EpC: ¡Volvamos al trueque!

En la escuela, con la escusa de enseñarnos Historia, nos meten en la cabeza infinidad de ideas nada inocentes que presentan nuestra época presente como la cúspide del desarrollo humano para que pensemos en el pasado, no sólo como atrás en el tiempo, que también atrasado en su capacidad para resolver los milenarios problemas de la humanidad, sin percatarse de que, de no haberlos solventado satisfactoriamente en su momento, no estaríamos aquí en complaciente jactancia, especie de Argumento Antrópico que tomo prestado de la Cosmología para entender la Historia como es debido y no como nos la cuentan.

En esta ascendente evolución, se nos dice que la economía de subsistencia es propia de sociedades primitivas donde el trueque era el único modo que tenían de intercambiar sus productos. Aparte de falso – hace tiempo que está demostrado el comercio a larga distancia como las rutas del ámbar por Centro-Europa desde el Báltico hasta Mesopotamia, del estaño por todo el mediterráneo, aún las islas Británicas y de la sal por Centro-África, además de utilizar toda suerte de chismes como moneda – es tendencioso, por transmitir la idea de que dependemos del dinero para adquirir bienes y servicios en nuestra sociedad Moderna Post-industrial, lo que nos obliga a trabajar mucho más de lo que lo hacían aquellos hombres primitivos que infantilmente asociamos con los Picapiedra de los que altaneramente nos enseñan a compadecernos porque no tenían televisión; Sin embargo, no dedicaban más de cinco o seis horas diarias a procurarse lo básico para su existencia, dato que por si sólo merece le dediquemos un instante de reflexión a la cuestión, de si no estaremos despreciando muy a la ligera alguna de aquellas primeras fórmulas que de niños se nos enseñó como propias de gentes subdesarrolladas que carecían de las matemáticas elementales para poder realizar transacciones basadas en la moneda, pues quien sabe si ni las necesitaban por no depender para su subsistencia de las elites de un Estado que primero la emitiera, para luego atesorarla y finalmente a todos tenernos a su merced, por contar todos por igual con el valor más preciado de la existencia, cuál es, el tiempo que cada amanecer Dios renueva por si se nos había agotado, sin que ello suponga un repunte de la inflación y el consiguiente recorte en nuestra riqueza natural.

Con todo, reconozco en lo que vale, el desarrollo de ciertas herramientas económicas que han surgido al paso de las dificultades propias de una sociedad compleja, como es la invención de la moneda por los lidios, del papel moneda por los chinos, de las letras de cambio por los templarios, el dinero de plástico, los patrones plata u oro, la moneda refugio y hasta la idea centroeuropea del banco. Negarle mérito a todos estos pasos de hominización sería tan injusto como despreciar cualquiera de los pasos anteriores por ser anteriores, sin atender qué potenciales virtudes todavía podrían ofrecernos para alguno de los problemas que ya entonces resolvieron y que todavía siguen afectándonos.

El trueque, apareció como solución espontánea en un momento en el que aún no existía el dinero o al menos con la abundancia suficiente como para basar en él las transacciones comerciales incipientes y hasta me atrevería a afirmar que apareció antes de que la agricultura y la ganadería permitiera el intercambio de excedentes. Tal y como van los acontecimientos, con tasas de paro en toda Europa que los expertos vaticinan afectarán directamente a un tercio de la población de manera perenne, otro tercio tendrá sueldos muy por debajo de los salarios que hoy conocemos y el tercio restante, o sea, los verdaderos ciudadanos libres, verán reducido el mercado en el que puedan interactuar precisamente al tercio de sus iguales, dado que, por un lado habrá personas sin dinero para comprar y otros que no podrán vender lo que tienen porque nadie se lo puede comprar…vuelve con fuerza en el horizonte inmediato la figura del trueque como modo de intercambiar bienes y servicios.

