Garoña: ¡Continua o revienta!

Dicen que no se debe despertar al sonámbulo en mitad de su paseo, ni acariciar al gato cuando está comiendo, mas no me resisto a poner de relieve la coincidencia estos pasados días de dos noticias que por un lado nos informan de cómo en la lejana china sus dóciles ciudadanos viviendo bajo el yugo de la Dictadura del Proletariado del todopoderoso Partido Comunista Chino ha logrado mediante vulgares protestas callejeras paralizar el proyecto de construcción de una planta química en la ciudad de Shifang y por otro, nos transmiten, cual hecho consumado, la ampliación del plazo de apertura de la Central Nuclear de Garoña hasta el 2019, cuando hace ya tres años que espiró su vida útil estimada por motivos de seguridad, sin que la ciudadanía parezca ofrecer eficaz resistencia ante tan magna tropelía del Poder que antepone intereses macro-económicos de las empresas a medico-sanitarios de la población.

El caso chino presenta una curiosa estructura: una ciudadanía sometida que paradójicamente se atreve a protestar hasta el punto de que se le haga caso frente a una Dictadura con poder Absoluto que sin embargo parece permeable a sus demandas cuando bien podría imponer su criterio por la fuerza. No menos llamativo es el caso de Garoña, donde una ciudadanía aparentemente libre, apenas se rebela contra el supuesto poder democrático gubernamental que insensible a los miedos y angustias mostrados reiteradamente por algunos grupos sociales va contra el interés general incumpliendo sus propias leyes, sin vacilar en imponer sus tesis.

Es posible que en esto se diferencie una Dictadura de una Democracia en el siglo XXI, a saber: que en la Dictadura la ciudadanía se siente del todo legitimada moralmente para protestar contra el Poder ejercido por terceros, mientras en la Democracia, la población, creyéndose copartícipe de las decisiones tomadas por sus representantes, se abstiene de ir contra sus injustas decisiones por ella misma haberles elegido. Es así como se entiende que la gente permanezca, sino tranquila, seguro resignada, ante unos hechos que deberían ponernos los pelos de punta. Porque no sé si lo saben, pero la estadística, al respecto, es demoledora: cada veinte años hay un accidente nuclear del tipo Chernóbil cuando se trata de centrales cuya actividad se halla dentro del margen de seguridad de su esperanza de vida óptima establecida no por esos tiquismiquis de Green Pace y compañía, sino por la propia Agencia Internacional de la Energía Atómica, porque fuera de ese plazo, aún está por comprobar cuánto se reduce el lapso de incidencia, dado que, dentro de los países avanzados con gobiernos responsables, todavía no ha sucedido que Centrales Nucleares obsoletas como la de Garoña sigan funcionando trascurrido dicho periodo indicado por motivos de seguridad.

El Partido criminal PPSOE y sus canallas dirigentes, lleva años jugando con fuego en este asunto. El problema, es que no se va a quemar el sólo ni sus militantes que sería lo justo y deseable. Cada mes que Garoña continúa en funcionamiento cuando debía haber parado sus reactores en Julio de 2009, aumenta por momentos la probabilidad de que nos suceda algo parecido a lo de Fukushima. Y entonces ¿Qué? Cáncer, leucemia, malformaciones en el feto por varias generaciones, tierra contaminada donde no se podrá plantar nada, adiós a la industria láctea, al turismo, a la salud….

Yo sinceramente, no alcanzo a comprender cuáles pueden ser los cálculos político-económicos que avalen tan arriesgada apuesta por mantener abierta diez años más de lo permitido, una central con tantos problemas técnicos como Garoña, que cada dos por tres, tiene un parón, un sobrecalentamiento del reactor o una fuga radiactiva, para que salga rentable jugárselo al todo o nada. De salir airosos, o sea, de no pasar ningún accidente, a mi parecer, es muy poco lo que podemos ganar los ciudadanos, nada que no nos recorten los viernes tras una reunión ministerial; Pero de perder, es decir, de suceder eso para lo que Garoña tiene todas las papeletas cual candidata para situarse en el mapa a nivel mundial y con ella a España entera con un impacto mediático mayor que el que pueda ofrecernos la concesión conjunta de las Olimpiadas y la Expo, lo perderemos todo. Y sin embargo ahí tenemos a los dos grandes partidos animando la situación al grito de Garoña: ¡Continúa o revienta!

