Alimentando la Fe

El obispo de Solsona, Xavier Novell, ha planteado recientemente culminar la misa con una comida fraternal en pos de fortalecer los lazos de la comunidad cristiana, según ha transcendido de su última glosa semanal dirigida a los curas de su Diócesis.
Supongo que ahora, muchos compañeros de Teología de Deusto, se estarán acordando de mí, pues hace décadas que vengo proponiendo algo más atrevidillo pero en la misma línea que el Obispo. Por ejemplo, mi amigo Alberto Cano, ingeniero catequista, ha debido soportar con más paciencia que el santo Job, mis recurrentes ocurrencias al respecto: Tenemos que hacer una alubiada bajo el pórtico de Santa María, para que la gente tenga acceso a los sacramentos; hay que introducir la pizza consagrada para comulgar; Ya verás como con estas medidas alimentaremos mejor la Fe que con ese hipotético cordero de Dios que quitará el pecado del mundo, mas no las ganas de comer. En todo caso, abre el apetito….

En un artículo hace tiempo publicado “Y el Verbo se hizo pecado” ya mostraba mi extrañeza por lo paradójico de que, en una religión como la nuestra, donde Dios se materializó en un cuerpo de carne y hueso – lo de que “se hizo hombre” suena fatal – santificando con ello el Templo terrenal del Alma Inmortal, los placeres que este le pueda aportar en vida, sean reiteradamente despreciados por la Iglesia. Pues bien, hoy toca presentar perplejidad por el curioso hecho de que, el motivo central de nuestro rito, cuál es, la eucaristía, naciera, no de un acto abstracto espiritual sacerdotal de marcado carácter institucional, sino de algo tan mundano como lo es un fraternal banquete de despedida al que acudió Jesús acompañado de sus más fieles colaboradores que ha pasado a la historia como “La última cena”.

Etimológicamente, el término “Eucaristía” procedente del griego (Eu) que significa bien y (Járis) que puede traducirse por resplandor, gracia, belleza – de ahí las tres Gracias – tradicionalmente se le ha asignado el sentido sacramental de “Acción de gracias” por parte de los fieles hacia la divinidad. Y sin embargo, también cabe, no sin cierto grado de libertad, interpretar la Eucaristía como ¡Buen provecho! que parece más conforme con los hechos aquella noche acaecidos.

Porque es curioso, que de los Siete Sacramentos Capitales, cuatro suelen ir acompañados de banquetes y jolgorio ( Bautizo, Comunión-Confirmación, Matrimonio y Orden Sacerdotal) uno tenga que ver precisamente con la abstinencia de ello ( Penitencia) otro por fuerza se ve impedido para ello (Unción de los enfermos) y la Eucaristía, dónde explícitamente se habla de pan y vino, resulta que estos aparecen representados por la más rácana escuela de cocina minimalista que quepa imaginar. Y es verdad que no sólo de pan vive el hombre. ¡Pero hombre! ¡Viva el pan! Que la Fe no se alimenta de rezos y oraciones.

Los momentos más importantes de sus vidas, la gente corriente suele festejarlo por medio de comidas comunitarias donde a falta de otro motivo para ser felices en la vida, llenar la andorga en compañía de familiares y amigos, satisface esas otras ausencias del espíritu permitiendo sobrellevar lo que Kundera definiera como “la insoportable levedad del ser” y toda la vanidad que comporta la existencia como bien advirtiera al final de su reflexión Qoheleth en “Eclesiastés”. Por ello, resulta todavía más chocante que festejando por todo lo alto con pantagruélicos banquetes el nacimiento de Jesús durante la Noche Buena, la irrupción del Año Nuevo en Noche Vieja, los excesos de Don Carnaval y su antítesis Doña Cuaresma que lejos de negar esta realidad, la ratifica al asociar la pena por la muerte del Señor a la abstinencia y su supresión retornando a la normalidad tras su Resurrección, resulta que, los cristianos en misa, se comportan como en un funeral: entran y salen en silencio, no ríen, no se abrazan, se levantan y se sientan de forma rígida, cantan fatal…cualquiera diría que se alegran por hallarse en la Casa de Dios.