El concepto de trueque, supone que tienes algo que ofrecer a cambio de lo que pretendes. Como acabo de decir, cada vez hay más gente sin dinero y cada vez menos gente con más dinero. Sin embargo, todos ellos cuentan con el mismo tiempo que antes, sino más y con capacidad de ofrecer servicios a cambio de otros servicios o bienes. Es una buena forma de aprovechar la crisis para aprender a no depender tanto del dinero y en consecuencia ser un poco más libres de lo que lo hemos sido atrapados en el Matrix financiero cuyos valores heterónomos han regido nuestras vidas hasta convertirnos en esclavos libres de su obediencia sin aspiración alguna a la rebeldía.

Así, os animo a todos, tengáis o no necesidad, a recuperar el trueque como forma de intercambiar vuestro tiempo personal, auténtica fuente de la verdadera economía humana, con familiares, amigos, vecinos o ciudadanos anónimos, a quienes os podéis ofrecer gratis para cortar el pelo, cuidar a los niños, dar clases particulares, hacer las tareas del hogar…a cambio de que os dejen el coche los fines de semana, que os pinten la casa, comer de menú del día en su restaurante, etc. Puede sorprender un poco al principio, pero este mercado de servicios ya está funcionando a nivel inmobiliario internacional para el intercambio temporal de casas entre personas que desean viajar sin tener que dejarse un duro en hotel ni camping y me consta que hay una red de restaurantes que dan un plato de comida a cambio de, por ejemplo, repartir su publicidad a quienes todavía se pueden permitir pagar por comer.

Proceso a las agecias de rating

Si desde la remota Islandia se nos devolvió a la ciudadanía eso que llaman soberanía, desde la vecina Italia, ahora sus tribunales nos hacen el favor de poner en su sitio a esos falsos árbitros de la escena económica conocidos como Agencias de Rating que de obedecer su nombre a su cómplice quehacer al servicio del Capital, mejor harían en decirse de ratering, intervención político-judicial abiertamente deseada que ningún país ha osado acometer por miedo a las represalias mientras las víctimas de sus criminales comunicados han sido naciones de poca monta como las africanas o periféricas como la GRIPE europea – Gracia, Irlanda, Portugal y España – una especie de BRIC – Brasil, Rusia, India y China – pero en retroceso económico. Así ha sido, hasta que en el dominó especulativo apareció la doble blanca de la bella Italia, miembro fundador del G8 que por supuesto, no les va a tolerar a estos gángsters del Chicago bursátil, hablar mal de su economía para influir negativamente sobre su República, o sea, “La cosa pública” que allí la sienten como “Cosa Nostra” y salir de rositas como están acostumbrados por las repúblicas bananeras, de una tierra en la que como diría Cesar Borgia, no hay problema del día que no pueda solucionarse por la noche.

La Fiscalía de Trani ha acusado formalmente a las agencias de ráting de haber emitido «juicios falsos, infundados o al menos, imprudentes» sobre el sistema económico-financiero italiano en palabras de los magistrados. Todo empezó con las denuncias interpuestas por dos asociaciones de consumidores ante la especulación que se produjo en la Bolsa de Milán tras la difusión del rating de Italia. La primera denuncia iba contra Moody´s por su informe del 6 de Mayo del 2010 en el que se afirmaba categóricamente que tras la caída de Grecia, el sistema financiero italiano entraba también en riesgo, lo que provocó una drástica bajada del mercado de títulos italianos. La Fiscalía, ahora les ha dado la razón y literalmente ha reconocido que dicho informe, se basó “ en juicios infundados e imprudentes” La segunda de estas denuncias es del pasado 1 de Julio contra S&P por otro informe sobre el plan de ajuste del Gobierno italiano, en el que la fiscalía también observa la maliciosidad con que fuera difundido estando todavía abiertos los mercados. Destapada la caja de los truenos, parece que definitivamente la justicia italiana va a tomar de oficio cartas en el asunto y ya hay abiertas nuevas investigaciones de otros sospechosos informes de estas bandas internacionales dedicadas al desfalco de países enteros con el consentimiento de sus gobiernos. Hasta ahora, porque de verdad, que la intervención parece que va en serio, después de que se han cursado órdenes de registro de sus sedes y de detención de sus responsables.