Recortando Democracia

Uno de los mayores riesgos que encierra el Régimen Democrático lo supone el continuo debate de los asuntos entre los distintos representantes del pueblo elegidos precisamente para discutir sobre aquellos problemas que afectan a la entera comunidad. Por eso, los españoles estamos de enhorabuena, dado que la Mayoría Absoluta del Partido Popular le deja al Gabinete de Rajoy las manos libres para conducirnos en estos tiempos de crisis sin la obligación de perder el tiempo en disputas parlamentaristas cuya mediación sólo sirve para el lucimiento de algún que otro Catón y en ocasiones, ¡ni eso!, tal como está el patio en oratoria que habría de antecederle la hache para darla por buena a tenor de la palabrería allí empleada sin la menor gracia retórica a lo largo de las horas.

Porque, puestos a recortar sueldos de funcionarios, las pensiones de los jubilados, la universalidad de la sanidad a desempleados e inmigrantes, las prestaciones a las personas con discapacidad, los servicios sociales a los más desfavorecidos y marginados, la plantilla docente en educación, los derechos laborales y demás, lo suyo, es recortar también en Democracia para evitar desajustes que incomoden en demasía a los mercados nada amigos de los asamblearismos institucionales, ni espantar a los posibles inversores como los promotores del futuro Eurovegas.

Por eso, me encanta el ninguneo que el Presidente aplica al Congreso de los Diputados, con qué suficiencia legisla a golpe de Decreto sin necesidad de votaciones, con qué prudencia evita hacer declaraciones a los periodistas que andan a su caza y captura por los pasillos para luego tras ordenar a sus subordinados que no las realicen afirmar categóricamente “si desean saber algo, pregúntenme a mi”, con qué maestría veta cualquier intervención en Comisión Parlamentaria que pueda arrojar pública luz sobre temas tan espinosos como lo sucedido con la quiebra de Bankia o el escándalo “Divar” del CGPJ, con qué naturalidad niega evidencias como la subida del IVA, la solicitud del rescate, la insolvencia del sistema bancario, para de inmediato hacer precisamente lo contrario en un alarde de prepotencia que viene a decir “A mi no hay quien me tosa”; Casi me emocioné cuando contemplé con qué energía sus escoltas evitaron que un Senador socialista se atreviera a dirigirse a su persona para darle un casco de los mineros de León. Y es que, a eso se le llama “mandar” y no la tibieza habida hasta ahora.

En la Moncloa, todos los gatos son Pardos. Pero Rajoy, no precisa ser más franco de lo que ya es. Él es, como no se cansó de repetir durante toda la legislatura anterior en la oposición, una persona muy predecible. Basta con escucharle hablar para saber lo que va a hacer en breve, sólo que entre su dicho y su hecho, nuestros oídos deben operar como sucede con el sentido de la vista, invirtiendo el mensaje antes de decodificarlo correctamente en el cerebro. Sin embargo, también podemos observar cierta coherencia si en lugar de atender al discurso nos fijamos en sus hechos de cuya secuencia debemos inferir que en el horizonte de su agenda gubernamental se recortará la libertad de prensa, la de expresión, el derecho a huelga, la libre circulación por el territorio y todas esas cualidades que caracterizan eso que llamamos Democracia, sólo que, ya no se lleva lo de “suprimir libertades”, ahora se le llama “recortes”.

Así, una vez tomada a la brava la Dirección de RTVE, anunciado el amago de actuar contra quienes protesten los símbolos Institucionales, ensayado el peaje en las autovías madrileñas, etc, me ha parecido muy oportuno y toda una declaración de intenciones, la valiente decisión de suprimir sin contemplaciones el “Debate sobre el Estado de la Nación”. ¿Para qué? ¿Para qué unos digan que está muy mal y otros peor? ¿Para que todo el mundo sepa que además de pobres somos corruptos? Sabía decisión soberana, tomada sin miedo a la crítica demagógica y mucho menos a la opinión de la Comunidad Internacional.

El PPSOE

http://www.youtube.com/watch?v=hC67Hi9AynQ

Desconozco si en la ESO se continua enseñando a los inocentes escolares aquella instructiva lección de Historia que explicaba el denominado “Pacto del Pardo” establecido entre dos ilustres políticos de finales del XIX, Cánovas y Sagasta, cuyos discursos, en apariencia contrapuestos, sin embargo se acompasaron con la finalidad de turnarse en el Gobierno, convirtiendo con ello las elecciones de incipiente Democracia Formal, en una mera formalidad, valga la redundancia. O si por su semejanza con lo que viene ocurriendo entre el PSOE y el PP se juzga del todo innecesario estudiar el pasado cuando los jóvenes disponen de la experiencia directa del fenómeno en la actualidad.

No obstante, pese a los continuados esfuerzos por parte de las filosofías y religiones dualistas, maniqueas, donde los contrarios se alternan o coimplican, cuya incombustible reminiscencia en un cristianismo en el que no debería tener cabida remite todavía al Dios bueno y al Satán malo, la gente parece más convencida de su diferencia que de su identidad, enfermiza convicción que arruina su racionalidad para observar la auténtica verdad que a diario se le presenta bajo distintas siglas, siendo una misma realidad.