En su origen, todos los cultos religiosos descansan sobre la ofrenda de alimentos; primero para devolver a la diosa naturaleza parte de lo que esta nos entrega para nuestro sustento; más adelante para mantener a los miembros de la sociedad que se dedicaban por entero a su culto por medio de sacrificios en forma siempre de proteínas que eran de más provecho humano que divino como señala con agudeza M. Harris en su obra “Bueno para comer”; y finalmente se llegó a la fórmula del Banquete ritual propio de los antiguos Misterios cuya viva representación actualizaba modelos mitológicos como el Banquete de los Dioses del Olimpo o el de Odin, encontrando su sublimación intelectual en el conocido Diálogo de Platón.

Es una lástima que la Iglesia se regodee en la triste figura del Cristo muerto y crucificado ante cuya presencia todo dios pierde el apetito, en vez de exaltar su gloria representando más a menudo las estampas evangélicas en las que aparece de juerga comiendo y bebiendo rodeado de mujeres y amigos. Claro que entonces, ello podría sugerir una incómoda reminiscencia baconiana de nuestras creencias del todo inconfesable.

Rezar por los criminales

Acabo de leer en un diario que nuestros queridos Obispos, los mismos que día sí día también fustigan a quienes nos adscribimos al liberalismo sexual cristiano con el que obedecemos el divino deseo de amarnos los unos a los otros como nuestro Señor Jesucristo nos amó, sin embargo, muestran toda su capacidad de piedad para cuantos criminales han causado espiritualmente la crisis que padecemos, al reconocer públicamente que piden por ellos para que Dios les ilumine y de fuerzas para enmendar sus errores, redirigiendo traidoramente las energías positivas que hacia ellos enviamos dominicalmente los fieles en los templos cuya deslealtad moral es pareja a si sucediera que el dinero recaudado del Domund para las Misiones se destinara a sanear la Banca Internacional.

Yo me declaro abiertamente Católico, Apostólico, Romano y si me apuran, hasta Pre-comnciliar por cuanto entiendo al Dios Padre más como justo que como bueno, aunque son formas antropológicas de hablar, se sobre entiende. En consecuencia, escuchando cosas como la precedente me pregunto si yo y la Iglesia entendemos el Nuevo Testamento de modo muy distinto. Me explico: Ciertamente el NT habla del Amor de Dios; pero ese Amor debe ser bien entendido. Cuando el pobre Jesús clavado en la Cruz dijo aquello de “Padre perdónales porque no saben lo que hacen” acaso su situación no fuera más libre respecto a su discurso que la de Sócrates para acatar la ley que le condenara a muerte. Mas, obsérvese que aun así, justifica su solicitud en virtud de la ignorancia de sus opresores. Entonces la cuestión fundamental que plantea desde su sacrificio es ¿Y si sí saben lo que hacen? ¿Se les debe perdonar?

Evidentemente, “la Iglesia del Cristo muerto” apostó por el perdón de toda la humanidad sin distinguir buenos de malos convirtiendo con ello la aparente bondad en injusticia. Porque la Iglesia a la que yo pertenezco, “la Iglesia del Cristo vivo”, es de otro parecer, a saber: el perdón debe ir detrás de hacer justicia. No es excluyente darle al criminal su merecido físico para después perdonarle espiritualmente. ¡Es más! Los criminales, en el fondo de sus corazones y sobre todo de su alma, agradecen ser castigados porque en el castigo redimen su culpa para la eternidad pues si el sufrimiento del mártir santifica, el del criminal lo purifica.

Es fácil perdonar creyendo que con ello ganamos el cielo por ser buenos. Pero perdonar sin castigar es como educar a un hijo sin corregirle los errores. No negaré que lo uno y lo otro es más cómodo. Pero a la vista están las consecuencias. Para que el perdón sea efectivo, antes se debe castigar el Mal no tanto por satisfacer la natural compensación mental de venganza de la víctima que es buena, sana y provechosa para la futura convivencia social de los individuos, cuanto por clarificar categorialmente los modelos psicológicos de conducta por los que se ha de regir toda una comunidad sin entrar en su material consideración axiológica del todo relativa a su época y circunstancia. Los antiguos cuentos infantiles dirigidos a formar la mente de los niños lo tenían muy claro: los malos acababan mal. Esas chorradas de que el lobo termina de invitado a la merienda con Caperucita y la abuelita provoca el indeseado “Efecto llamada” a quienes buscan probar suerte por el camino equivocado dado que de salirles bien les vale y de ser cazados in fraganti, como que no pasa nada.