Pero los Italianos, que de corrupción organizada saben lo suyo, conscientes por experiencia de que es muy difícil pillar fuera de juego e in fraganti a toda una Corporación como Moody´s o S&P sin contar con la colaboración interna de soplones a los que someter al dilema del prisionero, ha comenzado a buscarles las cosquillas a quienes personalmente redactan estos informes, o sea, a esos famosos analistas que detrás del Sacro nombre de sus empresas se creen a salvo de esa especie de Tribunal de Nuremberg financiero que algunos autores como Roberto Petrini en su obra “Juicio a los economistas” venimos reclamando en el desierto, pero ahora muy reconfortados, al contemplar como desde un Estado como el Italiano se ha dado orden de investigar en detalle a los tres analistas de S&P Eileen Zhang, Frank Gill y Moritz Kraemer a quienes se les suma los responsables legales en Italia de dichas agencias, todos ellos acusados de “manipulación del mercado” de los cuales, ahora se conocen sus rostros y sabemos sus nombres, situación la suya nada deseable, cuando cientos de personas en Nápoles, Calabria y mi querida Sicilia han perdido fortunas por sus canallescos comentarios que tenían nefastas consecuencias para todos, menos para ellos. Y si la implicada en sus estragos financieros es la Iglesia Católica…que Dios les coja confesados y no se les ocurra refugiarse en ninguna ciudad con puentes.

Economía: Triunfo de una Pseudo-ciencia

No son pocos los profesionales de la ciencia que de continuo firman grandilocuentes manifiestos en contra de las pujantes videncias, homeopatía o astrología, al objeto, según dicen, de abrir los ojos a la gente sobre estas prácticas que desde su punto de vista racional, no merecen respeto alguno, cosa que hoy no voy a discutir porque sólo en matices preliminares hay demasiada tela que cortar. Pero, no deja de sorprenderme por qué siempre eligen estos nuevos Sacerdotes de la Razón, rivales tan propicios para sus acusaciones de superchería o charlatanería como son las distintas disciplinas paranormales y nunca, en cambio, se pronuncian con igual ardor contra la más grande Pseudociencia que jamás en la historia ha habido, cuyo éxito deja diminuto el prestigio que en su día tuviera la Alquimia o el espiritismo. A la economía me refiero.

Siempre me he resistido a decirle ciencia a cualquier saber, porque si bien toda ciencia es un saber, no todo saber es ciencia. Cierto es que, algunos saberes abordan su contenido con el mismo rigor que la ciencia, pero eso no les convierte en ciencia, sino en saber riguroso, de igual modo que el lenguaje que emplean los científicos para expresarse, no les llega para reclamarse parte de la literatura, si quiera de ciencia ficción. Para rizar más aún el rizo, creo que no todo en la ciencia es científico y mucho menos exacto o acabado ¡cómo podría! después de la Mecánica Cuántica. Entonces ¿Cómo diferenciar lo que es ciencia y lo que no? Muy sencillo: un saber no es científico ni por la observación de la realidad (Pintura), ni por los experimentos que pueda realizar (Gastronomía), ni por la compilación exhaustiva de los datos que de las anteriores haga (Filatelia), ni por las relaciones que esos datos le permitan hacer para explicar los hechos del pasado (Historia), ni por entender cómo funcionan las cosas (Mecánica), ni por establecer axiomas y aventurar hipótesis (Filosofía)…todo esto puede ser necesario para hacer ciencia, pero lo que distingue a un saber científico del que no lo es, es su capacidad de hacer predicciones basadas en todo lo anterior y acertar en un tanto por ciento considerablemente superior a lo que un mono de circo pudiera acertar por azar, motivo esgrimido hasta la saciedad en dichos pronunciamientos contra las pseudo-ciencias que hoy jalonan nuestros medios de comunicación vendiéndose como medicina alternativa, clarividencia, horóscopos y el conocido sinfín de servicios que compiten con Hacienda por hacerse con nuestra calderilla.

Pero, desde esta restrictiva perspectiva, cabe preguntarse, si miembros del selecto club que hoy se pavonean ante la Filología o la Pedagogía mirándolas por encima del hombro, merecen seguir ostentando dicha categoría; Y en honor a la verdad, en el caso que nos ocupa de la Economía, la respuesta no puede ser más negativa.

