España africanizada

Yo soy aquel negrito del África Tropical que ahora os llevaré zingando todo mi ....Cola Cao.
Yo soy aquel negrito del África Tropical que ahora os llevaré zingando todo mi ....Cola Cao.

Aquella ocurrencia atribuida equivocadamente a Alejandro Dumas (Padre) al que dio tiempo en vida de negar ser su artífice por considerarla una afrenta -no sabemos muy bien a quién- en la que se trastocaba algo la geografía, contemplada con retrospectiva, más bien se me antoja el típico desahogo chovinista de nuestros vecinos gabachos algo despechados por verse rechazados en lo más sublime que su cultura ha parido al mundo, cuál es, la Revolución Francesa, corrida a gorrazos de nuestro territorio cañí, al tiempo que nos quedábamos con lo peor de su inmundicia que no es otra que la tradición borbona que cuya nociva presencia supieron afeitar de su Imperio. ¡No era para menos! Sólo de imaginar que, deseando aquí librarnos de Zapatero fueran allí en Paris a perpetuar su especie para poner en riesgo nuestra salud social…se les disculpa tan provocativa ocurrencia.

En cualquier caso, si por una cuestión política todavía hoy África no empieza en los Pirineos, bien podrá decirse dentro de poco que si lo hace el Sáhara gracias al cambio climático, y es posible que para entonces, el Plan Baker sea innecesario por gobernar la colonia y metrópoli los Borbones marroquíes que nos pondrán a todos mirando a la Meca. No obstante, España, como Turquía, es un anfibio continentalmente hablando, pues si la República de Atatürk opta a ser miembro de la Unión Europea cuando menos del 5% de su territorio lo es por un trocito de su capital Ankara, con más derecho nuestra querida España debería apresurarse a solicitar de inmediato el ingreso en la OUA, la Organización para la Unidad Africana, pues a parte de Ceuta, Melilla, Chafarinas e islotes ribereños como El Peñón de Vélez o Perejil, están las Islas Canarias incluida La Graciosa y sobre todo nuestra historia trufada de idas y venidas africanas desde Cartago, cuyo rastro genético cultural indeleble, seguramente tenga que ver con nuestros éxitos deportivos y gusto por el cante, que el famoso Plan ADO de Lissavetzky o el programa OT de la televisión.
La población, que para esto tiene más olfato que sus representantes democráticos, hace tiempo que inició el proceso de africanización social dado que los puestos de trabajo en precario, la flexibilidad laboral, el recorte de los derechos de los trabajadores, los accidentes laborales etc, pronto en nada se diferenciarán de las características de las que disfrutan los congoleños en su democrática República, mientras la corrupción triunfa en todos los órdenes de la vida desde la construcción, hasta la política, pasando por la policía, la industria, la banca…por ello, en cuanto pueden, todo el mundo corre a ponerse morenito para no desentonar cuando los genes recesivos sean barridos por los dominantes, en toda fiesta que se precie no faltan los ritmos tribales al son de tantanes urbanos mañana tarde y noche, la gente empieza a ir como Dios le trajo al mundo por la calle, sin necesidad de reclamar el nudismo y sin tantas pajas mentales, literalmente nos hemos pasado cantando y bailando primero el Weke Weke y luego Waka Waka de Shakira donde se dice sin miramientos ¡Porque esto es África!