Mi enfado con nuestros amados Obispos proviene de mi Fe. Yo creo verdaderamente en la fuerza de la Fe. La vida me lo ha demostrado. ¡Es cierto que la Fe mueve montañas! Ustedes no pueden hacerse ni idea del poder de la Oración y del Rezo tanto personal como colectivo. Por eso estoy muy indignado con los Obispos, porque su energía espiritual va a servir para ayudar a los criminales para hacernos mayor mal. La capacidad de estas dos ancestrales herramientas mentales el Rezo y la Oración son de tal magnitud en manos de personas como ellas entrenadas toda su existencia para manejarlas con soltura a su voluntad que de un tiempo a esta parte se ha jugado conveniente desentrenar al Pueblo en su pueril aprendizaje basado entre nosotros en un triste Padrenuestro y un corrido “Ave María”. Porque la capacidad del pensamiento y de la mente para afectar la Realidad va mucho más allá de la telepatía, la telequinesia, la premonición y de todo lo que se ocupan los programas de misterio y entretenimiento como los de Iker Jimenez.

Hay dos clases de Rezo y Oración: el que desea atraer el bien hacia uno y los suyos y la que por el contrario busca evitarlos o rechazarlos. El documental “El secreto” que trata el asunto muy superficialmente, en cambio traduce en lenguaje actual una Verdad antigua conocida por todas las élites de todas los tiempos y lugares, cuál es, que la energía mental y la fuerza del pensamiento puede modificar la realidad, más allá de lo que puede hacer mecánicamente por medio de las órdenes que da el cerebro a las distintas partes del cuerpo. La verdad, es que hay dos leyes que rigen el Universo: una de Atracción y otra de repulsión. Basta pensar en una cosa para que esta aumente su posibilidad de cumplimiento de modo que si mucha gente se pone de acuerdo en pensar una determinada cosa, esta tiene mayores posibilidades de suceder, asunto que ocurre indistintamente de si se piensa en cosas buenas como puede ser el éxito profesional como si se trata del temor a un accidente. De ahí la insistencia de las Religiones en el pensamiento positivo. Pero – y esto es lo que menos se conoce – también se puede proyectar hacia otros las energías, crear escudos para que el mal no nos de de lleno, etc. Estas técnicas funcionan y las leyes en que se apoyan nos afectan como las físicas, es decir, sin distinciones éticas, de igual modo que por un acantilado dada la fuerza de la Gravedad, se caen tanto las buenas como las malas personas y de nada sirve preguntarse ¿Por qué a mí sí? ¿Por qué a mi no?

Sabido todo lo anterior, yo propongo a los Obispos y a ustedes mismos que dejen de rezar por el bien de los malvados que han creado la crisis y cambien sus ofensivas oraciones por esta nueva plegaria:
¡Oh Dios! Tú que eres bueno y bondadoso; Santo y misericordioso; Justo y piadoso; Omnipotente; Omnisciente; Y omnipresente; Conocedor de todo nuestro sufrimiento, padecimiento y dolor; Tú que en tu magnanimidad nos muestras a diario el camino de la felicidad y la gloria… ¡Te rogamos! ¡Te imploramos! ¡Te suplicamos!
Que nos evites caer en la tentación de tomarnos la justicia por nuestra mano; Mas líbranos del Mal, o sea… ¡Mátalos! ¡Mátalos a todos!