Hace tiempo que la Economía sabe que su conocimiento no es de rango superior a la Astrología: ambas se sirven de una jerigonza incomprensible para hablar de fenómenos vulgares para que los legos sigan el discurso pero sin entender ni jota de lo que dicen; ambas explican con detalle el pasado haciendo una magnífica descripción del presente; ambas son incapaces de acertar lo que va a suceder el Lunes cuando abra Wall Street en un porcentaje mayor que lo haría un borracho en un casino; por lo que las dos le salen muy caras a la sociedad además de peligrosas por hacernos creer que son capaces de pronunciarse con ciencia y rigor sobre el futuro, haciéndonos tomar decisiones equivocadas, cuando menos negligentes o arriesgadas.

Esta barruntada naturaleza hizo que los economistas aprovechando el trescientos aniversario del Banco Central de Suecia, presionaran a la Academia que otorga el Nobel, para que su materia – que nadie niega merezca ser digna de estudio – recibiera en adelante tan prestigioso galardón no previsto para ella por su fundador, cuando ni la Matemática o la Filosofía gozan de tal honor. ¿Por qué? ¿Por qué era preciso la instauración de un Premio Nobel en Economía? Muy sencillo: cuando aconteció el engaño en 1968, no eran pocos los que empezaban a sospechar de la presencia de la Economía en las facultades universitarias como disciplina separada, dignidad que en principio le estaba reservado a los saberes que a lo largo de la historia habían demostrado alguna utilidad práctica a la Humanidad, como la medicina, el derecho, etc. La Economía apenas alcanzaba el nivel de la denostada Meteorología y nadie daba un duro por ella como ciencia. Desde entonces, por arte de Birlibirloque, la Economía se hizo dueña de todo, sin demostrar ni dar prueba de nada.

Al margen de lo ya comentado, recuerdo, que la Economía es incapaz de acertar lo que va a suceder en su terreno de estudio en mayor grado en que lo haría un mono de circo por azar – tanto es así que año tras año en un concurso bursátil, monos de laboratorio compiten con los mejores economistas con resultados nada concluyentes por el momento – tampoco es que expliquen mucho sus relaciones causa-efecto, pues todavía nadie ha probado suficientemente por qué hemos de congelar los sueldos cuando sube la inflación y no por ejemplo, pegarle un tiro al Director de la Reserva Federal, cuando todos sabemos que la inflación depende más de la manivela gubernamental de hacer billetes que de nuestra capacidad de gasto.

Hoy nadie discute los falsos supuestos en los que se basa la Pseudociencia económica; a lo sumo, discuten entre si una u otra doctrina económica o se denuncian sus lógicos y nocivos efectos, estrechamente ligados con la tiranía del mercado. Evidentemente, si la Economía es una ciencia, hemos de dejarla trabajar por su cuenta: que sume y reste como se le antoje, pues participa del rigor y la exactitud de las que gozan las ciencias físicas o matemáticas. El mundo está regido por la Economía de forma determinista y sólo podemos obedecer sus divinos mandamientos anunciados por boca del FMI. Otra actitud sería del todo absurda como quien pone en cuestión las leyes de la Gravedad o de la Termodinámica.

Mientras continuemos contemplando a la economía como una ciencia, podemos esperar de ella de todo: catástrofes naturales por el desarrollo sostenible, desastres sociales por bajar los salarios y potenciar el consumo, guerras por hacerse con los recursos y las cotas de mercado, enfermedades por elevar el volumen de negocio de las farmacéuticas, hambre y miseria de la población para poder competir con Somalia…de todo, menos que nos ayude más de lo que lo haría fijar la vista en la punta de nuestra nariz.

15-Minutos con Stiglitz

El Nobel de Economía (2001), Joseph Stiglitz, uno de mis autores preferidos en la materia, acudió el pasado Lunes por sorpresa a la Asamblea del Movimiento 15-M que los ciudadanos estábamos celebrando en el Parque madrileño del Retiro.