Clasismo sin clase

La futura Clase Obrera
La futura Clase Obrera

En un artículo anterior titulado “Clase y lección” en el que denunciaba la diferencia de trato dispensado por RENFE a los usuarios de cercanías y regionales cuya seguridad frente a los atentados terroristas parece no importar lo más mínimo a nadie, en comparación con las atenciones recibidas por los viajeros de alta velocidad a quienes se les chequea el pasaje antes de acceder al tren, al objeto de minimizar a dicho respecto los riesgos, procuré evitar enzarzarme en asuntos afines, que han resucitado en mi mente ayer mismo según venía de trayecto a Barcelona…
Siempre me he sentido muy afortunado de pertenecer a la “Clase Turista” que anda por el mundo como dueña y señora haciendo lo que le viene en gana disfrutando de la vida y no a la “Clase Inmigrante” que lucha por hacerse un hueco en una sociedad hostil que le explota sin consideración. Pero hete aquí que, en los tiempos que corren, ya no hace falta salir al extranjero para que a uno le humillen, degraden, segreguen y avergüencen; basta con hacer turismo en el transporte público de tu propio país. Así es: Tanto RENFE como ALSA disfrutan clasificando el ganado humano que transportan, los primeros distinguiendo entre vagones de preferente y turista, los segundos entre autobuses VIP, Eurobús, y como me dijo la persona que me atendió en ventanilla “los de línea regular” ¡Y bien que regular!
El asunto parece contentar a todos: quienes pagan de más por no mezclarse con la masa, lo hacen muy a gusto sintiéndose dichosos de poder hacerlo, aunque lo único que reciban a cambio sea un vasito de zumo Don Simón y un bocadillito de mortadela; los que por el contrario no pueden permitírselo, disfrutan pensando que su opción es la mejor relación precio-calidad; Y las compañías se frotan la manos llenas de subvenciones con tanto pardillo suelto. Pero como quiera que todo usuario de transporte público, por el mero hecho de usarlo, deja de pertenecer por definición a la élite social, asombra que la estupidez colectiva consienta que se distinga más allá de lo que lo hace la clase social, la capacidad económica, y el nivel sociocultural. Claro que, es comprensible que cuantos nacen, crecen, educan, se reproducen y mueren, como esclavos asalariados, acostumbrados como están a ser de continuo clasificados, en el colegio con notas, luego con títulos, en el trabajo por categorías, en los seguros por edad, en hacienda por la renta, en el banco por la nómina, etc, vean de lo más natural viajar en Primera, segunda, Business…no así para la gente nacida libre como yo que sólo soporta dividir la sociedad en dos clases, a saber: la “Clase Yo” y el resto.
Después de confesar lo anterior, los habrá que, lejos de tomar nota de a que clase pertenecen según les siente bien o mal la vergonzante situación de que a uno le interroguen subrepticiamente por sus posibilidades económicas o que acredite su perfil de Panoli cada vez que se le haga elegir en qué clase desea viajar antes de soltar la panoja, se alegren de mi particular exceso de sensibilidad hacia este problema en justo castigo a sentirme muy superior al resto. Pero ello, lejos de atormentarme, me reafirma en el fracaso marxista de echar margaritas a los cerdos.
Pues bien, ayer según pasaban las estaciones desde Bilbao a Barcelona, pude observar que el clasismo que luce sin ninguna elegancia nuestros ferrocarriles no hacen diferencias únicamente entre viajeros o modalidad de vehículo como les acabo de explicar; También saben despreciar a ciudades enteras con sus habitantes incluidos al anunciar por megafonía las paradas de algunas de ellas como Valladolid o Zaragoza, despidiendo como es debido a los viajeros, recordándoles que no se dejen olvidado ningún objeto y agradeciéndoles la consideración de viajar con su compañía, mientras a otras como Tudela, Lérida o Tarragona, ni se las menciona a su llegada, corriendo el riesgo de que algún alma cándida creyéndose que la Constitución española garantiza por si sola la igualdad de los ciudadanos, se despiste y pase de largo su destino, a la espera de recibir un trato similar que para nada le corresponde.

Me da asco que todavía en nuestra sociedad democrática, en el transporte público, subvencionado con nuestros impuestos, los sucesivos gobiernos Socialistas o Populares permitan que se segregue, discrimine y separe a la población de forma tan humillante como lo hacen RENFE y ALSA compañías ciertamente clasistas, pero sin clase.