Iglexia se escribe con equis

A raíz del acuerdo alcanzado entre el Estado y la Santa Sede en Diciembre de 2006, el sostenimiento económico de la Iglesia Católica en España depende única y exclusivamente de los católicos y de quienes valoran la labor que desarrolla en nuestro país. Este modelo que debería ser implantado igualmente y con mayor motivo para el sustento de la Casa Real, los Partidos políticos, los Sindicatos y las Oenegés, dio como resultado, entre otros inesperados beneficios, la aparición en la Declaración de la Renta de unas casillitas en las que los ciudadanos podemos con una “equis” destinar el 0,7 de la recaudación a la Iglesia Católica y para otros fines sociales.
Pues bien, desde entonces, yo siempre marco la famosa “equis” en las dos casillas porque redunda doblemente en la encomiable labor verdaderamente solidaria que realiza nuestra Santa Madre Iglesia para con los más necesitados – que cada vez son más y más necesitados – por medio de organizaciones como Cáritas cuyos voluntarios se dan por satisfechos con un ¡Dios te lo pague! a diferencia de otros supuestos cooperantes a sueldo que aplican con esmero toda suerte de técnicas de marketing emocional para hacer socios cotizantes por las aceras o a golpe de teléfono con la única finalidad de que les mantenga el chiringuito solidario, sobre todo a ellos, personas residuales de un sistema que no les aceptara por su insolvencia y nulidad ni en los Partidos ni en los Sindicatos que es donde mayormente se encuentra la gente que desea vivir del cuento. Mas ello, no entra en contradicción con mi Declaración de la Renta, por cuanto no contribuyo de más y si, resto en cambio que al menos esos dos 0,7% de la pública recaudación, vayan a parar al nutrido nido de mangantes apuntados a las subvenciones del Boletín Oficial del Expolio, siendo entonces la equis de la segunda casilla destinada a otros fines sociales, algo así, como un mal menor.
Con estas equis, despejamos del único modo que nos dejan la incógnita social de quién nos fiamos más para hacer el bien a los ciudadanos, pues ya su mera existencia plantea serias dudas sobre el resultado del desempeño de las funciones públicas de nuestros representantes democráticos, porque de fiarnos de su quehacer, lo suyo sería que lo dejásemos todo en sus manos; Aunque tampoco es que nos fiemos demasiado de ellos en lo concerniente al mantenimiento de carreteras o la contratación de cualquier otro servicio o infraestructura, por lo que, si esto queda de nuestra decisión, seguramente sean las migajas caudas del gran pastel de los impuestos en los que todos esos voraces tienen hincados los ojos en nombre del bien común y la Cosa Pública, por no coincidir con Cosa Nostra que suena peor, cuando debería acariciarnos el oído.
No se trata entonces de la típica equis de quiniela, pues lejos queda por desgracia de ofrecer un empate entre ladrones y robados; Antes se parece más a la resignada marca analfabeta del esclavo negro que aceptara enrolarse en las filas nordistas con la esperanza de obtener un resquicio de libertad, cosa preferible a hacer el mismo gesto forzado por el amo en el bando surista del General Lee.
Por último, no deja de ser curioso que una Institución, cuyo principal símbolo recuerda al instrumento de muerte y sufrimiento donde terminara su fundador – cualquiera diría que lo celebran cada año -, deba ahora redimir su fatal elección con otra cruz como la de San Andrés. Y la digo así, porque con todo lo que despotrican de puertas hacia afuera sus máximos representantes en todo lo concerniente al sexo y con toda la que está lloviendo con el descubrimiento de casos de pedofilia, de abusos sexuales a monaguillos y seminaristas mientras claman contra gays y lesbianas…ya es desgracia suya, quien sabe si guasa ajena, y hasta castigo divino, que su actividad cotidiana tenga que identificarse con una X, como las películas pornográficas, por aquello de que en el pecado va la penitencia, porque ¡Dios nos coja confesados! si La Piedra sobre la que Jesús fundara su Iglesia, fuera otra muy distinta a la tradicionalmente identificada.

Hamburguesa Inmortal

¡Ver para creer!
¡Ver para creer!

Esta Semana Santa, que para los docentes son dos y para los indocentes como yo pueden llegar a ser tres si me descuido, la he dedicado por entero a profundizar en los Misterios griegos con la ayuda de insignes autores que me han abierto “El camino a Eleusis” donde se prometía a los iniciados algo más que la mera Resurrección, que también la Inmortalidad, de cuya atenta lectura uno puede mejor comprender que la Procesión que aparece, es como la que no aparece camuflada en sus momentos del ciclo agrario, secreto ahora desvelado precisamente cuando la ciencia a punto está de introducirnos en una nueva Era, donde aquella época en la que las cosas, nacen, crecen, se reproducen y mueren para volver a renacer, puede verse interrumpida gracias a los esfuerzos de la biología por descifrar los también ocultos enigmas de nuestra natural existencia a través de la genética, el estudio de la Telomerasa y los avances de la tecnología informática en la encriptación de la información que posibilitarán la descarga de la identidad en soportes no orgánicos… que ciertamente auguran que a la vuelta de la esquina el Hombre en cuanto especie e individuo, deberá enfrentarse al desgarrador dilema de tener que escoger por primera vez en la evolución humana, cuándo desea morir o por decirlo más positivamente, hasta cuando desea vivir, sin todavía haber alcanzado el estatus Nietzscheano de Superhombre, abortada en seco la Postmodernidad.