En su intervención, afirmó que las malas ideas que hoy imperan en el terreno económico mundial, deben ser sustituidas con diálogo y liderazgo, aunque reconoció que el proceso de cambio «va a ser difícil porque llevamos 30 años inmersos en otros debates cuando
el futuro de todos, pasa por la solidaridad”.
Durante su breve discurso, le dio tiempo a repasar algunos de los problemas de EEUU como su quiebra financiera o la suspensión de pagos, de Europa como el paro o la deuda pública, y de ámbito mundial como el calentamiento global y la pobreza, pese a los recursos existentes en el planeta.

Stiglitz, además de todo un Premio Nobel comprometido con los desfavorecidos, es conocido por su visión pesimista de la globalización, combatir desde su filokeynesismo los planteamientos de los neoliberales a quienes ha bautizado «fundamentalistas de libre mercado” por anteponer la macroeconomía de los índices bursátiles a la vida real de la gente y ser uno de los más acérrimos críticos de criminales instituciones internacionales de crédito como el FMI o el BM, es un excelente divulgador de su saber económico. Así, a parte de publicar numerosas obras bien masticaditas para que puedan ser digeridas sin mayor dificultad por los novatos en estas lides como “Caída libre” “La guerra de los tres billones de dólares” “Cómo hacer que funcione la globalización” “ Los felices 90” “El malestar en la globalización” en 2000 este infatigable activista de la buena economía, fundó la Iniciativa para el diálogo político, ubicado en la Universidad de Columbia, actual referente para la izquierda inteligente, como en su día lo fuera la gangsteril “Escuela de Chicago” para los neoliberales…de ahí, el enorme valor simbólico de su visita; Sus escasos quince minutos han sido un espaldarazo moral al Movimiento 15-M y una clara bofetada para cuantos han intentado desprestigiarlo llamándonos perro-flautas, que por cierto, aprovecho para confesar que vi ¡por fin! entre los miles de personas venidas de toda España, a un ejemplar representante de dicha especie, quien para más señas, era ingeniero de telecomunicaciones cuya tesis investigaba las posibilidades de aplicar los avances cosechados en el desarrollo de la Inteligencia Artificial en las tareas de gestión gubernamental, tema sugerente a la fantasía, pero de corto recorrido en la realidad, pues hablar de inteligencia referida a los gobernantes del momento, rechina tanto como la paradójica expresión “Inteligencia militar” a la que ya ha superado en estupidez, tanto como la corbata en vagancia a la chaqueta de un guardia.

Hace lustros que no festejo ninguna fiesta del calendario, ni hago esfuerzos por sentirme alegre esos días que se supone debería estarlo como cumpleaños, santos, etc; Para compensar, celebro por todo lo alto situaciones tan efervescentes como la experiencia vivida durante las tres jornadas de democracia directa que duró la Asamblea del 15-M con sus decenas de comisiones en las que participamos miles de ciudadanos, de economía, política, medio ambiente, cultura, educación…donde se abordaron problemas como los desahucios, el futuro de la sanidad, pensiones, e infinidad de asuntos que preocupan a la gente, todo ello realizado al aire libre, entre los árboles del Retiro, con gran civismo entre personas que no nos conocíamos de nada, votando a mano alzada, coordinados por moderadores espontáneos que nada tienen que envidiar a Bono, con sorprendente puntualidad, asombrosa capacidad de trabajo y no digo más halagos para evitar que piensen que exagero. El haber estado a un metro a la izquierda de mi admirado Stiglitz escuchándole ese inolvidable cuarto de hora, haber podido intercambiar dos frases con él y hacerme una foto a su lado, sólo ha sido la última caricia intelectual que hizo estremecer todo mi ser, experimentando uno de esos tan apreciados orgasmos mentales a los que personas de Fe decimos éxtasis místico,