Mapuches: pueblo prescindible

Los Mapuche, autodenominados humildemente “gente de la tierra” rebautizados por la historia como Araucanos, son uno de tantos pueblos indígenas que sin adaptarse como es debido a la civilización, pretende sobrevivirla a nuestra costa, como esos animales salvajes que cuentan con Greenpace para sortear su decadencia dándole esquinazo a Darwin. Ocupan el Suroeste de Argentina y Centro Sur de Chile, Estados modernos que sufren ciclicamente su presencia, como la que actualmente ha sabido captar la atención internacional esgrimiendo el típico victimismo que tantos réditos parece darles a otros pueblos prescindibles o fallidos que viven de lloriquear en los medios de comunicación la opresión a la que son sometidos palestinos, saharauis, tibetanos, kurdos, y toda suerte de tribu que en su día fuera incapaz de defender su derecho natural de dominar y no ser dominado. Porque, digo yo, si nosotros que podemos, no oprimimos a los Mapuches…¿Quién los va a oprimir? ¿ Los Yanomamo? ¿ Los Hopi? ¿A caso los Zulús?
Bosquimanos, lapones, bereberes, aborígenes australianos, y resto de pueblos dedicados a vivir de su folclore, única excusa justificadora de su fracasada existencia entre nosotros, de cuando en cuando se revuelven más por vergüenza que por el arrojo que les faltó para afrontar la modernidad, con el objetivo de mendigar la solidaridad de las sociedades que les oprimen, ruin mezquindad moral de la que se sirven los débiles e inferiores como bien advirtiera Nietzsche pero que sólo es atendida por naturalezas afines capaces de comprenderles en su ignominia, motivo por el cual, tarde o temprano acaban sucumbiendo al destino contra el que no han sabido o querido luchar.
Llama la atención que la Progresía tan animada a la renovación de los valores individuales en favor del aborto y la eutanasia, que no hace ascos en tirar abajo los pilares de la tradición, la familia y las instituciones que se le pongan por delante en aras de abrirle paso al progreso, en cambio se muestre tan conservadora a la hora de ponerle punto final en su insignificancia a especies que si quiera han llegado a ser nombradas, y sociedades que poco o nada han aportado a la humanidad, salvo la pincelada policromática cultural contra la que el Ser Humano como especie, ha venido rebelándose desde el principio de la Historia, clave de nuestro éxito, flecha del tiempo lógico y natural contra la que ahora algunos desean invirtamos su dirección amén de salvaguardar la otrora detestada diversidad.
Y es que, todavía los hay que no tienen conocimiento de que existen asuntos en los que la posible percepción angustiosa de un mal singular que afecta a los individuos, puede sin embargo ser altamente positivo para el conjunto de todos ellos, sin ir más lejos la Muerte misma. Cuánto más entonces, si la misma les acontece a los más débiles, inferiores, fracasados y prescindibles, que lejos de enriquecernos, suponen todo un lastre, del que a falta de una buena planificación, bueno es que el azar social haga el trabajo por nosotros.