Perdido en estas consideraciones que retraen bruscamente la conciencia para a continuación impulsarla hacia el precipicio de la contemplación mística de la Visión haciéndola experimentar el conocido “Vértigo existencial”, para darme un respiro, aparté tan sugerente lectura para cuantos deseen encontrar una antorcha que les ilumine en la oscuridad de los tiempos, y tomé entre mis manos algo más liviano con la intención de distraer la mente que me buia más de lo soportable de entusiasmo y excitación. Fue así, como reparé ayer Jueves en una curiosa noticia aparecida en un diario sobre una paciente e ingeniosa artista llamada Sally Davies que se ha dedicado dos años a fotografiar un menú de nuestro querido Mc Donalds con la inicial pretensión de retratar la degradación y putrefacción del producto paso a paso, supongo. Pero cuál fue su sorpresa, que pasados los días, las semanas, y hasta dos años, hoy es el día que el menú al completo, – entiéndase hamburguesa, pan y patatas fritas incluidas – se encuentra tan suculento como cuando la adquirió bajo los conocidos arcos dorados.
Lo primero que me vino a la cabeza fue que esta artista merecía ser inmediatamente nominada para un premio Ig Nobel, esos que se otorgan con espíritu ´Patafísico a los experimentos más absurdos e inútiles en apariencia – algún día hablaremos de este asunto de la ´Patafísica – que se llevan a cabo con seriedad por el mundo. Pero, casi simultáneamente, mi cerebro en paralelo advirtió que esta artista más que ser nominada al Ig Nobel, a lo mejor también debía ser candidata al Premio Nobel por haber descubierto el ingrediente secreto, nada menos que de la Inmortalidad. ¡Como lo oyen!
Bueno…igual he ido demasiado lejos. También las reliquias de Santa Teresa o las de Nepomuceno podrían ser susceptibles de albergar dicho ingrediente por su sagrada incorruptibilidad y sin embargo no les ahorró a sus santidades el trance vital de la muerte. Más en una época consumista como la nuestra, no está mal que sustituyamos las momias de antaño por nuevos iconos reconocibles y reverenciados como la hamburguesa de Mc Donalds que nos prometan la Vida Eterna y bebidas como la Coca Cola que sin llegar a las maravillas del Soma de la India ancestral, de la Ambrosía del Olimpo o la pócima de Eleusis a base de vino, cebada y menta, dan la chispa de la vida. Para que luego digan que son malas y dañinas a la salud.
Todo esto me ha hecho reflexionar sobre mi posición abiertamente contraria a estas dos marcas y hasta los productos que venden. ¿ Es posible que mi reconocida animadversión sea fruto de la propaganda de los que envidian el merecido éxito de estas dos compañías entre la humanidad? Quién sabe si su éxito es precisamente debido a que ofrecen vida y esperanza pero no con vagas promesas como las religiones, ni con ficticios mitos literarios sobre un mágico Elixir de la Juventud o Santo Grial perdido en la bruma de la saga artúrica, sino con alimento que sacia el hambre del hambriento y bebida que calma la sed de sediento. Empiezo a temerme seriamente que he sido víctima de un colosal engaño y que como le ocurriera al bueno de Lucifer – literalmente portador como Prometeo de la Luz a los hombres – las verdaderas fuerzas malignas de la historia hayan proyectado de nuevo embustes y falsedades sobre estas dos protectoras Multinacionales que lo único que desean es poder satisfacer nuestras más mundanas necesidades para proporcionarnos en lo posible, alegría, paz, prosperidad y felicidad.

En favor del Obispo Blázquez

http://www.youtube.com/watch?v=fxK9N3VO4cI

A diferencia de la esfera política donde uno puede proclamarse de cualquier Partido sin atender en lo más mínimo a ninguna otra señal externa salvo la voluntad de presentarse como tal, no estando obligado a acudir a mítines los fines de semana, ni pagar cuotas de afiliación anuales, pegar carteles en campaña, o compartir las ideas que oficialmente están en la base fundacional de la formación, menos regirse por ellas en su vida cotidiana y si me apuran, incluso ni de votar si coincide que ese Domingo electoral hace demasiado calor como para no ir a la playa o demasiado frio como para salir de casa o la verdadera fiesta de la democracia se corrió la noche anterior no quedando ganas de más juerga…en el orden religioso, si se exigen ciertos signos expresos del profesante que lo identifiquen partícipe de una Fe a la que se supone sincera e íntima adhesión del sujeto que se define Judío, Musulmán o como en mi caso Católico, Apostólico y Romano, cuyo requisito se solventa formalmente de palabra recitando de memoria el Padrenuestro y el Credo, pero que de comportamiento, como que precisa de algo más, a saber: aceptar los Sacramentos, acudir a misa y algún que otro compromiso contraído desde el Bautismo con la Iglesia y con Dios que sería largo de contar aquí.