Manifiesto de economistas aterrados

Como en botica, en dinerología hay de todo: culpables inexcusables como los retratados en “Proceso a los economistas” de Roberto Petrini de perfil especialmente reconocible en los emisarios del FMI que presionan a los gobiernos legítimamente constituidos para que apliquen medidas antidemocráticas en función de lo que dictan los mercados y personas comprometidas con su ciencia que desean devolverle su genuino quehacer, cuál es, el de prestar útil servicio a los pueblos y sociedades cuya realidad estudia y no al revés, como algunos pretenden que suceda. A esta especie pertenecen, no ciertamente los equipos directivos del BBVA, el Santander o los asesores actuales de nuestros políticos sean del signo que sean…pero sí, los más de cinco mil profesionales europeos que han firmado el “Manifiesto de economistas aterrados” texto donde se plantean los problemas con la misma brevedad, sencillez y profundidad, con la que se proponen las soluciones, por lo que su lectura no puede faltar en cuantos deseen entender a qué obedecen hoy en día los vaivenes bancarios y los abruptos dientes de sierra del mercado bursátil, más allá de las típicas vaguedades de tertulia, pero sin necesidad de perderse en los oscurantistas tecnicismos de los que hacen gala los nuevos gurús de esta herramienta de coerción político-social en que se ha convertido la economía.

El documento a disposición del público en Internet, denuncia las diez falsas evidencias en las que se fundamentan las políticas neoliberales imperantes desde hace décadas en Europa, que imponen a la ciudadanía, toda suerte de sacrificios como únicos remedios a unos males radicados en factores que nada tienen que ver con nuestro trabajo, nuestra riqueza nacional, nuestra jubilación, nuestros sueldos, nuestro ahorro familiar, gasto público, consumo interno…¡y sí! con nuestro modelo de sociedad, nuestra forma de redistribuir la riqueza, mecanismos de equilibrio, armonización y solidaridad, etc. Como a diferencia del excelente y mucho más voluminoso texto de Naomi Klein “La doctrina del Shock” todavía su enseñanza no ha sido editada en formato documental, me atrevo a presentarles mi particular digestión para animarles a su íntegra lectura.

La primera de estas falsas evidencias, es la que nos presenta a los mercados financieros como eficientes: Según esta hipótesis, es imprescindible desarrollar un mercado financiero mundialmente integrado y dejarlo funcionar libremente para que los distintos agentes, particulares, empresas, Estados, Bancos…puedan intercambiar todo tipo de títulos, acciones, divisas, obligaciones, deuda, etc, sin la más mínima fricción. De ese modo, la Ley de la oferta y la demanda actuará con naturalidad y fijará el valor de los productos como consecuencia previsible de la justa competencia que acaba decantándose por los proyectos más rentables. Pero en los mercados financieros, a diferencia del de otras mercancías más tangibles, esto no sucede exactamente así; Más bien, la competencia es un factor desestabilizador que lleva a evoluciones exageradas creando las temidas burbujas, ora en el terreno inmobiliario, ora en el de las telecomunicaciones, más que nada, porque en este tipo de mercado, cuando el precio del producto sube, es habitual apreciar no un descenso, sino un aumento de la demanda, dado que es indicador de una alta rentabilidad que dispara el “Efecto llamada” atrayendo sobre si a más compradores ansiosos por hacerse con el Potosí del momento, hasta que de buenas a primeras, se invierte la tendencia y a todos les entran unas ganas terribles de deshacerse de sus títulos, siendo entonces, cuando enferma la gallina de los huevos de oro, cuya cíclica presencia contagia al resto de procesos incubados en el gallinero económico-productivos de las sociedades capitalistas arrastradas hasta el abismo de su precipitación. Para reducir la ineficiencia e inestabilidad del mercado financiero se propone, primero separarlo del resto de la actividad económica prohibiendo a la banca dedicarse a la especulación para evitar el contagio de las burbujas y los cracks y segundo, gravar los movimientos de capitales al objeto de rebajar su potencia desestabilizadora hasta recuperar los niveles requeridos por la economía real.

