fija posición, en aras de ofrecer una especulativa fundamentación antropológica de los distintos elementos concurrentes como son el sentimiento de culpa, la idea de sacrificio, la práctica de adoración o la noción de sagrado, presentándolos en sus sucesivas etapas evolutivas desde el Paleolítico Arcaico hasta la Edad de los Metales, tiempo en que fueron integrados en los sistemas de creencias todavía vigentes. Sus páginas explican cómo una realidad material (una montaña) fue objeto de sacralización; cómo una vez transformada en montaña sagrada se constituyó en diosa montaña; cómo desde este estatus se convirtió en diosa de la montaña para, finalmente, acabar de mero escenario en los relatos religiosos neolíticos de signo agrario, proceso expositivo igualmente recorrido con la noción de alma, la idea de más allá, las prácticas votivas, la figura de un salvador o el mismo concepto de dios, al tiempo que se da razón de cómo aparecieron entre los humanos el beso o la sonrisa, los tabúes sexuales, los ritos de paso, la costumbre de llevar flores a los muertos, el gesto de genuflexión, así como el origen material de ciertos símbolos, como el pentáculo, el triángulo o la cruz.

Y aquí os dejo los datos necesarios de la obra, por si no podéis resistir la tentación de adquirir el volumen antes de que lo presente próximamente en sociedad.

Título: Carne, piedra y fuego. Los fundamentos antropológicos del sistema de creencias
Autor: Nicola Lococo
Editorial: Caligramas
Fecha de aparición: 28 de Octubre de 2022
Nº de páginas: 392
Tamaño: 152 X 228 mm
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN/13: 9788417947057
Categoría: Ensayos literarios
PvP: 21,95 euros.


Por un Sacrificio de calidad

Durante lo que hemos dado en llamar Prehistoria, la figura del Chamán asumió distintas funciones a las que subyacía la de proteger a su pueblo y a su gente de cuantos males naturales, físicos, materiales, corporales, psicológicos o espirituales pudieran afectarles.
A causa de ello, el personaje del Chamán adquirió prestigio y poder. Mas dicho status en sus inicios estaba directamente ligado a su eficaz desempeño, de modo que, de no acompañar los éxitos a sus ritos y ceremonias, la misma comunidad que lo había habilitado para interceder con el mundo sobrenatural, le retiraba su confianza, lo insultaba, apaleaba, le expulsaba del poblado, e incluso llegaba a matarlo, si con ello entendían que las cosas mejorarían.
Con la irrupción de la agricultura, durante el Neolítico, la figura del Chamán derivó en distintas ramas según se especializara en aquellas funciones embrionarias. Así de la labor curativa surgieron curanderos, sanadores, terapeutas; de sus rituales emergieron Magos, brujos y hechiceros; de su invocación a los espíritus, nacerían oráculos y sacerdotes; mas de sus consejos y tomas de decisión emergería la figura de Rey o Gobernante. Pues bien, mientras la posición y seguridad de todos continuó dependiendo en alto grado de su capacidad de devolver la salud al enfermo y de que no se muriera; de su poder para alterar la realidad por medio de sortilegios; y su habilidad para leer el futuro en el firmamento…los Reyes y Gobernantes se las apañaron para rehuir su responsabilidad a este respecto, traicionando aquel ancestral “Contrato Natural” por el cual, el Pueblo se somete a la voluntad de Uno, siempre y cuando, ese Uno esté dispuesto al sacrificio en bien de su comunidad cuando ha sido incapaz de procurarle Bien o evitar el Mal.
En su deliciosa obra La rama dorada, Frazer expone los distintos mecanismos ideados por los primeros mandatarios para eludir su sagrado compromiso para con el hombre, la sociedad y Dios: Muy al inicio, los reyes afrontaban su suerte aceptando junto a sus familiares más cercanos, entregarse en sacrificio. Pero pronto advirtieron que en las sociedades agrarias, la fortuna adversa era más reincidente y duradera que en las sociedades cazadoras-recolectoras, de modo que, no salía a cuenta asumir tan arriesgado compromiso en el que se asociaba el propio bienestar personal, al de la comunidad que se gobernaba.
Una de las primeras soluciones de las que echaron mano Reyes y Gobernantes a fin de no afrontar su responsabilidad, consistió en crear la figura del Rey Sustituto, alguien a quien matar en su lugar; Después vino sacrificar un animal para satisfacer la necesidad de que corriera la sangre; más adelante aparecerían estatuas o figurillas para ser arrojadas al fuego o enterradas en su lugar; Y un largo etcétera, que por un tiempo no se atrevió a proponer que lo que debía ser sacrificado era el propio Pueblo, sus gentes, sus familias… pues ello sería tanto como recordar peligrosamente a los gobernados el antiguo Pacto Natural que por descontado se buscaba ocultar entre las brumas del remoto pasado.
Los Ilustrados que trabajaban a sueldo de los Déspotas, presentaron a los Hombres Primitivos poco menos que como tontos. En consecuencia, si no bastaba haber olvidado sus logros institucionales como el antedicho del Chamán, desde entonces también se desdeñó prestar atención a sus ancestrales costumbres. Así, olvidado y aún desprestigiado el Contrato Natural, los Gobernantes contemporáneos han tenido carta libre para, ante cualquier revés, exigir sacrificios a sus respectivos gobernados, convertidos así en sus nuevos chivos expiatorios.
Pero lo que son las cosas…La Economía, el Consumo, la Crisis, la Inflación, el Recorte y demás dioses del Panteón, no se contentan con sacrificios cuantitativos de ciudadanos en masa. De ahí, que no cambien las cosas por muchos despidos que se hagan, por mucho que bajen los salarios, por mucho que se flexibilice la jornada laboral, por mucho que la gente se quede sin casa, sin comida, sin vestimenta, sin salud…la nueva Teología requiere que se le realicen sacrificios de calidad. Será entonces, cuando las cosas mejorarán para todos.