Vivimos una época laxa, inmersos en una sociedad líquida que se diluye entre el relativismo exacerbado del “todo vale” y el más estricto individualismo que nos hace esclavos, no ya del egoísmo, sino de la mismísima yoidad atomizada, donde cada cual hace de su capa un sayo en cualquier aspecto de su Existencia sin importarle las repercusiones que para el colectivo tengan sus acciones aparentemente independientes, desligadas del resto, so pretexto, de no limitar su libertad. Pero esto, precisamente esto, el total y absoluto desligamiento del individuo respecto a su familia, su barrio, su comunidad y su gente, es lo que no permite la Re-ligión que entre sus muchas posibles acepciones puede apuntar a esa indeleble ligación de lo humano con lo divino y me atrevería a decir aún más, de lo humano entre si, dado que no hay humanidad en la soledad del primer Adán y por ende del hombre sólo.

Aunque el Obispado de Valladolid haya esquivado el asunto de las declaraciones de mi apreciado Blázquez, aduciendo que las palabras del Obispo se han malinterpretado porque en ningún momento se aludió a la condición civil del matrimonio de la Vicepresidente Soraya Sáez de Santamaría, sino al modo en cómo se procede a escoger al candidato en cuestión, yo estimo, que la Iglesia se ha de mantener firme en dejar claro a la feligresía que el Derecho Canónico es el que es para todos, independientemente del cargo institucional que ostente el fiel y que el Catolicismo, no es algo que se pueda elegir a la carta como quien pide al metre un bacalao al pilpil, pero que le limpien bien de espinas, que le raspen la piel, que no sepa muy salado y a poder ser sin demasiado perejil…

Cuando supe de la noticia, me alegré mucho de que una autoridad tan respetada como Blázquez se decidiera a frenar la cadena de despropósitos que uno tras otro están dilapidando el capital moral de nuestra tradición cristiana; Porque no es de recibo que una persona que haya elegido en derecho casarse sólo por lo civil evitando a la Iglesia, sea nombrada Pregonera de la Semana Santa, pues dada su elección que civilmente no se cuestiona, bien podría postularse para ser Pregonera de la Semana del crucero del Corte Inglés, de la Semana del Ahorro en Borri King, o en su caso, la Semana del Ajuste Gubernamental…pero ya son ganas de hacer la Pascua presentarla como candidata a anunciar la Semana Santa, que sería poco menos que una ofensa a nuestro Señor Jesucristo, si bien, todo hay que decirlo, él tampoco fue muy amigo de los bodorrios, como se pudo observar en el pasaje de las Bodas de Caná.

Y es que, entre el plato y la boca se pierde la sopa. Me explico: O se mantienen las fiestas religiosas porque son religiosas y se festejan como tales, o se suprimen del calendario civil y a echar cohetes por el “Día sin coche”. Hace tiempo que la Navidad la celebran por todo lo alto hasta los ateos confesos que no renuncian por nada del mundo ni a los días libres, ni a los aguinaldos, ni a los regalos de los Reyes Magos, cosa que se ha hecho con la aquiescencia de la Jerarquía Vaticana por cuanto esos fastos como que venían de muy atrás y para nada mancillan nuestra Fe. No obstante, del confusionismo de aquellos polvos han venido estos lodos, pues si en algún lugar hemos de anclar el cristianismo primitivo, no es tanto en el nacimiento de Jesús cuanto en su sacrificio final y victoria sobre la muerte para darnos esperanza de Salvación que es lo que se celebra durante la Semana Santa, aunque hoy en día pasen sus jornadas sin pena ni gloria como al burro que atiende por igual al ¡arre! que ¡so! Y de ello, no tiene culpa el humilde creyente que participa de la “Fe del Carbonero”, cuanto la misma Iglesia Católica que ofrece una muy deficiente catequesis, a caso porque hasta hace bien poco le iba mejor que el pueblo creyera en falsedades y equivocaciones a que conociera las Verdades auténticas que impulsaron los inicios de nuestra Fe con tal euforia que su inercia ha llegado hasta nosotros dos milenios después.