La segunda falsa evidencia consiste en calificar al mercado financiero, como favorecedor del crecimiento económico: En principio se nos vendió la idea de que los mercados financieros sustituirían en materia de inversiones a la banca. Pero ya hemos visto a dónde nos ha llevado esta línea de actuación; En la actualidad, por paradójico que parezca, son las empresas las que financian a sus accionistas, supuestos inversores y no al revés como es lógico esperar. Los altos ejecutivos miembros de la dirección de las grandes empresas que cotizan en bolsa, tienen como prioridad, satisfacer el voraz enriquecimiento de su accionariado a toda costa, sin preocuparse del Bien Común de la empresa y mucho menos de las repercusiones sociales a que dicha gestión pueda abocar. Para mayor éxito de dicha estrategia, las empresas han de materializarse lo menos posible, sea en infraestructuras, materias primas, bienes de equipo, inmuebles o personal, presentando un perfil escurridizo al disponer en todo momento la liquidez de su capital, con la finalidad de poderse trasladar a la primera de cambio, allí donde el marco se pliegue a sus draconianas exigencias. Ante este escenario, poca capacidad de maniobra les queda a Gobiernos y sindicatos para hacer valer los derechos sociales y defender el Estado del Bienestar dentro del actual marco legal. Para corregir sus efectos, se propone de una parte, democratizar los órganos de gestión empresarial e incrementar la fiscalidad a las rentas más altas para desalentar la carrera hacia crecimientos insostenibles.

La tercera falsa evidencia, nos habla de los mercados financieros como buenos jueces de la solvencia de los Estados al evaluar sus finanzas antes de decidirse por adquirir la deuda que emiten: Nada más lejos de la realidad. En el mejor de los casos, los inversores financieros se guían por impulsos y corazonadas, cuando no especulan con posibilidades mezquinas muy ligadas a los informes nada desinteresados de las agencias de calificación basados en rumores sometidos a la libre interpretación de quienes tienen puesto todo su afán e interés en sacar el mayor provecho particular a su apuesta monetaria. Con el fin de reducir la nefasta influencia de estas sospechosas Agencias desmerecedoras de todo crédito como bien señala Stiglitz en su “Caída libre” por no haber previsto nunca crisis alguna a tiempo, el BCE ha de garantizar la compra de los títulos emitidos por sus Estados miembros y dotarse de una propia Agencia Europea de Calificación que vele por la objetividad de sus informes.

La cuarta falsa evidencia, es la que identifica un alza excesiva de la Deuda Pública como consecuencia de un gasto desmesurado: sin embargo, la reciente elevación exagerada de la Deuda Pública europea, es más debida a los planes de rescate por parte de los Gobiernos a las entidades financieras a cuya intervención no dudaron en apelar, mientras no cejaban en repetir el monótono mantra neoliberal del no intervencionismo, que a un aumento de las prestaciones sociales en el mismo periodo en que se dice ha hecho aparición la crisis. Es más, la contrarrevolución fiscal emprendida en todo Occidente por los “La escuela de Chicago” ha contribuido decididamente en esta dirección al privar a los Estados de sus ingresos públicos habituales que en vez de armonizar entre si sus distintas políticas fiscales, se apresuraron desde la caída del muro de Berlín también ellos a la competencia fiscal para arrebatarse mutuamente la inversión, bajando los impuestos a las sociedades, a las rentas más altas y sobre el patrimonio, planteamiento que se ha demostrado pan para hoy y hambre para mañana. Poner remedio a la situación, requiere auditar por parte de la ciudadanía, en manos de quienes está la Deuda Pública, para de este modo, averiguar quién la ha fomentado, procedimiento que sigue la observación de Mao “Quien más se beneficia del problema, resulta ser normalmente quién lo crea o mantiene”.

Una quinta falsa evidencia, consecuencia de la anterior, establece que es preciso reducir gastos para reducir la Deuda: La macroeconomía de un país, no se rige por los mismos parámetros causa-efecto de la microeconomía, pongamos por caso familiar, en donde un método efectivo de bajar drásticamente la deuda acumulada, puede consistir sencillamente en frenar el gasto mensual. En el caso de la Deuda Pública, su dinámica puede obedecer a varios factores interrelacionados, entre otros, el diferencial entre el tipo de interés y la tasa de crecimiento nominal de la economía. – No tengo ni pajolera idea de lo que acabo de decir, pero suena bien y convincente – pues si la última es más débil, la Deuda crecerá mecánicamente al dispararse el montante de los intereses. Por consiguiente, para evitar que el saneamiento de las cuentas públicas repercuta negativamente en la ciudadanía, se propone mantener e incluso potenciar las prestaciones estatales en cuanto a paro, natalidad, vivienda, etc, e incrementar las partidas presupuestarias para educación, formación, investigación, ecología, energías renovables y nuevas tecnologías, con el firme propósito de impulsar un renacimiento económico integral más equilibrado, respetuoso y armonioso con las gentes y el medio ambiente donde aparece.