La Religión en la calle

Uno de los objetivos del Maligno, es y ha sido siempre, expulsar en lo posible a Dios de la esfera pública, pues su presencia estorba a sus propósitos, no sin ayuda de los propios creyentes que han interiorizado el sofisma de que la relación de la Conciencia con Dios es asunto íntimo mas no colectivo y social.
La mayor parte de nuestros gobernantes están al servicio del Mal, en consecuencia, desde un falso laicismo, se propone que el sentimiento religioso no debe intervenir, ni tener presencia física o proyección intelectual en el mundo financiero empresarial, ni legal, ni político, científico, médico, educativo, mediático, militar, artístico, etc. En este arrinconamiento de la religiosidad, igualmente ha contribuido en Occidente el cuerpo eclesial que avergonzado de sus excesos empezó a dejar la sotana colgada en la sacristía y llevar el crucifijo bajo la camisa mientras los jóvenes desfilan por las aceras disfrazados de deportistas luciendo sobre el pecho logos a favor de la explotación infantil.
A colación de la opinión favorable del Papa Francisco sobre el Estado laico, no pocos tertulianos han aprovechado para emponzoñar su discurso animando jocosamente a los Cristianos a “llenar las iglesias y abandonar las calles”, ironía que los católicos nos tenemos merecida por la fragante aparente contradicción que pudiera observarse entre las multitudes que acuden a las citas de la JMJ o de la Familia que parecen enfadar a los ateos, con la soledad de Dios en sus templos consagrados que parecen más sus mausoleos para regocijo de aquellos.
Desde mi planteamiento emergentista, Dios es el resultado de la suma de sus partes, lo que excluye el Panteísmo, permitiéndome entender que la Divinidad está en todas partes. Los creyentes podemos contemplar a Dios en la Naturaleza, en la Belleza, en la idea de Bien…también podemos comunicarnos con ello de modo íntimo y sentir su presencia hasta alcanzar el éxtasis de su Gloria. Pero antes de que Dios existiera para un ser humano, existió para la Humanidad, pues el desarrollo de la Conciencia que hoy entendemos equivocadamente sólo individual, tuvo su origen, como no puede ser de otra manera, como Conciencia de especie, luego grupal, concretándose primero por reducción hacia la banda, el clan, la familia y finalmente el individuo, para con posterioridad desplegarse por la tribu, la jefatura hasta alcanzar el nivel de Pueblo y Estado.
La construcción de lugares de culto específicos donde adorar a Dios al margen de fuentes, lagos o montañas, tuvo como objeto favorecer el sentimiento de comunidad en las incipientes aglomeraciones urbanas, cosa que no excluía que Dios estuviera presente y accesible para todos en todas partes, en todo momento. Pero la casta sacerdotal pronto vio las ventajas de poseer en monopolio a la divinidad y con el tiempo la “Casa de Dios” que hasta entonces había sido el Mundo, pasó a significar únicamente los templos, iniciándose así el proceso de la ocultación de Dios, aunque pudiera parecer lo contrario durante las denominadas Teocracias.
A finales del siglo XX, la Iglesia contemplaba con horror como las Iglesias en Occidente se vaciaban de fieles, mientras la población todavía se confesaba cristiana. En buena lógica, el buen Pastor, el Papa Juan Pablo II, viéndose abandonado por sus ovejas, decidió hacer caso al Profeta Mahoma y devolvió a Dios al lugar y sitio que le corresponde, cual es la calle, por medio de continuas apariciones mediáticas y viajes de visitación por todo el Mundo.
El futuro de Nuestra Iglesia en Occidente pasa por hacer a Dios más accesible en la calle y en los medios de comunicación. Debemos volver al bautismo público en fuentes y ríos naturales, a rezar al amanecer en las playas, a celebrar misas en las azoteas de los edificios, a recibir la eucaristía en las plazas frente a los templos durante un banquete al que todos estuviéramos invitados. Dejar a Dios en el altar escuchando misas soporíferas y canticos de muy baja calidad musical, es lo que desean los esclavos de Satán, que por supuesto pueden aparecer como siervos de Dios.