Lo de la Navidad, como lo del santoral, es un caso perdido. Pero como digo, siendo asuntos más paganos que otra cosa, poco importa que se degeneren. Mas la Semana Santa, no se debería permitir que se malogre. Yo no sé cómo se las apañan las Cofradías y Hermandades para seleccionar a sus miembros dado que nunca he pertenecido a ninguna de ellas por ser mi relación con Dios de carácter místico cercano al de San Juan de la Cruz, pero la Iglesia, tanto en su perfil Institucional como en su acepción de “Pueblo de Dios”, habría de poner todo su cuidado en blindar su celebración de manera solvente sin dar margen a la impostura de quienes pretender soplar, entiéndase vivir sin compromiso de la Común unión eclesial y a la vez sorber su condición sacramental separando de la sopa magisterial los tropezones.

Si la Iglesia desea que los Pregones de Semana Santa sean personas de probada catolicidad sin mácula, además de mejorar desde ¡ya! la catequesis, debería empezar a exigir de las autoridades competentes que los nombran, la realización de un minucioso examen de los candidatos que concurren para el puesto, primero certificando que se saben y aceptan todos y cada una de las Verdades reveladas y de los Dogmas para evitar que se cuelen de rondón elementos que no creen en la Santísima Concepción de María Virgen, la muerte y Resurrección de Cristo, la Ascensión al cielo de Jesús, en su segunda vuelta para juzgarnos y concedernos la vida eterna, la Santísima Trinidad, etc, para acto seguido, en caso de que pasasen esta prueba de coherencia intelectual, someterles a la verificación existencial de que se conducen en la vida conforme al camino de Salvación trazado por la Iglesia, en tanto en cuanto, Nuestro Señor Jesucristo se reserva actuar para el capítulo final del Apocalipsis; Así, antes de concedérsele a alguien el honor de ser el Pregón de la Semana Santa, habría que constatar si la conducta cristiana del candidato se ajusta a lo establecido por el Catolicismo, porque uno puede ser una bellísima persona que sin ir a misa nunca, ni comulgar, ni confesarse…su alma se salva igualmente como la de un perro vagabundo por la acción misericordiosa de nuestro Señor que murió en la Cruz a diferencia de los antiguos dioses, por toda la entera humanidad y no únicamente por quienes le rindan honores, pero no por la suya acción, y si no es Católico para lo uno, tampoco debería serlo para lo otro. De modo que, por muy buena labor que en este sentido haya realizado Vaticano II para extender a toda la especie la Salvación de Cristo, si bien ello es válido para la Historia Divina y la Escatología, no parece suficiente para la Historia Humana, de igual modo que no basta con declararse uno cristiano para participar en soledad de la Verdad de Cristo si su Fe no la vive en la comunidad de la Iglesia Católica, que no es un club del que se puede entrar y salir a voluntad con tal de pagar una entrada como si fuera una discoteca.

De este modo, personas que como la Vicepresidente han rechazado casarse por el rito Católico – lo digo así de retorcido porque hay personas que creen que casarse “por la Iglesia” consiste únicamente en casarse “en la Iglesia” – no deberían ser propuestas ni postularse para ser pregoneros de la Semana Santa, como tampoco deberían hacerlo con cuantos no se han bautizado, no acuden a misa ni a comulgar ni a confesar sus pecados…Y ello, no debe ser contemplado como una discriminación u ofensa para cuantos se vean privados de este honor, como no lo es que en los campeonatos de ajedrez no se permita jugar a las damas, porque todo tiene sus reglas y hemos de respetarlas.

Para terminar, deseo mostrar mi más enérgico desprecio por cuantos muestran su más profundo respeto por la más excéntrica costumbre que se les presenta cuando de turistas van por países exóticos y sin embargo aquí, donde han de convivir con nuestra cultura no hacen sino mostrarse como verdaderamente son: gente irreverente, maleducada y grosera, pues es muy fácil aparentar lo que no se es, cuando pasea por los templos budistas de la India unos días haciendo girar las ruecas o descalzarse antes de entrar en las mezquitas estando en Turquía de vacaciones o ponerse folklóricamente la kipá para darse de cabezazos frente al Muro de las Lamentaciones estando de visita en Jerusalén. Aunque en estos casos, creo que es más por cobardía que por aparentar, pues haber quién es el gracioso que se atreve con esas otras religiones y sus creyentes a cometer, siquiera una sola de las vejaciones a las que por aquí estamos harto acostumbrados.