La sexta falsa evidencia que se nos cuela a menudo, es que, la reducción de impuestos estimula el crecimiento y en consecuencia incrementa la recaudación por parte del Estado: Evidentemente, la Deuda Pública, es un mecanismo de transferencia de riqueza, pero de los contribuyentes hacia los rentistas. La política fiscal neoliberal antedicha, no sólo contribuyó a vaciar sistemáticamente las maltrechas Arcas Públicas obligando a los Estados a emitir Deuda, que también permitió a una minoría acumular un excedente con el cual poder adquirir esa misma Deuda con el mismo dinero que se habían ahorrado de la contribución al fisco. El resultado, es que se ha llegado a un mecanismo de redistribución al revés, de las clases desfavorecidas hacia las clases pudientes, cuyo canal de transmisión no es otro que la Deuda Pública. Para rectificar este fraude colectivo, se propone un nuevo régimen fiscal que grave las fortunas y la retirada inmediata de subvenciones y exenciones a los capitales no productivos, aunque lo que nos pide el cuerpo es algo así como lo que se hiciera con la desamortización de las tierras no labradas de los siglos XVIII y XIX, solo que bien hecho.

Una séptima falsa evidencia, es la que emplaza a tranquilizar a los mercados financieros si deseamos ver rebajarse la Deuda: Desde Maastricht, los Bancos Centrales tienen prohibido financiar a los Estados y los Estados financiar a las empresas que han de apañárselas en los mercados financieros, so pretexto de que, los primeros malgastan sus recursos mientras los segundos son eficientes…precisamente lo contrario a las políticas keynesianas que sacaron a todo Occidente de la recesión durante la postguerra. Esta política restrictiva dogmática y doctrinaria, es la causa de los ataques especulativos sobre las economías de países como Gracia, Irlanda, Portugal y España a los que ya sigue de cerca Italia y en breve todos los demás miembros de la UE, Alemania incluida, al no poder gozar del respaldo del BCE. Para atajar de raíz el asunto, se propone devolver al BCE la capacidad de financiar a los Estados aliviando su exposición a la especulación.

La octava falsa evidencia, incide en la unión Europea como garante del modelo social europeo: La UE, lejos de afianzar el alma social-solidaria que la alumbrara en pos del Estado del Bienestar, parece abnegar de su origen, permitiendo la preeminencia de la competencia de bienes servicios y mano de obra, sobre toda añorante pretensión reguladora interna de los distintos países en materia de derechos laborales o de cualquier otra índole que ponga trabas a la misma, sin tomar en consideración las diferencias entre los distintos Estados miembros de la Unión, por lo que, limitadas las libertades a la libre circulación de personas, mercancías y capitales, la Europa social se ha quedado en papel mojado, mientras la del supermercado financiero se ha consolidado por completo. Para que la ciudadanía europea recupere dicho proyecto social con el que se nos vendió el europeísmo, primero se ha de poner en cuestión el actual descontrol de mercancías y capitales y después, sustituir la competencia por la armonización en el progreso de la construcción europea.

La novena evidencia falsa, es la que apunta al Euro como escudo ante la crisis: Al principio esa era la idea. Pero la realidad es que Europa entera se está viendo afectada de modo más agudo y prolongado que cualquier otra parte del mundo. Para que el Euro pueda hacer dicha labor defensiva, debe haber una verdadera coordinación macroeconómica que reduzca los desequilibrios comerciales y la balanza de pagos entre los miembros de la Unión.

Y por último, la décima falsa evidencia que se nos pretende hacer creer, es que, la crisis, ha permitido avanzar hacia un gobierno económico europeo y la solidaridad entre los 27. A estas alturas del Manifiesto, la supuesta evidencia cae por su propio peso para cuantos hayan prestado algo de atención a su lectura. Para hacer realidad esta meta de imperiosa necesidad, se ha de desarrollar una fiscalidad y presupuesto europeo, que ayuden a su convergencia y homogenización.