El auténtico fracaso escolar

niños

Por lo visto, por muy evidente que sea un problema, éste requiere la autoridad de un sesudo estudio elaborado por expertos ¡cómo no! al amparo de una Fundación respetable; Este es el caso del siempre socorrido fracaso escolar que sirve tanto para un roto como para un descosido, enésima investigación sobre el asunto llevada a cabo por los sociólogos Mariano Fernández y Luis Mena, sufragado por La Caixa. En su trabajo de investigación aparecen con profusión los típicos temas tratados por sus antecesores colegas de pretéritas temporadas, tales cómo, el elevado número de estudiantes que repite curso, la desmotivación del alumnado, las variables externas que como el nivel cultural de los progenitores o la temprana apertura del educando al mundo laboral concurren significativamente en el fenómeno abordado, etc, de modo que, al que escribe se le escapa cuáles pueden ser las prestaciones sociales que dichas iniciativas enormemente publicitadas por los medios de comunicación, son de nuestro interés, dado que ni nos descubren algo nuevo, ni nos dicen el modo en como se puede atajar eficazmente el problema, de no ser que, tenga por objeto el ensañarse sádicamente con una cuestión académica recurrente olvidando la tragedia psicológica, trauma mental, frustración vital, trastorno de la personalidad y latente generación de desasosiego que para las presentes generaciones tiene la experiencia de la realidad observada.
En este y en los demás estudios, echo en falta, una clara explicación de qué se entiende por fracaso escolar, ¿se trata del fracaso de los escolares? ¿es el fracaso en la escuela? ¿o se refiere al fracaso de la escuela?, es posible que sea de todo un poco y a la a vez, que hablen del fracaso del alumnado y que también hablen del fracaso de la institución docente. Con todo, también sería preciso hallar una clarificación de qué se concibe como fracaso, todo sea que lo que unos conciban como fracaso, para otros pueda ser un éxito y viceversa. Mucho más preocupante, es la presencia de una característica común a todas estas investigaciones educativas, que focalizan descaradamente el problema en números y tantos por ciento referidos a la repetición de curso, a las bajas notas y al abandono escolar, con lo que sin pretenderlo, contribuyen a transformar a la víctima del sistema educativo, en cómplice necesario de la fechoría contra el mismo cometida, amarga sensación que ya saborean quienes son calificados como supervivientes de cualquier tragedia. Y otro aspecto que abiertamente se pasa por alto en toda esta basura intelectual disfrazada de rigor científico, es una acertada crítica a los distintos puntos negros de nuestro sistema educativo, que en su conjunto son la raíz del auténtico fracaso escolar: en primer lugar el mayor fracaso escolar que tiene España como Estado desarrollado, es la coexistencia en el seno de una sociedad democrática de tres raíles, regional, nacional, y AVE por los que discurre la formación de nuestras futuras generaciones en un sistema público, concertado y privado, que lejos de corregir los desequilibrios y desigualdades del presente, perpetuará y aún acrecentará las mismas en el futuro. En la base del auténtico fracaso escolar, se ha de mencionar que, el sistema educativo esté en manos de políticos inútiles cuyas absurdas reformas son llevadas a la práctica por funcionarios obedientes. Y a colación de esto último, debe reconocerse que los cuadros docentes de secundaria no provengan mayoritariamente de personas con vocación, sino de un variopinto tropel amorfo de seres incapaces de prosperar en las profesiones para las que se habían preparado, tras ser rechazados en el mundo de la política y hasta de las ONGs, que han visto como única salida plausible trabajar como profesor de secundaria tras realizar un Curso de Adaptación Pedagógica, algo así como si un carnicero acabase de neurocirujano gracias a los consejos dados por un afilador de cuchillos…en poco o nada contribuye al éxito escolar, entienda lo que se entienda por éxito. Estos puntos negros del sistema educativo, son los asuntos que yo quisiera ver tratados en estas investigaciones de pacotilla sobre el fracaso escolar. Pero hablar de estas cuestiones, podría matar la gallinita de los huevos de oro, no solo para los puestos de trabajo que origina la repetición de curso y las clase particulares que generan el intentarlo evitar, que también para esta nutrida pandilla de sociólogos que cuando no nos hacen encuestas dirigistas, nos endosan estudios doctrinales justificadores del statu quo que dicen denunciar.
Pero al margen de esos problemas capitales que están en el origen del autentico fracaso escolar tampoco se molestan en indicar, al menos, otro conjunto de distintos factores que podrían estar detrás de ese falso fracaso escolar, como pudiera ser que los escolares estén hartos de pasarse infancia y adolescencia sentados, quietos, en silencio dentro de instrumentos de tortura conocidos como pupitres, o que estén hasta la coronilla de traer y llevar pesados e inútiles libros de texto diariamente, de hacer deberes hasta altas horas de la noche, o de que sencillamente vean como una perdida de tiempo el ir todos los días a clase para no aprender nada, para escuchar un rollo a cámara lenta del que posteriormente se tendrán que examinar. Porque, digo yo, que es evidente que estos concretos aspectos y muchos otros, describen claramente un rotundo fracaso escolar: es un fracaso escolar que nuestros jóvenes se pasen el día metidos en pupitres cuando debían estar haciendo deporte, aprendiendo de la naturaleza, bailando, jugando y disfrutando del sexo; es un estrepitoso fracaso escolar querer seguir dando las clases como se daban en el siglo XIX con un alumnado que es del siglo XXI; no ya un fracaso, sino una estafa escolar resulta hacer que el alumnado y su familias, trabajen en casa con los famosos deberes y particulares lo que el sistema educativo en principio se supone hace durante seis horas al día de Lunes a Viernes de Octubre a Junio todos los años; es un absurdo escolar obligar al alumnado a comprar anualmente libros de texto tan sumamente inútiles que ni sirven al estudio del educando, ni para impartir la clase al profesorado. Y por aquí podría seguir con un largo etcétera. El fracaso escolar, el autentico fracaso escolar, nada tiene que ver como causas con repetir curso, sacar malas notas, el absentismo en el aula, el aburrimiento del alumno, la desmotivación general o el abandono de los estudios, pues estos solo son sus efectos. El autentico fracaso escolar no es otro que, nuestro caduco e ineficaz sistema educativo. Y ahora que La Caixa recupere su dinero y me dedique a mi sus fondos que le serán de más provecho.