El sacrificio de los políticos

Con el inicio de las vacaciones, las Sanjuanadas y otras fiestas, la Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, no ha recibido de mi parte la debida atención que merece, leída a todo corre-corre en titulares sobre que “ha llegado la hora del sacrificio de los políticos”.

Hablar de “Sacrificios” entrados en el siglo XXI puede parecer poco menos que un anacronismo. No obstante, las sociedades humanas, demandan de continuo “Sacrificios” sólo que en la actualidad, en vez de dirigirse a los dioses, son remitidos a la Producción: a ella entregamos nuestro tiempo familiar en el trabajo, nuestro tiempo de descanso en el consumo, la infancia de los pequeños empupitrada en los almacenes de niños para que no estorben y sus dos progenitores no dejen de trabajar, la vejez de los ancianos en los tanatorios residenciales con idéntico propósito, los muertos laborales, los muertos en carretera, etc. Sin estos sacrificios, nuestras sociedades avanzadas no podrían funcionar, al menos como funcionan a base de sangre sudor y lágrimas.

El vaticinio de la Vicepresidente, puede sonar a retroceso cultural, por cuanto creíamos muy superado el estadio de barbarie en la civilización humana. Pero cuanto más comparo aquellas costumbres ancestrales donde el resultado del combate de dos jefes decidía la suerte de los suyos, o el sacrificio de uno solo servía para expiar la culpa de todo un pueblo, con nuestras guerras y la miseria generalizada, pues como que en su atraso sólo contemplo la virtud y en nuestro modelo, la decadencia.

De momento, no estamos faltos de proteínas animales, acaso por ello, antropólogos como Marvin Harris, no apoyarían la recuperación de los “Sacrificios humanos” como procedimiento social para conjurar los males que acechan a nuestra armonía colectiva. Sin embargo, soy de la opinión de que la sangre vértebra desde el australopiteco el conjunto material-espiritual del desarrollo humano demandando de una u otra forma sea derramada para satisfacer el impulso vital que guía el progreso. Cuanto más procuramos esconder este instinto animal, con mayor virulencia se empeña en hacerse presente y no es casualidad que tras buscar el modo de camuflarlo por medio del deporte de masas en las Olimpiadas a finales del XIX, es cuando precisamente se han declarado oficialmente durante el siglo XX al menos dos Guerras mundiales con varios vegetarianos al mando de los ejércitos.

Las Élites extractoras, cometen un grave error confiando su destino a la cantidad de sangre esclava vertida, en vez de ligarla a la calidad de su procedencia. Ello es rasgo inequívoco de su todavía pertenencia remota a la clase inferior productiva de la que procede. Que esto es así, lo prueba el hecho del entusiasmo con que los esclavos participan de dicha idea cuantitativa, prefiriendo que mueran muchos de rango social inferior a la cualitativa donde sólo unos pocos miembros de las capas nobles de la sociedad podrían enjugar con su entrega ejemplar los peligros que se ciernen sobre la comunidad.

El error estriba en que, al no sangrarse metodológicamente la casta superior, esta no puede hacer otra cosa que crecer. Su aumento, exige de una parte un mayor número de sacrificios a los esclavos cosa que genera malestar y revueltas, y de otra, mayor grado de lealtad entre las distintas facciones de la élite que conduce inexorablemente a Guerras civiles y tensiones palaciegas. De todo ello sobreviene el denominado “Colapso” como bien subraya Jared Diamond en su obra homónima.

Como miembro de la Élite, hace tiempo que vengo requiriendo una disminución de los sacrillos humanos, aunque de mayor calidad. En consecuencia, me sumo sin reservas a las sabias palabras de nuestra Vicepresidenta exigiendo el sacrificio de Políticos, porque el tiempo de dar ejemplo, se ha agotado sin haber dado ninguno. Ahora, se hace necesario derramar la sangre en plaza pública sino en directo durante los mítines electorales, en ruedas de prensa televisadas en pantallas de plasma, para que la población perciba nuestro compromiso sellado con un pacto de sangre y que de verdad estamos dispuestos a todo para salir de la crisis.