En el cine, cuando las películas de Gángsters ambientadas en el Chicago o Nueva York de los años Veinte, nos presentan a los criminales agrupados en bandas enfrentadas entre si por las zonas de influencia, los cargamentos de contrabando, la recaudación del juego, el control de los prostíbulos, la distribución de la droga, el tráfico de personas, la dirección de los sindicatos, la manipulación de los votos en las elecciones, el soborno de políticos… no por todo ello deducimos que una da las bandas es buena y la otra mala. En cambio, en la televisión cuando en el Telediario aparecen los políticos discutiendo por quien cobra los impuestos, controla el juego, subvenciona a los sindicatos, se hace con los medios de comunicación, nombra los altos cargos de la Empresas Estatales, etc, solemos concluir que son distintos. Y si bien ambas conclusiones no son incompatibles entre si, digamos que el paralelismo puede valer para mantenernos muy alerta por cuanto puede sucedernos que no sólo sean todos de un mismo bando que nunca es el nuestro, que también suceda que los dos sean malos, muy malos y aún peores.

Escoger entre el mal menor, es una de los dilemas a los que nos enfrenta por definición el que se conoce como el menos malo de los sistemas políticos con el que se puede conducir una sociedad. Pero para que la Democracia haga honor a su etimología vulgar “Gobierno del Pueblo” en el sentido de que el Pueblo soberano gobierne a través de elecciones libres, para que sea posible la elección, debe haber más de una opción distinta, pues en la noción de alternativa reside su libertad y no parece que la mera alternancia pueda ser aceptada como sinónimo, aunque cierto es que pasa bien como placebo y sucedáneo, caso en el que se estaría aplicando el sentido etimológico oculto de Democracia como “Gobierno del pueblo” igual que podría escribirse un tratado del “Cuidado del rebaño”. Llegados a este extremo creo que hasta el asno de Buridan moriría feliz por no saberse decantar en su elección.

Pues bien, creo que es evidente que el PP y el PSOE han debido alcanzar una Nueva Alianza que les garantiza, por un lado el bipartidismo y por otro su alternancia en el Gobierno, compromiso que se traduce en una misma política de fondo consistente en no cuestionar la filosofía neoliberal del Mercado Salvaje, la privatización del sector público, garantizar grandes beneficios a la Banca, dotar de enormes subvenciones a las Multinacionales, favorecer la especulación financiera, no vigilar el fraude fiscal, fomentar el trabajo en precario, rebajar los derechos individuales, sociales, sindicales, aumentar el control mediático de la información, alimentar la deuda de la ciudadanía y cuantas medidas se consideren oportunas para atacar a la población civil socavando su autonomía de gestión, decisión y acción solidaria entre si, empezando por diluir sus lazos familiares imposibilitándoles desayunar, comer, cenar y hace cosas juntos, entorpeciendo su asociacionismo vecinal interponiendo instituciones mediadoras que les enfrenten y sobre todo empobreciéndola cuanto sea posible a través de la pérdida de empleo, la continua subida de impuestos directos e indirectos y permitiendo la galopante crecida de precios de productos tan básicos hoy en día como la luz, la gasolina, el teléfono o las hipotecas.

La mejor prueba de que el “Pacto del Pardo” entre Cánovas y Sagasta, sigue vigente, pero esta vez entre el PSOE y el PP, nos la ofrece el apoyo que la Banca hace a los dos grandes Partidos antes de las elecciones concediéndoles crédito a muy bajo interés para financiar sus campañas – por no hablar de las donaciones de los particulares – las excelentes condiciones de pago que les permiten durante la legislatura para hacer frente a su cancelación que las más de las veces suele coincidir con su condonación completa y a posteriori, contratando a los miembros del Gobierno saliente para dar conferencias a papo de Rey o nombrándoles asesores a sueldo de las más grandes Empresas, recompensa que en verdad no es más que la salida de la conocida puerta giratoria en la que se ha convertido el Gobierno del país, donde por un lado entran ex consejeros de empresas privadas al Gobierno y luego vuelven a ellas tras haber cumplido los deberes y objetivos con los que llegaron a alcanzar las Arcas Públicas, verdadero elixir que mantiene en funcionamiento el engranaje de todo el Sistema.

Se las prometen muy felices los canallas del PPSOE que no debieron atender con sensatez el final de aquel capítulo de la Historia, porque están jugando a la ruleta rusa. En aquella ocasión perdió sólo Cánovas quien viera recortada su vida a manos de Michele Angiolillo, un vanguardista moral italiano anarquista cuya acción no aprovechó a nadie. A lo mejor, es preciso que pierdan los dos implicados para que ganemos todos.