El mundo según Monsanto

Somos lo que comemos.
Somos lo que comemos.

Tras varios años de posturas encontradas entre partidarios y detractores de los denominados transgénicos, Bruselas ha optado por permitir que cada estado miembro decida autorizar o vetar la producción de organismos modificados genéticamente (OMG) en su territorio. Con dicha medida, se pretende desbloquear el proceso para dar entrada legal a la distribución y venta de estos productos con mayor celeridad que hasta la fecha dado que a día hoy, solo una especie de maíz había logrado sortear la contumaz resistencia de países que como Francia, Austria, Alemania, Hungría, Luxemburgo y Grecia, han venido mostrando durante más de una larga década, ante el potencial peligro publico sanitario de estos alimentos, así como el enorme riesgo que para nuestra industria y sociedad europea representa dar cabida a estos procedimientos, de cuyos nocivos efectos, ya empiezan a resentirse los agricultores, ganaderos y consumidores de los EEUU, Argentina, Brasil, México y allá donde se le ha dejado sembrar sus venenosas semillas tras hacer caso omiso de la opinión pública, abiertamente contraria a su autorización, como exhaustivamente recoge Marie Monique Robin en su obra “El mundo según Monsanto” en la que denuncia con abundantes pruebas y documentación, los graves daños que para nuestra forma de vida entraña actualmente, dar luz verde a la producción y consumo de los OMG tanto para los pueblos como para las personas.

Lo triste del asunto, es que dicha medida, va a permitir a nuestro Gobierno actuar a sus anchas en tan problemático asunto, como ha venido operando de espaldas a la mayoría de la opinión pública española que, en más de un notable 80% se muestra contraria a legalizar los OMG hasta que no se clarifiquen los distintos estudios científicos independientes debidamente contrastados por una dilatada experiencia acerca de la posible repercusión que sobre el ecosistema y la biodiversidad natural pudiera suponer la siembra al por mayor de productos transgénicos, aunque lo más preocupante a corto plazo para la ciudadanía, es saber, en qué medida su ingesta habitual pudiera incidir en nuestra ya precaria salud, cosa que de momento es imposible porque, como ya se ha apuntado, esta novedosa aplicación científica al campo de la producción de alimentos, es todavía demasiado reciente como para que los resultados arrojados puedan despejar la incertidumbre, salvo, para destacar sus aspectos nocivos, cuando tras su diseño, producción, distribución, y comercialización, están tan pocas manos, como son las siempre sospechosas de Monsanto, DuPont y resto de la industria bioquímica dueña de abonos fosfatados, herbicidas, pesticidas y ahora de las semillas, que de forma desaprensiva no duda solo en manipolizar la herencia genética de la Naturaleza para obtener beneficio sin importarles lo más mínimo lo que pueda sucedernos de aquí a dos o tres generaciones, sino que también reclama para si, la propiedad de la producción futura, cosa que tiene garantizado por unas leyes criminales que se lo permiten, de modo que sembrar sus semillas es sinónimo de autoembargo bancario.
Seguramente el buenismo que practica ZP le haga creer en la propaganda de estas empresas que prometen dar de comer a todo el planeta con solo agitar dos tubitos de ensayo, pero de momento, lo que se ha conseguido es arruinar a todo aquel que haya confiado en su promesa de amplias cosechas resistentes a las plagas, tanto a los pequeños propietarios de granjas en los EEUU como a países enteros entregados al monocultivo de la soja, esa misma que ahora nos meten por yogures, leche, quesos, y en breve no me extrañaría que Microlax anuncie enemas de soja que nos dejarán más tranquilos.
De modo que, urge tomar conciencia de lo que está sucediendo allí donde se ha confiado en los milagros de los transgénicos, para tomar buena nota de lo que se nos viene encima de no reaccionar contundentemente y presionar a nuestro gobierno para que, como exige Amigos de La Tierra, cambie radicalmente su vergonzosa e irresponsable actitud de apoyar 60 veces más los cultivos transgénicos que la sana agricultura ecológica. Yo por mi parte le voy a enviar a La Moncloa, una fotocopia de la portada del libro mencionado, convertida en postal, animando a ZP a que lo lea, con la siguiente leyenda: La Tierra no es del viento. ¡Es de todos! Pero si no lo evitamos, acabará siendo de Monsanto.